PALABRAS INTRODUCTORIAS
de
Su Eminencia Revma. Monseñor Cardenal
Don Darío Castrillón Hoyos
Prefecto de la Congregación para el Clero
Matrimonio y Familia
Queridos hermanos en el Episcopado y en el Sacerdocio, ilustres
Teólogos y Profesores, queridos hermanos y hermanas en el Señor,
Os envío a todos un caluroso y cordial saludo, a todos vosotros
que os habéis conectado a la vigésimo tercera videoconferencia teológica
internacional. Esta conferencia tiene por título "Matrimonio y
Familia", un argumento que tiene una importancia fundamental para la vida de
la Iglesia y de la humanidad.
Hablaremos de la familia fundamentada sobre el
matrimonio, entendido como unión estable y abierta a la vida de un hombre
y una mujer; de la familia como institución natural, patrimonio de la
humanidad, un bien esencial y necesario para la sociedad y el pueblo actuales,
porque es el fundamento de la sociedad, lugar primario de humanización de
la persona y de la vida civil.
Los teólogos que intervendrán va a profundizar la verdad sobre
la familia según el proyecto divino de la creación, un proyecto establecido
desde el principio (Cfr. Mt 19,4.8); nos explicarán que ella es el ámbito en el
cual cada persona humana, hecha a imagen y semejanza de Dios (Cfr. Gén. 1,26) es
concebida, nace, crece y se desarrolla; es, por lo tanto, el "santuario de la
vida...: el lugar en el que la vida, don de dios puede ser oída adecuadamente y
donde obtiene protección contra los múltiples ataques a los que está expuesta, y
puede desarrollarse según las exigencias de un verdadero crecimiento humano"
(Juan Pablo II, Carta. enc. Centesimus annus, número 39). Comprenderemos
que la familia, que no es una invención humana o fruto de una ideología, no se
puede modificar, en su naturaleza, por ninguna autoridad sobre la tierra.
La Iglesia repite constantemente estas verdades y el Santo
Padre ha hecho de ellos uno de los temas fundamentales de su Magisterio
pontificio. Son incalculables los momentos y circunstancias en los que durante
los veinticinco años de su Pontificado, Juan Pablo II ha proclamado y defendido
la verdad sobre la identidad y la misión de la familia y del matrimonio. ¿Cómo
no recordar sus Catequesis de los miércoles sobre el amor humano, los
Mensajes y las Homilías con ocasión de los Encuentros Mundiales
con las Familias? Y además la Exhortación apostólica postsinodal
Familiaris consortio del 22 de noviembre de 1981, la Carta al las
Familias Gratissimam sane del 2 de febrero de 1994, y la Carta Encíclica
Evangelium vitae del 25 de marzo de 1995, para citar solamente algunos de
los múltiples Documentos de su elevado magisterio, dedicado al tema de la
procreación en el matrimonio, de la cultura de la vida y de la dignidad de la
familia.
No obstante, numerosas doctrinas políticas y corrientes de
pensamiento siguen fomentando una cultura que lastima la dignidad del hombre,
ignorando o comprometiendo, en distinta medida, la verdad sobre el matrimonio y
sobre la familia. Asistimos a una orquestada conspiración financiera, fiscal y
legislativa, a nivel internacional, en contra de los artículos de la
Declaración universal de los derechos humanos y de la Carta de los
Derechos de la Familia, conspiración camuflada tras los falsos ideales de
libertad y lo que se denomina "madurez reconquistada y emancipación del hombre
de los condicionamientos del pasado": se trata de una campaña que, con objetivos
ambiguos, pretende, desde los poderes legislativos de muchos estados, revisar
los enunciados de los derechos fundamentales de la persona humana, impidiendo la
convivencia humana y su crecimiento. No podemos olvidar que la familia, como
formadora por excelencia de las personas, es indispensable para una verdadera
"ecología humana" (Cfr. Juan Pablo II, Centesimus annus, 39).
Por tales motivos, levantamos hoy nuestra voz, con rigor y
profundidad teológica, para proclamar estas verdades, con la ayuda de los mismos
teólogos, llamados a profundizar, con la luz de la fe y de la razón, los
contenidos de la Revelación.
Agradeciendo, como es habitual, a los invitados, les recuerdo
que sus intervenciones se desarrollarán en directo, desde diecisiete países de
los cinco continentes. Las reflexiones las llevarán a cabo desde Roma, desde la
Sede de la Congregación para el Clero, Su Excelencia, Profesor Rino Fisichella,
el Prof. Don Jean Galot, el Prof. Don Antonio Miralles y el Prof. Don Paolo
Scarafoni.
Intervendrán además, desde Nueva York el Prof. Don
Michael Hull, desde Manila el Prof. Don José Vidamor Yu; desde
Taiwán el Prof. Don Louis Aldrich; desde Johannesburgo el Prof.
Don Rodney Moss; desde Bogotá el Prof. Don Silvio Cajiao; desde
Regensburgo S.E. Prof. Don Gerhard Ludwig Müller; desde Sydney el
Prof. Don Julian Porteous; desde Madrid el Prof. Don Alfonso Carrasco
Rouco; desde Moscú el Prof. Don Ivan Kowalewsky.
Les auguro a todos una buena videoconferencia.
IntervenCIÓN FINAL
Del Excmo. Cardenal
Don Darío Castrillón Hoyos
Prefecto de la Congregación para el Clero
En la carta a Diogneto se lee: "Los cristianos no se distinguen
de los otros hombres ni por su tierra natal y por su idioma ni por sus
instituciones. No viven apartados en ciudades propias; no hablan una lengua
diferente; no llevan una vida extraña. …Contraen matrimonio como todos los
demás. Procrean hijos, pero no dejan que los recién nacidos se pierdan.
Comparten la mesa pero no el lecho... Lo que el alma es para el cuerpo, son los
cristianos para el mundo" (Cap. V, 7; Funk 1,318). He aquí la familia de los
primeros cristianos, la "Iglesia doméstica"de ayer y de hoy, íntima
comunión de vida y de amor (Const. past. Gaudium et spes, número 48),
llamada a una participación activa en la misión de la Iglesia y en la vida de la
propia sociedad: a ofrecer un testimonio convincente de la posibilidad y de la
alegría de la fidelidad conyugal y de la educación de los hijos, conformándose
plenamente con el designio de Dios.
Todos los sacerdotes están llamados a apoyar a la familia
cristiana promoviendo de distintas maneras, y según los distintos carismas
vocacionales y las misiones a ellos confiada, y una pastoral familiar
adecuada y orgánica en sus respectivas comunidades eclesiales (Cfr. Juan
Pablo II, Novo millennio ineunte, número 47). Particular importancia se
da a "la necesidad de sostener el valor de la unicidad del matrimonio,
como unión para toda la vida entre un hombre y una mujer, en la cual, como
marido y mujer, participan en la amorosa obra de creación de Dios", como ha
recordado recientemente el Santo Padre en la audiencia con la Conferencia
Episcopal de Inglaterra y Gales (Cfr. Discurso de Juan Pablo II, durante la
visita ad limina Apostolorum del 23.11.2003, número 5).
La petición de reconocimiento legal de las parejas de hecho
es algo crónico en nuestros días para que se equiparen los derechos con los
de los matrimonios legítimos, así como las tentativas de aprobación legal de
modelos de pareja donde la diferencia sexual no resulta esencial. La
equiparación con otras formas de convivencias es un atentado al carácter sagrado
del matrimonio y una violación grave de su profundo valor en el designio de Dios
para los hombres (Cfr. Juan Pablo II, Familiaris consortio, número 3).
En contraposición a las corrientes de pensamiento que surgen
del utilitarismo, es necesario tener en la Iglesia una catequesis más atenta y
más profunda sobre la familia y para la familia, que ofrezca y explique, incluso
a los jóvenes y a los novios, la verdad sobre el matrimonio con una visión
antropológica anclada en el misterio de Cristo y que sepa refutar, por ser
irracional, aquella pretensión de "cosificar" a los cónyuges, los hijos, la vida
de los embriones, sometidos a proyectos y fines que perjudican gravemente el
bien del hombre y de la sociedad (Cfr. Juan Pablo II, Exhort. ap. Postsinodal
Ecclesia in Europa, números 91-92).
Esto me lleva fácilmente a presentar la próxima
videoconferencia teológica que tendrá por tema "La catequesis". La sesión
internacional ha sido fijada para el 12 de diciembre próximo, a las 12 horas de
Roma.
La catequesis es esencialmente anuncio, testimonio e
irradiación de la verdad que introduce al hombre al encuentro con la misma
Persona de Cristo. "Entre los distintos servicios que la Iglesia debe ofrecer a
la humanidad, unos de los servicios de los que es responsable de manera
particular es: la diaconía de la verdad", escribía el Santo Padre en su
Carta Encíclica Fides et ratio (n. 2).
Voy a concluir recordando a la Virgen María por la inminente
Solemnidad de la Inmaculada Concepción: María es un "catecismo viviente", "madre
y modelo de los catequistas" (Juan Pablo II, Exhort. ap. Catechesi
Tradendae, número 73).
Agradezco nuevamente a los eminentes prelados, a los teólogos y
a los profesores que han intervenido hoy.
Vaticano, 28 de noviembre de 2003.