GAUDIUM ET SPES - CONSTITUCION PASTORAL SOBRE LA IGLESIA EN EL MUNDO ACTUAL



Gaudium et Spes





CONSTITUCION PASTORAL


GAUDIUM ET SPES


SOBRE LA IGLESIA


EN EL MUNDO ACTUAL


PROEMIO



Union intima de la Iglesia con la familia humana universal

1 Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discipulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazon. La comunidad cristiana esta integrada por hombres que, reunidos en Cristo, son guiados por el Espiritu Santo en su peregrinar hacia el reino del Padre y han recibido la buena nueva de la salvacion para comunicarla a todos. La Iglesia por ello se siente intima y realmente solidaria del genero humano y de su historia.

Destinatarios de la palabra conciliar

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Por ello, el Concilio Vaticano Ii, tras haber profundizado en el misterio de la Iglesia, se dirige ahora no solo a los hijos de la Iglesia catolica y a cuantos invocan a Cristo, sino a todos los hombres, con el deseo de anunciar a todos como entiende la presencia y la accion de la Iglesia en el mundo actual.

Tiene pues, ante si la Iglesia al mundo, esto es, la entera familia humana con el conjunto universal de las realidades entre las que ésta vive; el mundo, teatro de la historia humana, con sus afanes, fracasos y victorias; el mundo, que los cristianos creen fundado y conservado por el amor del Creador, esclavizado bajo la servidumbre del pecado, pero liberado por Cristo, crucificado y resucitado, roto el poder del demonio, para que el mundo se transforme segun el proposito divino y llegue a su consumacion.

Al servicio del hombre

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En nuestros dias, el género humano, admirado de sus propios descubrimientos y de su propio poder, se formula con frecuencia preguntas angustiosas sobre la evolucion presente del mundo, sobre el puesto y la mision del hombre en el universo, sobre el sentido de sus esfuerzos individuales y colectivos, sobre el destino ultimo de las cosas y de la humanidad.

El Concilio, testigo y expositor de la fe de todo el Pueblo de Dios congregado por Cristo, no puede dar prueba mayor de solidaridad, respeto y amor a toda la familia humana que la de dialogar con ella acerca de todos estos problemas, aclararselos a la luz del Evangelio y poner a disposicion del género humano el poder salvador que la Iglesia, conducida por el Espiritu Santo, ha recibido de su Fundador. Es la persona del hombre la que hay que salvar. Es la sociedad humana la que hay que renovar. Es, por consiguiente, el hombre; pero el hombre todo entero, cuerpo y alma, corazon y conciencia, inteligencia y voluntad, quien sera el objeto central de las explicaciones que van a seguir.

Al proclamar el concilio la altisima vocacion del hombre y la divina semilla que en éste se oculta, ofrece al género humano la sincera colaboracion de la Iglesia para lograr la fraternidad universal que responda a esa vocacion. No impulsa a la Iglesia ambicion terrena alguna. Solo desea una cosa: continuar, bajo la guia del Espiritu, la obra misma de Cristo, quien vino al mundo para dar testimonio de la verdad, para salvar y no para juzgar, para servir y no para ser servido.


EXPOSICION PRELIMINAR: SITUACION DEL HOMBRE EN EL MUNDO DE HOY


Esperanza y temores

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Para cumplir esta mision es deber permanente de la Iglesia escrutar a fondo los signos de la época e interpretarlos a la luz del Evangelio, de forma que, acomodandose a cada generacion, pueda la Iglesia responder a los perennes interrogantes de la humanidad sobre el sentido de la vida presente y de la vida futura y sobre la mutua relacion de ambas.

Es necesario por ello conocer y comprender el mundo en que vivimos, sus esperanzas, sus aspiraciones y el sesgo dramatico que con frecuencia le caracteriza. He aqui algunos rasgos fundamentales del mundo moderno.

El género humano se halla en un periodo nuevo de su historia, caracterizado por cambios profundos y acelerados, que progresivamente se extienden al universo entero. Los provoca el hombre con su inteligencia y su dinamismo creador; pero recaen luego sobre el hombre, sobre sus juicios y deseos individuales y colectivos, sobre sus modos de pensar y sobre su comportamiento para con las realidades y los hombres con quienes convive. Tan esto es asi, que se puede ya hablar de una verdadera metamorfosis social y cultural, que redunda también en la vida religiosa.

Como ocurre en toda crisis de crecimiento, esta transformacion trae consigo no leves dificultades. Asi mientras el hombre amplia extraordinariamente su poder, no siempre consigue someterlo a su servicio. Quiere conocer con profundidad creciente su intimidad espiritual, y con frecuencia se siente mas incierto que nunca de si mismo. Descubre paulatinamente las leyes de la vida social, y duda sobre la orientacion que a ésta se debe dar.

Jamas el género humano tuvo a su disposicion tantas riquezas, tantas posibilidades, tanto poder economico. Y, sin embargo, una gran parte de la humanidad sufre hambre y miseria y son muchedumbre los que no saben leer ni escribir.

Nunca ha tenido el hombre un sentido tan agudo de su libertad, y entretanto surgen nuevas formas de esclavitud social y psicologica. Mientras el mundo siente con tanta viveza su propia unidad y la mutua interdependencia en ineludible solidaridad, se ve, sin embargo, gravisimamente dividido por la presencia de fuerzas contrapuestas.

Persisten, en efecto, todavia agudas tensiones politicas, sociales, economicas, raciales e ideologicas, y ni siquiera falta el peligro de una guerra que amenaza con destruirlo todo. Se aumenta la comunicacion de las ideas; sin embargo, aun las palabras definidoras de los conceptos mas fundamentales revisten sentidos harto diversos en las distintas ideologias. Por ultimo, se busca con insistencia un orden temporal mas perfecto, sin que avance paralelamente el mejoramiento de los espiritus.

Afectados por tan compleja situacion, muchos de nuestros contemporaneos dificilmente llegan a conocer los valores permanentes y a compaginarlos con exactitud al mismo tiempo con los nuevos descubrimientos.

La inquietud los atormenta, y se preguntan, entre angustias y esperanzas, sobre la actual evolucion del mundo. El curso de la historia presente en un desafio al hombre que le obliga a responder.

Cambios profundos

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La turbacion actual de los espiritus y la transformacion de las condiciones de vida estan vinculadas a una revolucion global mas amplia, que da creciente importancia, en la formacion del pensamiento, a las ciencias matematicas y naturales y a las que tratan del propio hombre; y, en el orden practico, a la técnica y a las ciencias de ella derivadas.

El espiritu cientifico modifica profundamente el ambiente cultural y las maneras de pensar. La técnica con sus avances esta transformando la faz de la tierra e intenta ya la conquista de los espacios interplanetarios.

También sobre el tiempo aumenta su imperio la inteligencia humana, ya en cuanto al pasado, por el conocimiento de la historia; ya en cuanto al futuro, por la técnica prospectiva y la planificacion. Los progresos de las ciencias biologicas, psicologicas y sociales permiten al hombre no solo conocerse mejor, sino aun influir directamente sobre la vida de las sociedades por medio de métodos técnicos. Al mismo tiempo, la humanidad presta cada vez mayor atencion a la prevision y ordenacion de la expansion demografica.

Cambios en el orden social

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Por todo ello, son cada dia mas profundos los cambios que experimentan las comunidades locales tradicionales, como la familia patriarcal, el clan, la tribu, la aldea, otros diferentes grupos, y las mismas relaciones de la convivencia social.

El tipo de sociedad industrial se extiende paulatinamente, llevando a algunos paises a una economia de opulencia y transformando profundamente concepciones y condiciones milenarias de la vida social. La civilizacion urbana tiende a un predominio analogo por el aumento de las ciudades y de su poblacion y por la tendencia a la urbanizacion, que se extiende a las zonas rurales.

Nuevos y mejores medios de comunicacion social contribuyen al conocimiento de los hechos y a difundir con rapidez y expansion maximas los modos de pensar y de sentir, provocando con ello muchas repercusiones simultaneas.

Y no debe subestimarse el que tantos hombres, obligados a emigrar por varios motivos, cambien su manera de vida.

De esta manera, las relaciones humanas se multiplican sin cesar y el mismo tiempo la propia socializacion crea nuevas relaciones, sin que ello promueva siempre, sin embargo, el adecuado proceso de maduracion de la persona y las relaciones auténticamente personales (personalizacion).

Esta evolucion se manifiesta sobre todo en las naciones que se benefician ya de los progresos economicos y técnicos; pero también actua en los pueblos en vias de desarrollo, que aspiran a obtener para si las ventajas de la industrializacion y de la urbanizacion. Estos ultimos, sobre todo los que poseen tradiciones mas antiguas, sienten también la tendencia a un ejercicio mas perfecto y personal de la libertad.

Cambios psicologicos, morales y religiosos

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El cambio de mentalidad y de estructuras somete con frecuencia a discusion las ideas recibidas. Esto se nota particularmente entre jovenes, cuya impaciencia e incluso a veces angustia, les lleva a rebelarse.

Conscientes de su propia funcion en la vida social, desean participar rapidamente en ella. Por lo cual no rara vez los padres y los educadores experimentan dificultades cada dia mayores en el cumplimiento de sus tareas.

Las instituciones, las leyes, las maneras de pensar y de sentir, heredadas del pasado, no siempre se adaptan bien al estado actual de cosas. De ahi una grave perturbacion en el comportamiento y aun en las mismas normas reguladoras de éste.

Las nuevas condiciones ejercen influjo también sobre la vida religiosa. Por una parte, el espiritu critico mas agudizado la purifica de un concepto magico del mundo y de residuos supersticiosos y exige cada vez mas una adhesion verdaderamente personal y operante a la fe, lo cual hace que muchos alcancen un sentido mas vivo de lo divino.

Por otra parte, muchedumbres cada vez mas numerosas se alejan practicamente de la religion. La negacion de Dios o de la religion no constituye, como en épocas pasadas, un hecho insolito e individual; hoy dia, en efecto, se presenta no rara vez como exigencia del progreso cientifico y de un cierto humanismo nuevo.

En muchas regiones esa negacion se encuentra expresada no solo en niveles filosoficos, sino que inspira ampliamente la literatura, el arte, la interpretacion de las ciencias humanas y de la historia y la misma legislacion civil. Es lo que explica la perturbacion de muchos.

Los desequilibrios del mundo moderno

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Una tan rapida mutacion, realizada con frecuencia bajo el signo del desorden, y la misma conciencia agudizada de las antinomias existentes hoy en el mundo, engendran o aumentan contradicciones y desequilibrios.

Surgen muchas veces en el propio hombre el desequilibrio entre la inteligencia practica moderna y una forma de conocimiento teorico que no llega a dominar y ordenar la suma de sus conocimientos en sintesis satisfactoria.

Brota también el desequilibrio entre el afan por la eficacia practica y las exigencias de la conciencia moral, y no pocas veces entre las condiciones de la vida colectiva y a las exigencias de un pensamiento personal y de la misma contemplacion. Surge, finalmente, el desequilibrio entre la especializacion profesional y la vision general de las cosas.

Aparecen discrepancias en la familia, debidas ya al peso de las condiciones demograficas, economicas y sociales, ya a los conflictos que surgen entre las generaciones que se van sucediendo, ya a las nuevas relaciones sociales entre los dos sexos.

Nacen también grandes discrepancias raciales y sociales de todo género. Discrepancias entre los paises ricos, los menos ricos y los pobres. Discrepancias, por ultimo, entre las instituciones internacionales, nacidas de la aspiracion de los pueblos a la paz, y las ambiciones puestas al servicio de la expansion de la propia ideologia o los egoismos colectivos existentes en las naciones y en otras entidades sociales.

Todo ello alimenta la mutua desconfianza y la hostilidad, los conflictos y las desgracias, de los que el hombre es, a la vez, causa y victima.

Aspiraciones mas universales de la humanidad

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Entre tanto, se afianza la conviccion de que el género humano puede y debe no solo perfeccionar su dominio sobre las cosas creadas, sino que le corresponde ademas establecer un orden politico, economico y social que esté mas al servicio del hombre y permita a cada uno y a cada grupo afirmar y cultivar su propia dignidad.

De aqui las instantes reivindicaciones economicas de muchisimos, que tienen viva conciencia de que la carencia de bienes que sufren se debe a la injusticia o a una no equitativa distribucion. Las naciones en via de desarrollo, como son las independizadas recientemente, desean participar en los bienes de la civilizacion moderna, no solo en el plano politico, sino también en el orden economico, y desempenar libremente su funcion en el mundo.

Sin embargo, esta aumentando a diario la distancia que las separa de las naciones mas ricas y la dependencia incluso economica que respecto de éstas padecen. Los pueblos hambrientos interpelan a los pueblos opulentos.

La mujer, alli donde todavia no lo ha logrado, reclama la igualdad de derecho y de hecho con el hombre. Los trabajadores y los agricultores no solo quieren ganarse lo necesario para la vida, sino que quieren también desarrollar por medio del trabajo sus dotes personales y participar activamente en la ordenacion de la vida economica, social, politica y cultural. Por primera vez en la historia, todos los pueblos estan convencidos de que los beneficios de la cultura pueden y deben extenderse realmente a todas las naciones.

Pero bajo todas estas reivindicaciones se oculta una aspiracion mas profunda y mas universal: las personas y los grupos sociales estan sedientos de una vida plena y de una vida libre, digna del hombre, poniendo a su servicio las inmensas posibilidades que les ofrece el mundo actual. Las naciones, por otra parte, se esfuerzan cada vez mas por formar una comunidad universal.

De esta forma, el mundo moderno aparece a la vez poderoso y débil, capaz de lo mejor y de lo peor, pues tiene abierto el camino para optar entre la libertad o la esclavitud, entre el progreso o el retroceso, entre la fraternidad o el odio. El hombre sabe muy bien que esta en su mano el dirigir correctamente las fuerzas que él ha desencadenado, y que pueden aplastarle o servirle. Por ello se interroga a si mismo.

Los interrogantes mas profundos del hombre

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En realidad de verdad, los desequilibrios que fatigan al mundo moderno estan conectados con ese otro desequilibrio fundamental que hunde sus raices en el corazon humano. Son muchos los elementos que se combaten en el propio interior del hombre. A fuer de criatura, el hombre experimenta multiples limitaciones; se siente, sin embargo, ilimitado en sus deseos y llamado a una vida superior. Atraido por muchas solicitaciones, tiene que elegir y que renunciar.

Mas aun, como enfermo y pecador, no raramente hace lo que no quiere y deja de hacer lo que querria llevar a cabo. Por ello siente en si mismo la division, que tantas y tan graves discordias provoca en la sociedad. Son muchisimos los que, tarados en su vida por el materialismo practico, no quieren saber nada de la clara percepcion de este dramatico estado, o bien, oprimidos por la miseria, no tienen tiempo para ponerse a considerarlo.

Otros esperan del solo esfuerzo humano la verdadera y plena liberacion de la humanidad y abrigan el convencimiento de que el futuro del hombre sobre la tierra saciara plenamente todos sus deseos. Y no faltan, por otra parte, quienes, desesperando de poder dar a la vida un sentido exacto, alaban la insolencia de quienes piensan que la existencia carece de toda significacion propia y se esfuerzan por darle un sentido puramente subjetivo.

Sin embargo, ante la actual evolucion del mundo, son cada dia mas numerosos los que se plantean o los que acometen con nueva penetracion las cuestiones mas fundamentales: ¿Qué es el hombre? ¿Cual es el sentido del dolor, del mal, de la muerte, que, a pesar de tantos progresos hechos, subsisten todavia? ¿Qué valor tienen las victorias logradas a tan caro precio? ¿Qué puede dar el hombre a la sociedad? ¿Qué puede esperar de ella? ¿Qué hay después de esta vida temporal?.

Cree la Iglesia que Cristo, muerto y resucitado por todos, da al hombre su luz y su fuerza por el Espiritu Santo a fin de que pueda responder a su maxima vocacion y que no ha sido dado bajo el cielo a la humanidad otro nombre en el que sea necesario salvarse.

Igualmente cree que la clave, el centro y el fin de toda la historia humana se halla en su Senor y Maestro. Afirma ademas la Iglesia que bajo la superficie de lo cambiante hay muchas cosas permanentes, que tienen su ultimo fundamento en Cristo, quien existe ayer, hoy y para siempre. Bajo la luz de Cristo, imagen de Dios invisible, primogénito de toda la creacion, el Concilio habla a todos para esclarecer el misterio del hombre y para cooperar en el hallazgo de soluciones que respondan a los principales problemas de nuestra época.


PRIMERA PARTE: LA IGLESIA Y LA VOCACION DEL HOMBRE


Hay que responder a las mociones del Espiritu

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El Pueblo de Dios, movido por la fe, que le impulsa a creer que quien lo conduce es el Espiritu del Senor, que llena el universo, procura discernir en los acontecimientos, exigencias y deseos, de los cuales participa juntamente con sus contemporaneos, los signos verdaderos de la presencia o de los planes de Dios. La fe todo lo ilumina con nueva luz y manifiesta el plan divino sobre la entera vocacion del hombre. Por ello orienta la menta hacia soluciones plenamente humanas.

El Concilio se propone, ante todo, juzgar bajo esta luz los valores que hoy disfrutan la maxima consideracion y enlazarlos de nuevo con su fuente divina. Estos valores, por proceder de la inteligencia que Dios ha dado al hombre, poseen una bondad extraordinaria; pero, a causa de la corrupcion del corazon humano, sufren con frecuencia desviaciones contrarias a su debida ordenacion. Por ello necesitan purificacion.

¿Qué piensa del hombre la Iglesia? ¿Qué criterios fundamentales deben recomendarse para levantar el edificio de la sociedad actual? ¿Qué sentido ultimo tiene la accion humana en el universo? He aqui las preguntas que aguardan respuesta. Esta hara ver con claridad que el Pueblo de Dios y la humanidad, de la que aquél forma parte, se prestan mutuo servicio, lo cual demuestra que la mision de la Iglesia es religiosa y, por lo mismo, plenamente humana.


CAPITULO I


LA DIGNIDAD DE LA PERSONA HUMANA


El hombre, imagen de Dios

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Creyentes y no creyentes estan generalmente de acuerdo en este punto: todos los bienes de la tierra deben ordenarse en funcion del hombre, centro y cima de todos ellos.

Pero, ¿qué es el hombre? Muchas son las opiniones que el hombre se ha dado y se da sobre si mismo. Diversas e incluso contradictorias. Exaltandose a si mismo como regla absoluta o hundiéndose hasta la desesperacion. La duda y la ansiedad se siguen en consecuencia.

La Iglesia siente profundamente estas dificultades, y, aleccionada por la Revelacion divina, puede darles la respuesta que perfile la verdadera situacion del hombre, dé explicacion a sus enfermedades y permita conocer simultaneamente y con acierto la dignidad y la vocacion propias del hombre.

La Biblia nos ensena que el hombre ha sido creado "a imagen de Dios", con capacidad para conocer y amar a su Creador, y que por Dios ha sido constituido senor de la entera creacion visible para gobernarla y usarla glorificando a Dios. ¿Qué es el hombre para que tu te acuerdes de él? ¿O el hijo del hombre para que te cuides de él? Apenas lo has hecho inferior a los angeles al coronarlo de gloria y esplendor. Tu lo pusiste sobre la obra de tus manos. Todo fue puesto por ti debajo de sus pies (
Ps 8,5-7).

Pero Dios no creo al hombre en solitario. Desde el principio los hizo hombre y mujer (). Esta sociedad de hombre y mujer es la expresion primera de la comunion de personas humanas. El hombre es, en efecto, por su intima naturaleza, un ser social, y no puede vivir ni desplegar sus cualidades sin relacionarse con los demas.

Dios, pues, nos dice también la Biblia, miro cuanto habia hecho, y lo juzgo muy bueno (Gn 1,31).


El pecado

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Creado por Dios en la justicia, el hombre, sin embargo, por instigacion del demonio, en el propio exordio de la historia, abuso de su libertad, levantandose contra Dios y pretendiendo alcanzar su propio fin al margen de Dios. Conocieron a Dios, pero no le glorificaron como a Dios. Obscurecieron su estupido corazon y prefirieron servir a la criatura, no al Creador.

Lo que la Revelacion divina nos dice coincide con la experiencia. El hombre, en efecto, cuando examina su corazon, comprueba su inclinacion al mal y se siente anegado por muchos males, que no pueden tener origen en su santo Creador. Al negarse con frecuencia a reconocer a Dios como su principio, rompe el hombre la debida subordinacion a su fin ultimo, y también toda su ordenacion tanto por lo que toca a su propia persona como a las relaciones con los demas y con el resto de la creacion.

Es esto lo que explica la division intima del hombre. Toda la vida humana, la individual y la colectiva, se presenta como lucha, y por cierto dramatica, entre el bien y el mal, entre la luz y las tinieblas. Mas todavia, el hombre se nota incapaz de domenar con eficacia por si solo los ataques del mal, hasta el punto de sentirse como aherrojado entre cadenas.

Pero el Senor vino en persona para liberar y vigorizar al hombre, renovandole interiormente y expulsando al principe de este mundo (cf. 10 12,31), que le retenia en la esclavitud del pecado. El pecado rebaja al hombre, impidiéndole lograr su propia plenitud.

A la luz de esta Revelacion, la sublime vocacion y la miseria profunda que el hombre experimenta hallan simultaneamente su ultima explicacion.

Constitucion del hombre

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En la unidad de cuerpo y alma, el hombre, por su misma condicion corporal, es una sintesis del universo material, el cual alcanza por medio del hombre su mas alta cima y alza la voz para la libre alabanza del Creador. No debe, por tanto, despreciar la vida corporal, sino que, por el contrario, debe tener por bueno y honrar a su propio cuerpo, como criatura de Dios que ha de resucitar en el ultimo dia.

Herido por el pecado, experimenta, sin embargo, la rebelion del cuerpo. La propia dignidad humana pide, pues, que glorifique a Dios en su cuerpo y no permita que lo esclavicen las inclinaciones depravadas de su corazon.

No se equivoca el hombre al afirmar su superioridad sobre el universo material y al considerarse no ya como particula de la naturaleza o como elemento anonimo de la ciudad humana. Por su interioridad es, en efecto, superior al universo entero; a esta profunda interioridad retorna cuando entra dentro de su corazon, donde Dios le aguarda, escrutador de los corazones, y donde él personalmente, bajo la mirada de Dios, decide su propio destino.

Al afirmar, por tanto, en si mismo la espiritualidad y la inmortalidad de su alma, no es el hombre juguete de un espejismo ilusorio provocado solamente por las condiciones fisicas y sociales exteriores, sino que toca, por el contrario, la verdad mas profunda de la realidad.

Dignidad de la inteligencia, verdad y sabiduria

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Tiene razon el hombre, participante de la luz de la inteligencia divina, cuando afirma que por virtud de su inteligencia es superior al universo material. Con el ejercicio infatigable de su ingenio a lo largo de los siglos, la humanidad ha realizado grandes avances en las ciencias positivas, en el campo de la técnica y en la esfera de las artes liberales.

Pero en nuestra época ha obtenido éxitos extraordinarios en la investigacion y en el dominio del mundo material. Siempre, sin embargo, ha buscado y ha encontrado una verdad mas profunda. La inteligencia no se cine solamente a los fenomenos. Tiene capacidad para alcanzar la realidad inteligible con verdadera certeza, aunque a consecuencia del pecado esté parcialmente oscurecida y debilitada.

Finalmente, la naturaleza intelectual de la persona humana se perfecciona y debe perfeccionarse por medio de la sabiduria, la cual atrae con suavidad la mente del hombre a la busqueda y al amor de la verdad y del bien. Imbuido por ella, el hombre se alza por medio de lo visible hacia lo invisible.

Nuestra época, mas que ninguna otra, tiene necesidad de esta sabiduria para humanizar todos los nuevos descubrimientos de la humanidad. El destino futuro del mundo corre peligro si no forman hombres mas instruidos en esta sabiduria. Debe advertirse a este respecto que muchas naciones economicamente pobres, pero ricas en esta sabiduria, pueden ofrecer a las demas una extraordinaria aportacion.

Con el don del Espiritu Santo, el hombre llega por la fe a contemplar y saborear el misterio del plan divino.

Dignidad de la conciencia moral

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En lo mas profundo de su conciencia descubre el hombre la existencia de una ley que él no se dicta a si mismo, pero a la cual debe obedecer, y cuya voz resuena, cuando es necesario, en los oidos de su corazon, advirtiéndole que debe amar y practicar el bien y que debe evitar el mal: haz esto, evita aquello. Porque el hombre tiene una ley escrita por Dios en su corazon, en cuya obediencia consiste la dignidad humana y por la cual sera juzgado personalmente.

La conciencia es el nucleo mas secreto y el sagrario del hombre, en el que éste se siente a solas con Dios, cuya voz resuena en el recinto mas intimo de aquélla. Es la conciencia la que de modo admirable da a conocer esa ley cuyo cumplimiento consiste en el amor de Dios y del projimo.

La fidelidad a esta conciencia une a los cristianos con los demas hombres para buscar la verdad y resolver con acierto los numerosos problemas morales que se presentan al individuo y a la sociedad. Cuanto mayor es el predominio de la recta conciencia, tanto mayor seguridad tienen las personas y las sociedades para apartarse del ciego capricho y para someterse a las normas objetivas de la moralidad.

No rara vez, sin embargo, ocurre que yerra la conciencia por ignorancia invencible, sin que ello suponga la pérdida de su dignidad. Cosa que no puede afirmarse cuando el hombre se despreocupa de buscar la verdad y el bien y la conciencia se va progresivamente entenebreciendo por el habito del pecado.

Grandeza de la libertad
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La orientacion del hombre hacia el bien solo se logra con el uso de la libertad, la cual posee un valor que nuestros contemporaneos ensalzan con entusiasmo. Y con toda razon. Con frecuencia, sin embargo, la fomentan de forma depravada, como si fuera pura licencia para hacer cualquier cosa, con tal que deleite, aunque sea mala.

La verdadera libertad es signo eminente de la imagen divina en el hombre. Dios ha querido dejar al hombre en manos de su propia decision para que asi busque espontaneamente a su Creador y, adhiriéndose libremente a éste, alcance la plena y bienaventurada perfeccion.

La dignidad humana requiere, por tanto, que el hombre actue segun su conciencia y libre eleccion, es decir, movido e inducido por conviccion interna personal y no bajo la presion de un ciego impulso interior o de la mera coaccion externa. El hombre logra esta dignidad cuando, liberado totalmente de la cautividad de las pasiones, tiende a su fin con la libre eleccion del bien y se procura medios adecuados para ello con eficacia y esfuerzo crecientes.

La libertad humana, herida por el pecado, para dar la maxima eficacia a esta ordenacion a Dios, ha de apoyarse necesariamente en la gracia de Dios. Cada cual tendra que dar cuanta de su vida ante el tribunal de Dios segun la conducta buena o mala que haya observado.

El misterio de la muerte
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El maximo enigma de la vida humana es la muerte. El hombre sufre con el dolor y con la disolucion progresiva del cuerpo. Pero su maximo tormento es el temor por la desaparicion perpetua. Juzga con instinto certero cuando se resiste a aceptar la perspectiva de la ruina total y del adios definitivo.

La semilla de eternidad que en si lleva, por se irreductible a la sola materia, se levanta contra la muerte. Todos los esfuerzos de la técnica moderna, por muy utiles que sea, no pueden calmar esta ansiedad del hombre: la prorroga de la longevidad que hoy proporciona la biologia no puede satisfacer ese deseo del mas alla que surge ineluctablemente del corazon humano.

Mientras toda imaginacion fracasa ante la muerte, la Iglesia, aleccionada por la Revelacion divina, afirma que el hombre ha sido creado por Dios para un destino feliz situado mas alla de las fronteras de la miseria terrestre. La fe cristiana ensena que la muerte corporal, que entro en la historia a consecuencia del pecado, sera vencida cuando el omnipotente y misericordioso Salvador restituya al hombre en la salvacion perdida por el pecado.

Dios ha llamado y llama al hombre a adherirse a El con la total plenitud de su ser en la perpetua comunion de la incorruptible vida divina. Ha sido Cristo resucitado el que ha ganado esta victoria para el hombre, liberandolo de la muerte con su propia muerte.

Para todo hombre que reflexione, la fe, apoyada en solidos argumentos, responde satisfactoriamente al interrogante angustioso sobre el destino futuro del hombre y al mismo tiempo ofrece la posibilidad de una comunion con nuestros mismos queridos hermanos arrebatados por la muerte, dandonos la esperanza de que poseen ya en Dios la vida verdadera.

Formas y raices del ateismo

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La razon mas alta de la dignidad humana consiste en la vocacion del hombre a la union con Dios. Desde su mismo nacimiento, el hombre es invitado al dialogo con Dios. Existe pura y simplemente por el amor de Dios, que lo creo, y por el amor de Dios, que lo conserva.

Y solo se puede decir que vive en la plenitud de la verdad cuando reconoce libremente ese amor y se confia por entero a su Creador. Muchos son, sin embargo, los que hoy dia se desentienden del todo de esta intima y vital union con Dios o la niegan en forma explicita. Es este ateismo uno de los fenomenos mas graves de nuestro tiempo. Y debe ser examinado con toda atencion.

La palabra "ateismo" designa realidades muy diversas. Unos niegan a Dios expresamente. Otros afirman que nada puede decirse acerca de Dios. Los hay que someten la cuestion teologica a un analisis metodologico tal, que reputa como inutil el propio planteamiento de la cuestion.

Muchos, rebasando indebidamente los limites sobre esta base puramente cientifica o, por el contrario, rechazan sin excepcion toda verdad absoluta. Hay quienes exaltan tanto al hombre, que dejan sin contenido la fe en Dios, ya que les interesa mas, a lo que parece, la afirmacion del hombre que la negacion de Dios.

Hay quienes imaginan un Dios por ellos rechazado, que nada tiene que ver con el Dios del Evangelio. Otros ni siquiera se plantean la cuestion de la existencia de Dios, porque, al parecer, no sienten inquietud religiosa alguna y no perciben el motivo de preocuparse por el hecho religiosos.

Ademas, el ateismo nace a veces como violenta protesta contra la existencia del mal en el mundo o como adjudicacion indebida del caracter absoluto a ciertos bienes humanos que son considerados practicamente como sucedaneos de Dios. La misma civilizacion actual, no en si misma, pero si por su sobrecarga de apego a la tierra, puede dificultar en grado notable el acceso del hombre a Dios.

Quienes voluntariamente pretenden apartar de su corazon a Dios y soslayar las cuestiones religiosas, desoyen el dictamen de su conciencia y, por tanto, no carecen de culpa. Sin embargo, también los creyentes tienen en esto su parte de responsabilidad. Porque el ateismo, considerado en su total integridad, no es un fenomeno originario, sino un fenomeno derivado de varias causas, entre las que se debe contar también la reaccion critica contra las religiones, y, ciertamente en algunas zonas del mundo, sobre todo contra la religion cristiana.

Por lo cual, en esta génesis del ateismo pueden tener parte no pequena los propios creyentes, en cuanto que, con el descuido de la educacion religiosa, o con la exposicion inadecuada de la doctrina, o incluso con los defectos de su vida religiosa, moral y social, han velado mas bien que revelado el genuino rostro de Dios y de la religion.

Gaudium et Spes 20



El ateismo sistematico

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Con frecuencia, el ateismo moderno reviste también la forma sistematica, la cual, dejando ahora otras causas, lleva el afan de autonomia humana hasta negar toda dependencia del hombre respecto de Dios. Los que profesan este ateismo afirman que la esencia de la libertad consiste en que el hombre es el fin de si mismo, el unico artifice y creador de su propia historia.

Lo cual no puede conciliarse, segun ellos, con el reconocimiento del Senor, autor y fin de todo, o por lo menos tal afirmacion de Dios es completamente superflua. El sentido de poder que el progreso técnico actual da al hombre puede favorecer esta doctrina.

Entre las formas del ateismo moderno debe mencionarse la que pone la liberacion del hombre principalmente en su liberacion economica y social. Pretende este ateismo que la religion, por su propia naturaleza, es un obstaculo para esta liberacion, porque, al orientar el espiritu humano hacia una vida futura ilusoria, apartaria al hombre del esfuerzo por levantar la ciudad temporal.

Por eso, cuando los defensores de esta doctrina logran alcanzar el dominio politico del Estado, atacan violentamente a la religion, difundiendo el ateismo, sobre todo en materia educativa, con el uso de todos los medios de presion que tiene a su alcance el poder publico.

Actitud de la Iglesia ante el ateismo

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La Iglesia, fiel a Dios y fiel a los hombres, no puede dejar de reprobar con dolor, pero con firmeza, como hasta ahora ha reprobado, esas perniciosas doctrinas y conductas, que son contrarias a la razon y a la experiencia humana universal y privan al hombre de su innata grandeza.

Quiere, sin embargo, conocer las causas de la negacion de Dios que se esconden en la mente del hombre ateo. Consciente de la gravedad de los problemas planteados por el ateismo y movida por el amor que siente a todos los hombres, la Iglesia juzga que los motivos del ateismo deben ser objeto de serio y mas profundo examen.

La Iglesia afirma que el reconocimiento de Dios no se opone en modo alguno a la dignidad humana, ya que esta dignidad tiene en el mismo Dios su fundamento y perfeccion. Es Dios creador el que constituye al hombre inteligente y libre en la sociedad. Y, sobre todo, el hombre es llamado, como hijo, a la union con Dios y a la participacion de su felicidad.

Ensena ademas la Iglesia que la esperanza escatologica no merma la importancia de las tareas temporales, sino que mas bien proporciona nuevos motivos de apoyo para su ejercicio. Cuando, por el contrario, faltan ese fundamento divino y esa esperanza de la vida eterna, la dignidad humana sufre lesiones gravisimas -es lo que hoy con frecuencia sucede-, y los enigmas de la vida y de la muerte, de la culpa y del dolor, quedan sin solucionar, llevando no raramente al hombre a la desesperacion.

Todo hombre resulta para si mismo un problema no resuelto, percibido con cierta obscuridad. Nadie en ciertos momentos, sobre todo en los acontecimientos mas importantes de la vida, puede huir del todo el interrogante referido. A este problema solo Dios da respuesta plena y totalmente cierta; Dios, que llama al hombre a pensamientos mas altos y a una busqueda mas humilde de la verdad.

El remedio del ateismo hay que buscarlo en la exposicion adecuada de la doctrina y en la integridad de vida de la Iglesia y de sus miembros. A la Iglesia toca hacer presentes y como visibles a Dios Padre y a su Hijo encarnado con la continua renovacion y purificacion propias bajo la guia del Espiritu Santo.

Esto se logra principalmente con el testimonio de una fe viva y adulta, educada para poder percibir con lucidez las dificultades y poderlas vencer. Numerosos martires dieron y dan preclaro testimonio de esta fe, la cual debe manifestar su fecundidad imbuyendo toda la vida, incluso la profana, de los creyentes, e impulsandolos a la justicia y al amor, sobre todo respecto del necesitado.

Mucho contribuye, finalmente, a esta afirmacion de la presencia de Dios el amor fraterno de los fieles, que con espiritu unanime colaboran en la fe del Evangelio y se alzan como signo de unidad.

La Iglesia, aunque rechaza en forma absoluta el ateismo, reconoce sinceramente que todos los hombres, creyentes y no creyentes, deben colaborar en la edificacion de este mundo, en el que viven en comun. Esto no puede hacerse sin un prudente y sincero dialogo.

Lamenta, pues, la Iglesia la discriminacion entre creyentes y no creyentes que algunas autoridades politicas, negando los derechos fundamentales de la persona humana, establecen injustamente. Pide para los creyentes libertad activa para que puedan levantar en este mundo también un templo a Dios. E invita cortésmente a los ateos a que consideren sin prejuicios el Evangelio de Cristo.

La Iglesia sabe perfectamente que su mensaje esta de acuerdo con los deseos mas profundos del corazon humano cuando reivindica la dignidad de la vocacion del hombre, devolviendo la esperanza a quienes desesperan ya de sus destinos mas altos. Su mensaje, lejos de empequenecer al hombre, difunde luz, vida y libertad para el progreso humano. Lo unico que puede llenar el corazon del hombre es aquello que "nos hiciste, Senor, para ti, y nuestro corazon esta inquieto hasta que descanse en ti".

Cristo, el Hombre nuevo

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En realidad, el misterio del hombre solo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado. Porque Adan, el primer hombre, era figura del que habia de venir, es decir, Cristo nuestro Senor, Cristo, el nuevo Adan, en la misma revelacion del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocacion. Nada extrano, pues, que todas las verdades hasta aqui expuestas encuentren en Cristo su fuente y su corona.

El que es imagen de Dios invisible (
Col 1,15) es también el hombre perfecto, que ha devuelto a la descendencia de Adan la semejanza divina, deformada por el primer pecado. En él, la naturaleza humana asumida, no absorbida, ha sido elevada también en nosotros a dignidad sin igual.

El Hijo de DIos con su encarnacion se ha unido, en cierto modo, con todo hombre. Trabajo con manos de hombre, penso con inteligencia de hombre, obro con voluntad de hombre, amo con corazon de hombre. Nacido de la Virgen Maria, se hizo verdaderamente uno de los nuestros, semejantes en todo a nosotros, excepto en el pecado.

Cordero inocente, con la entrega libérrima de su sangre nos merecio la vida. En El Dios nos reconcilio consigo y con nosotros y nos libero de la esclavitud del diablo y del pecado, por lo que cualquiera de nosotros puede decir con el Apostol: El Hijo de Dios me amo y se entrego a si mismo por mi (Ga 2,20).

Padeciendo por nosotros, nos dio ejemplo para seguir sus pasos y, ademas abrio el camino, con cuyo seguimiento la vida y la muerte se santifican y adquieren nuevo sentido.

El hombre cristiano, conformado con la imagen del Hijo, que es el Primogénito entre muchos hermanos, recibe las primicias del Espiritu (Rm 8,23), las cuales le capacitan para cumplir la ley nueva del amor. Por medio de este Espiritu, que es prenda de la herencia (Ep 1,14), se restaura internamente todo el hombre hasta que llegue la redencion del cuerpo (Rm 8,23).

Si el Espiritu de Aquel que resucito a Jesus de entre los muertos habita en vosotros, el que resucito a Cristo Jesus de entre los muertos dara también vida a vuestros cuerpos mortales por virtud de su Espiritu que habita en vosotros (Rm 8,11).

Urgen al cristiano la necesidad y el deber de luchar, con muchas tribulaciones, contra el demonio, e incluso de padecer la muerte. Pero, asociado al misterio pascual, configurado con la muerte de Cristo, llegara, corroborado por la esperanza, a la resurreccion.

Esto vale no solamente para los cristianos, sino también para todos los hombres de buena voluntad, en cuyo corazon obra la gracia de modo invisible. Cristo murio por todos, y la vocacion suprema del hombre en realidad es una sola, es decir, la divina. En consecuencia, debemos creer que el Espiritu Santo ofrece a todos la posibilidad de que, en la forma de solo Dios conocida, se asocien a este misterio pascual.

Este es el gran misterio del hombre que la Revelacion cristiana esclarece a los fieles. Por Cristo y en Cristo se ilumina el enigma del dolor y de la muerte, que fuera del Evangelio nos envuelve en absoluta obscuridad. Cristo resucito; con su muerte destruyo la muerte y nos dio la vida, para que, hijos en el Hijo, clamemos en el Espiritu: Abba!, ¡Padre!.



CAPITULO II


LA COMUNIDAD HUMANA


Proposito del Concilio

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Entre los principales aspectos del mundo actual hay que senalar la multiplicacion de las relaciones mutuas entre los hombres. Contribuye sobremanera a este desarrollo el moderno progreso técnico. Sin embargo, la perfeccion del coloquio fraterno no esta en ese progreso, sino mas hondamente en la comunidad que entre las personas se establece, la cual exige el mutuo respeto de su plena dignidad espiritual.

La Revelacion cristiana presta gran ayuda para fomentar esta comunion interpersonal y al mismo tiempo nos lleva a una mas profunda comprension de las leyes que regulan la vida social, y que el Creador grabo en la naturaleza espiritual y moral del hombre.

Como el Magisterio de la Iglesia en recientes documentos ha expuesto ampliamente la doctrina cristiana sobre la sociedad humana, el Concilio se limita a recordar tan solo algunas verdades fundamentales y exponer sus fundamentos a la luz de la Revelacion. A continuacion subraya ciertas consecuencias que de aquéllas fluyen, y que tienen extraordinaria importancia en nuestros dias.

Indole comunitaria de la vocacion humana segun el plan de Dios

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Dios, que cuida de todos con paterna solicitud, ha querido que los hombres constituyan una sola familia y se traten entre si con espiritu de hermanos. Todos han sido creados a imagen y semejanza de Dios, quien hizo de uno todo el linaje humano y para poblar toda la haz de la tierra (
Ac 17,26), y todos son llamados a un solo e idéntico fin, esto es, Dios mismo.

Por lo cual, el amor de Dios y del projimo es el primero y el mayor mandamiento. La Sagrada Escritura nos ensena que el amor de Dios no puede separarse del amor del projimo: cualquier otro precepto en esta sentencia se resume : Amaras al projimo como a ti mismo. El amor es el cumplimiento de la ley (Rm 13,9-10 cf. I Rm 10 Rm 4,20). Esta doctrina posee hoy extraordinaria importancia a causa de dos hechos: la creciente interdependencia mutua de los hombres y la unificacion asimismo creciente del mundo.

Mas aun, el Senor, cuando ruega al Padre que todos sean uno, como nosotros también somos uno (Jn 17,21-22), abriendo perspectivas cerradas a la razon humana, sugiere una cierta semejanza entre la union de las personas divinas y la union de los hijos de Dios en la verdad y en la caridad.

Esta semejanza demuestra que el hombre, unica criatura terrestre a la que Dios ha amado por si mismo, no puede encontrar su propia plenitud si no es en la entrega sincera de si mismo a los demas.


Interdependencia entre la persona humana y la sociedad

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La indole social del hombre demuestra que el desarrollo de la persona humana y el crecimiento de la propia sociedad estan mutuamente condicionados. porque el principio, el sujeto y el fin de todas las instituciones sociales es y debe ser la persona humana, la cual, por su misma naturaleza, tiene absoluta necesidad de la vida social.

La vida social no es, pues, para el hombre sobrecarga accidental. Por ello, a través del trato con los demas, de la reciprocidad de servicios, del dialogo con los hermanos, la vida social engrandece al hombre en todas sus cualidades y le capacita para responder a su vocacion.

De los vinculos sociales que son necesarios para el cultivo del hombre, unos, como la familia y la comunidad politica, responden mas inmediatamente a su naturaleza profunda; otros, proceden mas bien de su libre voluntad. En nuestra época, por varias causas, se multiplican sin cesar las conexiones mutuas y las interdependencias; de aqui nacen diversas asociaciones e instituciones tanto de derecho publico como de derecho privado.

Este fenomeno, que recibe el nombre de socializacion, aunque encierra algunos peligros, ofrece, sin embargo, muchas ventajas para consolidar y desarrollar las cualidades de la persona humana y para garantizar sus derechos.

Mas si la persona humana, en lo tocante al cumplimiento de su vocacion, incluida la religiosa, recibe mucho de esta vida en sociedad, no se puede, sin embargo, negar que las circunstancias sociales en que vive y en que esta como inmersa desde su infancia, con frecuencia le apartan del bien y le inducen al mal.

Es cierto que las perturbaciones que tan frecuentemente agitan la realidad social proceden en parte de las tensiones propias de las estructuras economicas, politicas y sociales. Pero proceden, sobre todo, de la soberbia y del egoismo humanos, que trastornan también el ambiente social.

Y cuando la realidad social se ve viciada por las consecuencias del pecado, el hombre, inclinado ya al mal desde su nacimiento, encuentra nuevos estimulos para el pecado, los cuales solo pueden vencerse con denodado esfuerzo ayudado por la gracia.

La promocion del bien comun

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La interdependencia, cada vez mas estrecha, y su progresiva universalizacion hacen que el bien comun -esto es, el conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible a las asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro mas pleno y mas facil de la propia perfeccion- se universalice cada vez mas, e implique por ello derechos y obligaciones que miran a todo el género humano.

Todo grupo social debe tener en cuanta las necesidades y las legitimas aspiraciones de los demas grupos; mas aun, debe tener muy en cuanta el bien comun de toda la familia humana.

Crece al mismo tiempo la conciencia de la excelsa dignidad de la persona humana, de su superioridad sobre las cosas y de sus derechos y deberes universales e inviolables.

Es, pues, necesario que se facilite al hombre todo lo que éste necesita para vivir una vida verdaderamente humana, como son el alimento, el vestido, la vivienda, el derecho a la libre eleccion de estado ya fundar una familia, a la educacion, al trabajo, a la buena fama, al respeto, a una adecuada informacion, a obrar de acuerdo con la norma recta de su conciencia, a la proteccion de la vida privada y a la justa libertad también en materia religiosa.

El orden social, pues, y su progresivo desarrollo deben en todo momento subordinarse al bien de la persona, ya que el orden real debe someterse al orden personal, y no al contrario. El propio Senor lo advirtio cuando dijo que el sabado habia sido hecho para el hombre, y no el hombre para el sabado.

El orden social hay que desarrollarlo a diario, fundarlo en la verdad, edificarlo sobre la justicia, vivificarlo por el amor. Pero debe encontrar en la libertad un equilibrio cada dia mas humano. Para cumplir todos estos objetivos hay que proceder a una renovacion de los espiritus y a profundas reformas de la sociedad.

El Espiritu de Dios, que con admirable providencia guia el curso de los tiempos y renueva la faz de la tierra, no es ajeno a esta evolucion. Y, por su parte, el fermento evangélico ha despertado y despierta en el corazon del hombre esta irrefrenable exigencia de la dignidad.

El respeto a la persona humana

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Descendiendo a consecuencias practicas de maxima urgencia, el Concilio inculca el respeto al hombre, de forma de cada uno, sin excepcion de nadie, debe considerar al projimo como otro yo, cuidando en primer lugar de su vida y de los medios necesarios para vivirla dignamente, no sea que imitemos a aquel rico que se despreocupo por completo del pobre Lazaro.

En nuestra época principalmente urge la obligacion de acercarnos a todos y de servirlos con eficacia cuando llegue el caso, ya se trate de ese anciano abandonado de todos, o de ese trabajador extranjero despreciado injustamente, o de ese desterrado, o de ese hijo ilegitimo que debe aguantar sin razon el pecado que él no cometio, o de ese hambriento que recrimina nuestra conciencia recordando la palabra del Senor: Cuantas veces hicisteis eso a uno de estos mis hermanos menores, a mi me lo hicisteis. (
Mt 25,40).

No solo esto. Cuanto atenta contra la vida -homicidios de cualquier clase, genocidios, aborto, eutanasia y el mismo suicidio deliberado-; cuanto viola la integridad de la persona humana, como, por ejemplo, las mutilaciones, las torturas morales o fisicas, los conatos sistematicos para dominar la mente ajena; cuanto ofende a la dignidad humana, como son las condiciones infrahumanas de vida, las detenciones arbitrarias, las deportaciones, la esclavitud, la prostitucion, la trata de blancas y de jovenes; o las condiciones laborales degradantes, que reducen al operario al rango de mero instrumento de lucro, sin respeto a la libertad y a la responsabilidad de la persona humana: todas estas practicas y otras parecidas son en si mismas infamantes, degradan la civilizacion humana, deshonran mas a sus autores que a sus victimas y son totalmente contrarias al honor debido al Creador.


Respeto y amor a los adversarios

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Quienes sientes u obran de modo distinto al nuestro en materia social, politica e incluso religiosa, deben ser también objeto de nuestro respeto y amor. Cuanto mas humana y caritativa sea nuestra comprension intima de su manera de sentir, mayor sera la facilidad para establecer con ellos el dialogo.

Esta caridad y esta benignidad en modo alguno deben convertirse en indiferencia ante la verdad y el bien. Mas aun, la propia caridad exige el anuncio a todos los hombres de la verdad saludable.

Pero es necesario distinguir entre el error, que siempre debe ser rechazado, y el hombre que yerra, el cual conserva la dignidad de la persona incluso cuando esta desviado por ideas falsas o insuficientes en materia religiosa. Dios es el unico juez y escrutador del corazon humano. Por ello, nos prohibe juzgar la culpabilidad interna de los demas.

La doctrina de Cristo pide también que perdonemos las injurias. El precepto del amor se extiende a todos los enemigos. Es el mandamiento de la Nueva Ley: Habéis oido que se dijo : Amaras a tu projimo y aborreceras a tu enemigo. Pero yo os digo : Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian y orad por lo que os persiguen y calumnian (
Mt 5,43-44).


La igualdad esencial entre los hombres y la justicia social

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La igualdad fundamental entre todos los hombres exige un reconocimiento cada vez mayor. Porque todos ellos, dotados de alma racional y creados a imagen de Dios, tienen la misma naturaleza y el mismo origen. Y porque, redimidos por Cristo, disfrutan de la misma vocacion y de idéntico destino.

Es evidente que no todos los hombres son iguales en lo que toca a la capacidad fisica y a las cualidades intelectuales y morales. Sin embargo, toda forma de discriminacion en los derechos fundamentales de la persona, ya sea social o cultural, por motivos de sexo, raza, color, condicion social, lengua o religion, debe ser vencida y eliminada por ser contraria al plan divino.

En verdad, es lamentable que los derechos fundamentales de la persona no estén todavia protegidos en la forma debida por todas partes. Es lo que sucede cuando se niega a la mujer el derecho de escoger libremente esposo y de abrazar el estado de vida que prefiera o se le impide tener acceso a una educacion y a una cultura iguales a las que se conceden al hombres.

Mas aun, aunque existen desigualdades justas entre los hombres, sin embargo, la igual dignidad de la persona exige que se llegue a una situacion social mas humana y mas justa. Resulta escandaloso el hecho de las excesivas desigualdades economicas y sociales que se dan entre los miembros y los pueblos de una misma familia humana. Son contrarias a la justicia social, a la equidad, a la dignidad de la persona humana y a la paz social e internacional.

Las instituciones humanas, privadas o publicas, esfuércense por ponerse al servicio de la dignidad y del fin del hombre. Luchen con energia contra cualquier esclavitud social o politica y respeten, bajo cualquier régimen politico, los derechos fundamentales del hombre. Mas aun, estas instituciones deben ir respondiendo cada vez mas a las realidades espirituales, que son las mas profundas de todas, aunque es necesario todavia largo plazo de tiempo para llegar al final deseado.

Hay que superar la ética individualista

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La profunda y rapida transformacion de la vida exige con suma urgencia que no haya nadie que, por despreocupacion frente a la realidad o por pura inercia, se conforme con una ética meramente individualista.

El deber de justicia y caridad se cumple cada vez mas contribuyendo cada uno al bien comun segun la propia capacidad y la necesidad ajena, promoviendo y ayudando a las instituciones, asi publicas como privadas, que sirven para mejorar las condiciones de vida del hombre.

Hay quienes profesan amplias y generosas opiniones, pero en realidad viven siempre como si nunca tuvieran cuidado alguno de las necesidades sociales. No solo esto; en varios paises son muchos los que menosprecian las leyes y las normas sociales.

No pocos, con diversos subterfugios y fraudes, no tienen reparo en soslayar los impuestos justos u otros deberes para con la sociedad. Algunos subestiman ciertas normas de la vida social; por ejemplo, las referentes a la higiene o las normas de la circulacion, sin preocuparse de que su descuido pone en peligro la vida propia y la vida del projimo.

La aceptacion de las relaciones sociales y su observancia deben ser consideradas por todos como uno de los principales deberes del hombre contemporaneo. Porque cuanto mas se unifica el mundo, tanto mas los deberes del hombre rebasan los limites de los grupos particulares y se extiende poco a poco al universo entero.

Ello es imposible si los individuos y los grupos sociales no cultivan en si mismo y difunden en la sociedad las virtudes morales y sociales, de forma que se conviertan verdaderamente en hombres nuevos y en creadores de una nueva humanidad con el auxilio necesario de la divina gracia.

Responsabilidad y participacion

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Para que cada uno pueda cultivar con mayor cuidado el sentido de su responsabilidad tanto respecto a si mismo como de los varios grupos sociales de los que es miembro, hay que procurar

con suma diligencia una mas amplia cultura espiritual, valiéndose para ello de los extraordinarios medios de que el género humano dispone hoy dia.

Particularmente la educacion de los jovenes, sea el que sea el origen social de éstos, debe orientarse de tal modo, que forme hombres y mujeres que no solo sean personas cultas, sino también de generoso corazon, de acuerdo con las exigencias perentorias de nuestra época.

Pero no puede llegarse a este sentido de la responsabilidad si no se facilitan al hombre condiciones de vida que le permitan tener conciencia de su propia dignidad y respondan a su vocacion, entregandose a DIos ya los demas.

La libertad humana con frecuencia se debilita cuando el hombre cae en extrema necesidad, de la misma manera que se envilece cuando el hombre, satisfecho por una vida demasiado facil, se encierra como en una dorada soledad.

Por el contrario, la libertad se vigoriza cuando el hombre acepta las inevitables obligaciones de la vida social, toma sobre si las multiformes exigencias de la convivencia humana y se obliga al servicio de la comunidad en que vive.

Es necesario por ello estimular en todos la voluntad de participar en los esfuerzos comunes. Merece alabanza la conducta de aquellas naciones en las que la mayor parte de los ciudadanos participa con verdadera libertad en la vida publica.

Debe tenerse en cuanta, sin embargo, la situacion real de cada pais y el necesario vigor de la autoridad publica. Para que todos los ciudadanos se sientan impulsados a participar en la vida de los diferentes grupos de integran el cuerpo social, es necesario que encuentren en dichos grupos valores que los atraigan y los dispongan a ponerse al servicio de los demas. Se puede pensar con toda razon que el porvenir de la humanidad esta en manos de quienes sepan dar a las generaciones venideras razones para vivir y razones para esperar.

El Verbo encarnado y la solidaridad humana

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Dios creo al hombre no para vivir aisladamente, sino para formar sociedad. De la misma manera, Dios "ha querido santificar y salvar a los hombres no aisladamente, sin conexion alguna de unos con otros, sino constituyendo un pueblo que le confesara en verdad y le sirviera santamente".

Desde el comienzo de la historia de la salvacion, Dios ha elegido a los hombres no solamente en cuanto individuos, sino también a cuanto miembros de una determinada comunidad. A los que eligio Dios manifestando su proposito, denomino pueblo suyo (
Ex 3,7-12), con el que ademas establecio un pacto en el monte Sinai.

Esta indole comunitaria se perfecciona y se consuma en la obra de Jesucristo. El propio Verbo encarnado quiso participar de la vida social humana.

Asistio a las bodas de Cana, bajo a la casa de Zaqueo, comio con publicanos y pecadores. Revelo el amor del Padre y la excelsa vocacion del hombre evocando las relaciones mas comunes de la vida social y sirviéndose del lenguaje y de las imagenes de la vida diaria corriente.

Sometiéndose voluntariamente a las leyes de su patria, santifico los vinculos humanos, sobre todo los de la familia, fuente de la vida social. Eligio la vida propia de un trabajador de su tiempo y de su tierra.

En su predicacion mando claramente a los hijos de Dios que se trataran como hermanos. Pidio en su oracion que todos sus discipulos fuesen uno.

Mas todavia, se ofrecio hasta la muerte por todos, como Redentor de todos. Nadie tiene mayor amor que este de dar uno la vida por sus amigos (Jn 15,13). Y ordeno a los Apostoles predicar a todas las gentes la nueva angélica, para que la humanidad se hiciera familia de Dios, en la que la plenitud de la ley sea el amor.

Primogénito entre muchos hermanos, constituye, con el don de su Espiritu, una nueva comunidad fraterna entre todos los que con fe y caridad le reciben después de su muerte y resurreccion, esto es, en su Cuerpo, que es la Iglesia, en la que todos, miembros los unos de los otros, deben ayudarse mutuamente segun la variedad de dones que se les hayan conferido.

Esta solidaridad debe aumentarse siempre hasta aquel dia en que llegue su consumacion y en que los hombres, salvador por la gracia, como familia amada de Dios y de Cristo hermano, daran a Dios gloria perfecta.



CAPITULO III


LA ACTIVIDAD HUMANA EN EL MUNDO


Planteamiento del problema

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Siempre se ha esforzado el hombre con su trabajo y con su ingenio en perfeccionar su vida; pero en nuestros dias, gracias a la ciencia y la técnica, ha logrado dilatar y sigue dilatando el campo de su dominio sobre casi toda la naturaleza, y, con ayuda sobre todo el aumento experimentado por los diversos medios de intercambio entre las naciones, la familia humana se va sintiendo y haciendo una unica comunidad en el mundo.

De lo que resulta que gran numero de bienes que antes el hombre esperaba alcanzar sobre todo de las fuerzas superiores, hoy los obtiene por si mismo.

Ante este gigantesco esfuerzo que afecta ya a todo el género humano, surgen entre los hombres muchas preguntas. ¿Qué sentido y valor tiene esa actividad? ¿Cual es el uso que hay que hacer de todas estas cosas? ¿A qué fin deben tender los esfuerzos de individuos y colectividades?.

La Iglesia, custodio del deposito de la palabra de Dios, del que manan los principios en el orden religioso y moral, sin que siempre tenga a manos respuesta adecuada a cada cuestion, desea unir la luz de la Revelacion al saber humano para iluminar el camino recientemente emprendido por la humanidad.

Valor de la actividad humana

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Una cosa hay cierta para los creyentes: la actividad humana individual y colectiva o el conjunto ingente de esfuerzos realizados por el hombre a lo largo de los siglos para lograr mejores condiciones de vida, considerado en si mismo, responde a la voluntad de Dios.

Creado el hombre a imagen de Dios, recibio el mandato de gobernar el mundo en justicia y santidad, sometiendo a si la tierra y cuanto en ella se contiene, y de orientar a Dios la propia persona y el universo entero, reconociendo a Dios como Creador de todo, de modo que con el sometimiento de todas las cosas al hombre sea admirable el nombre de Dios en el mundo.

Esta ensenanza vale igualmente para los quehaceres mas ordinarios. Porque los hombres y mujeres que, mientras procuran el sustento para si y su familia, realizan su trabajo de forma que resulte provechoso y en servicio de la sociedad, con razon pueden pensar que con su trabajo desarrollan la obra del Creador, sirven al bien de sus hermanos y contribuyen de modo personal a que se cumplan los designios de Dios en la historia.

Los cristianos, lejos de pensar que las conquistas logradas por el hombre se oponen al poder de Dios y que la criatura racional pretende rivalizar con el Creador, estan, por el contrario, persuadidos de que las victorias del hombre son signo de la grandeza de DIos y consecuencia de su inefable designio.

Cuanto mas se acrecienta el poder del hombre, mas amplia es su responsabilidad individual y colectiva. De donde se sigue que el mensaje cristiano no aparta a los hombres de la edificacion del mundo si los lleva a despreocuparse del bien ajeno, sino que, al contrario, les impone como deber el hacerlo.

Ordenacion de la actividad humana

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La actividad humana, asi como procede del hombre, asi también se ordena al hombre. Pues éste con su accion no solo transforma las cosas y la sociedad, sino que se perfecciona a si mismo.

Aprende mucho, cultiva sus facultades, se supera y se trasciende. Tal superacion, rectamente entendida, es mas importante que las riquezas exteriores que puedan acumularse. El hombre vale mas por lo que es que por lo que tiene.

Asimismo, cuanto llevan a cabo los hombres para lograr mas justicia, mayor fraternidad y un mas humano planteamiento en los problemas sociales, vale mas que los progresos técnicos. Pues dichos progresos pueden ofrecer, como si dijéramos, el material para la promocion humana, pero por si solos no pueden llevarla a cabo.

Por tanto, esta es la norma de la actividad humana: que, de acuerdo con los designios y voluntad divinos, sea conforme al auténtico bien del género humano y permita al hombre, como individuo y como miembro de la sociedad, cultivar y realizar integramente su plena vocacion.

La justa autonomia de la realidad terrena

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Muchos de nuestros contemporaneos parecen temer que, por una excesivamente estrecha vinculacion entre la actividad humana y la religion, sufra trabas la autonomia del hombre, de la sociedad o de la ciencia.

Si por autonomia de la realidad se quiere decir que las cosas creadas y la sociedad misma gozan de propias leyes y valores, que el hombre ha de descubrir, emplear y ordenar poco a poco, es absolutamente legitima esta exigencia de autonomia.

No es solo que la reclamen imperiosamente los hombres de nuestro tiempo. Es que ademas responde a la voluntad del Creador. Pues, por la propia naturaleza de la creacion, todas las cosas estan dotadas de consistencia, verdad y bondad propias y de un propio orden regulado, que el hombre debe respetar con el reconocimiento de la metodologia particular de cada ciencia o arte.

Por ello, la investigacion metodica en todos los campos del saber, si esta realizada de una forma auténticamente cientifica y conforme a las normas morales, nunca sera en realidad contraria a la fe, porque las realidades profanas y las de la fe tienen su origen en un mismo Dios.

Mas aun, quien con perseverancia y humildad se esfuerza por penetrar en los secretos de la realidad, esta llevado, aun sin saberlo, como por la mano de Dios, quien, sosteniendo todas las cosas, da a todas ellas el ser. Son, a este respecto, de deplorar ciertas actitudes que, por no comprender bien el sentido de la legitima autonomia de la ciencia, se han dado algunas veces entre los propios cristianos; actitudes que, seguidas de agrias polémicas, indujeron a muchos a establecer una oposicion entre la ciencia y la fe.

Pero si autonomia de lo temporal quiere decir que la realidad creada es independiente de Dios y que los hombres pueden usarla sin referencia al Creador, no hay creyente alguno a quien se le oculte la falsedad envuelta en tales palabras.

La criatura sin el Creador desaparece. Por lo demas, cuantos creen en Dios, sea cual fuere su religion, escucharon siempre la manifestacion de la voz de Dios en el lenguaje de la creacion. Mas aun, por el olvido de Dios la propia criatura queda oscurecida.

Gaudium et Spes 37



Deformacion de la actividad humana por el pecado

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La Sagrada Escritura, con la que esta de acuerdo la experiencia de los siglos, ensena a la familia humana que el progreso altamente beneficioso para el hombre también encierra, sin embargo, gran tentacion, pues los individuos y las colectividades, subvertida la jerarquia de los valores y mezclado el bien con el mal, no miran mas que a lo suyo, olvidando lo ajeno.

Lo que hace que el mundo no sea ya ambito de una auténtica fraternidad, mientras el poder acrecido de la humanidad esta amenazando con destruir al propio género humano.

A través de toda la historia humana existe una dura batalla contra el poder de las tinieblas, que, iniciada en los origenes del mundo, durara, como dice el Senor, hasta el dia final.

Enzarzado en esta pelea, el hombre ha de luchar continuamente para acatar el bien, y solo a costa de grandes esfuerzos, con la ayuda de la gracia de Dios, es capaz de establecer la unidad en si mismo, a la vez que reconoce que el progreso puede servir a la verdadera felicidad humana, no puede dejar de hacer oir la voz del Apostol cuando dice: No querais vivir conforme a este mundo (
Rm 12,2); es decir, conforme a aquel espiritu de vanidad y de malicia que transforma en instrumento de pecado la actividad humana, ordenada al servicio de Dios y de los hombres.

A la hora de saber como es posible superar tan deplorable miseria, la norma cristiana es que hay que purificar por la cruz y la resurreccion de Cristo y encauzar por caminos de perfeccion todas las actividades humanas, las cuales, a causa de la soberbia y el egoismo, corren diario peligro.

El hombre, redimido por Cristo y hecho, en el Espiritu Santo, nueva criatura, puede y debe amar las cosas creadas por Dios. Pues de Dios las recibe y las mira y respeta como objetos salidos de las manos de Dios. Dandole gracias por ellas al Bienhechor y usando y gozando de las criaturas en pobreza y con libertad de espiritu, entra de veras en posesion del mundo como quien nada tiene y es dueno de todo: Todo es vuestro; vosotros sois de Cristo, y Cristo es de Dios (1Co 3,22-23).


Perfeccion de la actividad humana en el misterio pascual

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El Verbo de Dios, por quien fueron hechas todas las cosas, hecho El mismo carne y habitando en la tierra, entro como hombre perfecto en la historia del mundo, asumiéndola y recapitulandola en si mismo.

El es quien nos revela que Dios es amor (I 10 4,8), a la vez que nos ensena que la ley fundamental de la perfeccion humana, es el mandamiento nuevo del amor. Asi, pues, a los que creen en la caridad divina les da la certeza de que abrir a todos los hombres los caminos del amor y esforzarse por instaurar la fraternidad universal no son cosas inutiles.

Al mismo tiempo advierte que esta caridad no hay que buscarla unicamente en los acontecimientos importantes, sino, ante todo, en la vida ordinaria. El, sufriendo la muerte por todos nosotros, pecadores, nos ensena con su ejemplo a llevar la cruz que la carne y el mundo echan sobre los hombros de los que buscan la paz y la justicia.

Constituido Senor por su resurreccion, Cristo, al que le ha sido dada toda potestad en el cielo y en la tierra, obra ya por la virtud de su Espiritu en el corazon del hombre, no solo despertando el anhelo del siglo futuro, sino alentando, purificando y robusteciendo también con ese deseo aquellos generosos propositos con los que la familia humana intenta hacer mas llevadera su propia vida y someter la tierra a este fin.

Mas los dones del Espiritu Santo son diversos: si a unos llama a dar testimonio manifiesto con el anhelo de la morada celestial y a mantenerlo vivo en la familia humana, a otros los llama para que se entreguen al servicio temporal de los hombres, y asi preparen la materia del reino de los cielos.

Pero a todos les libera, para que, con la abnegacion propia y el empleo de todas las energias terrenas en pro de la vida, se proyecten hacia las realidades futuras, cuando la propia humanidad se convertiran en oblacion acepta a dios.

El Senor dejo a los suyos prenda de tal esperanza y alimento para el camino en aquel sacramento de la fe en el que los elementos de la naturaleza, cultivados por el hombre, se convierten en el cuerpo y sangre gloriosos con la cena de la comunion fraterna y la degustacion del banquete celestial.

Tierra nueva y cielo nuevo

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Ignoramos el tiempo en que se hara la consumacion de la tierra y de la humanidad. Tampoco conocemos de qué manera se transformara el universo. La figura de este mundo, afeada por el pecado, pasa, pero Dios nos ensena que nos prepara una nueva morada y una nueva tierra donde habita la justicia, y cuya bienaventuranza es capaz de saciar y rebasar todos los anhelos de paz que surgen en el corazon humano.

Entonces, vencida la muerte, los hijos de Dios resucitaran en Cristo, y lo que fue sembrado bajo el signo de la debilidad y de la corrupcion, se revestira de incorruptibilidad, y, permaneciendo la caridad y sus obras, se veran libres de la servidumbre de la vanidad todas las criaturas, que Dios creo pensando en el hombre.

Se nos advierte que de nada le sirve al hombre ganar todo el mundo si se pierde a si mismo.

No obstante, la espera de una tierra nueva no debe amortiguar, sino mas bien aliviar, la preocupacion de perfeccionar esta tierra, donde crece el cuerpo de la nueva familia humana, el cual puede de alguna manera anticipar un vislumbre del siglo nuevo.

Por ello, aunque hay que distinguir cuidadosamente progreso temporal y crecimiento del reino de Cristo, sin embargo, el primero, en cuanto puede contribuir a ordenar mejor la sociedad humana, interesa en gran medida al reino de Dios.

Pues los bienes de la dignidad humana, la union fraterna y la libertad; en una palabra, todos los frutos excelentes de la naturaleza y de nuestro esfuerzo, después de haberlos propagado por la tierra en el Espiritu del Senor y de acuerdo con su mandato, volveremos a encontrarlos limpios de toda mancha, iluminados y trasfigurados, cuando Cristo entregue al Padre el reino eterno y universal: "reino de verdad y de vida; reino de santidad y gracia; reino de justicia, de amor y de paz".

El reino esta ya misteriosamente presente en nuestra tierra; cuando venga el Senor, se consumara su perfeccion.


CAPITULO IV


MISION DE LA IGLESIA EN EL MUNDO CONTEMPORANEO


Relacion mutua entre la Iglesia y el mundo

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Todo lo que llevamos dicho sobre la dignidad de la persona, sobre la comunidad humana, sobre el sentido profundo de la actividad del hombre, constituye el fundamento de la relacion entre la Iglesia y el mundo, y también la base para el mutuo dialogo.

Por tanto, en este capitulo, presupuesto todo lo que ya ha dicho el Concilio sobre el misterio de la Iglesia, va a ser objeto de consideracion la misma Iglesia en cuanto que existe en este mundo y vive y actua con él.

Nacida del amor del Padre Eterno, fundada en el tiempo por Cristo Redentor, reunida en el Espiritu Santo, la Iglesia tiene una finalidad escatologica y de salvacion, que solo en el mundo futuro podra alcanzar plenamente.

Esta presente ya aqui en la tierra, formada por hombres, es decir, por miembros de la ciudad terrena que tienen la vocacion de formar en la propia historia del género humano la familia de los hijos de Dios, que ha de ir aumentando sin cesar hasta la venida del Senor.

Unida ciertamente por razones de los bienes eternos y enriquecida por ellos, esta familia ha sido "constituida y organizada por Cristo como sociedad en este mundo" y esta dotada de "los medios adecuados propios de una union visible y social".

De esta forma, la Iglesia, "entidad social visible y comunidad espiritual", avanza juntamente con toda la humanidad, experimenta la suerte terrena del mundo, y su razon de ser es actuar como fermento y como alma de la sociedad, que debe renovarse en Cristo y transformarse en familia de Dios.

Esta compenetracion de la ciudad terrena y de la ciudad eterna solo puede percibirse por la fe; mas aun, es un misterio permanente de la historia humana que se ve perturbado por el pecado hasta la plena revelacion de la claridad de los hijos de Dios.

Al buscar su propio fin de salvacion, la Iglesia no solo comunica la vida divina al hombre, sino que ademas difunde sobre el universo mundo, en cierto modo, el reflejo de su luz, sobre todo curando y elevando la dignidad de la persona, consolidando la firmeza de la sociedad y dotando a la actividad diaria de la humanidad de un sentido y de una significacion mucho mas profundos.

Cree la Iglesia que de esta manera, por medio de sus hijos y por medio de su entera comunidad, puede ofrecer gran ayuda para dar un sentido mas humano al hombre a su historia.

La Iglesia catolica de buen grado estima mucho todo lo que en este orden han hecho y hacen las demas Iglesias cristianas o comunidades eclesiasticas con su obra de colaboracion.

Tienen asimismo la firme persuasion de que el mundo, a través de las personas individuales y de toda la sociedad humana, con sus cualidades y actividades, puede ayudarla mucho y de multiples maneras en la preparacion del Evangelio.

Exponense a continuacion algunos principios generales para promover acertadamente este mutuo intercambio y esta mutua ayuda en todo aquello que en cierta manera es comun a la Iglesia y al mundo.

Ayuda que la Iglesia procura prestar a cada hombre

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El hombre contemporaneo camina hoy hacia el desarrollo pleno de su personalidad y hacia el descubrimiento y afirmacion crecientes de sus derechos. Como a la Iglesia se ha confiado la manifestacion del misterio de Dios, que es el fin ultimo del hombre, la Iglesia descubre con ello al hombre el sentido de la propia existencia, es decir, la verdad mas profunda acerca del ser humano.

Bien sabe la Iglesia que solo Dios, al que ella sirve, responde a las aspiraciones mas profundas del corazon humano, el cual nunca se sacia plenamente con solos los alimentos terrenos. Sabe también que el hombre, atraido sin cesar por el Espiritu de Dios, nunca jamas sera del todo indiferente ante el problema religioso, como los prueban no solo la experiencia de los siglos pasados, sino también multiples testimonios de nuestra época.

Siempre deseara el hombre saber, al menos confusamente, el sentido de su vida, de su accion y de su muerte. La presencia misma de la Iglesia le recuerda al hombre tales problemas; pero es solo Dios, quien creo al hombre a su imagen y lo redimio del pecado, el que puede dar respuesta cabal a estas preguntas, y ello por medio de la Revelacion en su Hijo, que se hizo hombre. El que sigue a Cristo, Hombre perfecto, se perfecciona cada vez mas en su propia dignidad de hombre.

Apoyada en esta fe, la Iglesia puede rescatar la dignidad humana del incesante cambio de opiniones que, por ejemplo, deprimen excesivamente o exaltan sin moderacion alguna el cuerpo humano.

No hay ley humana que pueda garantizar la dignidad personal y la libertad del hombre con la seguridad que comunica el Evangelio de Cristo, confiado a la Iglesia. El Evangelio enuncia y proclama la libertad de los hijos de Dios, rechaza todas las esclavitudes, que derivan, en ultima instancia, del pecado; respeta santamente la dignidad de la conciencia y su libre decision; advierte sin cesar que todo talento humano debe redundar en servicio de Dios y bien de la humanidad; encomienda, finalmente, a todos a la caridad de todos.

Esto corresponde a la ley fundamental de la economia cristiana. Porque, aunque el mismo Dios es Salvador y Creador, e igualmente, también Senor de la historia humana y de la historia de la salvacion, sin embargo, en esta misma ordenacion divina, la justa autonomia de lo creado, y sobre todo del hombre, no se suprime, sino que mas bien se restituye a su propia dignidad y se ve en ella consolidada.

La Iglesia, pues, en virtud del Evangelio que se le ha confiado, proclama los derechos del hombre y reconoce y estima en mucho el dinamismo de la época actual, que esta promoviendo por todas partes tales derechos.

Debe, sin embargo, lograrse que este movimiento quede imbuido del espiritu evangélico y garantizado frente a cualquier apariencia de falsa autonomia. Acecha, en efecto, la tentacion de juzgar que nuestros derechos personales solamente son salvados en su plenitud cuando nos vemos libres de toda norma divina. Por ese camino, la dignidad humano no se salva; por el contrario, perece.

Ayuda que la Iglesia procura dar a la sociedad humana

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La union de la familia humana cobra sumo vigor y se completa con la unidad, fundada en Cristo, de la familia constituida por los hijos de Dios.

La mision propia que Cristo confio a su Iglesia no es de orden politico, economico o social. El fin que le asigno es de orden religioso. Pero precisamente de esta misma mision religiosa derivan funciones, luces y energias que pueden servir para establecer y consolidar la comunidad humana segun la ley divina.

Mas aun, donde sea necesario, segun las circunstancias de tiempo y de lugar, la mision de la Iglesia puede crear, mejor dicho, debe crear, obras al servicio de todos, particularmente de los necesitados, como son, por ejemplo, las obras de misericordia u otras semejantes.

La Iglesia reconoce, ademas, cuanto de bueno se halla en el actual dinamismo social: sobre todo la evolucion hacia la unidad, el proceso de una sana socializacion civil y economica.

La promocion de la unidad concuerda con la mision intima de la Iglesia, ya que ella es "en Cristo como sacramento, o sea signo e instrumento de la union intima con Dios y de la unidad de todo el género humano". (12)

Ensena asi al mundo que la genuina union social exterior procede de la union de los espiritus y de los corazones, esto es, de la fe y de la caridad, que constituyen el fundamento indisoluble de su unidad en el Espiritu Santo.

Ls energias que la Iglesia puede comunicar a la actual sociedad humana radican en esa fe y en esa caridad aplicadas a la vida practica. No radican en el mero dominio exterior ejercido con medios puramente humanos.

Como, por otra parte, en virtud de su mision y naturaleza, no esta ligada a ninguna forma particular de civilizacion humana ni a sistema alguno politico, economico y social, la Iglesia, por esta su universalidad, puede constituir un vinculo estrechisimo entre las diferentes naciones y comunidades humanas, con tal que éstas tengan confianza en ella y reconozcan efectivamente su verdadera libertad para cumplir tal mision.

Por esto, la Iglesia advierte a sus hijos, y también a todos los hombres, a que con este familiar espiritu de hijos de Dios superen todas las desavenencias entre naciones y razas y den firmeza interna a las justas asociaciones humanas.

El Concilio aprecia con el mayor respeto cuanto de verdadero, de bueno y de justo se encuentra en las variadisimas instituciones fundadas ya o que incesantemente se fundan en la humanidad.

Declara, ademas, que la Iglesia quiere ayudar y fomentar tales instituciones en lo que de ella dependa y puede conciliarse con su mision propia.

Nada desea tanto como desarrollarse libremente, en servicio de todos, bajo cualquier régimen politico que reconozca los derechos fundamentales de la persona y de la familia y los imperativos del bien comun.

(12) 
LG 1


Ayuda que la Iglesia, a través de sus hijos, procura prestar al dinamismo humano

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El Concilio exhorta a los cristianos, ciudadanos de la ciudad temporal y de la ciudad eterna, a cumplir con fidelidad sus deberes temporales, guiados siempre por el espiritu evangélico. Se equivocan los cristianos que, pretextando que no tenemos aqui ciudad permanente, pues buscamos la futura, consideran que pueden descuidar las tareas temporales, sin darse cuanta que la propia fe es un motivo que les obliga al mas perfecto cumplimiento de todas ellas segun la vocacion personal de cada uno.

Pero no es menos grave el error de quienes, por el contrario, piensan que pueden entregarse totalmente del todo a la vida religiosa, pensando que ésta se reduce meramente a ciertos actos de culto y al cumplimiento de determinadas obligaciones morales.

El divorcio entre la fe y la vida diaria de muchos debe ser considerado como uno de los mas graves errores de nuestra época. Ya en el Antiguo Testamento los profetas reprendian con vehemencia semejante escandalo. Y en el Nuevo Testamento sobre todo, Jesucristo personalmente conminaba graves penas contra él.

No se creen, por consiguiente, oposiciones artificiales entre las ocupaciones profesionales y sociales, por una parte, y la vida religiosa por otra. El cristiano que falta a sus obligaciones temporales, falta a sus deberes con el projimo; falta, sobre todo, a sus obligaciones para con dios y pone en peligro su eterna salvacion.

Siguiendo el ejemplo de Cristo, quien ejercio el artesanado, alégrense los cristianos de poder ejercer todas sus actividades temporales haciendo una sintesis vital del esfuerzo humano, familiar, profesional, cientifico o técnico, con los valores religiosos, bajo cuya altisima jerarquia todo coopera a la gloria de Dios.

Compete a los laicos propiamente, aunque no exclusivamente, las tareas y el dinamismo seculares. Cuando actuan, individual o colectivamente, como ciudadanos del mundo, no solamente deben cumplir las leyes propias de cada disciplina, sino que deben esforzarse por adquirir verdadera competencia en todos los campos.

Conscientes de las exigencias de la fe y vigorizados con sus energias, acometan sin vacilar, cuando sea necesario, nuevas iniciativas y llévenlas a buen término. A la conciencia bien formada del seglar toca lograr que la ley divina quede grabada en la ciudad terrena.

De los sacerdotes, los laicos pueden esperar orientacion e impulso espiritual,. Pero no piensen que sus pastores estan siempre en condiciones de poderles dar inmediatamente solucion concreta en todas las cuestiones, aun graves, que surjan. No es ésta su mision. Cumplen mas bien los laicos su propia funcion con la luz de la sabiduria cristiana y con la observancia atenta de la doctrina del Magisterio.

Muchas veces sucedera que la propia concepcion cristiana de la vida les inclinara en ciertos casos a elegir una determinada solucion. Pero podra suceder, como sucede frecuentemente y con todo derecho, que otros fieles, guiados por una no menor sinceridad, juzguen del mismo asunto de distinta manera.

En estos casos de soluciones divergentes aun al margen de la intencion de ambas partes, muchos tienen facilmente a vincular su solucion con el mensaje evangélico. Entiendan todos que en tales casos a nadie le esta permitido reivindicar en exclusiva a favor de su parecer la autoridad de la Iglesia.

Procuren siempre hacerse luz mutuamente con un dialogo sincero, guardando la mutua caridad y la solicitud primordial pro el bien comun.

Los laicos, que desempenan parte activa en toda la vida de la Iglesia, no solamente estan obligados a cristianizar el mundo, sino que ademas su vocacion se extiende a ser testigos de Cristo en todo momento en medio de la sociedad humana.

Los Obispos, que han recibido la mision de gobernar a la Iglesia de DIos, prediquen, juntamente con sus sacerdotes, el mensaje de Cristo, de tal manera que toda la actividad temporal de los fieles quede como inundada por la luz del Evangelio.

Recuerden todos los pastores, ademas, que son ellos los que con su trato y su trabajo pastoral diario exponen al mundo el rostro de la Iglesia, que es el que sirve a los hombres para juzgar la verdadera eficacia del mensaje cristiano.

Con su vida y con sus palabras, ayudados por los religiosos y por sus fieles, demuestren que la Iglesia, aun por su sola presencia, portadora de todos sus dones, es fuente inagotable de las virtudes de que tan necesitado anda el mundo de hoy. Capacitense con insistente afan para participar en el dialogo que hay que entablar con el mundo y con los hombres de cualquier opinion.

Tengan sobre todo muy en el corazon las palabras del Concilio: "Como el mundo entero tiende cada dia mas a la unidad civil, economica y social, conviene tanto mas que los sacerdotes, uniendo sus esfuerzos y cuidados bajo la guia de los Obispos y del Sumo Pontifice, eviten toda causa de dispersion, para que todo el género humano venga a la unidad de la familia de Dios".

Aunque la Iglesia, pro la virtud del Espiritu Santo, se ha mantenido como esposa fiel de su Senor y nunca ha cesado de ser signo de salvacion en el mundo, sabe, sin embargo, muy bien que no siempre, a lo largo de su prolongada historia, fueron todos sus miembros, clérigos o laicos, fieles al espiritu de Dios.

Sabe también la Iglesia que aun hoy dia es mucha la distancia que se da entre el mensaje que ella anuncia y la fragilidad humana de los mensajeros a quienes esta confiado el Evangelio. Dejando a un lado el juicio de la historia sobre estas deficiencias, debemos, sin embargo, tener conciencia de ellas y combatirlas con maxima energia para que no danen a la difusion del Evangelio.

De igual manera comprende la Iglesia cuanto le queda aun por madurar, por su experiencia de siglos, en la relacion que debe mantener con el mundo. Dirigida por el Espiritu Santo, la Iglesia, como madre, no cesa de "exhortar a sus hijos a la purificacion y a la renovacion para que brille con mayor claridad la senal de Cristo en el rostro de la Iglesia".

Ayuda que la Iglesia recibe del mundo moderno

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Interesa al mundo reconocer a la Iglesia como realidad social y fermento de la historia. De igual manera, la Iglesia reconoce los muchos beneficios que ha recibido de la evolucion historica del género humano.

La experiencia del pasado, el progreso cientifico, los tesoros escondidos en las diversas culturas, permiten conocer mas a fondo la naturaleza humana, abren nuevos caminos para la verdad y aprovechan también a la Iglesia.

Esta, desde el comienzo de su historia, aprendio a expresar el mensaje cristiano con los conceptos y en la lengua de cada pueblo y procuro ilustrarlo ademas con el saber filosofico. Procedio asi a fin de adaptar el Evangelio a nivel del saber popular y a las exigencias de los sabios en cuanto era posible.

Esta aceptacion de la predicacion de la palabra revelada debe mantenerse como ley de toda la evangelizacion. Porque asi en todos los pueblos se hace posible expresar el mensaje cristiano de modo apropiado a cada uno de ellos y al mismo tiempo se fomenta un vivo intercambio entre la Iglesia y las diversas culturas.

Para aumentar este trato sobre todo en tiempos como los nuestros, en que las cosas cambian tan rapidamente y tanto varian los modos de pensar, la Iglesia necesita de modo muy peculiar la ayuda de quienes por vivir en el mundo, sean o no sean creyentes, conocen a fondo las diversas instituciones y disciplinas y comprenden con claridad la razon intima de todas ellas.

Es propio de todo el Pueblo de Dios, pero principalmente de los pastores y de los teologos, auscultar, discernir e interpretar, con la ayuda del Espiritu Santo, las multiples voces de nuestro tiempo y valorarlas a la luz de la palabra divina, a fin de que la Verdad revelada pueda ser mejor percibida, mejor entendida y expresada en forma mas adecuada.

La Iglesia, por disponer de una estructura social visible, senal de su unidad en Cristo, puede enriquecerse, y de hecho se enriquece también, con la evolucion de la vida social, no porque le falte en la constitucion que Cristo le dio elemento alguno, sino para conocer con mayor profundidad esta misma constitucion, para expresarla de forma mas perfecta y para adaptarla con mayor acierto a nuestros tiempos.

La Iglesia reconoce agradecida que tanto en el conjunto de su comunidad como en cada uno de sus hijos recibe ayuda variada de parte de los hombres de toda clase o condicion. Porque todo el que promueve la comunidad humana en el orden de la familia, de la cultura, de la vida economico-social, de la vida politica, asi nacional como internacional, proporciona no pequena ayuda, segun el plan divino, también a la comunidad eclesial, ya que ésta depende asimismo de las realidades externas.

Mas aun, la Iglesia confiesa que le han sido de mucho provecho y le pueden ser todavia de provecho la oposicion y aun la persecucion de sus contrarios.

Cristo, alfa y omega

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La Iglesia, al prestar ayuda al mundo y al recibir del mundo multiple ayuda, solo pretende una cosa: el advenimiento del reino de Dios y la salvacion de toda la humanidad.

Todo el bien que el Pueblo de Dios puede dar a la familia humana al tiempo de su peregrinacion en la tierra, deriva del hecho de que la Iglesia es "sacramento universal de salvacion", que manifiesta y al mismo tiempo realiza el misterio del amor de Dios al hombre.

El Verbo de Dios, por quien todo fue hecho, se encarno para que, Hombre perfecto, salvara a todos y recapitulara todas las cosas.

El Senor es el fin de la historia humana, punto de convergencia hacia el cual tienden los deseos de la historia y de la civilizacion, centro de la humanidad, gozo del corazon humano y plenitud total de sus aspiraciones.

EL es aquel a quien el Padre resucito, exalto y coloco a su derecha, constituyéndolo juez de vivos y de muertos.

Vivificados y reunidos en su Espiritu, caminamos como peregrinos hacia la consumacion de la historia humana, la cual coincide plenamente con su amoroso designio: Restaurar en Cristo todo lo que hay en el cielo y en la tierra (
Ep 1,10).

He aqui que dice el Senor: Vengo presto, y conmigo mi recompensa, para dar a cada uno segun sus obras. Yo soy el alfa y la omega, el primero y el ultimo, el principio y el fin (Ap 22,12-13).



SEGUNDA PARTE: ALGUNOS PROBLEMAS MAS URGENTES


Introduccion

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Después de haber expuesto la gran dignidad de la persona humana y la mision, tanto individual como social, a la que ha sido llamada en el mundo entero, el Concilio, a la luz del Evangelio y de la experiencia humana, llama ahora la atencion de todos sobre algunos problemas actuales mas urgentes que afectan profundamente al género humano.

Entre las numerosas cuestiones que preocupan a todos, haya que mencionar principalmente las que siguen: el matrimonio y la familia, la cultura humana, la vida economico-social y politica, la solidaridad de la familia de los pueblos y la paz.

Sobre cada una de ellas debe resplandecer la luz de los principios que brota de Cristo, para guiar a los cristianos e iluminar a todos los hombres en la busqueda de solucion a tantos y tan complejos problemas.


CAPITULO I


DIGNIDAD DEL MATRIMONIO Y DE LA FAMILIA


El matrimonio y la familia en el mundo actual

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El bienestar de la persona y de la sociedad humana y cristiana esta estrechamente ligado a la prosperidad de la comunidad conyugal y familiar. Por eso los cristianos, junto con todos lo que tienen en gran estima a esta comunidad, se alegran sinceramente de los varios medios que permiten hoy a los hombres avanzar en el fomento de esta comunidad de amor y en el respeto a la vida y que ayudan a los esposos y padres en el cumplimiento de su excelsa mision; de ellos esperan, ademas, los mejores resultados y se afanan por promoverlos.

Sin embargo, la dignidad de esta institucion no brilla en todas partes con el mismo esplendor, puesto que esta oscurecida por la poligamia, la epidemia del divorcio, el llamado amor libre y otras deformaciones; es mas, el amor matrimonial queda frecuentemente profanado por el egoismo, el hedonismo y los usos ilicitos contra la generacion.

Por otra parte, la actual situacion economico, social-psicologica y civil son origen de fuertes perturbaciones para la familia. En determinadas regiones del universo, finalmente, se observan con preocupacion los problemas nacidos del incremento demografico.

Todo lo cual suscita angustia en las conciencias. Y, sin embargo, un hecho muestra bien el vigor y la solidez de la institucion matrimonial y familiar: las profundas transformaciones de la sociedad contemporanea, a pesar de las dificultades a que han dado origen, con muchisima frecuencia manifiestan, de varios modos, la verdadera naturaleza de tal institucion.

Por tanto el Concilio, con la exposicion mas clara de algunos puntos capitales de la doctrina de la Iglesia, pretende iluminar y fortalecer a los cristianos y a todos los hombres que se esfuerzan por garantizar y promover la intrinseca dignidad del estado matrimonial y su valor eximio.

El caracter sagrado del matrimonio y de la familia

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Fundada por el Creador y en posesion de sus propias leyes, la intima comunidad conyugal de vida y amor se establece sobre la alianza de los conyuges, es decir, sobre su consentimiento personal e irrevocable. Asi, del acto humano por el cual los esposos se dan y se reciben mutuamente, nace, aun ante la sociedad, una institucion confirmada por la ley divina.

Este vinculo sagrado, en atencion al bien tanto de los esposos y de la prole como de la sociedad, no depende de la decision humana. Pues es el mismo Dios el autor del matrimonio, al cual ha dotado con bienes y fines varios, todo lo cual es de suma importancia para la continuacion del género humano, para el provecho personal de cada miembro de la familia y su suerte eterna, para la dignidad, estabilidad, paz y prosperidad de la misma familia y de toda la sociedad humana.

Por su indole natural, la institucion del matrimonio y el amor conyugal estan ordenados por si mismos a la procreacion y a la educacion de la prole, con las que se cinen como con su corona propia. De esta manera, el marido y la mujer, que por el pacto conyugal ya no son dos, sino una sola carne (
Mt 19,6), con la union intima de sus personas y actividades se ayudan y se sostienen mutuamente, adquieren conciencia de su unidad y la logran cada vez mas plenamente.

Esta intima union, como mutua entrega de dos personas, lo mismo que el bien de los hijos, exigen plena fidelidad conyugal y urgen su indisoluble unidad.

Cristo nuestro Senor bendijo abundantemente este amor multiforme, nacido de la fuente divina de la caridad y que esta formado a semejanza de su union con la Iglesia. Porque asi como Dios antiguamente se adelanto a unirse a su pueblo por una alianza de amor y de fidelidad, asi ahora el Salvador de los hombres y Esposo de la Iglesia sale al encuentro de los esposos cristianos por medio del sacramento del matrimonio.

Ademas, permanece con ellos para que los esposos, con su mutua entrega, se amen con perpetua fidelidad, como El mismo amo a la Iglesia y se entrego por ella. El genuino amor conyugal es asumido en el amor divino y se rige y enriquece por la virtud redentora de Cristo y la accion salvifica de la Iglesia para conducir eficazmente a los conyuges a Dios y ayudarlos y fortalecerlos en la sublime mision de la paternidad y la maternidad.

Por ello los esposos cristianos, para cumplir dignamente sus deberes de estado, estan fortificados y como consagrados por un sacramento especial, con cuya virtud, al cumplir su mision conyugal y familiar, imbuidos del espiritu de Cristo, que satura toda su vida de fe, esperanza y caridad, llegan cada vez mas a su propia perfeccion y a su mutua santificacion, y , por tanto, conjuntamente, a la glorificacion de Dios.

Gracias precisamente a los padres, que precederan con el ejemplo y la oracion en familia, los hijos y aun los demas que viven en el circulo familiar encontraran mas facilmente el camino del sentido humano, de la salvacion y de la santidad.

En cuanto a los esposos, ennoblecidos por la dignidad y la funcion de padre y de madre, realizaran concienzudamente el deber de la educacion, principalmente religiosa, que a ellos, sobre todo, compete.

Los hijos, como miembros vivos de la familia, contribuyen, a su manera, a la santificacion de los padres. Pues con el agradecimiento, la piedad filial y la confianza corresponderan a los beneficios recibidos de sus padres y, como hijos, los asistiran en las dificultades de la existencia y en la soledad, aceptada con fortaleza de animo, sera honrada por todos. La familia hara participes a otras familias, generosamente, de sus riquezas espirituales. Asi es como la familia cristiana, cuyo origen esta en el matrimonio, que es imagen y participacion de la alianza de amor entre Cristo y la Iglesia, manifestara a todos la presencia viva del Salvador en el mundo y la auténtica naturaleza de la Iglesia, ya por el amor, la generosa fecundidad, la unidad y fidelidad de los esposos, ya por la cooperacion amorosa de todos sus miembros.


Gaudium et Spes 49



Del amor conyugal

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Muchas veces a los novios y a los casados les invita la palabra divina a que alimenten y fomenten el noviazgo con un casto afecto, y el matrimonio con un amor unico. Muchos contemporaneos nuestros exaltan también el amor auténtico entre marido y mujer, manifestado de varias maneras segun las costumbres honestas de los pueblos y las épocas.

Este amor, por ser eminentemente humano, ya que va de persona a persona con el afecto de la voluntad, abarca el bien de toda la persona, y , por tanto, es capaz de enriquecer con una dignidad especial las expresiones del cuerpo y del espiritu y de ennoblecerlas como elementos y senales especificas de la amistad conyugal.

El Senor se ha dignado sanar este amor, perfeccionarlo y elevarlo con el don especial de la gracia y la caridad. Un tal amor, asociando a la vez lo humano y lo divino, lleva a los esposos a un don libre y mutuo de si mismos, comprobado por sentimientos y actos de ternura, e impregna toda su vida; mas aun, por su misma generosa actividad crece y se perfecciona.

Supera, por tanto, con mucho la inclinacion puramente erotica, que, por ser cultivo del egoismo, se desvanece rapida y lamentablemente.

Esta amor se expresa y perfecciona singularmente con la accion propia del matrimonio. Por ello los actos con los que los esposos se unen intima y castamente entre si son honestos y dignos, y, ejecutados de manera verdaderamente humana, significan y favorecen el don reciproco, con el que se enriquecen mutuamente en un clima de gozosa gratitud.

Este amor, ratificado por la mutua fidelidad y, sobre todo, por el sacramento de Cristo, es indisolublemente fiel, en cuerpo y mente, en la prosperidad y en la adversidad, y, por tanto, queda excluido de él todo adulterio y divorcio. El reconocimiento obligatorio de la igual dignidad personal del hombre y de la mujer en el mutuo y pleno amor evidencia también claramente la unidad del matrimonio confirmada por el Senor.

Para hacer frente con constancia a las obligaciones de esta vocacion cristiana se requiere una insigne virtud; por eso los esposos, vigorizados por la gracia para la vida de santidad, cultivaran la firmeza en el amor, la magnanimidad de corazon y el espiritu de sacrificio, pidiéndolos asiduamente en la oracion.

Se apreciara mas hondamente el genuino amor conyugal y se formara una opinion publica sana acerca de él si los esposos cristianos sobresalen con el testimonio de su fidelidad y armonia en el mutuo amor y en el cuidado por la educacion de sus hijos y si participan en la necesaria renovacion cultural, psicologica y social en favor del matrimonio y de la familia.

Hay que formar a los jovenes, a tiempo y convenientemente, sobre la dignidad, funcion y ejercicio del amor conyugal, y esto preferentemente en el seno de la misma familia. Asi, educados en el culto de la castidad, podran pasar, a la edad conveniente, de un honesto noviazgo al matrimonio.

Fecundidad del matrimonio

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El matrimonio y el amor conyugal estan ordenados por su propia naturaleza a la procreacion y educacion de la prole. Los hijos son, sin duda, el don mas excelente del matrimonio y contribuyen sobremanera al bien de los propios padres.

El mismo Dios, que dijo: No es bueno que el hombre esté solo (
Gn 2,18), y que desde el principio ... hizo al hombre varon y mujer (Mt 19,4), queriendo comunicarle una participacion especial en su propia obra creadora, bendijo al varon y a la mujer diciendo: Creced y multiplicaos (Gn 1,28).

De aqui que el cultivo auténtico del amor conyugal y toda la estructura de la vida familiar que de él deriva, sin dejar de lado los demas fines del matrimonio, tienden a capacitar a los esposos para cooperar con fortaleza de espiritu con el amor del Creador y del Salvador, quien por medio de ellos aumenta y enriquece diariamente a su propia familia.

En el deber de transmitir la vida humana y de educarla, lo cual hay que considerar como su propia mision, los conyuges saben que son cooperadores del amor de Dios Creador y como sus intérpretes. Por eso, con responsabilidad humana y cristiana cumpliran su mision y con docil reverencia hacia Dios se esforzaran ambos, de comun acuerdo y comun esfuerzo, por formarse un juicio recto, atendiendo tanto a su propio bien personal como al bien de los hijos, ya nacidos o todavia por venir, discerniendo las circunstancias de los tiempos y del estado de vida tanto materiales como espirituales, y, finalmente, teniendo en cuanta el bien de la comunidad familiar, de la sociedad temporal y de la propia Iglesia.

Este juicio, en ultimo término, deben formarlo ante Dios los esposos personalmente. En su modo de obrar, los esposos cristianos sean conscientes de que no pueden proceder a su antojo, sino que siempre deben regirse por la conciencia, lo cual ha de ajustarse a la ley divina misma, dociles al Magisterio de la Iglesia, que interpreta auténticamente esta ley a la luz del Evangelio.

Dicha ley divina muestra el pleno sentido del amor conyugal, lo protege e impulsa a la perfeccion genuinamente humana del mismo. Asi, los esposos cristianos, confiados en la divina Providencia cultivando el espiritu de sacrificio, glorifican al Creador y tienden a la perfeccion en Cristo cuando con generosa, humana y cristiana responsabilidad cumplen su mision procreadora.

Entre los conyuges que cumplen de este modo la mision que Dios les ha confiado, son dignos de mencion muy especial los que de comun acuerdo, bien ponderado, aceptan con magnanimidad una prole mas numerosa para educarla dignamente.

Pero el matrimonio no ha sido instituido solamente para la procreacion, sino que la propia naturaleza del vinculo indisoluble entre las personas y el bien de la prole requieren que también el amor mutuo de los esposos mismos se manifieste, progrese y vaya madurando ordenadamente.

Por eso, aunque la descendencia, tan deseada muchas veces, falte, sigue en pie el matrimonio como intimidad y comunion total de la vida y conserva su valor e indisolubilidad.


El amor conyugal debe compaginarse con el respeto a la vida humana

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El Concilio sabe que los esposos, al ordenar armoniosamente su vida conyugal, con frecuencia se encuentran impedidos por algunas circunstancias actuales de la vida, y pueden hallarse en situaciones en las que el numero de hijos, al manos por ciento tiempo, no puede aumentarse, y el cultivo del amor fiel y la plena intimidad de vida tienen sus dificultades para mantenerse.

Cuando la intimidad conyugal se interrumpe, puede no raras veces correr riesgos la fidelidad y quedar comprometido el bien de la prole, porque entonces la educacion de los hijos y la fortaleza necesaria para aceptar los que vengan quedan en peligro.

Hay quienes se atreven a dar soluciones inmorales a estos problemas; mas aun, ni siquiera retroceden ante el homicidio; la Iglesia, sin embargo, recuerda que no puede hacer contradiccion verdadera entre las leyes divinas de la transmision obligatoria de la vida y del fomento del genuino amor conyugal.

Pues Dios, Senor de la vida, ha confiado a los hombres la insigne mision de conservar la vida, mision que ha de llevarse a cabo de modo digno del hombre. Por tanto, la vida desde su concepcion ha de ser salvaguardada con el maximo cuidado; el aborto y el infanticidio son crimenes abominables.

La indole sexual del hombre y la facultad generativa humana superan admirablemente lo que de esto existe en los grados inferiores de vida; por tanto, los mismos actos propios de la vida conyugal, ordenados segun la genuina dignidad humana, deben ser respetados con gran reverencia.

Cuando se trata, pues, de conjugar el amor conyugal con la responsable transmision de la vida, la indole moral de la conducta no depende solamente de la sincera intencion y apreciacion de los motivos, sino que debe determinarse con criterios objetivos tomados de la naturaleza de la persona y de sus actos, criterios que mantienen integro el sentido de la mutua entrega y de la humana procreacion, entretejidos con el amor verdadero; esto es imposible sin cultivar sinceramente la virtud de la castidad conyugal.

No es licito a los hijos de la Iglesia, fundados en estos principios, ir por caminos que el Magisterio, al explicar la ley divina reprueba sobre la regulacion de la natalidad.

Tengan todos entendido que la vida de los hombres y la mision de transmitirla no se limita a este mundo, ni puede ser conmensurada y entendida a este solo nivel, sino que siempre mira el destino eterno de los hombres.

El progreso del matrimonio y de la familia, obra de todos

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La familia es escuela del mas rico humanismo. Para que pueda lograr la plenitud de su vida y mision se requieren un clima de benévola comunicacion y union de propositos entre los conyuges y una cuidadosa cooperacion de los padres en la educacion de los hijos. La activa presencia del padre contribuye sobremanera a la formacion de los hijos; pero también debe asegurarse el cuidado de la madre en el hogar, que necesitan principalmente los ninos menores, sin dejar por eso a un lado la legitima promocion social de la mujer.

La educacion de los hijos ha de ser tal, que al llegar a la edad adulta puedan, con pleno sentido de la responsabilidad, seguir la vocacion, aun la sagrada, y escoger estado de vida; y si éste es el matrimonio, puedan fundar una familia propia en condiciones morales, sociales y economicas adecuadas. Es propio de los padres o de los tutores guiar a los jovenes con prudentes consejos, que ellos deben oir con gusto, al tratar de fundar una familia, evitando, sin embargo, toda coaccion directa o indirecta que les lleve a casarse o a elegir determinada persona.

Asi, la familia, en la que distintas generaciones coinciden y se ayudan mutuamente a lograr una mayor sabiduria y a armonizar los derechos de las personas con las demas exigencias de la vida social, constituye el fundamente de la sociedad. Por ello todos los que influyen en las comunidades y grupos sociales deben contribuir eficazmente al progreso del matrimonio y de la familia.

El poder civil ha de considerar obligacion suya sagrada reconocer la verdadera naturaleza del matrimonio y de la familia, protegerla y ayudarla, asegurar la moralidad publica y favorecer la prosperidad doméstica. Hay que salvaguardar el derecho de los padres a procrear y a educar en el seno de la familia a sus hijos. Se debe proteger con legislacion adecuada y diversas instituciones y ayudar de forma suficiente a aquellos que desgraciadamente carecen del bien de una familia propia.

Los cristianos, rescatando el tiempo presente y distinguiendo lo eterno de lo pasajero, promuevan con diligencia los bienes del matrimonio y de la familia asi con el testimonio de la propia vida como con la accion concorde con los hombres de buena voluntad, y de esta forma, suprimidas las dificultades, satisfaran las necesidades de la familia y las ventajas adecuadas a los nuevos tiempos.

Para obtener este fin ayudaran mucho el sentido cristiano de los fieles, la recta conciencia moral de los hombres y la sabiduria y competencia de las personas versadas en las ciencias sagradas.

Los cientificos, principalmente los biologos, los médicos, los sociologos y los psicologos, pueden contribuir mucho al bien del matrimonio y de la familia y a la paz de las conciencias si se esfuerzan por aclarar mas a fondo, con estudios convergentes, las diversas circunstancias favorables a la honesta ordenacion de la procreacion humana.

Pertenece a los sacerdotes, debidamente preparados en el tema de la familia, fomentar la vocacion de los esposos en la vida conyugal y familiar con distintos medios pastorales, con la predicacion de la palabra de DIos, con el culto liturgico y otras ayudas espirituales; fortalecerlos humana y pacientemente en las dificultades y confortarlos en la caridad para que formen familias realmente espléndidas.

Las diversas obras, especialmente las asociaciones familiares, pondran todo el empeno posible en instruir a los jovenes y a los conyuges mismos, principalmente a los recién casados, en la doctrina y en la accion y en formarlos para la vida familiar, social y apostolica.

Los propios conyuges, finalmente, hechos a imagen de Dios vivo y constituidos en el verdadero orden de personas, vivan unidos, con el mismo carino, modo de pensar idéntico y mutua santidad, para que, habiendo seguido a Cristo, principio de vida, en los gozos y sacrificios de su vocacion por medio de su fiel amor, sean testigos de aquel misterio de amor que el Senor con su muerte y resurreccion revelo al mundo.


CAPITULO II


EL SANO FOMENTO DEL PROGRESO CULTURAL


Introduccion

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Es propio de la persona humana el no llegar a un nivel verdadera y plenamente humano si no es mediante la cultura, es decir, cultivando los bienes y los valores naturales. Siempre, pues, que se trata de la vida humana, naturaleza y cultura se hallen unidas estrechisimamente.

Con la palabra cultura se indica, en sentido general, todo aquello con lo que el hombre afina y desarrolla sus innumerables cualidades espirituales y corporales; procura someter el mismo orbe terrestre con su conocimiento y trabajo; hace mas humana la vida social, tanto en la familia como en toda la sociedad civil, mediante el progreso de las costumbres e instituciones; finalmente, a través del tiempo expresa, comunica y conserva en sus obras grandes experiencias espirituales y aspiraciones para que sirvan de provecho a muchos, e incluso a todo el género humano.

De aqui se sigue que la cultura humana presenta necesariamente un aspecto historico y social y que la palabra cultura asume con frecuencia un sentido sociologico y etnologico. En este sentido se habla de la pluralidad de culturas. Estilos de vida comun diversos y escala de valor diferentes encuentran su origen en la distinta manera de servirse de las cosas, de trabajar, de expresarse, de practicar la religion, de comportarse, de establecer leyes e instituciones juridicas, de desarrollar las ciencias, las artes y de cultivar la belleza.

Asi, las costumbres recibidas forman el patrimonio propio de cada comunidad humana. Asi también es como se constituye un medio historico determinado, en el cual se inserta el hombre de cada nacion o tiempo y del que recibe los valores para promover la civilizacion humana.

SECCION I.- La situacion de la cultura en el mundo actual


Nuevos estilos de vida

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Las circunstancia de vida del hombre moderno en el aspecto social y cultural han cambiado profundamente, tanto que se puede hablar con razon de una nueva época de la historia humana. Por ello, nuevos caminos se han abierto para perfeccionar la cultura y darle una mayor expansion.

Caminos que han sido preparados por el ingente progreso de las ciencias naturales y de las humanas, incluidas las sociales; por el desarrollo de la técnica, y también por los avances en el uso y recta organizacion de los medios que ponen al hombre en comunicacion con los demas.

De aqui provienen ciertas notas caracteristicas de la cultura actual: Las ciencias exactas cultivan al maximo el juicio critico; los mas recientes estudios de la psicologia explican con mayor profundidad la actividad humana; las ciencias historicas contribuyen mucho a que las cosas se vean bajo el aspecto de su mutabilidad y evolucion; los habitos de vid ay las costumbres tienden a uniformarse mas y mas; la industrializacion, la urbanizacion y los demas agentes que promueven la vida comunitaria crean nuevas formas de cultura (cultura de masas), de las que nacen nuevos modos de sentir, actuar y descansar; al mismo tiempo, el creciente intercambio entre las diversas naciones y grupos sociales descubre a todos y a cada uno con creciente amplitud los tesoros de las diferentes formas de cultura, y asi poco a poco se va gestando una forma mas universal de cultura, que tanto mas promueve y expresa la unidad del género humano cuanto mejor sabe respetar las particularidades de las diversas culturas.

El hombre, autor de la cultura

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Cada dia es mayor el numero de los hombres y mujeres, de todo grupo o nacion, que tienen conciencia de que son ellos los autores y promotores de la cultura de su comunidad.

En todo el mundo crece mas y mas el sentido de la autonomia y al mismo tiempo de la responsabilidad, lo cual tiene enorme importancia para la madurez espiritual y moral del género humano. Esto se ve mas claro si fijamos la mirada en la unificacion del mundo y en la tarea que se nos impone de edificar un mundo mejor en la verdad y en la justicia.

De esta manera somos testigos de que esta naciendo un nuevo humanismo, en el que el hombre queda definido principalmente por la responsabilidad hacia sus hermanos y ante la historia.

Dificultades y tareas actuales en este campo

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En esta situacion no hay que extranarse de que el hombre, que siente su responsabilidad en orden al progreso de la cultura, alimente una mas profunda esperanza, pero al mismo tiempo note con ansiedad las multiples antinomias existentes, que él mismo debe resolver:

¿Qué debe hacerse para que la intensificacion de las relaciones entre las culturas, que deberia llevar a un verdadero y fructuoso dialogo entre los diferentes grupos y naciones, no perturbe la vida de las comunidades, no eche por tierra la sabiduria de los antepasados ni ponga en peligro el genio propio de los pueblos?

¿De qué forma hay que favorecer el dinamismo y la expansion de la nueva cultura sin que perezca la fidelidad viva a la herencia de las tradiciones? Esto es especialmente urgente alli donde la cultura, nacida del enorme progreso de la ciencia y de la técnica se ha de compaginar con el cultivo del espiritu, que se alimenta, segun diversas tradiciones, de los estudios clasicos.

¿Como la tan rapida y progresiva dispersion de las disciplinas cientificas puede armonizarse con la necesidad de formar su sintesis y de conservar en los hombres la facultades de la contemplacion y de la admiracion, que llevan a la sabiduria?

¿Qué hay que hacer para que todos los hombres participen de los bienes culturales en el mundo, si al mismo tiempo la cultura de los especialistas se hace cada vez mas inaccesible y compleja?

¿De qué manera, finalmente, hay que reconocer como legitima la autonomia que reclama para si la cultura, sin llegar a un humanismo meramente terrestre o incluso contrario a la misma religion?

En medio de estas antinomias se ha de desarrollar hoy la cultura humana, de tal manera que cultive equilibradamente a la persona humana integra y ayude a los hombres en las tareas a cuyo cumplimiento todos, y de modo principal los cristianos, estan llamados, unidos fraternalmente en una sola familia humana.

SECCION 2.- Algunos principios para la sana promocion de la cultura


La fe y la cultura

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Los cristianos, en marcha hacia la ciudad celeste, deben buscar y gustar las cosas de arriba, lo cual en nada disminuye, antes por el contrario, aumenta, la importancia de la mision que les incumbe de trabajar con todos los hombres en la edificacion de un mundo mas humano.

En realidad, el misterio de la fe cristiana ofrece a los cristianos valiosos estimulos y ayudas para cumplir con mas intensidad su mision y, sobre todo, para descubrir el sentido pleno de esa actividad que situa a la cultura en el puesto eminente que le corresponde en la entera vocacion del hombre.

El hombre, en efecto, cuando con el trabajo de sus manos o con ayuda de los recursos técnicos cultiva la tierra para que produzca frutos y llegue a ser morada digna de toda la familia humana y cuando conscientemente asume su parte en la vida de los grupos sociales, cumple personalmente el plan mismo de Dios, manifestado a la humanidad al comienzo de los tiempos, de someter la tierra y perfeccionar la creacion, y al mismo tiempo se perfecciona a si mismo; mas aun, obedece al gran mandamiento de Cristo de entregarse al servicio de los hermanos.

Ademas, el hombre, cuando se entrega a las diferentes disciplinas de la filosofia, la historia, las matematicas y las ciencias naturales y se dedica a las artes, puede contribuir sobremanera a que la familia humana se eleve a los conceptos mas altos de la verdad, el bien y la belleza y al juicio del valor universal, y asi sea iluminada mejor por la maravillosa Sabiduria, que desde siempre estaba con Dios disponiendo todas las cosas con El, jugando en el orbe de la tierra y encontrando sus delicias en estar entre los hijos de los hombres.

Con todo lo cual es espiritu humano, mas libre de la esclavitud de las cosas, puede ser elevado con mayor facilidad al culto mismo y a la contemplacion del Creador. Mas todavia, con el impulso de la gracia se dispone a reconocer al Verbo de Dios, que antes de hacerse carne para salvarlo todo y recapitular todo en El, estaba en el mundo como luz verdadera que ilumina a todo hombre (
Jn 1,9).

Es cierto que el progreso actual de las ciencias y de la técnica, las cuales, debido a su método, no pueden penetrar hasta las intimas esencias de las cosas, puede favorecer cierto fenomenismo y agnosticismo cuando el método de investigacion usado por estas disciplinas se considera sin razon como la regla suprema para hallar toda la verdad.

Es mas, hay el peligro de que el hombre, confiado con exceso en los inventos actuales, crea que se basta a si mismo y deje de buscar ya cosas mas altas.

Sin embargo, estas lamentables consecuencias no son efectos necesarios de la cultura contemporanea ni deben hacernos caer en la tentacion de no reconocer los valores positivos de ésta.

Entre tales valores se cuentan: el estudio de las ciencias y la exacta fidelidad a la verdad en las investigaciones cientificas, la necesidad de trabajar conjuntamente en equipos técnicos, el sentido de la solidaridad internacional, la conciencia cada vez mas intensa de la responsabilidad de los peritos para la ayuda y la proteccion de los hombres, la voluntad de lograr condiciones de vida mas aceptables para todos, singularmente para los que padecen privacion de responsabilidad o indigencia cultural.

Todo lo cual puede aportar alguna preparacion para recibir el mensaje del Evangelio, la cual puede ser informada con la caridad divina por Aquel que vino a salvar el mundo.


Multiples conexiones entre la buena nueva de Cristo y la cultura

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Multiples son los vinculos que existen entre el mensaje de salvacion y la cultura humana. Dios, en efecto, al revelarse a su pueblo hasta la plena manifestacion de si mismo en el Hijo encarnado, hablo segun los tipos de cultura propios de cada época.

De igual manera, la Iglesia, al vivir durante el transcurso de la historia en variedad de circunstancias, ha empleado los hallazgos de las diversas culturas para difundir y explicar el mensaje de Cristo en su predicacion a todas las gentes, para investigarlo y comprenderlo con mayor profundidad, para expresarlo mejor en la celebracion liturgica y en la vida de la multiforme comunidad de los fieles.

Pero al mismo tiempo, la Iglesia, enviada a todos los pueblos sin distincion de épocas y regiones, no esta ligada de manera exclusiva e indisoluble a raza o nacion alguna, a algun sistema particular de vida, a costumbre alguna antigua o reciente.

Fiel a su propia tradicion y consciente a la vez de la universalidad de su mision, puede entrar en comunion con las diversas formas de cultura; comunion que enriquece al mismo tiempo a la propia Iglesia y las diferentes culturas.

La buena nueva de Cristo renueva constantemente la vida y la cultura del hombre, caido, combate y elimina los errores y males que provienen de la seduccion permanente del pecado. Purifica y eleva incesantemente la moral de los pueblos.

Con las riquezas de lo alto fecunda como desde sus entranas las cualidades espirituales y las tradiciones de cada pueblo y de cada edad, las consolida, perfecciona y restaura en Cristo. Asi, la Iglesia, cumpliendo su mision propia, contribuye, por lo mismo, a la cultura humana y la impulsa, y con su actividad, incluida la liturgica, educa al hombre en la libertad interior.

Hay que armonizar diferentes valores en el seno de las culturas

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Por las razones expuestas, la Iglesia recuerda a todos que la cultura debe estar subordinada a la perfeccion integral de la persona humana, al bien de la comunidad y de la sociedad humana entera.

Por lo cual es preciso cultivar el espiritu de tal manera que se promueva la capacidad de admiracion, de intuicion, de contemplacion y de formarse un juicio personal, asi como el poder cultivar el sentido religioso, moral y social.

Porque la cultura, pro dimanar inmediatamente de la naturaleza racional y social del hombre, tiene siempre necesidad de una justa libertad para desarrollarse y de una legitima autonomia en el obrar segun sus propios principios.

Tiene, por tanto, derecho al respeto y goza de una cierta inviolabilidad, quedando evidentemente a salvo los derechos de la persona y de la sociedad, particular o mundial, dentro de los limites del bien comun.

El sagrado Sinodo, recordando lo que enseno el Concilio Vaticano I, declara que "existen dos ordenes de conocimiento" distintos, el de la fe y el de la razon; y que la Iglesia no prohibe que "las artes y las disciplinas humanas gocen de sus propios principios y de su propio método.. cada una en su propio campo", por lo cual, "reconociendo esta justa libertad", la Iglesia afirma la autonomia legitima de la cultura humana, y especialmente la de las ciencias.

Todo esto pide también que el hombre, salvados el orden moral y la comun utilidad, pueda investigar libremente la verdad y manifestar y propagar su opinion, lo mismo que practicar cualquier ocupacion, y, por ultimo, que se le informe verazmente acerca de los sucesos publicos.

A la autoridad publica compete no el determinar el caracter propio de cada cultura, sino el fomentar las condiciones y los medios para promover la vida cultural entre todos aun dentro de las minorias de alguna nacion. Por ello hay que insistir sobre todo en que la cultura, apartada de su propio fin, no sea forzada a servir al poder politico o economico.

SECCION 3.- Algunas obligaciones mas urgentes de los cristianos respecto a la cultura


El reconocimiento y ejercicio efectivo del derecho personal a la cultura

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Hoy dia es posible liberar a muchisimos hombres de la miseria de la ignorancia. Por ello, uno de los deberes mas propios de nuestra época, sobre todo de los cristianos, es el de trabajar con ahinco para que tanto en la economia como en la politica, asi en el campo nacional como en el internacional, se den las normas fundamentales para que se reconozca en todas partes y se haga efectivo el derecho a todos a la cultura, exigido por la dignidad de la persona, sin distincion de raza, sexo, nacionalidad, religion o condicion social.

Es preciso, por lo mismo, procurar a todos una cantidad suficiente de bienes culturales, principalmente de los que constituyen la llamada cultura "basica", a fin de evitar que un gran numero de hombres se vea impedido, por su ignorancia y por su falta de iniciativa, de prestar su cooperacion auténticamente humana al bien comun.

Se debe tender a que quienes estan bien dotados intelectualmente tengan la posibilidad de llegar a los estudios superiores; y ello de tal forma que, en la medida de lo posible, puedan desempenar en la sociedad las funciones, tareas y servicios que correspondan a su aptitud natural y a la competencia adquirida.

Asi podran todos los hombres y todos los grupos sociales de cada pueblo alcanzar el pleno desarrollo de su vida cultural de acuerdo con sus cualidades y sus propias tradiciones.

Es preciso, ademas, hacer todo lo posible para que cada cual adquiera conciencia del derecho que tiene a la cultura y del deber que sobre él pesa de cultivarse a si mismo y de ayudar a los demas. Hay a veces situaciones en la vida laboral que impiden el esfuerzo de superacion cultural del hombre y destruyen en éste el afan por la cultura.

Esto se aplica de modo especial a los agricultores y a los obreros, a los cuales es preciso procurar tales condiciones de trabajo, que, lejos de impedir su cultura humana, la fomenten. Las mujeres ya actuan en casi todos los campos de la vida, pero es conveniente que puedan asumir con plenitud su papel segun su propia naturaleza. Todos deben contribuir a que se reconozca y promueva la propia y necesaria participacion de la mujer en la vida cultural.

La educacion para la cultura integra del hombre

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Hoy dia es mas dificil que antes sintetizar las varias disciplinas y ramas del saber. Porque, al crecer el acervo y la diversidad de elementos que constituyen la cultura, disminuye al mismo tiempo la capacidad de cada hombre para captarlos y armonizarlos organicamente, de forma que cada vez se va desdibujando mas la imagen del hombre universal.

Sin embargo, queda en pie para cada hombre el deber de conservar la estructura de toda la persona humana, en la que destacan los valores de la inteligencia, voluntad, conciencia y fraternidad; todos los cuales se basan en Dios Creador y han sido sanados y elevados maravillosamente en Cristo.

La madre nutricia de esta educacion es ante todo la familia: en ella los hijos, en un clima de amor, aprenden juntos con mayor facilidad la recta jerarquia de las cosas, al mismo tiempo que se imprimen de modo como natural en el alma de los adolescentes formas probadas de cultura a medida que van creciendo.

Para esta misma educacion las sociedades contemporaneas disponen de recursos que pueden favorecer la cultura universal, sobre todo dada la creciente difusion del libro y los nuevos medios de comunicacion cultural y social.

Pues con la disminucion ya generalizada del tiempo de trabajo aumentan para muchos hombres las posibilidades. Empléense los descansos oportunamente para distraccion del animo y para consolidar la salud del espiritu y del cuerpo, ya sea entregandose a actividades o a estudios libres, ya a viajes por otras regiones (turismo), con los que se afina el espiritu y los hombres se enriquecen con el mutuo conocimiento; ya con ejercicios y manifestaciones deportivas, que ayudan a conservar el equilibrio espiritual, incluso en la comunidad, y a establecer relaciones fraternas entre los hombres de todas las clases, naciones y razas.

Cooperen los cristianos también para que las manifestaciones y actividades culturales colectivas, propias de nuestro tiempo, se humanicen y se impregnen de espiritu cristiano.

Todas estas posibilidades no pueden llevar la educacion del hombre al pleno desarrollo cultural de si mismo, si al mismo tiempo se descuida el preguntarse a fondo por el sentido de la cultura y de la ciencia para la persona humana.

Acuerdo entre la cultura humana y la educacion cristiana

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Aunque la Iglesia ha contribuido mucho al progreso de la cultura, consta, sin embargo, por experiencia que por causas contingentes no siempre se ve libre de dificultades al compaginar la cultura con la educacion cristiana.

Estas dificultades no danan necesariamente a la vida de fe; por el contrario, pueden estimular la mente a una mas cuidadosa y profunda inteligencia de aquélla. Puesto que los mas recientes estudios y los nuevos hallazgos de las ciencias, de la historia y de la filosofia suscitan problemas nuevos que traen consigo consecuencias practicas e incluso reclaman nuevas investigaciones teologicas.

Por otra parte, los teologos, guardando los métodos y las exigencias propias de la ciencia sagrada, estan invitados a buscar siempre un modo mas apropiado de comunicar la doctrina a los hombres de su época; porque una cosa es el deposito mismo de la fe, o sea, sus verdades, y otra cosa es el modo de formularlas conservando el mismo sentido y el mismo significado.

Hay que reconocer y emplear suficientemente en el trabajo pastoral no solo los principios teologicos, sino también los descubrimientos de las ciencias profanas, sobre todo en psicologia y en sociologia, llevando asi a los fieles y una mas pura y madura vida de fe.

También la literatura y el arte son, a su modo, de gran importancia para la vida de la Iglesia. EN efecto, se proponen expresar la naturaleza propia del hombre, sus problemas y sus experiencias en el intento de conocerse mejor a si mismo y al mundo y de superarse; se esfuerzan por descubrir la situacion del hombre en la historia y en el universo, por presentar claramente las miserias y las alegrias de los hombres, sus necesidades y sus recurso, y por bosquejar un mejor porvenir a la humanidad.

Asi tienen el poder de elevar la vida humana en las multiples formas que ésta reviste segun los tiempos y las regiones.

Por tanto, hay que esforzarse para los artistas se sientan comprendidos por la Iglesia en sus actividades y, gozando de una ordenada libertad, establezcan contactos mas faciles con la comunidad cristiana.

También las nuevas formas artisticas, que convienen a nuestros contemporaneos segun la indole de cada nacion o region, sean reconocidas por la Iglesia. Recibanse en el santuario, cuando elevan la mente a Dios, con expresiones acomodadas y conforme a las exigencias de la liturgia.

De esta forma, el conocimiento de Dios se manifiesta mejor y la predicacion del Evangelio resulta mas transparente a la inteligencia humana y aparece como embebida en las condiciones de su vida.

Vivan los fieles en muy estrecha union con los demas hombres de su tiempo y esfuércense por comprender su manera de pensar y de sentir, cuya expresion es la cultura. Compaginen los conocimientos de las nuevas ciencias y doctrinas y de los mas recientes descubrimientos con la moral cristiana y con la ensenanza de la doctrina cristiana, para que la cultura religiosa y la rectitud de espiritu de las ciencias y de los diarios progresos de la técnica; asi se capacitaran para examinar e interpretar todas las cosas con integro sentido cristiano.

Los que se dedican a las ciencias teologicas en los seminarios y universidades, empénense en colaborar con los hombres versados en las otras materias, poniendo en comun sus energias y puntos de vista. la investigacion teologica siga profundizando en la verdad revelada sin perder contacto con su tiempo, a fin de facilitar a los hombres cultos en los diversos ramos del saber un mas pleno conocimiento de la fe. Esta colaboracion sera muy provechosa para la formacion de los ministros sagrados, quienes podran presentar a nuestros contemporaneos la doctrina de la Iglesia acerca de Dios, del hombre y del mundo, de forma mas adaptada al hombre contemporaneo y a la vez mas gustosamente aceptable por parte de ellos.

Mas aun, es de desear que numerosos laicos reciban una buena formacion en las ciencias sagradas, y que no pocos de ellos se dediquen ex profeso a estos estudios y profundicen en ellos.

Pero para que puedan llevar a buen término su tarea debe reconocerse a los fieles, clérigos o laicos, la justa libertad de investigacion, de pensamiento y de hacer conocer humilde y valerosamente su manera de ver en los campos que son de su competencia.

Gaudium et Spes 62




CAPITULO III


LA VIDA ECONOMICO - SOCIAL


Algunos aspectos de la vida economica

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También en la vida economico-social deben respetarse y promoverse la dignidad de la persona humana, su entera vocacion y el bien de toda la sociedad. Porque el hombre es el autor, el centro y el fin de toda la vida economico- social.

La economia moderna, como los restantes sectores de la vida social, se caracteriza por una creciente dominacion del hombre sobre la naturaleza, por la multiplicacion e intensificacion de las relaciones sociales y por la interdependencia entre ciudadanos, asociaciones y pueblos, asi como también por la cada vez mas frecuente intervencion del poder publico.

Por otra parte, el progreso en las técnicas de la produccion y en la organizacion del comercio y de los servicios han convertido a la economia en instrumento capaz de satisfacer mejor las nuevas necesidades acrecentada de la familia humana.

Sin embargo, no faltan motivos de inquietud. Muchos hombres, sobre todo en regiones economicamente desarrolladas, parecen garza por la economia, de tal manera que casi toda su vida personal y social esta como tenida de cierto espiritu economista tanto en las naciones de economia colectivizada como en las otras.

En un momento en que el desarrollo de la vida economica, con tal que se le dirija y ordene de manera racional y humana, podria mitigar las desigualdades sociales, con demasiada frecuencia trae consigo un endurecimiento de ellas y a veces hasta un retroceso en las condiciones de vida de los mas débiles y un desprecio de los pobres.

Mientras muchedumbres inmensas carecen de lo estrictamente necesario, algunos, aun en los paises menos desarrollados, viven en la opulencia y malgastan sin consideracion. El lujo pulula junto a la miseria. Y mientras unos pocos disponen de un poder amplisimo de decision, muchos carecen de toda iniciativa y de toda responsabilidad, viviendo con frecuencia en condiciones de vida y de trabajo indignas de la persona humana.

Tales desequilibrios economicos y sociales se producen tanto entre los sectores de la agricultura, la industria y los servicios, por un parte, como entre las diversas regiones dentro de un mismo pais. Cada dia se agudiza mas la oposicion entre las naciones economicamente desarrolladas y las restantes, lo cual puede poner en peligro la misma paz mundial.

Los hombres de nuestro tiempo son cada dia mas sensibles a estas disparidades, porque estan plenamente convencidos de que la amplitud de las posibilidades técnicas y economicas que tiene en sus manos el mundo moderno puede y debe corregir este lamentable estado de cosas.

Por ello son necesarias muchas reformas en la vida economico-social y un cambio de mentalidad y de costumbres en todos. A este fin, la Iglesia, en el transcurso de los siglos, a la luz del Evangelio, ha concretado los principios de justicia y equidad, exigidos por la recta razon, tanto en orden a la vida individual y social como en orden a la vida internacional, y los ha manifestado especialmente en estos ultimos tiempos.

El Concilio quiere robustecer estos principios de acuerdo con las circunstancias actuales y dar algunas orientaciones, referentes sobre todo a las exigencias del desarrollo economico.

SECCION I.- El desarrollo economico


Ley fundamental del desarrollo: el servicio del hombre

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Hoy mas que nunca, para hacer frente al aumento de poblacion y responder a las aspiraciones mas amplias del género humano, se tiende con razon a un aumento en la produccion agricola e industrial y en la prestacion de los servicios.

Por ello hay que favorecer el progreso técnico, el espiritu de innovacion, el afan por crear y ampliar nuevas empresas, la adaptacion de los métodos productivos, el esfuerzo sostenido de cuantos participan en la produccion; en una palabra, todo cuanto puede contribuir a dicho progreso.

La finalidad fundamental de esta produccion no es el mero incremento de los productos, ni el beneficio, ni el poder, sino el servicio del hombre, del hombre integral, teniendo en cuanta sus necesidades materiales y sus exigencias intelectuales, morales, espirituales y religiosas; de todo hombre, decimos, de todo grupo de hombres, sin distincion de raza o continente.

De esta forma, la actividad economica debe ejercerse siguiendo sus métodos y leyes propias, dentro del ambito del orden moral, para que se cumplan asi los designios de Dios sobre el hombre.

El desarrollo economico, bajo el control humano

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El desarrollo debe permanecer bajo el control del hombre. No debe quedar en manos de unos pocos o de grupos economicamente poderosos en exceso, ni tampoco en manos de una sola comunidad politica o de ciertas naciones mas poderosas.

Es preciso, por el contrario, que en todo nivel, el mayor numero posible de hombres, y en el plano internacional el conjunto de las naciones, puedan tomar parte activa en la direccion del desarrollo.

Asimismo es necesario que las iniciativas espontaneas de los individuos y de sus asociaciones libres colaboren con los esfuerzos de las autoridades publicas y se coordinen con éstos de forma eficaz y coherente.

No se puede confiar el desarrollo ni al solo proceso casi mecanico de la accion economica de los individuos ni a la sola decision de la autoridad publica. Por este motivo hay que calificar de falsas tanto las doctrinas que se oponen a las reformas indispensables en nombre de una falsa libertad como las que sacrifican los derechos fundamentales de la persona y de los grupos en aras de la organizacion colectiva de la produccion.

Recuerden, por otra parte, todos los ciudadanos el deber y el derecho que tienen, y que el poder civil ha de reconocer, de contribuir, segun sus posibilidades, al progreso de la propia comunidad.

En los paises menos desarrollados, donde se impone el empleo urgente de todos los recursos, ponen en grave peligro el bien comun los que retienen sus riquezas improductivamente o los que -salvado el derecho personal de emigracion- privan a su comunidad de los medios materiales y espirituales que ésta necesita.

Han de eliminarse las enormes desigualdades economico-sociales

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Para satisfacer las exigencias de la justicia y de la equidad hay que hacer todos los esfuerzos posibles para que, dentro del respeto a los derechos de las personas y a las caracteristicas de cada pueblo, desaparezcan lo mas rapidamente posible las enormes diferencias economicas que existen hoy, y frecuentemente aumentan, vinculadas a discriminaciones individuales y sociales.

De igual manera, en muchas regiones, teniendo en cuanta las peculiares dificultades de la agricultura tanto en la produccion como en la venta de sus bienes, hay que ayudar a los labradores para que aumenten su capacidad productiva y comercial, introduzcan los necesarios cambios e innovaciones, consigan una justa ganancia y no queden reducidos, como sucede con frecuencia, a la situacion de ciudadanos de inferior categoria.

Los propios agricultores, especialmente los jovenes, apliquense con afan a perfeccionar su técnica profesional, sin la que no puede darse el desarrollo de la agricultura.

La justicia y la equidad exigen también que la movilidad, la cual es necesaria en una economia progresiva, se ordene de manera que se eviten la inseguridad y la estrechez de vida del individuo y de su familia.

Con respecto a los trabajadores que, procedentes de otros paises o de otras regiones, cooperan en el crecimiento economico de una nacion o de una provincia, se ha de evitar con sumo cuidado toda discriminacion en materia de remuneracion o de condiciones de trabajo.

Ademas, la sociedad entera, en particular los poderes publicos, deben considerarlos como personas, no simplemente como meros instrumentos de produccion; deben ayudarlos para que traigan junto a si a sus familiares, se procuren un alojamiento decente, y a favorecer su incorporacion a la vida social del pais o de la region que los acoge. Sin embargo, en cuanto sea posible, deben crearse fuentes de trabajo en las propias regiones.

En las economias en periodo de transicion, como sucede en las formas nuevas de la sociedad industrial, en las que, v.gr se desarrolla la autonomia, en necesario asegurar a cada uno empleo suficiente y adecuado: y al mismo tiempo la posibilidad de una formacion técnica y profesional congruente. Débense garantizar la subsistencia y la dignidad humana de los que, sobre todo por razon de enfermedad o de edad, se ven aquejados por graves dificultades.

SECCION 2.- Algunos principios reguladores del conjunto de la vida economico-social


Trabajo, condiciones de trabajo, descanso

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El trabajo humano que se ejerce en la produccion y en el comercio o en los servicios es muy superior a los restantes elementos de la vida economico, pues estos ultimos no tienen otro papel que el de instrumentos.

Pues el trabajo humano, autonomo o dirigido, procede inmediatamente de la persona, la cual marca con su impronta la materia sobre la que trabaja y la somete a su voluntad. Es para el trabajador y para su familia el medio ordinario de subsistencia; por él el hombre se une a sus hermanos y les hace un servicio, puede practicar la verdadera caridad y cooperar al perfeccionamiento de la creacion divina.

No solo esto. Sabemos que, con la oblacion de su trabajo a Dios, los hombres se asocian a la propia obra redentora de Jesucristo, quien dio al trabajo una dignidad sobreeminente laborando con sus propias manos en Nazaret.

De aqui se deriva para todo hombre el deber de trabajar fielmente, asi como también el derecho al trabajo. Y es deber de la sociedad, por su parte, ayudar, segun sus propias circunstancias, a los ciudadanos para que puedan encontrar la oportunidad de un trabajo suficiente.

Por ultimo, la remuneracion del trabajo debe ser tal que permita al hombre y a su familia una vida digna en el plano material, social, cultural y espiritual, teniendo presentes el puesto de trabajo y la productividad de cada uno, asi como las condiciones de la empresa y el bien comun.

La actividad economica es de ordinario fruto del trabajo asociado de los hombres; por ello es injusto e inhumano organizarlo y regularlo con dano de algunos trabajadores. Es, sin embargo, demasiado frecuente también hoy dia que los trabajadores resulten en cierto sentido esclavos de su propio trabajo.

Lo cual de ningun modo esta justificado por las llamadas leyes economicas. El conjunto del proceso de la produccion debe, pues, ajustarse a las necesidades de la persona y a la manera de vida de cada uno en particular, de su vida familiar, principalmente por lo que toca a las madres de familia, teniendo siempre en cuanta el sexo y la edad.

Ofrézcase, ademas, a los trabajadores la posibilidad de desarrollar sus cualidades y su personalidad en el ambito mismo del trabajo. Al aplicar, con la debida responsabilidad, a este trabajo su tiempo y sus fuerzas, disfruten todos de un tiempo de reposo y descanso suficiente que les permita cultivar la vida familiar, cultural, social y religiosa. Mas aun, tengan la posibilidad de desarrollar libremente las energias y las cualidades que tal vez en su trabajo profesional apenas pueden cultivar.

Participacion en la empresa y en la organizacion general de la economia. Conflictos laborales

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En las empresas economicas son personas las que se asocian, es decir, hombres libres y autonomos, creados a imagen de DIos. Por ello, teniendo en cuanta las funciones de cada uno, propietarios, administradores, técnicos, trabajadores, y quedando a salvo la unidad necesaria en la direccion, se ha de promover la activa participacion de todos en la gestion de la empresa, segun formas que habra que determinar con acierto.

Con todo, como en muchos casos no es a nivel de empresa, sino en niveles institucionales superiores, donde se toman las decisiones economicas y sociales de las que depende el porvenir de los trabajadores y de sus hijos, deben los trabajadores participar también en semejantes decisiones por si mismos o por medio de representantes libremente elegidos.

Entre los derechos fundamentales de la persona humana debe contarse el derecho de los obreros a fundar libremente asociaciones que representen auténticamente al trabajador y puedan colaborar en la recta ordenacion de la vida economica, asi como también el derecho de participar libremente en las actividades de las asociaciones sin riesgo de represalias.

Por medio de esta ordenada participacion, que esta unida al progreso en la formacion economica y social, crecera mas y mas entre todos el sentido de la responsabilidad propia, el cual les llevara a sentirse colaboradores, segun sus medios y aptitudes propias, en la tarea total del desarrollo economico y social y del logro del bien comun universal.

En caso de conflictos economico-sociales, hay que esforzarse por encontrarles soluciones pacificas. Aunque se ha de recurrir siempre primero a un sincero dialogo entre las partes, sin embargo, en la situacion presente, la huelga puede seguir siendo medio necesario, aunque extremo, para la defensa de los derechos y el logro de las aspiraciones justas de los trabajadores. Busquense, con todo, cuanto antes, caminos para negociar y para reanudar el dialogo conciliatorio.

Los bienes de la tierra estan destinados a todos los hombres

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Dios ha destinado la tierra y cuanto ella contiene para uso de todos los hombres y pueblos. En consecuencia, los bienes creados deben llegar a todos en forma equitativa bajo la égida de la justicia y con la compania de la caridad.

Sean las que sean las formas de la propiedad, adaptadas a las instituciones legitimas de los pueblos segun las circunstancias diversas y variables, jamas debe perderse de vista este destino universal de los bienes.

Por tanto, el hombre, al usarlos, no debe tener las cosas exteriores que legitimamente posee como exclusivamente suyas, sino también como comunes, en el sentido de que no le aprovechen a él solamente, sino también a los demas.

Por lo demas, el derecho a poseer una parte de bienes suficiente para si mismos y para sus familias es un derecho que a todos corresponde. Es éste el sentir de los Padres y de los doctores de la Iglesia, quienes ensenaron que los hombres estan obligados a ayudar a los pobres, y por cierto no solo con los bienes superfluos.

Quien se halla en situacion de necesidad extrema tiene derecho a tomar de la riqueza ajena lo necesario para si. Habiendo como hay tantos oprimidos actualmente por el hambre en el mundo, el sacro Concilio urge a todos, particulares y autoridades, a que, acordandose de aquella frase de los Padres: Alimenta al que muere de hambre, porque, si no lo alimentas, lo matas, segun las propias posibilidades, comuniquen y ofrezcan realmente sus bienes, ayudando en primer lugar a los pobres, tanto individuos como pueblos, a que puedan ayudarse y desarrollarse por si mismos.

En sociedades economicamente menos desarrolladas, el destino comun de los bienes esta a veces en parte logrado por un conjunto de costumbres y tradiciones comunitarias que aseguran a cada miembro los bienes absolutamente necesarios.

Sin embargo, eliminese el criterio de considerar como en absoluto inmutables ciertas costumbres si no responden ya a las nuevas exigencias de la época presente; pero, por otra parte, conviene no atentar imprudentemente contra costumbres honestas que, adaptadas a las circunstancias actuales, pueden resultar muy utiles.

De igual manera, en las naciones de economia muy desarrollada, el conjunto de instituciones consagradas a la prevision y a la seguridad social puede contribuir, por su parte, al destino comun de los bienes. Es necesario también continuar el desarrollo de los servicios familiares y sociales, principalmente de los que tienen por fin la cultura y la educacion.

Al organizar todas estas instituciones debe cuidarse de que los ciudadanos no vayan cayendo en una actitud de pasividad con respecto a la sociedad o de irresponsabilidad y egoismo.

Inversiones y politica monetaria

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Las inversiones deben orientarse a asegurar posibilidades de trabajo y beneficios suficientes a la poblacion presente y futura. Los responsables de las inversiones y de la organizacion de la vida economica, tanto los particulares como los grupos o las autoridades publicas, deben tener muy presentes estos fines y reconocer su grave obligacion de vigilar, por una parte, a fin de que se provea de lo necesario para una vida decente tanto a los individuos como a toda la comunidad, y, por otra parte, de prever el futuro y establecer un justo equilibrio entre las necesidades actuales del consumo individual y colectivo y las exigencias de inversion para la generacion futura.

Ténganse, ademas, siempre presentes las urgentes necesidades de las naciones o de las regiones menos desarrolladas economicamente. En materia de politica monetaria cuidese no danar al bien de la propia nacion o de las ajenas. Tomense precauciones para que los economicamente débiles no queden afectados injustamente por los cambios de valor de la moneda.

Acceso a la propiedad y dominio de los bienes

Problema de los latifundios

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La propiedad, como las demas formas de dominio privado sobre los bienes exteriores, contribuye a la expresion de la persona y le ofrece ocasion de ejercer su funcion responsable en la sociedad y en la economia. Es por ello muy importante fomentar el acceso de todos, individuos y comunidades, a algun dominio sobre los bienes externos.

La propiedad privada o un cierto dominio sobre los bienes externos aseguran a cada cual una zona absolutamente necesaria para la autonomia personal y familiar y deben ser considerados como ampliacion de la libertad humana. Por ultimo, al estimular el ejercicio de la tarea y de la responsabilidad, constituyen una de las condiciones de las libertades civiles.

Las formas de este dominio o propiedad son hoy diversas y se diversifican cada dia mas. Todas ellas, sin embargo, continuan siendo elemento de seguridad no despreciable aun contando con los fondos sociales, derechos y servicios procurados por la sociedad. Esto debe afirmarse no solo de las propiedades materiales, sino también de los bienes inmateriales, como es la capacidad profesional.

El derecho de propiedad privada no es incompatible con las diversas formas de propiedad publica existentes. La afectacion de bienes a la propiedad publica solo puede ser hecha por la autoridad competente de acuerdo con las exigencias del bien comun y dentro de los limites de este ultimo, supuesta la compensacion adecuada. A la autoridad publica toca, ademas, impedir que se abuse de la propiedad privada en contra del bien comun.

La misma propiedad privada tiene también, por su misma naturaleza, una indole social, cuyo fundamento reside en el destino comun de los bienes. Cuando esta indole social es descuidada, la propiedad muchas veces se convierte en ocasion de ambiciones y graves desordenes, hasta el punto de que se da pretexto a sus impugnadores para negar el derecho mismo.

En muchas regiones economicamente menos desarrolladas existen posesiones rurales extensas y aun extensisimas mediocremente cultivadas o reservadas sin cultivo para especular con ellas, mientras la mayor parte de la poblacion carece de tierras o posee solo parcelas irrisorias y el desarrollo de la produccion agricola presenta caracteres de urgencia.

No raras veces los braceros o los arrendatarios de alguna parte de esas posesiones reciben un salario o beneficio indigno del hombre, carecen de alojamiento decente y son explotados por los intermediarios. Viven en la mas total inseguridad y en tal situacion de inferioridad personal, que apenas tienen ocasion de actuar libre y responsablemente, de promover su nivel de vida y de participar en la vida social y politica.

Son, pues, necesarias las reformas que tengan por fin, segun los casos, el incremento de las remuneraciones, la mejora de las condiciones laborales, el aumento de la seguridad en el empleo, el estimulo para la iniciativa en el trabajo; mas todavia, el reparto de las propiedades insuficientemente cultivadas a favor de quienes sean capaces de hacerlas valer.

En este caso deben asegurarseles los elementos y servicios indispensables, en particular los medios de educacion y las posibilidades que ofrece una justa ordenacion de tipo cooperativo. Siempre que el bien comun exija una expropiacion, debe valorarse la indemnizacion segun equidad, teniendo en cuanta todo el conjunto de las circunstancias.

La actividad economico-social y el reino de Cristo

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Los cristianos que toman parte activa en el movimiento economico-social de nuestro tiempo y luchan por la justicia y caridad, convénzanse de que pueden contribuir mucho al bienestar de la humanidad y a la paz del mundo. Individual y colectivamente den ejemplo en este campo. Adquirida la competencia profesional y la experiencia que son absolutamente necesarias, respeten en la accion temporal la justa jerarquia de valores, con fidelidad a Cristo y a su Evangelio, a fin de que toda su vida, asi la individual como la social, quede saturada con el espiritu de las bienaventuranzas, y particularmente con el espiritu de la pobreza.

Quien con obediencia a Cristo busca ante todo el reino de DIos, encuentra en éste un amor mas fuerte y mas puro para ayudar a todos sus hermanos y para realizar la obra de la justicia bajo la inspiracion de la caridad.


CAPITULO IV


LA VIDA EN LA COMUNIDAD POLITICA


La vida publica en nuestros dias

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En nuestra época se advierten profundas transformaciones también en las estructuras y en las instituciones de los pueblos como consecuencia de la evolucion cultural, economica y social de estos ultimos.

Estas transformaciones ejercen gran influjo en la vida de la comunidad politica principalmente en lo que se refiere a los derechos y deberes de todos en el ejercicio de la libertad politica y en el logro del bien comun y en lo que toca a las relaciones de los ciudadanos entre si y con la autoridad publica.

La conciencia mas viva de la dignidad humana ha hecho que en diversas regiones del mundo surja el proposito de establecer un orden politico-juridico que proteja mejor en la vida publica los derechos de la persona, como son el derecho de libre reunion, de libre asociacion, de expresar las propias opiniones y de profesar privada y publicamente la religion.

Porque la garantia de los derechos de la persona es condicion necesaria para que los ciudadanos, como individuos o como miembros de asociaciones, puedan participar activamente en la vida y en el gobierno de la cosa publica.

Con el desarrollo cultural, economico y social se consolida en la mayoria el deseo de participar mas plenamente en la ordenacion de la comunidad politica.

En la conciencia de muchos se intensifica el afan por respetar los derechos de las minorias, sin descuidar los deberes de éstas para con la comunidad politica; ademas crece por dias el respeto hacia los hombres que profesan opinion o religion distintas; al mismo tiempos e establece una mayor colaboracion a fin de que todos los ciudadanos, y no solamente algunos privilegiados, puedan hacer uso efectivo de los derechos personales.

Se reprueban también todas las formas politicas, vigentes en ciertas regiones, que obstaculizan la libertad civil o religiosa, multiplican las victimas de las pasiones y de los crimenes politicos y desvian el ejercicio de la autoridad en la prosecucion del bien comun, para ponerla al servicio de un grupo o de los propios gobernantes.

La mejor manera de llagar a una politica auténticamente humana es fomentar el sentido interior de la justicia, de la benevolencia y del servicio al bien comun y robustecer las convicciones fundamentales en lo que toca a la naturaleza verdadera de la comunidad politica y al fin, recto ejercicio y limites de los poderes publicos.

Naturaleza y fin de la comunidad politica

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Los hombres, las familias y los diversos grupos que constituyen la comunidad civil son conscientes de su propia insuficiencia para lograr una vida plenamente humana y perciben la necesidad de una comunidad mas amplia, en la cual todos conjuguen a diario sus energias en orden a una mejor procuracion del bien comun.

Por ello forman comunidad politica segun tipos institucionales varios. La comunidad politica nace, pues, para buscar el bien comun, en el que encuentra su justificacion plena y su sentido y del que deriva su legitimidad primigenia y propia.

El bien comun abarca el conjunto de aquellas condiciones de vida social con las cuales los hombres, las familias y las asociaciones pueden lograr con mayor plenitud y facilidad su propia perfeccion.

Pero son muchos y diferentes los hombres que se encuentran en una comunidad politica, y pueden con todo derecho inclinarse hacia soluciones diferentes. A fin de que, por la pluralidad de pareceres, no perezca la comunidad politica, es indispensable una autoridad que dirija la accion de todos hacia el bien comun no mecanica o despoticamente, sino obrando principalmente como una fuerza moral, que se basa en la libertad y en el sentido de responsabilidad de cada uno.

Es, pues, evidente que la comunidad politica y la autoridad publica se fundan en la naturaleza humana, y, por lo mismo, pertenecen al orden previsto por Dios, aun cuando la determinacion del régimen politico y la designacion de los gobernantes se dejen a la libre designacion de los ciudadanos.

Siguese también que el ejercicio de la autoridad politica, asi en la comunidad en cuanto tal como en las instituciones representativas, debe realizarse siempre dentro de los limites del orden moral para procurar el bien comun -concebido dinamicamente- segun el orden juridico legitimamente establecido o por establecer.

Es entonces cuando los ciudadanos estan obligados en conciencia a obedecer. De todo lo cual se deducen la responsabilidad, la dignidad y la importancia de los gobernantes.

Pero cuando la autoridad publica, rebasando su competencia, oprime a los ciudadanos, éstos no deben rehuir las exigencias objetivas del bien comun; les es licito, sin embargo, defender sus derechos y los de sus conciudadanos contra el abuso de tal autoridad, guardando los limites que senala la ley natural y evangélica.

Las modalidades concretas por las que la comunidad politica organiza su estructura fundamental y el equilibrio de los poderes publicos pueden ser diferentes, segun el genio de cada pueblo y la marcha de su historia. Pero deben tender siempre a formar un tipo de hombre culto, pacifico y benévolo respecto de los demas para provecho de toda la familia humana.

Colaboracion de todos en la vida publica

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Es perfectamente conforme con la naturaleza humana que se constituyan estructuras politico-juridicas que ofrezcan a todos los ciudadanos, sin discriminacion alguna y con perfeccion creciente, posibilidades efectivas de tomar parte libre y activamente en la fijacion de los fundamentos juridicos de la comunidad politica, en el gobierno de la cosa publica, en la determinacion de los campos de accion y de los limites de las diferentes instituciones y en la eleccion de los gobernantes.

Recuerden, por tanto, todos los ciudadanos el derecho y al mismo tiempo el deber que tienen de votar con libertad para promover el bien comun. La Iglesia alaba y estima la labor de quienes, al servicio del hombre, se consagran al bien de la cosa publica y aceptan las cargas de este oficio.

Para que la cooperacion ciudadana responsable pueda lograr resultados felices en el curso diario de la vida publica, es necesario un orden juridico positivo que establezca la adecuada division de las funciones institucionales de la autoridad politica, asi como también la proteccion eficaz e independiente de los derechos.

Reconozcanse, respétense y promuévanse los derechos de las personas, de las familias y de las asociaciones, asi como su ejercicio, no menos que los deberes civicos de cada uno. Entre estos ultimos es necesario mencionar el deber de aportar a la vida publica el concurso material y personal requerido por el bien comun.

Cuiden los gobernantes de no entorpecer las asociaciones familiares, sociales o culturales, los cuerpos o las instituciones intermedias, y de no privarlos de su legitima y constructiva accion, que mas bien deben promover con libertad y de manera ordenada.

Los ciudadanos por su parte, individual o colectivamente, eviten atribuir a la autoridad politica todo poder excesivo y no pidan al Estado de manera inoportuna ventajas o favores excesivos, con riesgo de disminuir la responsabilidad de las personas, de las familias y de las agrupaciones sociales.

A consecuencia de la complejidad de nuestra época, los poderes publicos se ven obligados a intervenir con mas frecuencia en materia social, economica y cultural para crear condiciones mas favorables, que ayuden con mayor eficacia a los ciudadanos y a los grupos en la busqueda libre del bien completo del hombre.

Segun las diversas regiones y la evolucion de los pueblos, pueden entenderse de diverso modo las relaciones entre la socializacion y la autonomia y el desarrollo de la persona.

Esto no obstante, alli donde por razones de bien comun se restrinja temporalmente el ejercicio de los derechos, restablézcase la libertad cuanto antes una vez que hayan cambiado las circunstancias. De todos modos, es inhumano que la autoridad politica caiga en formas totalitarias o en formas dictatoriales que lesionen los derechos de la persona o de los grupos sociales.

Cultiven los ciudadanos con magnanimidad y lealtad el amor a la patria, pero sin estrechez de espiritu, de suerte que miren siempre al mismo tiempo por el bien de toda la familia humana, unida por toda clase de vinculos entre las razas, pueblos y naciones.

Los cristianos todos deben tener conciencia de la vocacion particular y propia que tienen en la comunidad politica; en virtud de esta vocacion estan obligados a dar ejemplo de sentido de responsabilidad y de servicio al bien comun, asi demostraran también con los hechos como pueden armonizarse la autoridad y la libertad, la iniciativa personal y la necesaria solidaridad del cuerpo social, las ventajas de la unidad combinada con la provechosa diversidad.

El cristiano debe reconocer la legitima pluralidad de opiniones temporales discrepantes y debe respetar a los ciudadanos que, aun agrupados, defienden lealmente su manera de ver. Los partidos politicos deben promover todo lo que a su juicio exige el bien comun; nunca, sin embargo, esta permitido anteponer intereses propios al bien comun.

Hay que prestar gran atencion a la educacion civica y politica, que hoy dia es particularmente necesaria para el pueblo, y, sobre todo para la juventud, a fin de que todos los ciudadanos puedan cumplir su mision en la vida de la comunidad politica.

Quienes son o pueden llegar a ser capaces de ejercer este arte tan dificil y tan noble que es la politica, preparense para ella y procuren ejercitarla con olvido del propio interés y de toda ganancia venal.

Luchen con integridad moral y con prudencia contra la injusticia y la opresion, contra la intolerancia y el absolutismo de un solo hombre o de un solo partido politico; consagrense con sinceridad y rectitud, mas aun, con caridad y fortaleza politica, al servicio de todos.

La comunidad politica y la Iglesia

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Es de suma importancia, sobre todo alli donde existe una sociedad pluralistica, tener un recto concepto de las relaciones entre la comunidad politica y la Iglesia y distinguir netamente entre la accion que los cristianos, aislada o asociadamente, llevan a cabo a titulo personal, como ciudadanos de acuerdo con su conciencia cristiana, y la accion que realizan, en nombre de la Iglesia, en comunion con sus pastores.

La Iglesia, que por razon de su mision y de su competencia no se confunde en modo alguno con la comunidad politica ni esta ligada a sistema politico alguno, es a la vez signo y salvaguardia del caracter trascendente de la persona humana.

La comunidad politica y la Iglesia son independientes y autonomas, cada una en su propio terreno. Ambas, sin embargo, aunque por diverso titulo, estan al servicio de la vocacion personal y social del hombre.

Este servicio lo realizaran con tanta mayor eficacia, para bien de todos, cuanto mas sana y mejor sea la cooperacion entre ellas, habida cuesta de las circunstancias de lugar y tiempo. El hombre, en efecto, no se limita al solo horizonte temporal, sino que, sujeto de la historia humana, mantiene integramente su vocacion eterna.

La Iglesia, por su parte, fundada en el amor del Redentor, contribuye a difundir cada vez mas el reino de la justicia y de la caridad en el seno de cada nacion y entre las naciones. Predicando la verdad evangélica e iluminando todos los sectores de la accion humana con su doctrina y con el testimonio de los cristianos, respeta y promueve también la libertad y la responsabilidad politicas del ciudadano.

Cuando los apostoles y sus sucesores y los cooperadores de éstos son enviados para anunciar a los hombres a Cristo, Salvador del mundo, en el ejercicio de su apostolado se apoyan sobre el poder de DIos, el cual muchas veces manifiesta la fuerza del Evangelio en la debilidad de sus testigos.

Es preciso que cuantos se consagran al ministerio de la palabra de Dios utilicen los caminos y medios propios del Evangelio, los cuales se diferencian en muchas cosas de los medios que la ciudad terrena utiliza.

Ciertamente, las realidades temporales y las realidades sobrenaturales estan estrechamente unidas entre si, y la misma Iglesia se sirve de medios temporales en cuanto su propia mision lo exige.

No pone, sin embargo, su esperanza en privilegios dados por el poder civil; mas aun, renunciara al ejercicio de ciertos derechos legitimamente adquiridos tan pronto como conste que su uso puede empanar la pureza de su testimonio o las nuevas condiciones de vida exijan otra disposicion.

Es de justicia que pueda la Iglesia en todo momento y en todas partes predicar la fe con auténtica libertad, ensenar su doctrina social, ejercer su mision entre los hombres sin traba alguna y dar su juicio moral, incluso sobre materias referentes al orden politico, cuando lo exijan los derechos fundamentales de la persona o la salvacion de las almas, utilizando todos y solos aquellos medios que sean conformes al Evangelio y al bien de todos segun la diversidad de tiempos y de situaciones.

Con su fiel adhesion al Evangelio y el ejercicio de su mision en el mundo, la Iglesia, cuya mision es fomentar y elevar todo cuanto de verdadero, de bueno y de bello hay en la comunidad humana, consolida la paz en la humanidad para gloria de Dios.

Gaudium et Spes 76




CAPITULO V


EL FOMENTO DE LA PAZ Y LA PROMOCION DE LA COMUNIDAD DE LOS PUEBLOS


Introduccion

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En estos ultimos anos, en los que aun perduran entre los hombres la afliccion y las angustias nacidas de la realidad o de la amenaza de una guerra, la universal familia humana ha llegado en su proceso de madurez a un momento de suprema crisis.

Unificada paulatinamente y ya mas consciente en todo lugar de su unidad, no puede llevar a cabo la tarea que tiene ante si, es decir, construir un mundo mas humano para todos los hombres en toda la extension de la tierra, sin que todos se conviertan con espiritu renovado a la verdad de la paz.

De aqui proviene que el mensaje evangélico, coincidente con los mas profundos anhelos y deseos del género humano, luzca en nuestros dias con nuevo resplandor al proclamar bienaventurados a los constructores de la paz, porque seran llamados hijos de Dios (
Mt 5,9).

Por esto el Concilio, al tratar de la nobilisima y auténtica nocion de la paz, después de condenar la crueldad de la guerra, pretende hacer un ardiente llamamiento a los cristianos para que con el auxilio de Cristo, autor de la paz, cooperen con todos los hombres a cimentar la paz en la justicia y el amor y a aportar los medios de la paz.


Naturaleza de la paz

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La paz no es la mera ausencia de la guerra, ni se reduce al solo equilibrio de las fuerzas adversarias, ni surge de una hegemonia despotica, sino que con toda exactitud y propiedad se llama obra de la justicia (
Is 32,7).

Es el fruto del orden plantado en la sociedad humana por su divino Fundador, y que los hombres, sedientos siempre de una mas perfecta justicia, han de llevar a cabo. El bien comun del género humano se rige primariamente por la ley eterna, pero en sus exigencias concretas, durante el transcurso del tiempo, esta cometido a continuos cambios; por eso la paz jamas es una cosa del todo hecha, sino un perpetuo quehacer.

Dada la fragilidad de la voluntad humana, herida por el pecado, el cuidado por la paz reclama de cada uno constante dominio de si mismo y vigilancia por parte de la autoridad legitima.

Esto, sin embargo, no basta. Esta paz en la tierra no se puede lograr si no se asegura el bien de las personas y la comunicacion espontanea entre los hombres de sus riquezas de orden intelectual y espiritual.

Es absolutamente necesario el firme proposito de respetar a los demas hombres y pueblos, asi como su dignidad, y el apasionado ejercicio de la fraternidad en orden a construir la paz. Asi, la paz es también fruto del amor, el cual sobrepasa todo lo que la justicia puede realizar.

La paz sobre la tierra, nacida del amor al projimo, es imagen y efecto de la paz de Cristo, que procede de Dios Padre. En efecto, el propio Hijo encarnado, Principe de la paz, ha reconciliado con Dios a todos los hombres por medio de su cruz, y, reconstituyendo en un solo pueblo y en un solo cuerpo la unidad del género humano, ha dado muerte al odio en su propia carne y, después del triunfo de su resurreccion, ha infundido el Espiritu de amor en el corazon de los hombres.

Por lo cual, se llama insistentemente la atencion de todos los cristianos para que, viviendo con sinceridad en la caridad (Ep 4,15), se unan con los hombres realmente pacificos para implorar y establecer la paz.

Movidos por el mismo Espiritu, no podemos dejar de alabar a aquellos que, renunciando a la violencia en la exigencia de sus derechos, recurren a los medios de defensa, que, por otra parte, estan al alcance incluso de los mas débiles, con tal que esto sea posible sin lesion de los derechos y obligaciones de otros o de la sociedad.

En la medida en que el hombre es pecador, amenaza y amenazara el peligro de guerra hasta el retorno de Cristo; pero en la medida en que los hombres, unidos por la caridad, triunfen del pecado, pueden también reportar la victoria sobre la violencia hasta la realizacion de aquella palabra: De sus espadas forjaran arados, y de sus lanzas hoces. Las naciones no levantaran ya mas la espada una contra otra y jamas se llevara a cabo la guerra (Is 2,4).


SECCION I.- Obligacion de evitar la guerra


Hay que frenar la crueldad de las guerras

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A pesar de que las guerras recientes han traido a nuestro mundo danos gravisimos materiales y morales, todavia a diario en algunas zonas del mundo la guerra continua sus devastaciones.

Es mas, al emplear en la guerra armas cientificas de todo género, su crueldad intrinseca amenaza llevar a los que luchan a tal barbarie, que supere, enormemente la de los tiempos pasados. La complejidad de la situacion actual y el laberinto de las relaciones internaciones permiten prolongar guerras disfrazadas con nuevos métodos insidiosos y subversivos. En muchos casos se admite como nuevo sistema de guerra el uso de los métodos del terrorismo.

Teniendo presente esta postracion de la humanidad el Concilio pretende recordar ante todo la vigencia permanente del derecho natural de gentes y de sus principios universales. La misma conciencia del género humano proclama con firmeza, cada vez mas, estos principios.

Los actos, pues, que se oponen deliberadamente a tales principios y las ordenes que mandan tales actos, son criminales y la obediencia ciega no puede excusar a quienes las acatan. Entre estos actos hay que enumerar ante todo aquellos con los que metodicamente se extermina a todo un pueblo, raza o minoria étnica: hay que condenar con energia tales actos como crimenes horrendos; se ha de encomiar, en cambio, al maximo la valentia de los que no temen oponerse abiertamente a los que ordenan semejantes cosas.

Existen sobre la guerra y sus problemas varios tratados internacionales, suscritos por muchas naciones, para que las operaciones militares y sus consecuencias sean menos inhumanas; tales son los que tratan del destino de los combatientes heridos o prisioneros y otros por el estilo.

Hay que cumplir estos tratados; es mas, estan obligados todos, especialmente las autoridades publicas y los técnicos en estas materias, a procurar cuanto puedan su perfeccionamiento, para que asi se consiga mejor y mas eficazmente atenuar la crueldad de las guerras.

También parece razonable que las leyes tengan en cuanta, con sentido humano, el caso de los que se niegan a tomar las armas por motivo de conciencia y aceptan al mismo tiempo servir a la comunidad humana de otra forma.

Desde luego, la guerra no ha sido desarraigada de la humanidad. Mientras exista el riesgo de guerra y falte una autoridad internacional competente y provista de medios eficaces, una vez agotados todos los recursos pacificos de la diplomacia, no se podra negar el derecho de legitima defensa a los gobiernos.

A los jefes de Estado y a cuantos participan en los cargos de gobierno les incumbe el deber de proteger la seguridad de los pueblos a ellos confiados, actuando con suma responsabilidad en asunto tan grave.

Pero una cosa es utilizar la fuerza militar para defenderse con justicia y otra muy distinta querer someter a otras naciones. La potencia bélica no legitima cualquier uso militar o politico de ella. Y una vez estallada lamentablemente la guerra, no por eso todo es licito entre los beligerantes.

Los que, al servicio de la patria, se hallan en el ejercicio, considérense instrumentos de la seguridad y libertad de los pueblos, pues desempenando bien esta funcion contribuyen realmente a estabilizar la paz.

La guerra total

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El horror y la maldad de la guerra se acrecientan inmensamente con el incremento de las armas cientificas. Con tales armas, las operaciones bélicas pueden producir destrucciones enormes e indiscriminadas, las cuales, por tanto, sobrepasan excesivamente los limites de la legitima defensa.

Es mas, si se empleasen a fondo estos medios, que ya se encuentran en los depositos de armas de las grandes naciones, sobrevendria la matanza casi plena y totalmente reciproca de parte a parte enemiga, sin tener en cuanta las mil devastaciones que parecerian en el mundo y los perniciosos efectos nacidos del uso de tales armas.

Todo esto nos obliga a examinar la guerra con mentalidad totalmente nueva. Sepan los hombres de hoy que habran de dar muy seria cuanta de sus acciones bélicas. Pues de sus determinaciones presentes dependera en gran parte el curso de los tiempos venideros.

Teniendo esto es cuenta, este Concilio, haciendo suyas las condenaciones de la guerra mundial expresadas por los ultimos Sumos Pontifices, declara:

Toda accion bélica que tienda indiscriminadamente a la destruccion de ciudades enteras o de extensas regiones junto con sus habitantes, es un crimen contra Dios y la humanidad que hay que condenar con firmeza y sin vacilaciones.

El riesgo caracteristico de la guerra contemporanea esta en que da ocasion a los que poseen las recientes armas cientificas para cometer tales delitos y con cierta inexorable conexion puede empujar las voluntades humanas a determinaciones verdaderamente horribles.

Para que esto jamas suceda en el futuro, los obispos de toda la tierra reunidos aqui piden con insistencia a todos, principalmente a los jefes de Estado y a los altos jefes del ejército, que consideren incesantemente tan gran responsabilidad ante Dios y ante toda la humanidad.

La carrera de armamentos

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Las armas cientificas no se acumulan exclusivamente para el tiempo de guerra. Puesto que la seguridad de la defensa se juzga que depende de la capacidad fulminante de rechazar al adversario, esta acumulacion de armas, que se agrava por anos, sirve de manera insolita para aterrar a posibles adversarios. Muchos la consideran como el mas eficaz de todos los medios para asentar firmemente la paz entre las naciones.

Sea lo que fuere de este sistema de disuasion, convénzanse los hombres de que la carrera de armamentos, a la que acuden tantas naciones, no es camino seguro para conservar firmemente la paz, y que el llamado equilibrio de que ella proviene no es la paz segura y auténtica.

De ahi que no solo no se eliminan las causas de conflicto, sino que mas bien se corre el riesgo de agravarlas poco a poco. Al gastar inmensas cantidades en tener siempre a punto nuevas armas, no se pueden remediar suficientemente tantas miserias del mundo entero.

En vez de restanar verdadera y radicalmente las disensiones entre las naciones, otras zonas del mundo quedan afectadas por ellas. Hay que elegir nuevas rutas que partan de una renovacion de la mentalidad para eliminar este escandalo y poder restablecer la verdadera paz, quedando el mundo liberado de la ansiedad que le oprime.

Por tanto, hay que declarar de nuevo: la carrera de armamentos es la plaga mas grave de la humanidad y perjudica a los pobres de manera intolerable. Hay que temer seriamente que, si perdura, engendre todos los estragos funestos cuyos medios ya prepara.

Advertidos de las calamidades que el género humano ha hecho posibles, empleemos la pausa de que gozamos, concedida de lo Alto, para, con mayor conciencia de la propia responsabilidad, encontrar caminos que solucionen nuestras diferencias de un modo mas digno del hombre.

La Providencia divina nos pide insistentemente que nos liberemos de la antigua esclavitud de la guerra. Si renunciaramos a este intento, no sabemos a donde nos llevara este mal camino por el que hemos entrado.

Prohibicion absoluta de la guerra.

La accion internacional para evitar la guerra

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Bien claro queda, por tanto, que debemos procurar con todas nuestras fuerzas preparar un época en que, por acuerdo de las naciones, pueda ser absolutamente prohibida cualquier guerra.

Esto requiere el establecimiento de una autoridad publica universal reconocida por todos, con poder eficaz para garantizar la seguridad, el cumplimiento de la justicia y el respeto de los derechos. Pero antes de que se pueda establecer tan deseada autoridad es necesario que las actuales asociaciones internacionales supremas se dediquen de lleno a estudiar los medios mas aptos para la seguridad comun.

La paz ha de nacer de la mutua confianza de los pueblos y no debe ser impuesta a las naciones por el terror de las armas; por ello, todos han de trabajar para que la carrera de armamentos cese finalmente, para que comience ya en realidad la reduccion de armamentos, no unilateral, sino simultanea, de mutuo acuerdo, con auténticas y eficaces garantias.

No hay que despreciar, entretanto, los intentos ya realizados y que aun se llevan a cabo para alejar el peligro de la guerra. Mas bien hay que ayudar la buena voluntad de muchisimos que, aun agobiados por las enormes preocupaciones de sus altos cargos, movidos por el gravisimo deber que les acucia, se esfuerzan, por eliminar la guerra, que aborrecen, aunque no pueden prescindir de la complejidad inevitable de las cosas.

Hay que pedir con insistencia a Dios que les dé fuerzas para perseverar en su intento y llevar a cabo con fortaleza esta tarea de sumo amor a los hombres, con la que se construye virilmente la paz. Lo cual hoy exige de ellos con toda certeza que amplien su mente mas alla de las fronteras de la propia nacion, renuncien al egoismo nacional ya a la ambicion de dominar a otras naciones, alimenten un profundo respeto por toda la humanidad, que corre ya, aunque tan laboriosamente, hacia su mayor unidad.

Acerca de los problemas de la paz y del desarme, los sondeos y conversaciones diligente e ininterrumpidamente celebrados y los congresos internacionales que han tratado de este asunto deben ser considerados como los primeros pasos para solventar temas tan espinosos y serios, y hay que promoverlos con mayor urgencia en el futuro para obtener resultados practicos.

Sin embargo, hay que evitar el confiarse solo en los conatos de unos pocos, sin preocuparse de la reforma en la propia mentalidad. Pues los que gobiernan a los pueblos, que son garantes del bien comun de la propia nacion y al mismo tiempo promotores del bien de todo el mundo, dependen enormemente de las opiniones y de los sentimientos de las multitudes.

Nada les aprovecha trabajar en la construccion de la paz mientras los sentimientos de hostilidad, de menos precio y de desconfianza, los odios raciales y las ideologias obstinadas, dividen a los hombres y los enfrentan entre si. Es de suma urgencia proceder a una renovacion en la educacion de la mentalidad y a una nueva orientacion en la opinion publica.

Los que se entregan a la tarea de la educacion, principalmente de la juventud, o forman la opinion publica, tengan como gravisima obligacion la preocupacion de formar las mentes de todos en nuevos sentimientos pacificos. Tenemos todos que cambiar nuestros corazones, con los ojos puestos en el orbe entero y en aquellos trabajos que toso juntos podemos llevar a cabo para que nuestra generacion mejore.

Que no nos engane una falsa esperanza. Pues, si no se establecen en el futuro tratados firmes y honestos sobre la paz universal una vez depuestos los odios y las enemistades, la humanidad, que ya esta en grave peligro, aun a pesar de su ciencia admirable, quiza sea arrastrada funestamente a aquella hora en la que no habra otra paz que la paz horrenda de la muerte.

Pero, mientras dice todo esto, la Iglesia de Cristo, colocada en medio de la ansiedad de hoy, no cesa de esperar firmemente. A nuestra época, una y otra vez, oportuna e importunamente, quiere proponer el mensaje apostolico: Este es el tiempo aceptable para que cambien los corazones, este es el dia de la salvacion.

SECCION 2.- Edificar la comunidad internacional


Causas y remedios de las discordias

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Para edificar la paz se requiere ante todo que se desarraigen las causas de discordia entre los hombres, que son las que alimentan las guerras. Entre esas causas deben desaparecer principalmente las injusticias. No pocas de éstas provienen de las excesivas desigualdades economicas y de la lentitud en la aplicacion de las soluciones necesarias.

Otras nacen del deseo de dominio y del desprecio por las personas, y, si ahondamos en los motivos mas profundos, brotan de la envidia, de la desconfianza, de la soberbia y demas pasiones egoistas. Como el hombre no puede soportar tantas deficiencias en el orden, éstas hacen que, aun sin haber guerras, el mundo esté plagado sin cesar de luchas y violencias entre los hombres.

Como, ademas, existen los mismos males en las relaciones internacionales, es totalmente necesario que, para vencer y prevenir semejantes males y para reprimir las violencias desenfrenadas, las instituciones internacionales cooperen y se coordinen mejor y mas firmemente y se estimule sin descanso la creacion de organismos que promuevan la paz.

La comunidad de las naciones y las instituciones internacionales

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Dados los lazos tan estrechos y recientes de mutua dependencia que hoy se dan entre todos los ciudadanos y entre todos los pueblos de la tierra, la busqueda certera y la realizacion eficaz del bien comun universal exigen que la comunidad de las naciones se dé a si misma un ordenamiento que responda a sus obligaciones actuales, teniendo particularmente en cuanta las numerosas regiones que se encuentran aun hoy en estado de miseria intolerable.

Para lograr estos fines, las instituciones de la comunidad internacional deben, cada una por su parte, proveer a las diversas necesidades de los hombres tanto en el campo de la vida social, alimentacion, higiene, educacion, trabajo, como en multiples circunstancias particulares que surgen aca y alla; por ejemplo, la necesidad general que las naciones en vias de desarrollo sienten de fomentar el progreso, de remediar en todo el mundo la triste situacion de los refugiados o ayudar a los emigrantes y a sus familias.

Las instituciones internacionales, mundiales o regionales ya existentes son beneméritas del género humano. SOn los primeros conatos de echar los cimientos internaciones de toda la comunidad humana para solucionar los gravisimos problemas de hoy, senaladamente para promover el progreso en todas partes y evitar la guerra en cualquiera de sus formar.

En todos estos campos, la Iglesia se goza del espiritu de auténtica fraternidad que actualmente florece entre los cristianos y los no cristianos, y que se esfuerza por intensificar continuamente los intentos de prestar ayuda para suprimir ingentes calamidades.

La cooperacion internacional en el orden economico

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La actual union del género humano exige que se establezca también una mayor cooperacion internacional en el orden economico. Pues la realidad es que, aunque casi todos los pueblos han alcanzado la independencia, distan mucho de verse libres de excesivas desigualdades y de toda suerte de inadmisibles dependencias, asi como de alejar de si el peligro de las dificultades internas.

El progreso de un pais depende de los medios humanos y financieros de que dispone. Los ciudadanos deben prepararse, pro medio de la educacion y de la formacion profesional, al ejercicio de las diversas funciones de la vida economica y social.

Para esto se requiere la colaboracion de expertos extranjeros que en su actuacion se comporten no como dominadores, sino como auxiliares y cooperadores. La ayuda material a los paises en vias de desarrollo no podra prestarse si no se operan profundos cambios en las estructuras actuales del comercio mundial.

Los paises desarrollados deberan prestar otros tipos de ayuda, en forma de donativos, préstamos o inversion de capitales; todo lo cual ha de hacerse con generosidad y sin ambicion por parte del que ayuda y con absoluta honradez por parte del que recibe tal ayuda.

Para establecer un auténtico orden economico universal hay que acabar con las pretensiones de lucro excesivo, las ambiciones nacionalistas, el afan de dominacion politica, los calculos de caracter militarista y las maquinaciones para difundir e imponer las ideologias.

Son muchos los sistemas economicos y sociales que hoy se proponen; es de desear que los expertos sepan encontrar en ellos los principios basicos comunes de un sano comercio mundial. Ello sera facil si todos y cada uno deponen sus prejuicios y se muestran dispuestos a un dialogo sincero.

Algunas normas oportunas

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Para esta cooperacion parecen oportunas las normas siguientes:

a) Los pueblos que estan en vias de desarrollo entiendan bien que han de buscar expresa y firmemente, como fin propio del progreso, la plena perfeccion humana de sus ciudadanos. Tengan presente que el progreso surge y se acrecienta principalmente por medio del trabajo y la preparacion de los propios pueblos, progreso que debe ser impulsado no solo con las ayudas exteriores, sino ante todo con el desenvolvimiento de las propias fuerzas y el cultivo de las dotes y tradiciones propias. En esta tarea deben sobresalir quienes ejercen mayor influjo sobre sus conciudadanos.

b) Por su parte, los pueblos ya desarrollados tienen la obligacion gravisima de ayudar a los paises en vias de desarrollo a cumplir tales cometidos. Por lo cual han de someterse a las reformas psicologicas y materiales que se requieren para crear esta cooperacion internacional.

Busquen asi, con sumo cuidado en las relaciones comerciales con los paises mas débiles y pobres, el bien de estos ultimos, porque tales pueblos necesitan para su propia sustentacion los beneficios que logran con la venta de sus mercancias.

c) Es deber de la comunidad internacional regular y estimular el desarrollo de forma que los bienes a este fin destinados sean invertidos con la mayor eficacia y equidad. Pertenece también a dicha comunidad, salvado el principio de la accion subsidiaria, ordenar las relaciones economicas en todo el mundo para que se ajusten a la justicia.

Fundense instituciones capaces de promover y de ordenar el comercio internacional, en particular con las naciones menos desarrolladas, y de compensar los desequilibrios que proceden de la excesiva desigualdad de poder entre las naciones.

Esta ordenacion, unida a otras ayudas de tipo técnico, cultural o monetario, debe ofrecer los recursos necesarios a los paises que caminan hacia el progreso, de forma que puedan lograr convenientemente el desarrollo de su propia economia.

d) En muchas ocasiones urge la necesidad de revisar las estructuras economicas y sociales; pero hay que prevenirse frente a soluciones técnicas poco ponderadas y sobre todo aquellas que ofrecen al hombre ventajas materiales, pero se oponen a la naturaleza y al perfeccionamiento espiritual del hombre.

Pues no solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios (
Mt 4,4). Cualquier parcela de la familia humana, tanto en si misma como en sus mejores tradiciones, lleva consigo algo del tesoro espiritual confiado por Dios a la humanidad, aunque muchos desconocen su origen.


Cooperacion internacional en lo tocante al crecimiento demografico

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Es sobremanera necesaria la cooperacion internacional en favor de aquellos pueblos que actualmente con harta frecuencia, aparte de otras muchas dificultades, se ven agobiados por la que proviene del rapido aumento de su poblacion. Urge la necesidad de que, por medio de una plena e intensa cooperacion de todos los paises, pero especialmente de los mas ricos, se halle el modo de disponer y de facilitar a toda la comunidad humana aquellos bienes que son necesarios para el sustento y para la conveniente educacion del hombre.

Son varios los paises que podrian mejorar mucho sus condiciones de vida si pasaran, dotados de la conveniente ensenanza, de métodos agricolas arcaicos al empleo de las nuevas técnicas, aplicandolas con la debida prudencia a sus condiciones particulares una vez que se haya establecido un mejor orden social y se haya distribuido mas equitativamente la propiedad de las tierras.

Los gobiernos respectivos tienen derechos y obligaciones, en lo que toca a los problemas de su propia poblacion, dentro de los limites de su especifica competencia. Tales son, por ejemplo, la legislacion social y la familiar, la emigracion del campo a la ciudad, la informacion sobre la situacion y necesidades del pais.

Como hoy la agitacion que en torno a este problema sucede a los espiritus es tan intensa, es de desear que los catolicos expertos en todas estas materias, particularmente en las universidades, continuen con intensidad los estudios comenzados y los desarrollen cada vez mas.

Dado que muchos afirman que el crecimiento de la poblacion mundial, o al menos el de algunos paises, debe frenarse por todos los medios y con cualquier tipo de intervencion de la autoridad publica, el Concilio exhorta a todos a que se prevenga frente a las soluciones, propuestas en privado o en publico y a veces impuestas, que contradicen a la moral.

Porque, conforme al inalienable derecho del hombre al matrimonio y a la procreacion, la decision sobre el numero de hijos depende del recto juicio de los padres, y de ningun modo puede someterse al criterio de la autoridad publica.

Y como el juicio de los padres requiere como presupuesto una conciencia rectamente formada, es de gran importancia que todos puedan cultivar una recta y auténticamente humana responsabilidad que tenga en cuanta la ley divina, consideradas las circunstancias de la realidad y de la época.

Pero esto exige que se mejoren en todas partes las condiciones pedagogicas y sociales y sobre todo que se dé una formacion religiosa o, al menos, una integra educacion moral. Dése al hombre también conocimiento sabiamente cierto de los progresos cientificos con el estudio de los métodos que pueden ayudar a los conyuges en la determinacion del numero de hijos, métodos cuya seguridad haya sido bien comprobada y cuya concordancia con el orden moral esté demostrada.

Mision de los cristianos en la cooperacion internacional

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Cooperen gustosamente y de corazon los cristianos en la edificacion del orden internacional con la observancia auténtica de las legitimas libertades y la amistosa fraternidad con todos, tanto mas cuanto que la mayor parte de la humanidad sufre todavia tan grandes necesidades, que con razon puede decirse que es el propio Cristo quien en los pobres levanta su voz para despertar la caridad de sus discipulos.

Que no sirva de escandalo a la humanidad el que algunos paises, generalmente los que tienen una poblacion cristiana sensiblemente mayoritaria, disfrutan de la opulencia, mientras otros se ven privados de lo necesario para la vida y viven atormentados por el hambre, las enfermedades y toda clase de miserias.

Es espiritu de pobreza y de caridad son gloria y testimonio de la Iglesia de Cristo.

Merecen, pues, alabanza y ayuda aquellos cristianos, en especial jovenes, que se ofrecen voluntariamente para auxiliar a los demas hombres y pueblos. Mas aun, es deber del Pueblo de Dios, y los primeros los Obispos, con su palabra y ejemplo, el socorrer, en la medida de sus fuerzas, las miserias de nuestro tiempo y hacerlo, como era ante costumbre en la Iglesia, no solo con los bienes superfluos, sino también con los necesarios.

El modo concreto de las colectas y de los repartos, sin que tenga que ser regulado de manera rigida y uniforme, ha de establecerse, sin embargo, de modo conveniente en los niveles diocesano, nacional y mundial, unida, siempre que parezca oportuno, la accion de los catolicos con la de los demas hermanos cristianos.

Porque el espiritu de caridad en modo alguno prohibe el ejercicio fecundo y organizado de la accion social caritativa, sino que lo impone obligatoriamente. Por eso es necesario que quienes quieren consagrarse al servicio de los pueblos en vias de desarrollo se formen en instituciones adecuadas.

Presencia eficaz de la Iglesia en la comunidad internacional

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La Iglesia, cuando predica, basada en su mision divina, el Evangelio a todos los hombres y ofrece los tesoros de la gracia, contribuye a la consolidacion de la paz en todas partes y al establecimiento de la base firme de la convivencia fraterna entre los hombres y los pueblos, esto es, el conocimiento de la ley divina y natural.

Es éste el motivo de la absolutamente necesaria presencia de la Iglesia en la comunidad de los pueblos para fomentar e incrementar la cooperacion de todos, y ello tanto por sus instituciones publicas como por la plena y sincera colaboracion de los cristianos, inspirada pura y exclusivamente por el deseo de servir a todos.

Este objetivo podra alcanzarse con mayor eficacia si los fieles, conscientes de su responsabilidad humana y cristiana, se esfuerzan por despertar en su ambito personal de vida la pronta voluntad de cooperar con la comunidad internacional. En esta materia préstese especial cuidado a la formacion de la juventud tanto en la educacion religiosa como en la civil.

Participacion del cristiano en las instituciones internacionales
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Forma excelente de la actividad internacional de los cristianos es, sin duda, la colaboracion que individual o colectivamente prestan en las instituciones fundadas o por fundar para fomentar la cooperacion entre las naciones.

A la creacion pacifica y fraterna de la comunidad de los pueblos pueden servir también de multiples maneras las varias asociaciones catolicas internacionales, que hay que consolidar aumentando el numero de sus miembros bien formados, los medios que necesitan y la adecuada coordinacion de energias.

La eficacia en la accion y la necesidad del dialogo piden en nuestra época iniciativas de equipo. Estas asociaciones contribuyen ademas no poco al desarrollo del sentido universal, sin duda muy apropiado para el catolico, y a la formacion de una conciencia de la genuina solidaridad y responsabilidad universales.

Es de desear, finalmente, que los catolicos, para ejercer como es debido su funcion en la comunidad internacional, procuren cooperar activa y positivamente con los hermanos separados que juntamente con ellos practican la caridad evangélica, y también con todos los hombres que tienen sed de auténtica paz.

El Concilio, considerando las inmensas calamidades que oprimen todavia a la mayoria de la humanidad, para fomentar en todas partes la obra de la justicia y el amor de Cristo a los pobres juzga muy oportuno que se cree un organismo universal de la Iglesia que tenga como funcion estimular a la comunidad catolica para promover el desarrollo a los paises pobres y la justicia social internacional.


CONCLUSION


Tarea de cada fiel y de las Iglesias particulares

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Todo lo que, extraido del tesoro doctrinal de la Iglesia, ha propuesto el Concilio, pretende ayudar a todos los hombres de nuestros dias, a los que creen en Dios y a los que no creen en El de forma explicita, a fin de que, con la mas clara percepcion de su entera vocacion, ajusten mejor el mundo a la superior dignidad del hombre, tiendan a una fraternidad universal mas profundamente arraigada y, bajo el impulso del amor, con esfuerzo generoso y unido, respondan a las urgentes exigencias de nuestra edad.

Ante la inmensa diversidad de situaciones y de formas culturales que existen hoy en el mundo, esta exposicion, en la mayoria de sus partes, presenta deliberadamente una forma genérica; mas aun, aunque reitera la doctrina recibida en la Iglesia, como mas de una vez trata de materias sometidas a incesante evolucion, debera ser continuada y aplicada en el futuro.

Confiamos, sin embargo, que muchas de las cosas que hemos dicho, apoyados en la palabra de Dios y en el espiritu del Evangelio, podran prestar a todos valiosa ayuda, sobre todo una vez que la adaptacion a cada pueblo y a cada mentalidad haya sido llevada a cabo por los cristianos bajo la direccion de los pastores.

El dialogo entre todos los hombres

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La Iglesia, en virtud de la mision que tiene de iluminar a todo el orbe con el mensaje evangélico y de reunir en un solo Espiritu a todos los hombres de cualquier nacion, raza o cultura, se convierte en senal de la fraternidad que permite y consolida el dialogo sincero.

Lo cual requiere, en primer lugar, que se promueva en el seno de la Iglesia la mutua estima, respeto y concordia, reconociendo todas las legitimas diversidades, para abrir, con fecundidad siempre creciente, el dialogo entre todos los que integran el unico Pueblo de Dios, tanto los pastores como los demas fieles.

Los lazos de union de los fieles son mucho mas fuertes que los motivos de division entre ellos. Haya unidad en lo necesario, libertad en lo dudoso, caridad en todo.

Nuestro espiritu abraza al mismo tiempo a los hermanos que todavia no viven unidos a nosotros en la plenitud de comunion y abraza también a sus comunidades. Con todos ellos nos sentimos unidos por la confesion del Padre y del Hijo y del Espiritu Santo y por el vinculo de la caridad, conscientes de que la unidad de los cristianos es objeto de esperanzas y de deseos hoy incluso por muchos que no creen en Cristo.

Los avances que esta unidad realice en la verdad y en la caridad bajo la poderosa virtud y la paz para el universo mundo. Por ello, con union de energias y en formas cada vez mas adecuadas para lograr hoy con eficacia este importante proposito, procuremos que, ajustandonos cada vez mas al Evangelio, cooperemos fraternalmente para servir a la familia humana, que esta llamada en Cristo Jesus a ser la familia de los hijos de Dios.

Nos dirigimos también por la misma razon a todos los que creen en Dios y conservan en el legado de sus tradiciones preciados elementos religiosos y humanos, deseando que el coloquio abierto nos mueva a todos a recibir fielmente los impulsos del Espiritu y a ejecutarlos con animo alacre.

El deseo de este coloquio, que se siente movido hacia la verdad por impulso exclusivo de la caridad, salvando siempre la necesaria prudencia, no excluye a nadie por parte nuestra, ni siquiera a los que cultivan los bienes esclarecidos del espiritu humano, pero no reconocen todavia al Autor de todos ellos.

Ni tampoco excluye a aquellos que se oponen a la Iglesia y la persiguen de varias maneras. Dios Padre es el principio y el fin de todos. Por ello, todos estamos llamados a ser hermanos. En consecuencia, con esta comun vocacion humana y divina, podemos y debemos cooperar, sin violencias, sin enganos, en verdadera paz, a la edificacion del mundo.

Gaudium et Spes 92



Edificacion del mundo y orientacion de éste a Dios

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Los cristianos recordando la palabra del Senor: En esto conoceran todos que sois mis discipulos, en el amor mutuo que os tengais (
Jn 13,35), no pueden tener otro anhelo mayor que el de servir con creciente generosidad y con suma eficacia a los hombres de hoy.

Por consiguiente, con la fiel adhesion al Evangelio y con el uso de las energias propias de éste, unidos a todos los que aman y practican la justicia, han tomado sobre si una tarea ingente que han de cumplir en la tierra, y de la cual deberan responder ante Aquel que juzgara a todos en el ultimo dia.

No todos los que dicen: "¡Senor, Senor!", entraran en el reino de los cielos, sino aquellos que hacen la voluntad del Padre y ponen manos a la obra.

Quiere el Padre que reconozcamos y amemos efectivamente a Cristo, nuestro hermano, en todos los hombres, con la palabra y con las obras, dando asi testimonio de la Verdad, y que comuniquemos con los demas el misterio del amor del Padre celestial.

Por esta via, en todo el mundo los hombres se sentiran despertados a una viva esperanza, que es don del Espiritu Santo, para que, por fin, llegada la hora, sean recibidos en la paz y en la suma bienaventuranza en la patria que brillara con la gloria del Senor.

Al que es poderoso para hacer que copiosamente abundemos mas de lo que pedimos o pensamos, en virtud del poder que actua en nosotros, a El sea la gloria en la Iglesia y en Cristo Jesus, en todas las generaciones, por los siglos de los siglos. Amén. (Ep 3,20-21).

Todas y cada una de las cosas que en esta Constitucion pastoral se incluyen han obtenido el beneplacito de los Padres del sacrosanto Concilio. Y Nos, en virtud de la autoridad apostolica a Nos confiada por Cristo, todo ello, juntamente con los venerables Padres, lo aprobamos en el Espiritu Santo, decretamos y establecemos, y ordenamos que se promulgue, para gloria de Dios, todo los aprobado conciliarmente.

Roma, en San Pedro, 7 de diciembre de 1965.

Yo, PABLO, Obispo de la Iglesia catolica