LIBROS HISTORICOS - PRIMERA DE SAMUEL

1Samuel 1-8 Samuel como juez 9-15 Saúl, el primer rey de Israel 16 David ungido como rey 17 David y Goliat 18-30 Saúl persigue a David 28,31 La derrota y muerte de Saúl.


1 Samuel (BPD) 1


PRIMER LIBRO DE SAMUEL

INFANCIA Y VOCACIÓN DE SAMUEL


La peregrinación de Elcaná al santuario de Silo

La súplica y el voto de Ana

12 Mientras ella prolongaba su oración delante del Señor, Elí miraba atentamente su boca. 13 Ana oraba en silencio; sólo se movían sus labios, pero no se oía su voz. Elí pensó que estaba ebria, 14 y le dijo: “¿Hasta cuándo te va a durar la borrachera? ¡Ve a que se te pase el efecto del vino!”. 15 Ana respondió: “No, mi señor; yo soy una mujer que sufre mucho. No he bebido vino ni nada que pueda embriagar; sólo me estaba desahogando delante del Señor. 16 No tomes a tu servidora por una mujer cualquiera; si he estado hablando hasta ahora, ha sido por el exceso de mi congoja y mi dolor”. 17“Vete en paz, le respondió Elí, y que el Dios de Israel te conceda lo que tanto le has pedido”. 18 Ana le dijo entonces: “¡Que tu servidora pueda gozar siempre de tu favor!”. Luego la mujer se fue por su camino, comió algo y cambió de semblante.

El nacimiento y la consagración de Samuel

El canto de Ana

Los abusos de los hijos de Elí

12 Los hijos de Elí eran unos canallas, que no reconocían al Señor 13 ni respetaban los deberes de los sacerdotes para con el pueblo. Cada vez que alguien ofrecía un sacrificio, venía el servidor del sacerdote con un tenedor de tres dientes en la mano, mientras se cocía la carne. 14 Entonces lo metía en la olla o el caldero, en la cacerola o el tazón, y todo lo que recogía el tenedor, se lo guardaba el sacerdote para él. Así hacían con todos los israelitas que iban a Silo. 15 Incluso antes que se quemara la grasa, venía el servidor del sacerdote y decía a la persona que ofrecía el sacrificio: “Dale al sacerdote carne para asar; él no aceptará de ti carne cocida, sino sólo cruda”. 16 Y si el hombre le decía: “Primero hay que quemar la grasa; después, llévate lo que quieras”, el servidor replicaba: “No, o me la das ahora mismo, o me la llevo por la fuerza”. 17 El pecado de esos ayudantes era muy grave delante del Señor, porque deshonraban las ofrendas del Señor.

Samuel en el Templo de Silo

Los reproches de Elí a sus hijos

Anuncio proféticocontra los descendientes de Elí

30 Por eso, el Señor, el Dios de Israel, pronuncia este oráculo: Yo había dicho que tu familia caminaría siempre en mi presencia. Pero ahora –oráculo del Señor– ¡lejos de mí todo eso! Porque yo honro a los que me honran, pero los que me desprecian son humillados. 31 Llegan los días en que amputaré tu brazo y el de la familia de tu padre, de manera que no habrá más ancianos en tu casa. 32 Tú verás un rival en la Morada; y aunque todo le vaya bien a Israel, nunca habrá ancianos en tu casa. 33 Sin embargo, mantendré a algunos de tus descendientes cerca de mi altar, para que se consuman tus ojos y se desgaste tu vida; pero todos los vástagos de tu casa morirán en la flor de la edad. 34 Y te servirá de señal lo que les sucederá a tus hijos Jofní y Pinjás: ambos morirán el mismo día.

La vocación de Samuel

El prestigio de Samuel como profeta

EL ARCA DE LA ALIANZA EN PODER DE LOS FILISTEOS


La derrota de Israelfrente a los filisteos
En aquellos días, los filisteos se reunieron para combatir contra Israel. Israel les salió al encuentro para el combate, y acamparon en Eben Ezer, mientras los filisteos acampaban en Afec. 2 Los filisteos se alinearon en orden de batalla frente a Israel, y se entabló un duro combate. Israel cayó derrotado delante de los filisteos, y unos cuatro mil hombres fueron muertos en el frente de batalla, en campo abierto. 3 Cuando el pueblo regresó al campamento, los ancianos de Israel dijeron: “¿Por qué el Señor nos ha derrotado hoy delante de los filisteos? Vayamos a buscar a Silo el Arca de la Alianza del Señor: que ella esté presente en medio de nosotros y nos salve de la mano de nuestros enemigos”. 4El pueblo envió unos hombres a Silo, y trajeron de allí el Arca de la Alianza del Señor de los ejércitos, que tiene su trono sobre los querubines. Jofní y Pinjás, los dos hijos de Elí, acompañaban el Arca.

Nueva derrota de los israelitasy captura del Arca

5 Cuando el Arca de la Alianza del Señor llegó al campamento, todos los israelitas lanzaron una gran ovación y tembló la tierra. 6 Los filisteos oyeron el estruendo de la ovación y dijeron: “¿Qué significa esa estruendosa ovación en el campamento de los hebreos?”. Al saber que el Arca del Señor había llegado al campamento, 7 los filisteos sintieron temor, porque decían: “Un dios ha llegado al campamento”. Y exclamaron: “¡Ay de nosotros, porque nada de esto había sucedido antes! 8 ¡Ay de nosotros! ¿Quién nos librará de este dios poderoso? Este es el dios que castigó a los egipcios con toda clase de plagas en el desierto. 9 ¡Tengan valor y sean hombres, filisteos, para no ser esclavizados por los hebreos, como ellos lo fueron por ustedes! ¡Sean hombres y luchen!”.

La muerte de Elí

12 Un hombre de Benjamín escapó del frente de batalla y llegó a Silo ese mismo día, con la ropa desgarrada y la cabeza cubierta de polvo. 13 Cuando llegó, Elí estaba sentado en una silla al borde del camino, a la expectativa, porque su corazón temblaba por el Arca de Dios. El hombre fue a dar la noticia por la ciudad, y toda la ciudad se puso a gritar. 14 Al oír el clamor, Elí preguntó: “¿Qué significa ese tumulto?”. Entonces el hombre fue rápidamente a comunicar la noticia a Elí. 15 Este tenía noventa y ocho años; había perdido la vista y no podía ver. 16 El hombre le dijo: “Vengo del frente de batalla; hoy mismo he escapado de allí”. Elí le preguntó: “¿Qué ha pasado, hijo mío?”. 17 El mensajero respondió: “Israel huyó delante de los filisteos, y el pueblo ha sufrido un gran desastre; han muerto tus hijos Jofní y Pinjás, y el Arca de Dios ha sido capturada”.18 Apenas el hombre mencionó el Arca de Dios, Elí cayó de su silla hacia atrás, al lado de la puerta; así se rompió la nunca y murió, porque era viejo y pesado. Había juzgado a Israel durante cuarenta años.

La muerte de la nuera de Elí

Los estragos causados por el Arca

9 Pero una vez que fue trasladada, la mano del Señor se hizo sentir sobre la ciudad y cundió un pánico terrible, porque el Señor hirió a la gente de la ciudad, del más pequeño al más grande, y les brotaron tumores. 10 Entonces enviaron el Arca de Dios a Ecrón. Pero apenas el Arca llegó a Ecrón, los ecronitas gritaron: “Han trasladado aquí el Arca del Dios de Israel, para hacerme morir a mí y a mi pueblo”. 11 Luego invitaron a reunirse a todos los príncipes de los filisteos, y estos decían: “Devuelvan el Arca del Dios de Israel; que regrese al lugar donde estaba, y no me haga morir a mí y a mi pueblo”. Porque reinaba un pánico mortal en toda la ciudad, tal era el peso con que se hacía sentir la mano del Señor. 12 A los que no morían les brotaban tumores, y el clamor de la ciudad subía hasta el cielo.

La devolución del Arca

6 1 El Arca del Señor permaneció siete meses en territorio filisteo. 2 Luego los filisteos convocaron a los sacerdotes y adivinos, y les preguntaron: “¿Qué haremos con el Arca del Señor? Indíquennos cómo podemos enviarla al lugar donde estaba”. 3 Ellos respondieron: “Si devuelven el Arca del Dios de Israel, no la envíen sin nada, sino que deberán ofrecerle una reparación. Si así logran curarse, sabrán por qué su mano no se apartaba de ustedes”. 4 “¿Qué reparación debemos ofrecerle?”, preguntaron los filisteos. Ellos respondieron: “Cinco tumores de oro y cinco ratones de oro, uno por cada uno de los príncipes filisteos. Porque la misma plaga la han padecido ustedes y ellos. 5Hagan unas imágenes de los tumores y de los ratones que devastan el país, y den gloria al Dios de Israel. Tal vez así su mano no pese tanto sobre ustedes, sobre sus dioses y sobre su país. 6 ¿Por qué se van a obstinar como lo hicieron Egipto y el Faraón? ¿No tuvieron acaso que dejarlos partir cuando el Señor se ensañó con ellos? 7 Hagan ahora mismo un carro nuevo y tomen dos vacas que estén criando y que no hayan llevado el yugo. Aten las vacas al carro, dejando a sus crías encerradas en el establo. 8Luego tomarán el Arca del Señor y la pondrán sobre el carro. Al lado de ella, en un cofre, colocarán los objetos de oro que le ofrecen en reparación. Después, la dejarán partir. 9Fíjense bien: si ella sube en dirección a su territorio, hacia Bet Semes, quiere decir que el Señor nos ha infligido esta gran calamidad; en caso contrario, sabremos que no fue su mano la que nos golpeó, sino que esto nos ha sucedido por casualidad”.

El Arca en Bet Semes

El Arca en Quiriat Iearím


La intercesión de Samuely la victoria sobre los filisteos

Samuel, Juez de Israel


LOS COMIENZOS DE LA MONARQUÍA: EL REINADO DE SAÚL


El pueblo pide un rey

El derecho del rey

10 Samuel comunicó todas las palabras del Señor al pueblo que le pedía un rey, 11diciendo: “Este será el derecho del rey que reinará sobre ustedes. Él tomará a los hijos de ustedes, los destinará a sus carros de guerra y a su caballería, y ellos correrán delante de su carro. 12 Los empleará como jefes de mil y de cincuenta hombres, y les hará cultivar sus campos, recoger sus cosechas, y fabricar sus armas de guerra y los arneses de sus carros. 13 Tomará a las hijas de ustedes como perfumistas, cocineras y panaderas. 14 Les quitará a ustedes los mejores campos, viñedos y olivares, para dárselos a sus servidores. 15 Exigirá el diezmo de los sembrados y las viñas, para entregarlo a sus eunucos y a sus servidores. 16 Les quitará sus mejores esclavos, sus bueyes y sus asnos, para emplearlos en sus propios trabajos. 17 Exigirá el diezmo de los rebaños, y ustedes mismos serán sus esclavos. 18 Entonces, ustedes clamarán a causa del rey que se han elegido, pero aquel día el Señor no les responderá”.

Saúl y las asnas de su padre

5 Cuando llegaron a la región de Suf, Saúl dijo al servidor que lo acompañaba: “Volvámonos, no sea que mi padre ya no piense más en las asnas y esté inquieto por nosotros”. 6 Pero el servidor le respondió: “En esta ciudad hay un hombre de Dios. Es un hombre muy respetado: todo lo que él dice sucede infaliblemente. Vamos allá; a lo mejor él nos indica el camino que debemos tomar”. 7 Saúl dijo a su servidor: “Vamos, ¿pero qué podemos llevarle a ese hombre? Ya no queda pan en nuestras alforjas, y tampoco tenemos un regalo para ofrecérselo al hombre de Dios. ¿Qué tenemos?”. 8 El servidor volvió a tomar la palabra, y respondió a Saúl: “Mira, aquí tengo un cuarto de siclo de plata; se lo daré al hombre de Dios, y él nos indicará el camino”. 10 Saúl dijo a su servidor: “Está bien, vamos”. Y se fueron a la ciudad donde estaba el hombre de Dios.

El encuentro de Saúl con Samuel

17 Cuando Samuel divisó a Saúl, el Señor le advirtió: “Este es el hombre de quien te dije que regirá a mi pueblo”. 18 Saúl se acercó a Samuel en medio de la puerta de la ciudad, y le dijo: “Por favor, indícame dónde está la casa del vidente”. 19 “El vidente soy yo, respondió Samuel a Saúl; sube delante de mí al lugar alto. Hoy ustedes comerán conmigo. Mañana temprano te dejaré partir y responderé a todo lo que te preocupa. 20Por las asnas que perdiste hace tres días, no te inquietes: ya las han encontrado. Además, ¿de quién va a ser todo lo que hay de valioso en Israel? ¿No será tuyo y de toda la casa de tu padre?”. 21 Saúl respondió: “¿No soy un benjaminita, de la más pequeña entre las tribus de Israel? Y mi clan, ¿no es el menor entre todos los clanes de Benjamín? ¿Por qué me hablas así?”.

La unción de Saúl como rey

Luego lo besó y dijo: “¡El Señor te ha ungido como jefe de su herencia! 2 Hoy mismo, cuando te hayas alejado de mí, encontrarás a dos hombres cerca de la tumba de Raquel, en territorio de Benjamín, en Selsáj. Ellos te dirán: ‘Han hallado las asnas que habías ido a buscar. Ahora tu padre ya no piensa más en ese asunto, y está inquieto por ustedes, diciendo: ¿Qué puedo hacer por mi hijo?’. 3 Más adelante, cuando llegues a la Encina de Tabor, te encontrarás con tres hombres que suben a dar culto a Dios en Betel, llevando uno tres cabritos, otro tres hogazas de pan y otro un odre de vino. 4Ellos te saludarán y te darán dos panes, y tú los aceptarás. 5 Después llegarás a Guibeá de Dios, donde está la guarnición filistea. Apenas entres en la ciudad, tropezarás con un grupo de profetas que bajan del lugar alto, precedidos de arpas, tamborines, flautas y cítaras, en estado de trance profético. 6 Entonces te invadirá el espíritu del Señor; entrarás en trance con ellos y serás cambiado en otro hombre. 7 Cuando te hayan sucedido todas estas señales, haz todo lo que sea conveniente, porque Dios está contigo. 8 Tú bajarás a Guilgal antes que yo, y yo bajaré a unirme contigo para ofrecer holocaustos y sacrificios de comunión. Espera siete días hasta que yo llegue y te comunique lo que debes hacer”.

El regreso de Saúl

Saúl designado y aclamado rey

17 Samuel convocó a todo el pueblo delante del Señor en Mispá, 18 y dijo a los israelitas: “Así habla el Señor, el Dios de Israel: Yo hice subir a Israel de Egipto, y los libré a ustedes de la mano de los egipcios y de la mano de todos los reinos que los oprimían. 19 Pero ustedes han rechazado hoy a su Dios, a él, que los libra de todos sus males y angustias, y le han dicho: ‘¡No! ¡Tú nos darás un rey!’. Por eso preséntense ahora delante del Señor por tribus y por clanes”. 20 Samuel hizo que se acercaran todas las tribus de Israel, y la suerte cayó sobre la tribu de Benjamín. 21 Luego hizo que se acercara la tribu de Benjamín por clanes, y la suerte cayó sobre el clan de Matrí. Después hizo que se acercara el clan de Matrí, hombre por hombre, y la suerte cayó sobre Saúl, hijo de Quis. Pero lo buscaron y no lo encontraron.

Victoria de Saúl sobre los amonitas

5 En ese momento, Saúl volvía del campo detrás de sus bueyes, y preguntó: “¿Qué le pasa al pueblo para llorar así?”. Entonces le contaron lo que habían dicho los hombres de Iabés. 6 El espíritu de Dios irrumpió sobre Saúl cuando este oyó esas palabras, y una violenta ira se apoderó de él. 7 Tomó una yunta de bueyes, los despedazó y envió los pedazos por todo el territorio de Israel, con este mensaje: “Así serán tratados los bueyes del que no salga a combatir detrás de Saúl”. El terror del Señor invadió al pueblo, y todos se pusieron en marcha como un solo hombre. 8 Saúl les pasó revista en Bézec: eran trescientos mil israelitas y treinta mil hombres de Judá. 9 Luego dijo a los mensajeros que habían venido: “Así hablarán a los hombres de Iabés en Galaad: ‘Mañana, a la hora en que más calienta el sol, serán socorridos’”. Los mensajeros llevaron la noticia a los hombres de Iabés, y estos se llenaron de alegría.

Saúl reconocido por todo el pueblo

El discurso de despedida de Samuel

12 1 Samuel dijo a todo Israel: “Yo les hice caso en todo lo que me dijeron y les he dado un rey. 2 Ahora, ahí tienen al rey que marcha al frente de ustedes. En cuanto a mí, ya estoy viejo y lleno de canas, y ahí están mis hijos, como unos más entre ustedes. Yo estuve al frente de ustedes desde mi juventud hasta el día de hoy. 3 ¡Aquí me tienen! Declaren contra mí delante del Señor y delante de su ungido: ¿A quién le he quitado un buey? ¿A quién le he quitado un asno? ¿A quién lo he oprimido o perjudicado? ¿Por quién me he dejado sobornar para cerrar los ojos? Díganlo, y yo les restituiré”. 4 Ellos respondieron: “Nunca nos has oprimido ni perjudicado, ni has aceptado nada de nadie”.5 Él les dijo: “El Señor es testigo contra ustedes, y también su ungido es testigo en este día, de que nunca me han sorprendido con nada en la mano”. Ellos le dijeron: “¡Sí, es testigo!”.
6 Samuel dijo al pueblo: “Es testigo el Señor, que suscitó a Moisés y a Aarón, e hizo subir de Egipto a los padres de ustedes. 7 Ahora, preséntense para que entable un juicio con ustedes delante del Señor, evocando los actos de justicia que el Señor hizo en favor de ustedes y de sus padres. 8 Después que Jacob llegó a Egipto, los egipcios los avasallaron, y los padres de ustedes clamaron al Señor. El Señor envió entonces a Moisés y a Aarón, que hicieron salir a sus padres de Egipto y los establecieron en este lugar. 9 Pero ellos olvidaron al Señor, su Dios, y él los entregó en manos de Sísara, el jefe del ejército de Jasor, y en manos de los filisteos y del rey de Moab, que les hicieron la guerra. 10 Ellos clamaron al Señor, diciendo: ‘Hemos pecado, porque abandonamos al Señor y servimos a los Baales y a las Astartés. ¡Líbranos ahora de las manos de nuestros enemigos, y te serviremos!’. 11 El Señor envió entonces a Ierubaal, a Bedán, a Jefté y a Samuel; así los libró de sus enemigos de alrededor, y ustedes vivieron seguros.12 Pero cuando vieron que los atacaba Najás, el rey de los amonitas, ustedes me dijeron: ‘¡No! ¡Que reine un rey sobre nosotros!’, siendo así que tienen como rey al Señor, su Dios. 13 Ahora, ahí está el rey que se han elegido y que han pedido: ya ven que el Señor les ha dado un rey. 14 Si ustedes temen al Señor y lo sirven, si escuchan su voz y no se muestran rebeldes a las órdenes del Señor, si ustedes mismos y el rey que reina sobre ustedes siguen al Señor, todo irá bien. 15 Pero si no escuchan la voz del Señor, y si son rebeldes a sus órdenes, la mano del Señor se hará sentir sobre ustedes y sobre su rey.

La rebelión contra los filisteos

La ruptura de Samuel con Saúl

10 Apenas terminó de ofrecer el holocausto, llegó Samuel, y Saúl salió a su encuentro para saludarlo. 11 Pero Samuel le dijo: “¿Qué has hecho?”. Saúl respondió: “Como vi que el pueblo se me desbandaba, que tú no llegabas en el plazo fijado y que los filisteos estaban reunidos en Micmás, 12 pensé: ‘Ahora los filisteos bajarán a atacarme en Guilgal, y yo no he aplacado el rostro del Señor’. Así que me vi obligado a ofrecer el holocausto”. 13 Entonces Samuel replicó a Saúl: “¡Has obrado neciamente! Si hubieras observado el mandamiento que te dio el Señor, tu Dios, él habría afianzado para siempre tu reinado sobre Israel. 14 Pero ahora tu reino no subsistirá. El Señor se ha buscado un hombre según su corazón y lo ha constituido jefe de su pueblo, porque tú no has observado lo que el Señor te mandó”. 15 En seguida, Samuel partió de Guilgal.

Los preparativos para la guerra

La hazaña de Jonatán

4 En uno de los desfiladeros por los que Jonatán trataba de abrirse paso hasta la guarnición de los filisteos, hay dos grandes peñascos, uno a cada lado; el primero se llama Bosés y el otro Sené. 5 Uno de esos peñascos se alza hacia el norte, frente a Micmás, y el otro hacia el sur, frente a Gueba. 6 Jonatán dijo a su escudero: “Vamos a cruzarnos a la guarnición de esos incircuncisos. Pueda ser que el Señor intervenga a favor nuestro, ya que nada le impide dar la victoria, sea con muchos o con pocos”. 7 Su escudero le respondió: “Actúa como mejor te parezca; puedes contar conmigo para lo que quieras”. 8 Jonatán añadió: “Avanzaremos hasta donde están esos hombres y dejaremos que nos descubran. 9 Si nos dicen: ‘¡Alto ahí, hasta que los alcancemos!’, nos quedaremos en nuestro puesto, sin subir adonde están ellos. 10 Pero si nos dicen: ‘¡Suban!’, entonces subiremos, porque el Señor los entrega en nuestras manos. Esta será la contraseña”.

La derrota de los filisteos

16 Los centinelas de Saúl, en Guibeá de Benjamín, vieron cómo la multitud se agitaba y corría de aquí para allá. 17 Entonces Saúl dijo a la tropa que estaba con él: “Pasen revista, a ver si falta alguno de los nuestros”. Pasaron revista, y faltaban Jonatán y su escudero. 18 Saúl dijo a Ajías: “Trae aquí el efod”. Porque, en ese tiempo, era él quien llevaba el efod delante de Israel. 19 Mientras Saúl le hablaba al sacerdote, el tumulto crecía cada vez más en el campamento de los filisteos. Saúl dijo al sacerdote: “Retira tu mano”. 20 Luego Saúl y toda la tropa que lo acompañaba se reunieron y avanzaron hacia el lugar del combate: allí los filisteos habían desenvainado la espada unos contra otros, y la confusión era total. 21 Los hebreos que antes habían estado al servicio de los filisteos, y que habían subido con ellos al campamento, también se plegaron a los israelitas que estaban con Saúl y Jonatán. 22 Y todos los hombres de Israel que estaban escondidos en la montaña de Efraím, al enterarse de la huida de los filisteos, se pusieron igualmente a perseguirlos. 23 Aquel día, el Señor dio la victoria a Israel, y el combate se extendió hasta más allá de Bet Aven.

El juramento de Saúly la reacción de Jonatán

24 Los israelitas estaban exhaustos aquel día, porque Saúl había pronunciado sobre el pueblo esta imprecación: “Maldito el hombre que coma algo hasta la tarde, antes que me haya vengado de mis enemigos”. Y nadie comió un solo bocado. 25 Así la gente llegó a un bosque donde había miel en el suelo. 26 Al entrar en el bosque, vieron que allí corría la miel, pero nadie se atrevió a probarla por temor al juramento. 27 Sin embargo, Jonatán no había oído cuando su padre imponía al pueblo el juramento. Por eso, alargó el bastón que tenía en la mano, hundió la punta en la miel y se la llevó a la boca. Entonces se le iluminó la mirada. 28 Pero uno de la tropa intervino, diciendo: “Tu padre ha impuesto al pueblo este juramento solemne: ‘Maldito el hombre que coma algo hoy’, y eso que la gente está agotada”. 29 Jonatán replicó: “Mi padre ha traído la desgracia al país. ¡Miren cómo se han iluminado mis ojos con sólo probar un poco de esta miel! 30 Si hoy la tropa hubiera comido del botín arrebatado al enemigo, ¡cuánto mayor habría sido la derrota de los filisteos!”.

La transgresión de un precepto ritual

31 Aquel día, ellos derrotaron a los filisteos desde Micmás hasta Aialón, y el pueblo quedó completamente agotado. 32 La tropa se lanzó sobre el botín y tomó ovejas, bueyes y terneros; los degollaron sobre el suelo, y el pueblo los comió con la sangre. 33Entonces le avisaron a Saúl: “El pueblo está pecando contra el Señor, porque come carne con sangre”. Él replicó: “¡Ustedes son unos traidores! Hagan rodar hasta aquí, ahora mismo, una piedra bien grande”. 34 Luego añadió: “Dispérsense entre el pueblo y díganle que me traiga cada uno su buey o su oveja. Degüéllenlos aquí y coman; pero no pequen contra el Señor comiendo carne con sangre”. Esa noche, cada uno llevó el buey que tenía a mano y lo degollaron en aquel lugar. 35 Saúl edificó un altar al Señor, y ese fue el primer altar erigido por él.

Jonatán salvado por el pueblo

41 Saúl dijo al Señor: “Dios de Israel, danos una respuesta exacta”. La suerte cayó sobre Saúl y Jonatán, mientras que el pueblo quedó libre. 42 “Ahora, añadió Saúl, echen la suerte entre mi hijo Jonatán y yo”. Y la suerte cayó sobre Jonatán. 43 Saúl dijo a Jonatán: “Cuéntame lo que has hecho”. Él le respondió: “Simplemente, he probado un poco de miel con la punta del bastón que tenía en la mano. Aquí estoy dispuesto a morir”. 44 Saúl dijo: “¡Que Dios me castigue, si tú no mueres, Jonatán!”. 45 Pero el pueblo replicó a Saúl: “¡Cómo va a morir Jonatán, que ha obtenido esta gran victoria en Israel! ¡De ninguna manera! ¡Por la vida del Señor, no caerá por tierra ni un solo cabello de su cabeza, porque él ha actuado hoy con la ayuda de Dios!”. Así el pueblo libró a Jonatán, y él no murió.

Vista de conjuntosobre el reinado de Saúl

La guerra contra Amalec

La desobediencia de Saúl

Saúl rechazado definitivamentepor el Señor

16 Entonces Samuel dijo a Saúl: “¡Basta! Voy a anunciarte lo que el Señor me dijo anoche”. “Habla”, replicó él. 17 Samuel añadió: “Aunque tú mismo te consideres poca cosa, ¿no estás al frente de las tribus de Israel? El Señor te ha ungido rey de Israel. 18Él te mandó hacer una expedición y te dijo: Ve y consagra al exterminio a esos pecadores, los amalecitas; combátelos hasta acabar con ellos. 19 ¿Por qué entonces no has escuchado la voz del Señor? ¿Por qué te has lanzado sobre el botín y has hecho lo malo a los ojos del Señor?”. 20 Saúl le replicó: “¡Yo escuché la voz del Señor! Hice la expedición que él me había encomendado; traje a Agag, rey de Amalec, consagré al exterminio a los amalecitas, 21 y el pueblo tomó del botín ovejas y vacas, lo mejor de lo destinado al exterminio, para ofrecer sacrificios al Señor, tu Dios, en Guilgal”. 22 Samuel respondió:

Muerte de Agag y partida de Samuel


PREEMINENCIA DE DAVID Y DECADENCIA DE SAÚL


La unción de David

David al servicio de Saúl

Goliat, el gigante filisteo

David en el frente de batalla

26 David preguntó a los hombres que estaban con él: “¿Qué le harán al hombre que derrote a ese filisteo y ponga a salvo el honor de Israel? Porque ¿quién es ese filisteo incircunciso para desafiar a las huestes del Dios viviente?”. 27 La gente le repitió lo mismo: “Al que lo derrote le harán tal y tal cosa”. 28 Pero Eliab, su hermano mayor, al oírlo hablar así con esos hombres, se irritó contra él y exclamó: “¿Para qué has bajado aquí? ¿Y con quién has dejado esas pocas ovejas en el desierto? Ya sé que eres un atrevido y un mal intencionado: ¡tú has bajado para ver la batalla!”. 29 David replicó: “Pero ¿qué he hecho? ¿O ni siquiera se puede hablar?”. 30 En seguida se apartó de él y, dirigiéndose a otro, le hizo la misma pregunta. Y la gente le respondió lo mismo que antes.
31 Los que habían oído las palabras que dijo David se las comunicaron a Saúl, y este lo mandó llamar. 32 David dijo a Saúl: “No hay que desanimarse a causa de ese; tu servidor irá a luchar contra el filisteo”. 33 Pero Saúl respondió a David: “Tú no puedes batirte con ese filisteo, porque no eres más que un muchacho, y él es un hombre de guerra desde su juventud”. 34 David dijo a Saúl: “Tu servidor apacienta el rebaño de su padre, y siempre que viene un león o un oso y se lleva una oveja del rebaño, 35 yo lo persigo, lo golpeo y se la arranco de la boca; y si él me ataca, yo lo agarro por la quijada y lo mato a golpes. 36 Así he matado leones y osos, y ese filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque ha desafiado a las huestes del Dios viviente”. 37 Y David añadió: “El Señor, que me ha librado de las garras del león y del oso, también me librará de la mano de ese filisteo”. Entonces Saúl dijo a David: “Ve, y que el Señor esté contigo”.

El combate de David con Goliat

41 El filisteo se fue acercando poco a poco a David, precedido de su escudero. 42 Y al fijar sus ojos en David, el filisteo lo despreció, porque vio que era apenas un muchacho, de tez clara y de buena presencia. 43 Entonces dijo a David: “¿Soy yo un perro para que vengas a mí armado de palos?”. Y maldijo a David invocando a sus dioses. 44 Luego le dijo: “Ven aquí, y daré tu carne a los pájaros del cielo y a los animales del campo”. 45David replicó al filisteo: “Tú avanzas contra mí armado de espada, lanza y jabalina, pero yo voy hacia ti en el nombre del Señor de los ejércitos, el Dios de las huestes de Israel, a quien tú has desafiado. 46 Hoy mismo el Señor te entregará en mis manos; yo te derrotaré, te cortaré la cabeza, y daré tu cadáver y los cadáveres del ejército filisteo a los pájaros del cielo y a los animales del campo. Así toda la tierra sabrá que hay un Dios para Israel. 47 Y toda esta asamblea reconocerá que el Señor da la victoria sin espada ni lanza. Porque esta es una guerra del Señor, y él los entregará en nuestras manos”.

La presentación de David a Saúl

La amistad de Jonatán con David

Los celos de Saúl contra David

10 Al día siguiente, un mal espíritu que venía de Dios se apoderó de Saúl, y él se puso a delirar en medio de su casa. David tocaba su instrumento como los otros días, y Saúl tenía su lanza en la mano. 11 De pronto, Saúl empuñó la lanza, pensando: “Voy a clavar a David contra la pared”. Pero David esquivó el golpe una y otra vez. 12 Entonces Saúl  le tuvo miedo, porque el Señor estaba con David y, en cambio, se había retirado de él.13 Por eso lo apartó de su lado, constituyéndolo jefe de un millar de hombres. Así David iba y venía al frente de las tropas. 14 El éxito lo acompañaba en todas sus empresas y el Señor estaba con él. 15 Al ver que todo le salía bien, Saúl le tuvo miedo, 16 pero todos en Israel y en Judá amaban a David, porque él iba y venía al frente de ellos.

Los planes de Saúlpara deshacerse de David

20 Mientras tanto, Mical, la otra hija de Saúl, se había enamorado de David. Cuando se lo contaron a Saúl, este recibió con agrado la noticia, 21 porque pensó: “Se la daré para tenerlo atrapado, y así caerá en manos de los filisteos”. Entonces Saúl dijo a David por segunda vez: “Hoy vas a ser mi yerno”. 22 Además, dio esta orden a sus servidores: “Díganle a David confidencialmente: ‘El rey te aprecia y todos sus servidores te quieren; ahora es el momento de convertirte en yerno del rey’”. 23 Los servidores del rey repitieron estas palabras a David, pero él les respondió: “¿Les parece poca cosa ser yerno del rey? Yo soy un hombre pobre y de condición humilde”. 24 Cuando los servidores informaron a Saúl de lo que había dicho David, 25 Saúl les dijo: “Háblenle así a David: ‘Como único precio a cambio de su hija, el rey quiere cien prepucios de filisteos, para vengarse de sus enemigos’”. De esta manera, Saúl pensaba lograr que David cayera en manos de los filisteos.

El matrimonio de David con la hija de Saúl

La intervención de Jonatánen favor de David

Nuevo atentado de Saúl contra David

David salvado por su esposa Mical

Saúl y David con el profeta Samuel

El encuentro de David con Jonatán

4 Jonatán dijo a David: “Estoy dispuesto a hacer por ti lo que tú me digas”. 5 David le respondió: “Mañana es la luna nueva, y tendré que compartir la mesa con tu padre. Tu me dejarás partir, y yo me ocultaré al descampado hasta pasado mañana por la tarde. 6Si tu padre nota mi ausencia, tú le dirás: ‘David me insistió para que lo dejara ir de una corrida hasta Belén, su ciudad, porque allí se celebra el sacrificio anual de toda la familia’. 7 Si él dice: ‘Está bien’, tu servidor podrá sentirse tranquilo. Pero si se pone furioso, sabrás que él ha decidido mi ruina. 8 Sé leal con tu servidor, ya que le has hecho contraer contigo un pacto en nombre del Señor. Si en algo he faltado, mátame tú mismo. ¿Para qué me harás comparecer ante tu padre?”. 9 “¡Ni lo pienses!, le dijo Jonatán. Si supiera realmente que mi padre está decidido a infligirte algún mal, seguro que te lo comunicaría”. 10 David le preguntó: “¿Quién me avisará si tu padre te responde duramente?”. 11 Jonatán dijo a David: “Vamos al campo”. Y los dos salieron al campo.

El pacto de David con Jonatán

12 Jonatán dijo a David: “¡El Señor, el Dios de Israel, es testigo! Mañana o pasado mañana, a esta misma hora, trataré de averiguar las intenciones de mi padre. Si todo marcha bien para ti y no te mando a nadie que te avise, 13 ¡que el Señor me castigue una y otra vez! Y en caso de que mi padre quiera hacerte algún mal, te avisaré también y te dejaré partir. Así podrás irte en paz, y que el Señor esté contigo como lo estuvo con mi padre. 14 Si entonces vivo todavía, tú me demostrarás la fidelidad que el Señor exige. Y si estoy muerto, 15 seguirás siendo leal con mi casa para siempre, aun cuando el Señor haya extirpado de la superficie del suelo a cada uno de los enemigos de David”.16 Y Jonatán concluyó un pacto con la casa de David, en estos términos: “Que el Señor pida cuenta de esto a los enemigos de David”. 17 Jonatán hizo prestar otra vez juramento a David, a causa del amor que le tenía, porque lo quería como a sí mismo.

La intervención de Jonatánen favor de David

18 Jonatán dijo a David: “Mañana es la luna nueva. Se advertirá tu ausencia, porque notarán que tu puesto está vacío, 19 y lo mismo sucederá pasado mañana. Por eso, desciende bien abajo, al lugar donde estuviste escondido la otra vez, y quédate junto a aquel montón de piedras. 20 Yo, por mi parte, lanzaré tres flechas en esa dirección, como quien tira al blanco. 21 Luego mandaré al servidor a buscar la flecha. Si yo le digo: ‘La tienes más acá, recógela’, entonces ven; puedes estar tranquilo y no hay ningún inconveniente, ¡por la vida del Señor! 22 Pero si yo digo al muchacho: ‘La tienes más allá’, entonces vete, porque el Señor quiere que te vayas. 23 En cuanto a la palabra que nos hemos dado mutuamente, el Señor está entre tú y yo para siempre”.
24 David se escondió en el descampado. Al llegar la luna nueva, el rey se sentó a la mesa para comer. 25 Como lo hacía habitualmente, ocupó su asiento contra la pared, Jonatán se puso enfrente y Abner se sentó al lado de Saúl; pero el puesto de David quedó vacío. 26 Ese día Saúl no dijo nada, porque pensó: “Debe ser una casualidad; seguramente no se ha purificado y se encuentra en estado de impureza”. 27 Pero al día siguiente de la luna nueva, el segundo día, el puesto de David aún estaba vacío. Saúl dijo a su hijo Jonatán: “¿Por qué el hijo de Jesé no ha venido al banquete ni ayer ni hoy?”. 28 Jonatán respondió a Saúl: “David me insistió para que lo dejara ir hasta Belén.29 ‘Por favor, me dijo, déjame partir, porque se celebra el sacrificio familiar en la ciudad y mi propio hermano me ha ordenado que vaya. Ahora, si quieres hacerme un favor, iré de una escapada a ver a mis hermanos’. Por eso él no ha venido a la mesa del rey”.

La despedida de David y Jonatán


David en el santuario de Nob

David entre los filisteos de Gat

David al frente de una banda

La masacre de los sacerdotes de Nob

11 El rey mandó llamar al sacerdote Ajimélec, hijo de Ajitub, y a toda su casa paterna, los sacerdotes de Nob. Todos ellos comparecieron ante el rey, 12 y Saúl dijo: “¡Escucha bien, hijo de Ajitub!”. “A tus órdenes, rey”, respondió él. 13 Saúl añadió: “¿Por qué han conspirado contra mí, tú y el hijo de Jesé? Tú le has dado pan y una espada, y has consultado a Dios por él, para que se subleve contra mí y me tienda asechanzas, como sucede en el día de hoy”. 14 Ajimélec respondió al rey: “¿Hay entre todos tus servidores alguien tan de confianza como David? Él es yerno del rey, es jefe de tu guardia personal y todos lo honran en tu casa. 15 ¿O acaso es esta la primera vez que consulto a Dios por él? ¡No, lejos de mí! Que el rey no levante ningún cargo contra su servidor ni contra toda su casa paterna, porque tu servidor no sabía absolutamente nada de este asunto”. 16 Pero el rey replicó: “¡Morirás sin remedio, Ajimélec, tú y toda tu casa paterna!”.

La huida de Abiataral campamento de David

David en Queilá

9 Al saber que Saúl tramaba su ruina, David ordenó al sacerdote Abiatar: “Presenta el efod”. 10 Luego dijo: “Señor, Dios de Israel, tu servidor ha oído que Saúl intenta venir a Queilá, para destruir la ciudad por causa mía. 11 ¿Es verdad que Saúl bajará, como tu servidor ha oído decir? Señor, Dios de Israel, dígnate comunicárselo a tu servidor”. El Señor respondió: “Sí, él bajará”. 12 David continuó diciendo: “Y los señores de Queilá, ¿me entregarán a mí y a mis hombres en manos de Saúl?”. “Sí, respondió el Señor; ellos te entregarán”. 13 David partió con sus hombres, que eran unos seiscientos; salieron de Queilá y anduvieron a la ventura. Y cuando informaron a Saúl que David había escapado de Queilá, él desistió de su expedición.

El encuentro de David y Jonatánen el desierto de Judá

David traicionado por la gente de Zif

24 Ellos se dirigieron hacia Zif, precediendo a Saúl. Mientras tanto, David y sus hombres estaban en el desierto de Maón, en la depresión al sur de la estepa. 25 Saúl y sus hombres salieron a buscarlo; pero alguien avisó a David, y él bajó a la Roca que está en el desierto de Maón. Saúl se enteró y se lanzó en persecución de David por el desierto de Maón. 26 Saúl iba por un lado de la montaña, y David con sus hombres por el lado opuesto. David apresuró la marcha para escapar de Saúl. Y cuando Saúl y sus hombres estaban a punto de cercar a David y a los suyos para capturarlos, 27 un mensajero fue a decir a Saúl: “Ven en seguida, porque los filisteos están incursionando por el país”. 28Saúl dejó entonces de perseguir a David y partió al encuentro de los filisteos. Por eso aquel lugar fue llamado “Roca de las Separaciones”.

Saúl perdonado por David

24 1 David subió de allí y se estableció en los sitios bien protegidos de Engadí. 2Cuando Saúl volvió de perseguir a los filisteos, le dieron esta noticia: “David está en el desierto de Engadí”. 3 Entonces reunió a tres mil hombres seleccionados entre todo Israel y partió en busca de David y sus hombres, hacia las Peñas de las Cabras salvajes.4 Al llegar a los corrales de ovejas que están junto al camino, donde había una cueva, Saúl entró a hacer sus necesidades. En el fondo de la cueva, estaban sentados David y sus hombres. 5 Ellos le dijeron: “Este es el día en que el Señor te dice: ‘Yo pongo a tu enemigo en tus manos; tú lo tratarás como mejor te parezca’”. Entonces David se levantó y cortó sigilosamente el borde del manto de Saúl. 6 Pero después le remordió la conciencia, por haber cortado el borde del manto de Saúl, 7 y dijo a sus hombres: “¡Dios me libre de hacer semejante cosa a mi señor, el ungido del Señor! ¡No extenderé mi mano contra él, porque es el ungido del Señor!”. 8 Con estas palabras, David retuvo a sus hombres y no dejó que se abalanzaran sobre Saúl. Así Saúl abandonó la cueva y siguió su camino.

La recriminación de David a Saúl

9 Después de esto, David se levantó, salió de la cueva y gritó detrás de Saúl: “¡Mi señor, el rey!”. Saúl miró hacia atrás, y David, inclinándose con el rostro en tierra, se postró 10 y le dijo: “¿Por qué haces caso a los rumores de la gente, cuando dicen que David busca tu ruina? 11 Hoy has visto con tus propios ojos que el Señor te puso en mis manos dentro de la cueva. Aquí se habló de matarte, pero yo tuve compasión de ti y dije: ‘No extenderé mi mano contra mi señor, porque es el ungido del Señor’. 12 ¡Mira, padre mío, sí, mira en mi mano el borde de tu manto! Si yo corté el borde de tu manto y no te maté, tienes que comprender que no hay en mí ni perfidia ni rebeldía, y que no he pecado contra ti. ¡Eres tú el que me acechas para quitarme la vida! 13 Que el Señor juzgue entre tú y yo, y que él me vengue de ti. Pero mi mano no se alzará contra ti. 14‘La maldad engendra maldad’, dice el viejo refrán. Pero yo no alzaré mi mano contra ti.15 ¿Detrás de quién ha salido el rey de Israel? ¿A quién estás persiguiendo? ¡A un perro muerto! ¡A una pulga! 16 ¡Que el Señor sea el árbitro y juzgue entre tú y yo; que él examine y defienda mi causa, y me haga justicia, librándome de tu mano!”.
17 Cuando David terminó de dirigir estas palabras a Saúl, este exclamó: “¿No es esa tu voz, hijo mío, David?”, y prorrumpió en sollozos. 18 Luego dijo a David: “La justicia está de tu parte, no de la mía. Porque tú me has tratado bien y yo te he tratado mal. 19 Hoy sí que has demostrado tu bondad para conmigo, porque el Señor me puso en tus manos y tú no me mataste. 20 Cuando alguien encuentra a su enemigo, ¿lo deja seguir su camino tranquilamente? ¡Que el Señor te recompense por el bien que me has hecho hoy! 21 Ahora sé muy bien que tú serás rey y que la realeza sobre Israel se mantendrá firme en tus manos. 22 Júrame, entonces, por el Señor, que no extirparás mi descendencia después de mí, ni borrarás el nombre de mi familia”. 23 Así se lo juró David a Saúl, y este se fue a su casa, mientras David y sus hombres subían a su refugio.

La muerte de Samuel

El pedido de David a Nabal

9 Los jóvenes fueron a decir a Nabal todas estas cosas de parte de David, y se quedaron esperando. 10 Pero Nabal respondió a los servidores de David: “¿Quién es David y quién es el hijo de Jesé? Hoy en día hay muchos esclavos que se evaden de su dueño. 11 ¿Voy a tomar mi pan, mi agua y los animales que maté para mis esquiladores, y se los voy a dar a gente que ni siquiera sé de dónde viene?”. 12 Los jóvenes de David reanudaron la marcha y se fueron de vuelta. Al llegar, transmitieron a David todas estas palabras. 13 Entonces David dijo a sus hombres: “Que cada uno se ciña su espada”. Ellos se ciñeron cada uno su espada, y también David se ciñó la suya. Luego, unos cuatrocientos hombres subieron detrás de David, y los otros doscientos se quedaron con el equipaje.

La actitud de Abigailcon respecto a David

23 Apenas vio a David, Abigail bajó inmediatamente del asno, y cayó ante él con el rostro en tierra. 24 Y postrada a sus pies, exclamó: “¡Que la falta recaiga sobre mí, señor! ¡Pero permite que tu servidora hable en tu presencia! ¡Escucha sus palabras! 25Que mi señor no le haga caso a ese miserable de Nabal, porque su nombre dice lo que él es: él se llama Nabal, que significa “insensato”, y la insensatez lo acompaña. Pero yo, tu servidora, no había visto a los jóvenes que había enviado mi señor. 26 Y ahora, ¡por la vida del Señor y por tu propia vida! es el mismo Señor el que te impide derramar sangre y hacerte justicia por tu mano. ¡Que tus enemigos y todos los que tratan de hacerte mal corran la misma suerte que Nabal! 27 Con respecto a este obsequio que le he traído a mi señor, que lo repartan entre tus seguidores. 28 Perdona, te lo ruego, la falta de tu servidora. Porque el Señor te hará seguramente una casa perdurable, ya que tú has combatido en las guerras del Señor y en toda tu vida no se encuentra en ti nada malo. 29 Y si un hombre se alza para perseguirte y atentar contra tu vida, la vida de mi señor estará bien guardada en la bolsa de los vivientes, junto al Señor, tu Dios, mientras que él revoleará con su honda la vida de tus enemigos. 30 Cuando el Señor te haga todo el bien que te ha prometido y te ponga como jefe en Israel, 31 que no tengas que sentir turbación ni remordimiento de conciencia, por haber derramado sangre sin motivo y por haberte hecho justicia por ti mismo. Y cuando el Señor te colme de bienes, acuérdate de tu servidora”.

La muerte de Nabal

El matrimonio de David con Abigail

Nueva persecución de Saúl contra David




Saúl perdonado otra vez por David

El reproche de David a Saúl

17 Saúl reconoció la voz de David y exclamó: “¿No es esa tu voz, David, hijo mío?”. “Sí, dijo David, es mi propia voz, rey, mi señor”. 18 Y en seguida añadió: “¿Por qué mi señor persigue así a su servidor? ¿Qué hice yo? ¿Qué hay de malo en mis manos? 19 Que mi señor, el rey, se digne escuchar ahora las palabras de su servidor: Si es el Señor el que te instiga contra mí, que le sea aceptable el aroma de una oblación. Pero si son los hombres, ¡malditos sean delante del Señor!, porque hoy me expulsan y me impiden participar de la herencia del Señor, diciéndome: ‘¡Ve a servir a otros dioses!’. 20 Que ahora mi sangre no caiga en tierra lejos del rostro del Señor, porque el rey de Israel se ha puesto en campaña para buscar a una pulga, como quien persigue una perdiz en las montañas”.

La huida de Davidal país de los filisteos

Las incursiones de David

8 David subía con sus hombres, y atacaban por sorpresa a los guesuritas, los guirzitas y los amalecitas, porque esa gente ocupaba el territorio que va de Telam en dirección a Sur y hasta el país de Egipto. 9 David arrasaba el país, sin dejar a nadie con vida, ni hombre ni mujer; se llevaba ovejas, vacas, asnos, camellos y ropa, y luego volvía a presentarse ante Aquís. 10 Cuando Aquís le decía: “¿Contra quién han incursionado hoy?”, David le respondía: “Contra el Négueb de Judá”; o bien: “Contra el Négueb de los ierajmelitas”; o bien: “Hacia el Négueb de los quenitas”. 11 David no dejaba que ningún hombre ni mujer fuera llevado con vida a Gat, porque decía: “No vaya a ser que nos denuncien, diciendo lo que ha hecho David”. Este fue su modo de proceder todo el tiempo que estuvo en la región de los filisteos. 12 Pero Aquís confiaba en él, porque pensaba: “Se ha hecho odioso a su pueblo Israel y será mi servidor para siempre”.

David en el ejército filisteo

Saúl y la nigromante de Endor

15 Samuel dijo a Saúl: “¿Por qué me has perturbado, haciéndome subir?”. “Es que estoy en un grave aprieto, respondió Saúl; los filisteos me hacen la guerra, y Dios se ha apartado de mí: ya no me responde, ni por medio de los profetas ni en sueños. Por eso te llamé para que me indiques lo que debo hacer”. 16 Samuel replicó: “Si el Señor se ha apartado de ti y se te ha vuelto hostil, ¿por qué me interrogas a mí? 17 El Señor ha obrado contigo conforme a lo que predijo por mi intermedio: él ha arrancado de tu mano la realeza, para dársela a otro, a David. 18 Porque tú no escuchaste la voz del Señor y no diste libre curso a su ira contra Amalec, por eso, el Señor te ha tratado de esta manera en el día de hoy. 19 Y junto contigo, el Señor entregará también a Israel en manos de los filisteos. Mañana, tú y tus hijos estarán conmigo, y también al ejército de Israel el Señor lo entregará en manos de los filisteos”.
20 Al instante, Saúl se desplomó en tierra cuan largo era, aterrorizado por lo que había dicho Samuel. Además, estaba sin fuerzas porque no había comido nada en todo el día y toda la noche. 21 La mujer se acercó a Saúl y, al verlo tan abatido por el terror, le dijo: “Ya ves que tu servidora te ha hecho caso. Yo arriesgué mi vida y obedecí la orden que me diste. 22 Ahora tú tienes que hacerme caso: deja que te sirva un pedazo de pan y come. Así tendrás fuerza cuando vayas por el camino”. 23 Pero él rehusó, diciendo: “¡No comeré!”. Sus servidores, y también la mujer, le insistieron, y al fin Saúl les hizo caso; se levantó del suelo y se sentó en el catre. 24 La mujer tenía en casa un ternero cebado. En seguida lo mató, tomó un poco de harina, la amasó e hizo cocer unos panes sin levadura. 25 Después sirvió todo eso a Saúl y a sus servidores. Ellos comieron y se pusieron en camino aquella misma noche.

David excluido del ejército filisteo

29 1 Los filisteos concentraron todas sus fuerzas en Aféc, y los israelitas acamparon junto a la fuente que está en Izreel. 2 Los príncipes de los filisteos avanzaban al frente de divisiones de cien y de mil, mientras que David y sus hombres marchaban a la retaguardia con Aquís. 3 Entonces los jefes filisteos preguntaron: “¿Qué hacen aquí esos hebreos?”. Aquís les respondió: “¿No ven que es David, el servidor de Saúl, rey de Israel? Ya hace uno o dos años que está conmigo, y no lo he sorprendido en ninguna falla, desde que se pasó a mi servicio hasta el día de hoy”. 4 Pero los jefes filisteos se irritaron contra Aquís y le dijeron: “¡Despide a ese hombre! Que se vuelva al lugar que le has asignado y no baje a combatir con nosotros, no sea que lo tengamos como adversario en pleno combate. ¿Con qué va a congraciarse con su señor sino con la cabeza de estos hombres? 5 ¿No es él acaso ese David de quien decían, cantando y bailando: ‘Saúl ha matado a miles y David a decenas de miles’?”.
6 Entonces Aquís llamó a David y le dijo: “¡Por la vida del Señor, tú eres un hombre derecho! Me gusta verte actuar conmigo en el ejército, porque no te he sorprendido en nada malo, desde que te presentaste a mí hasta el día de hoy. Pero tú no eres persona grata a los príncipes. 7 Por eso, vuélvete en paz, y así no harás nada que desagrade a los príncipes de los filisteos”. 8 David dijo a Aquís: “¿Qué he hecho? ¿Has sorprendido a tu servidor en alguna falla, desde que entré a tu servicio hasta hoy, para que no pueda ir a combatir contra los enemigos de mi señor, el rey?”. 9 Aquís respondió a David: “Sí, ya lo sé. Tú eres tan grato a mis ojos como un ángel de Dios. Pero los jefes filisteos han dicho que no subas con nosotros al combate. 10 Levántate entonces mañana bien temprano, tú y los servidores de tu señor que vinieron contigo, y váyanse de aquí apenas aclare”.

La incursión de los amalecitascontra Siquelag

La campaña de Davidcontra los amalecitas

11 En pleno campo encontraron a un egipcio, y se lo llevaron a David. Le dieron pan para comer y agua para beber, 12 y también le ofrecieron un trozo de torta de higos y dos racimos de pasas de uva. Con la comida él se reanimó, porque en tres días y tres noches no había comido ni bebido nada. 13 Luego David le preguntó: “¿De quién eres y de dónde vienes?”. Él respondió: “Soy un muchacho egipcio, esclavo de un amalecita. Mi dueño me abandonó hace tres días, porque caí enfermo. 14 Hicimos una incursión por el Négueb de los quereteos, contra el Négueb de Judá y contra el Négueb de Caleb. También incendiamos Siquelag”. 15 David le preguntó: “¿Quieres llevarme adonde está esa banda?”. Él respondió: “Júrame por Dios que no me matarás ni me entregarás en manos de mi dueño, y yo te llevaré adonde está esa banda”.

El reparto del botín

21 David llegó al lugar donde estaban los doscientos hombres que no lo habían seguido, por estar demasiado extenuados, y se habían quedado atrás, junto al torrente Besor. Estos salieron al encuentro de David y de la tropa que lo acompañaba. David se acercó con la tropa y los saludó. 22 Pero entre los que estaban con David había unos hombres mezquinos, que levantaron la voz y dijeron: “¡Por no haber venido con nosotros, no les daremos nada del botín que hemos recuperado, salvo a cada uno su mujer y sus hijos! ¡Que se los lleven y se vayan!”. 23 Pero David dijo: “No se comporten así, hermanos míos, con lo que nos ha dado el Señor. Él nos ha protegido y ha puesto en nuestras manos a esa banda que vino a atacarnos. 24 ¿Quién puede estar de acuerdo con lo que ustedes proponen? Porque

David y los ancianos de Judá

El desastre del Gelboé y la muerte de Saúl

1 Crón. 10. 1-12
31 1 Los filisteos entablaron combate con Israel. Los hombres de Israel huyeron ante ellos y cayeron heridos de muerte en el monte Gelboé. 2 Los filisteos persiguieron de cerca a Saúl, y mataron a Jonatán, Abinadab y Malquisúa, los hijos de Saúl. 3 El peso del combate recayó entonces sobre Saúl. Los arqueros lo descubrieron, y fue herido gravemente por ellos. 4 Saúl dijo a su escudero: “Saca tu espada y traspásame, no sea que esos incircuncisos vengan a traspasarme, para vergüenza mía”. Pero su escudero no quiso hacerlo, porque tenía mucho miedo. Entonces Saúl tomó la espada y se dejó caer sobre ella. 5 Al ver que Saúl estaba muerto, también su escudero se echó sobre su espada y murió junto a él. 6 Así murieron juntos, aquel día, Saúl, sus tres hijos y su escudero.