SEGUNDA DE SAMUEL



Lamentación de Davidpor la muerte de Saúl y Jonatán

DAVID, REY DE JUDÁ


David ungido rey en Hebrón

El mensaje de Davida Iabés de Galaad

El reinado de Isbaal sobre Israel

El enfrentamiento de Israel y Judáen Gabaón

12 Abner, hijo de Ner, y los servidores de Isbaal, hijo de Saúl, salieron de Majanaim en dirección a Gabaón. 13 También salieron Joab, hijo de Seruiá, y los servidores de David, y los encontraron junto al estanque de Gabaón. Allí tomaron posiciones, unos a un lado del estanque y otros al otro lado. 14 Abner propuso entonces a Joab: “Que salgan unos cuantos muchachos y midan sus armas delante de nosotros”. “Muy bien”, replicó Joab.15 Ellos se levantaron y avanzaron uno por uno: doce de Benjamín por Isbaal, hijo de Saúl, y doce entre los servidores de David. 16 Cada uno tomó por la cabeza a su adversario y le hundió la espada en el costado, de manera que cayeron todos al mismo tiempo. Por eso a aquel lugar, que está junto a Gabaón, se lo llamó “Campo de los costados”. 17 Aquel día se libró un combate muy encarnizado, y los hombres de Israel cayeron derrotados ante los servidores de David.
18 Allí se encontraban los tres hijos de Seruiá: Joab, Abisai y Asael. Asael, que corría como una gacela del campo, 19 se lanzó en persecución de Abner, sin desviarse ni a la derecha ni a la izquierda. 20 Abner se dio vuelta y dijo: “¿Eres tú, Asael?”. “Sí, soy yo”, respondió él. 21 Abner siguió diciendo: “Desvíate a la derecha o a la izquierda, agarra a uno de los muchachos y quédate con sus despojos”. Pero él no quiso dejar de perseguirlo. 22 Abner le insistió, diciendo: “¡Deja de seguirme! ¿O tendré que dejarte tendido de un golpe? ¿Y cómo podría luego mirar de frente a tu hermano Joab?”. 23Pero Asael no quiso apartarse, y Abner lo hirió en el bajo vientre con la punta trasera de su lanza. Esta le salió por detrás, y él cayó muerto allí mismo. Todos los que llegaban al sitio donde Asael había caído muerto, se paraban. 24 Joab y Abisai persiguieron a Abner. Y al ponerse el sol, llegaron a la colina de Ammá, que está al este de Guíaj, sobre el camino del páramo de Gabaón.

El fin de la lucha


La familia de David

La ruptura de Abner con Isbaal

6 Mientras duraba la guerra entre la casa de Saúl y la de David, Abner afianzaba su posición en la casa de Saúl. 7 Saúl había tenido una concubina llamada Rispá, hija de Aiá. E Isbaal dijo a Abner: “¿Por qué te has unido a la concubina de mi padre?”. 8 Abner se enfureció por las palabras de Isbaal y replicó: “¿Acaso yo soy un perro, de esos de Judá? Hasta hoy he procedido lealmente con la casa de tu padre Saúl, con sus hermanos y amigos, y no te dejé caer en manos de David. ¡Y ahora tú me recriminas a causa de esa mujer! 9 Que Dios me castigue una y otra vez, si no me comporto con David conforme al juramento que le hizo el Señor, 10 de quitar la realeza a la casa de Saúl y establecer el trono de David sobre Israel y sobre Judá, desde Dan hasta Berseba”. 11 Isbaal no fue capaz de responder a Abner ni una sola palabra, porque le tenía miedo.

Tratativas de Abner con David

12 Entonces Abner envió unos mensajeros, para que dijeran a David en nombre suyo: “¿De quién va a ser el país?”. Y también: “Sella conmigo un pacto, y yo cooperaré contigo para que todo Israel se ponga de tu parte”. 13 David respondió: “Está bien, haré un pacto contigo. Pero sólo te pido una cosa: no te presentarás ante mí, si no me traes a Mical, la hija de Saúl, cuando vengas a verme”. 14 Además, David envió mensajeros a Isbaal, hijo de Saúl, para intimarle: “Devuélveme a Mical, mi mujer, a la que yo adquirí por cien prepucios de filisteos”. 15 Entonces Isbaal mandó que se la sacaran a su marido Paltiel, hijo de Lais. 16 Su marido la acompañó y fue llorando detrás de ella hasta Bajurím. Pero Abner le dijo: “¡Vamos, vuélvete!”. Y él se volvió.

El asesinato de Abner

Asesinato de Isbaaly  castigo de los homicidas


DAVID, REY DE JUDÁ Y DE ISRAEL


David ungido rey de Israel

1 Crón. 11. 1-3

La conquista de Jerusalén

1 Crón. 11. 4-9

La casa y la familia de David en Jerusalén

1 Crón. 14. 1-7

Dos victorias de Davidsobre los filisteos

17 Cuando los filisteos oyeron que habían ungido a David rey de Israel, subieron todos para atacarlo. David se enteró y bajó al refugio. 18 Los filisteos llegaron y se desplegaron en el valle de Refaím. 19 Entonces David consultó al Señor, diciendo: “¿Debo subir contra los filisteos? ¿Los entregarás en mis manos?”. El Señor respondió a David: “Sube, porque ciertamente pondré a los filisteos en tus manos”. 20 En seguida David se dirigió hacia Baal Perasím, y allí los derrotó. David dijo: “El Señor ha abierto ante mí una brecha entre mis enemigos, como una brecha abierta por las aguas”. Por eso aquel lugar se llamó Baal Perasím, que significa “Señor de las brechas”. 21 Como los filisteos habían abandonado allí sus ídolos, David y sus hombres se los llevaron.

El traslado del Arca de la Alianzaa Jerusalén

1 Crón. 13; 15. 25 – 16. 3

La profecía de Natán

1 Crón. 17. 1-15
4 Pero aquella misma noche, la palabra del Señor llegó a Natán en estos términos: 5 “Ve a decirle a mi servidor David: Así habla el Señor: ¿Eres tú el que me va a edificar una casa para que yo la habite? 6 Desde el día en que hice subir de Egipto a los israelitas hasta el día de hoy, nunca habité en una casa, sino que iba de un lado a otro, en una carpa que me servía de morada. 7 Y mientras caminaba entre los israelitas, ¿acaso le dije a uno solo de los jefes de Israel, a los que mandé apacentar a mi Pueblo: ‘¿Por qué no me han edificado una casa de cedro?’. 8 Y ahora, esto es lo que le dirás a mi servidor David: Así habla el Señor de los ejércitos: Yo te saqué del campo de pastoreo, de detrás del rebaño, para que fueras el jefe de mi pueblo Israel. 9 Estuve contigo dondequiera que fuiste y exterminé a todos tus enemigos delante de ti. Yo haré que tu nombre sea tan grande como el de los grandes de la tierra. 10 Fijaré un lugar para mi pueblo Israel y lo plantaré para que tenga allí su morada. Ya no será perturbado, ni los malhechores seguirán oprimiéndolo como lo hacían antes, 11 desde el día en que establecí Jueces sobre mi pueblo Israel. Yo te he dado paz, librándote de todos tus enemigos. Y el Señor te ha anunciado que él mismo te hará una casa. 12 Sí, cuando hayas llegado al término de tus días y vayas a descansar con tus padres, yo elevaré después de ti a uno de tus descendientes, a uno que saldrá de tus entrañas, y afianzaré su realeza. 13 Él edificará una casa para mi Nombre, y yo afianzaré para siempre su trono real. 14 Seré un padre para él, y él será para mí un hijo. Si comete una falta, lo corregiré con varas y golpes, como lo hacen los hombres. 15 Pero mi fidelidad no se retirará de él, como se la retiré a Saúl, al que aparté de tu presencia. 16 Tu casa y tu reino durarán eternamente delante de mí, y tu trono será estable para siempre”.

La oración de David

1 Crón. 17. 16-27
18 Entonces el rey David fue a sentarse delante del Señor y exclamó: “¿Quién soy yo, Señor, y qué es mi casa para que me hayas hecho llegar hasta aquí? 19 Y como esto te pareció demasiado poco, también le has hecho una promesa a la casa de tu servidor, para un futuro lejano. ¿Es esto lo que haces habitualmente con los hombres, Señor? 20¿Y qué más podría decirte David, si tú, Señor, conoces bien a tu servidor? 21 A causa de tu palabra y conforme a tu designio, tú has hecho esta gran obra, dándosela a conocer a tu servidor. 22 Por eso tú eres grande Señor, no hay nadie como tú, ni hay Dios fuera de ti, por todo lo que hemos escuchado con nuestros propios oídos. 23 ¿Y quién es como tu pueblo, como Israel, la única nación sobre la tierra a quien Dios fue a rescatar para hacerla su pueblo y darle un nombre? Tú has realizado en su favor cosas grandes y terribles, expulsando a las naciones y a sus dioses delante del pueblo que rescataste de Egipto. 24 Tú has establecido a tu pueblo Israel para que sea tu pueblo eternamente, y tú, Señor, eres su Dios. 25 Y ahora, Señor Dios, confirma para siempre la palabra que has pronunciado acerca de tu servidor y de su casa, y obra conforme a lo que has dicho. 26 Que tu Nombre sea engrandecido para siempre, y que se diga: ‘¡El Señor de los ejércitos es el Dios de Israel!’. Y que la casa de David, tu servidor, esté bien afianzada delante de ti. 27 Porque tú mismo, Señor de los ejércitos, Dios de Israel, te has revelado a tu servidor, diciendo: ‘Yo te edificaré una casa’. Por eso tu servidor se ha atrevido a dirigirte esta plegaria. 28 Ahora, Señor, tú eres Dios, tus palabras son leales y has prometido estos bienes a tu servidor. 29 Dígnate, entonces, bendecir la casa de tu servidor, para que ella permanezca siempre en tu presencia. Porque tú, Señor, has hablado, y con tu bendición la casa de tu servidor será bendita para siempre”.

Las guerras de David

1 Crón. 18. 1-13

La administración del reino

1 Crón. 18. 14-17

CRÓNICA DE LA SUCESIÓN AL TRONO DE DAVID


David y Meribaal, hijo de Jonatán

9 1 David preguntó: “¿Queda algún sobreviviente de la casa de Saúl, a quien yo pueda darle una prueba de lealtad, por amor a Jonatán?”. 2 Y como la casa de Saúl había tenido un servidor llamado Sibá, se lo presentaron a David. El rey le dijo: “¿Tú eres Sibá?”. Él respondió: “Sí, para servirte”. 3 Entonces el rey le preguntó: “¿Queda todavía alguien de la casa de Saúl, para que yo pueda cumplir con él el compromiso de fidelidad contraído ante Dios?”. Sibá respondió al rey: “Queda todavía un hijo de Jonatán, que es lisiado de ambos pies”. 4 “¿Dónde está?”, le dijo el rey. Sibá le respondió: “Está en la casa de Maquir, hijo de Amiel, en Lo Dabar”. 5 Y el rey David mandó a buscarlo a la casa de Maquir, hijo de Amiel, en Lo Dabar.

La afrenta de los amonitasa los enviados de David

1 Crón. 19. 1-5

Primera campaña de Israelcontra los amonitas

1 Crón. 19. 6-15
6 Cuando los amonitas advirtieron que se habían atraído el odio de David, mandaron a contratar veinte mil soldados de los arameos de Bet Rejob y de los arameos de Sobá, al rey de Maacá con mil hombres, y a veinte mil hombres de la gente de Tob. 7 David, al enterarse, envió a Joab con todo el ejército y con sus guerreros. 8 Los amonitas salieron y formaron en orden de batalla a la entrada de la Puerta, pero los arameos de Sobá y de Rejob, y la gente de Tob y de Maacá se mantuvieron aparte, en campo abierto. 9Cuando Joab vio que había dos frentes de batalla, uno delante de él y otro detrás, seleccionó a lo más escogido de Israel y los alineó frente a los arameos, 10 dejando el resto de la tropa a las órdenes de su hermano Abisai. Luego les hizo tomar posiciones frente a los amonitas, 11 y dijo: “Si los arameos son más fuertes que yo, tú vendrás en mi ayuda; y si los amonitas son más fuertes que tú, yo iré a auxiliarte. 12 ¡Ánimo! ¡Luchemos valerosamente por nuestro pueblo y por las ciudades de nuestro Dios! ¡Y que el Señor haga lo que le parezca bien!”.

Nueva victoria de Davidsobre los arameos

1 Crón. 16-19
15 Los arameos, al ver que habían sido vencidos, concentraron sus tropas, 16 y Hadadézer envió mensajeros para movilizar a los arameos del otro lado del Río. Estos llegaron a Helám a las órdenes de Sobac, el jefe del ejército de Hadadézer. 17 Cuando informaron de esto a David, él concentró a todo Israel, cruzó el Jordán y llegó a Helám. Los arameos tomaron posiciones frente a David y le libraron batalla. 18 Pero tuvieron que huir delante de Israel, y David les mató a los arameos setecientos caballos y cuarenta mil hombres de caballería. También hirió a Sobac, el jefe del ejército, el cual murió allí mismo. 19 Cuando todos los reyes que estaban a las órdenes de Hadadézer vieron que habían caído derrotados ante Israel, hicieron las paces con los israelitas y les quedaron sometidos. En adelante, los arameos no quisieron prestar más ayuda a los amonitas.

David y Betsabé

1 Crón. 20. 1
10 Cuando informaron a David que Urías no había bajado a su casa, el rey le dijo: “Tú acabas de llegar de viaje. ¿Por qué no has bajado a tu casa?”. 11 Urías respondió a David: “El Arca, Israel y Judá viven en tiendas de campaña; mi señor Joab y los servidores de mi señor acampan a la intemperie, ¿y yo iré a mi casa a comer, a beber y a acostarme con mi mujer”? ¡Por la vida del Señor y por tu propia vida, nunca haré una cosa así!”. 12 David dijo entonces a Urías: “Quédate aquí todavía hoy, y mañana te dejaré partir”. Urías se quedó en Jerusalén aquel día y el día siguiente. 13 David lo invitó a comer y a beber en su presencia y lo embriagó. A la noche, Urías salió y se acostó junto a los servidores de su señor, pero no bajó a su casa.

Reproche de Natány arrepentimiento de David

Muerte del hijo de Betsabéy nacimiento de Salomón

El Señor hirió al niño que la mujer de Urías había dado a David, y él cayó gravemente enfermo. 16 David recurrió a Dios en favor del niño: ayunó rigurosamente, y cuando se retiraba por la noche, se acostaba en el suelo. 17 Los ancianos de su casa le insistieron para que se levantara del suelo, pero él se negó y no quiso comer nada con ellos. 18 Al séptimo día, el niño murió. Los servidores de David no se atrevían a darle la noticia, porque se decían: “Si cuando el niño estaba vivo le hablábamos y no nos escuchaba, ¿cómo le vamos a decir que el niño está muerto? ¡Es capaz de hacer un disparate!”. 19Pero David advirtió que sus servidores hablaban sigilosamente entre ellos, y comprendió que el niño había muerto. Entonces les preguntó: “¿Ha muerto el niño?”. Y ellos le dijeron: “Sí, está muerto”.

Conquista de Rabáy sometimiento de los amonitas

1 Crón. 20. 1-3

El ultraje de Amnóna su hermana Tamar

8 Tamar fue a la casa de su hermano Amnón, que estaba acostado. Tomó la harina, la amasó, preparó los buñuelos a la vista de él, y los hizo cocer. 9 Luego retiró la sartén y la vació delante de él, pero él se negó a comer, y ordenó: “¡Hagan salir a todos de mi presencia!”. Cuando salieron todos, 10 Amnón dijo a Tamar: “Tráeme la comida a la habitación y dame tú misma de comer”. Tamar tomó los buñuelos que había preparado y los llevó a la habitación donde estaba su hermano Amnón. 11 Pero cuando se los acercó para que comiera, él la agarró y le dijo: “¡Ven, acuéstate conmigo, hermana!”. 12 “¡No, hermano, replicó Tamar, no trates de forzarme, porque eso no se hace en Israel! ¡No cometas esa infamia! 13 ¿A dónde iría yo con mi deshonra? En cuanto a ti, ¡quedarías como un infame en Israel! Por favor, habla con el rey, y él no se opondrá a que seas mi esposo”. 14 Pero Amnón no quiso escucharla, sino que la tomó por la fuerza y se acostó con ella.

Asesinato de Amnóny huida de Absalón

La estratagema de Joaby el retorno de Absalón

12 La mujer siguió diciendo: “¿Podría esta servidora decirle una palabra a mi señor, el rey?”. “Habla”, replicó él. 13 Ella añadió: “¿Por qué has pensado semejante cosa contra el pueblo de Dios? Con las palabras que acaba de pronunciar, el rey se ha confesado culpable, ya que no deja volver al que ha desterrado. 14 Todos tenemos que morir, y como el agua que se derrama en tierra y ya no se puede recoger, Dios no vuelve a dar la vida. Que el rey haga entonces un plan, para que el exiliado no esté más tiempo desterrado lejos de nosotros. 15 Si ahora vengo a hablar de este asunto al rey, mi señor, es porque el pueblo me ha atemorizado. Por eso pensé: ‘Es preciso que hable con el rey, a ver si hace lo que le digo. 16 Seguramente el rey consentirá en librarme del hombre que quiere extirparnos, a mí y a mi hijo, de la herencia de Dios’. 17 Tu servidora pensó además: ‘Que la palabra del rey nos traiga la calma. Porque él es como un ángel de Dios para distinguir el bien del mal’ ¡Que el Señor, tu Dios, esté contigo!”.

La prestancia de Absalón

El reencuentro de David y Absalón

28 Absalón estuvo tres años en Jerusalén sin ver al rey. 29 Entonces mandó a buscar a Joab para enviarlo ante el rey, pero él no quiso venir. Lo hizo llamar por segunda vez, y tampoco quiso venir. 30 Por eso, Absalón dijo a sus servidores: “Ustedes saben que Joab tiene un campo al lado del mío, donde ha sembrado cebada. Vayan a prenderle fuego”. Y los servidores de Absalón incendiaron el campo. 31 Joab fue a ver a Absalón a su casa y le dijo: “¿Por qué tus servidores han incendiado el campo que me pertenece?”. 32 Absalón replicó a Joab: “Yo te mandé a decir que vinieras, a fin de enviarte al rey con este mensaje: ‘¿Para qué he vuelto de Guesur? ¡Más me valdría estar todavía allí! Ahora quiero comparecer ante el rey, y si tengo alguna culpa, que me haga morir’”. 33 Joab fue a ver al rey y le llevó la noticia. Entonces el rey llamó a Absalón. Este se presentó ante él, se postró con el rostro en tierra, y el rey lo abrazó.

Las intrigas de Absalón

15 1 Después de esto, Absalón se consiguió un carro de guerra, caballos y cincuenta hombres que corrían delante de él. 2 Se levantaba temprano, se paraba junto al camino de la Puerta, y a todo el que iba a presentar un pleito al rey, en demanda de justicia, Absalón lo llamaba y le preguntaba: “¿De qué ciudad eres tú?”. Y cuando el hombre respondía: “Tu servidor es de tal tribu de Israel”, 3 él le decía: “Mira, tus razones son buenas y justas, pero no habrá quien te escuche en el tribunal del rey”. 4 Luego añadía: “¡Ah, si me constituyeran juez en el país! ¡Acudirían a mí todos los que tienen un pleito o un juicio, y yo les haría justicia!”. 5 Y cuando alguien se acercaba para postrarse ante él, le tendía la mano, lo abrazaba y lo besaba. 6 Así procedía Absalón con todo Israel, cuando acudían al rey en demanda de justicia, y de esta manera se conquistaba el afecto de los israelitas.

La revuelta de Absalón

La huida de David

13 Cuando David recibió esta noticia: “Todos los hombres de Israel están de parte de Absalón”, 14 dijo a todos sus servidores que estaban con él en Jerusalén: “¡Rápido, huyamos! Si Absalón se nos pone delante, no tendremos escapatoria. ¡Apúrense a partir, no sea que él nos sorprenda, que precipite la desgracia sobre nosotros y pase la ciudad al filo de la espada!”. 15 Sus servidores le respondieron: “¡A las órdenes del rey, para todo lo que él decida!”. 16 Entonces el rey salió a pie con toda su familia, pero dejó a diez de sus concubinas para cuidar la casa. 17 Detrás del rey salió todo el pueblo, y se detuvieron junto a la última casa. 18 Todos sus servidores marchaban a su lado, mientras que los quereteos, los peleteos y los de Gat –los seiscientos hombres que lo habían seguido desde Gat– desfilaban delante de él.
19 El rey dijo a Itai, el de Gat: “¿Por qué vienes tú también con nosotros? Vuelve y quédate con el otro rey, ya que eres extranjero y, además de eso, un exiliado de tu patria. 20 Llegaste apenas ayer, ¿y hoy te haré ir de aquí para allá con nosotros, mientras yo mismo marcho a la ventura? No, regresa y llévate contigo a tus hermanos. ¡Que el Señor sea bondadoso y fiel contigo!”. 21 Pero Itai respondió al rey: “¡Por la vida del Señor y por tu propia vida, allí donde esté mi señor, el rey, allí estará tu servidor, en la muerte y en la vida!”. 22 Entonces David dijo a Itai: “Está bien, sigue adelante”. Así pasó Itai, el de Gat, con todos los hombres y los niños que estaban con él. 23 Todo el mundo lloraba a gritos, mientras el pueblo iba avanzando. El rey permanecía de pie en el torrente Cedrón, y todo el pueblo desfilaba ante él en dirección al desierto.

El Arca de la Alianzallevada de vuelta a Jerusalén

24 Allí estaba también Sadoc, con todos los levitas que transportaban el Arca de Dios. Ellos depositaron el Arca de Dios junto a Abiatar, hasta que todo el pueblo terminó de salir de la ciudad. 25 Pero el rey dijo a Sadoc: “Lleva de nuevo el Arca de Dios a la ciudad. Si el Señor me mira favorablemente, me hará volver a ver el Arca y su morada.26 Y si dice: ‘No me complazco en ti’, aquí me tiene: ¡que haga conmigo lo que más le agrade!”. 27 Y el rey siguió diciendo al sacerdote Sadoc: “Mira, tú y Abiatar vuelvan en paz a la ciudad, y lleven con ustedes a sus dos hijos, a tu hijo Ajimáas y a Jonatán, el hijo de Abiatar. 28 Yo me voy a demorar en los pasos del desierto, hasta que reciba noticias de ustedes”. 29 Entonces Sadoc y Abiatar llevaron de vuelta el Arca de Dios a Jerusalén, y permanecieron allí.

Jusai, espía de David

32 Cuando David llegaba a la cumbre, allí donde se adora a Dios, le salió al encuentro Jusai, el arquita, amigo de David, con la túnica hecha jirones y la cabeza cubierta de polvo. 33 David le dijo: “Si sigues adelante conmigo, serás para mí una carga. 34 En cambio, si vuelves a la ciudad y le dices a Absalón: ‘Rey, yo seré tu servidor; antes servía a tu padre pero ahora te serviré a ti’, entonces podrás desbaratar en beneficio mío los planes de Ajitófel. 35 Allí estarán contigo los sacerdotes Sadoc y Abiatar. Todo lo que oigas en la casa del rey se lo comunicarás a ellos. 36 Allí están con ellos sus dos hijos, Ajimáas, el de Sadoc, y Jonatán, el de Abiatar: por medio de ellos me comunicarán todo lo que oigan”. 37 Jusai, el amigo de David, llegó a la ciudad al mismo tiempo que Absalón entraba en Jerusalén.

La adhesión de Sibá a David

16 1 David acababa de pasar la cumbre, cuando le salió al encuentro Sibá, el servidor de Meribaal, con un par de asnos ensillados y cargados con doscientos panes, cien racimos de pasas de uva, cien frutas frescas y un odre de vino. 2 El rey dijo a Sibá: “¿Qué vas a hacer con eso?”. Sibá respondió: “Los asnos servirán de cabalgadura a la familia del rey; el pan y la fruta son para que coman los jóvenes, y el vino, para que beban los que desfallezcan en el desierto”. 3 El rey le preguntó: “¿Dónde está el hijo de tu señor?”. Sibá respondió al rey: “Se ha quedado en Jerusalén, diciendo: ‘Hoy la casa de Israel me devolverá el reino de mi padre’”. 4 El rey dijo a Sibá: “Desde ahora te pertenecen todos los bienes de Meribaal”. Sibá respondió: “¡A tus pies! ¡Quiera mi señor, el rey, dispensarme siempre su favor!”.

David maldecido por Simei

5 Cuando el rey llegaba a Bajurím salió de allí un hombre del mismo clan que la casa de Saúl, llamado Simei, hijo de Guerá. Mientras salía, iba lanzando maldiciones, 6 y arrojaba piedras contra David y contra sus servidores, a pesar de que todo el pueblo y todos los guerreros marchaban a la derecha y a la izquierda del rey. 7 Y al maldecirlo, decía: “¡Fuera, fuera, hombre sanguinario y canalla! 8 El Señor hace recaer sobre ti toda la sangre de la casa de Saúl, a quien tú has usurpado el reino. ¡El Señor ha puesto la realeza en manos de tu hijo Absalón, mientras que tú has caído en desgracia, porque eres un sanguinario!”. 9 Abisai, hijo de Seruiá, dijo al rey: “¿Cómo ese perro muerto va a maldecir a mi señor, el rey? ¡Deja que me cruce y le cortaré la cabeza!”. 10 Pero el rey replicó: “¿Qué tengo que ver yo con ustedes, hijos de Seruiá? Si él maldice, es porque el Señor le ha dicho: ‘¡Maldice a David!’. ¿Quién podrá entonces reprochárselo?”. 11 Luego David dijo a Abisai y a todos sus servidores: “Si un hijo mío, nacido de mis entrañas, quiere quitarme la vida, ¡cuánto más este benjaminita! Déjenlo que maldiga, si así se lo ha dicho el Señor. 12 Quizá el Señor mire mi humillación y me devuelva la felicidad, a cambio de esta maldición que hoy recibo de él”.

Absalón en Jerusalén

El plan de Ajitófelfrustrado por Jusai

5 Sin embargo, Absalón dijo: “Llamen a Jusai, el arquita, y oigámoslo también a él, a ver qué opina”. 6 Jusai se presentó ante Absalón, y este le dijo: “Ajitófel ha dicho esto y esto. ¿Debemos hacer lo que él dice? En caso contrario, danos tu opinión”. 7 Jusai respondió a Absalón: “Esta vez, el consejo que ha dado Ajitófel no es acertado”. 8Luego añadió: “Tú conoces a tu padre y a sus hombres: ellos son valientes y están exasperados como una osa salvaje cuando le arrebatan sus cachorros. Además, tu padre es un hombre de guerra y no va a pasar la noche con la tropa. 9 Seguro que ahora está escondido en una quebrada o en cualquier otra parte. Y si al comienzo caen algunos de los nuestros, el que se entere dirá: ‘Ha habido un desastre entre los secuaces de Absalón’. 10 Entonces, hasta el más valiente, aunque tenga el ánimo de un león, se sentirá acobardado, porque todo Israel sabe que tu padre es un héroe y que los hombres que están con él son valerosos. 11 Por eso, yo aconsejo lo siguiente: que todo Israel, desde Dan hasta Berseba, se concentre junto a ti en cantidad innumerable como la arena de la playa, y que tú en persona vayas al combate. 12 Así lo alcanzaremos allí donde esté, caeremos sobre él como el rocío sobre el suelo, y no quedará vivo nadie, ni él ni uno solo de sus hombres. 13 Y si se retira a una ciudad, todo Israel hará que lleven cuerdas a esa ciudad, y la arrastraremos hasta el torrente, a tal punto que allí no se encontrará más ni una piedrita”. 14 Absalón y todos los hombres de Israel dijeron: “¡El consejo de Jusai, el arquita, es mejor que el de Ajitófel!”. El Señor, en efecto, había decidido frustrar el acertado consejo de Ajitófel, para provocar la ruina de Absalón.

El repliegue de David hacia la Transjordania

17 Jonatán y Ajimáas estaban junto a la Fuente de Roguel. Una esclava fue a llevarles la noticia, para que ellos, a su vez, fueran a informar a David, porque no podían dejarse ver entrando en la ciudad. 18 Pero un joven los vio y fue a avisar a Absalón. Entonces los dos partieron rápidamente y llegaron a la casa de un hombre de Bajurím, que tenía un pozo en el patio. Ellos bajaron al pozo, 19 y la mujer tomó un lienzo, lo extendió sobre la boca del pozo y esparció encima grano machacado, de manera que no se notaba nada. 20 Los servidores de Absalón entraron en la casa de esa mujer y preguntaron: “¿Dónde están Ajimáas y Jonatán?”. La mujer les respondió: “Pasaron por aquí en dirección a las aguas”. Ellos registraron, y al no encontrar nada, se volvieron a Jerusalén. 21 Apenas partieron, los jóvenes salieron del pozo y fueron a informar al rey David: “Apresúrense a cruzar las aguas, le dijeron, porque Ajitófel ha propuesto este plan contra ustedes”. 22 David y toda la tropa que iba con él reanudaron la marcha y cruzaron el Jordán. Al despuntar el día, no había quedado nadie sin pasar el Jordán.

El suicidio de Ajitófel

David y Absalón en la Transjordania

24 David llegó a Majanaim, mientras Absalón cruzaba el Jordán con todos los hombres de Israel. 25 Absalón había puesto al frente del ejército a Amasá, en lugar de Joab. Amasá era hijo de un hombre llamado Itrá, el ismaelita, que se había unido a Abigail, hija de Jesé y hermana de Seruiá, la madre de Joab. 26 Israel y Absalón acamparon en la región de Galaad. 27 Y cuando David llegó a Majanaim, Sobí, hijo de Najás, el de Rabá de los amonitas, Maquir, hijo de Amiel, el de Lo Dabar, y Barzilai, el galaadita de Roglím,28 trajeron catres, mantas, jarras, vasijas, trigo, cebada, harina, grano tostado, habas, lentejas, 29 miel, leche cuajada y queso de oveja y de vaca, y se los presentaron a David y a la gente que estaba con él, para que comieran. Porque decían: “La gente está hambrienta, cansada y sedienta de tanto caminar por el desierto”.

El enfrentamiento de David y Absalón

18 1 David pasó revista a sus tropas y puso al frente de ellas jefes de mil y cien hombres. 2 Luego dio a la tropa la señal de partida: un tercio iba a las órdenes de Joab, un tercio a las órdenes de Abisai, hijo de Seruiá y hermano de Joab, y el otro tercio a las órdenes de Itai, el de Gat. El rey dijo a la tropa: “Yo también saldré con ustedes”. 3 Pero la tropa respondió: “Tú no vendrás con nosotros. Porque si tenemos que huir, eso no le importaría a nadie; y aunque muriera la mitad de nosotros, tampoco nos tendrían en cuenta. Tú, en cambio, vales ahora por diez mil de nosotros. Es mejor que estés pronto a socorrernos desde la ciudad”. 4 El rey les dijo: “Haré lo que les parezca bien”. Y permaneció al lado de la Puerta, mientras toda la tropa salía en grupos de cien y mil hombres. 5 El rey hizo esta recomendación a Joab, Abisai e Itai: “Trátenme con cuidado al joven Absalón”. Y toda la tropa oyó cuando el rey hacía a todos los jefes esa misma recomendación.

La muerte de Absalón

9 De pronto, Absalón se encontró frente a los servidores de David. Iba montado en un mulo, y este se metió bajo el tupido ramaje de una gran encina, de manera que la cabeza de Absalón quedó enganchada en la encina. Así él quedó colgado entre el cielo y la tierra, mientras el mulo seguía de largo por debajo de él. 10 Al verlo, un hombre avisó a Joab: “¡Acabo de ver a Absalón colgado de una encina!”. 11 Joab replicó al hombre que le dio la noticia: “Y si lo viste, ¿por qué no lo dejaste tendido allí mismo? ¡Yo ahora te hubiera dado diez siclos de plata y un cinturón!”. 12 Pero el hombre dijo a Joab: “Aunque pudiera pesar en la palma de mi mano mil siclos de plata, no atentaría contra el hijo del rey. Porque en presencia nuestra el rey les impartió esta orden, a ti, a Abisai y a Itai: ‘¡Cuídenme bien al joven Absalón!’. 13 Y si yo hubiera atentado alevosamente contra su vida, como al rey no se le oculta nada, tú te habrías puesto contra mí”. 14Entonces Joab replicó: “No voy a perder más tiempo contigo”. Y tomando en su mano tres dardos, los clavó en el corazón de Absalón, que estaba todavía vivo en medio de la encina. 15 Luego diez jóvenes, los escuderos de Joab, rodearon a Absalón y lo acabaron de matar.

El monumento de Absalón

El anuncio de la muerte de Absalón

19 Ajimáas, hijo de Sadoc, dijo: “¡Iré corriendo a llevar al rey la buena noticia de que el Señor le ha hecho justicia, librándolo de sus enemigos!”. 20 Joab le respondió: “Hoy no serás portador de buenas noticias. Otro día sí lo serás, pero hoy no vas a llevar una buena noticia, porque ha muerto el hijo del rey”. 21 Luego Joab dijo a un cusita: “Ve a informar al rey de lo que has visto”. El cusita se postró delante de Joab y salió corriendo.22 Ajimáas volvió a decir a Joab: “Pase lo que pase, yo también iré corriendo detrás del cusita”. Joab replicó: “¿Para qué vas a correr, hijo mío? Esa buena noticia no te reportará nada bueno”. 23 Pero él insistió: “¡Pase lo que pase, iré corriendo!”. Entonces Joab le dijo: “Está bien, corre”. Ajimáas fue corriendo por el camino del Distrito y se adelantó al cusita.

El dolor de Davidpor la muerte de Absalón

6 Joab fue adentro a ver al rey y le dijo: “¡Hoy has cubierto de oprobio el rostro de tus servidores, esos que hoy han salvado tu vida y la vida de tus hijos y tus hijas, de tus mujeres y concubinas! 7 Porque tú amas a los que te odian y odias a los que te aman. ¡Sí, hoy has puesto de manifiesto que para ti no valen nada ni los jefes ni los soldados! Seguro que si hoy Absalón estuviera vivo, y todos nosotros muertos, a ti te parecería una cosa justa. 8 Ahora levántate y ve a dar una palabra de aliento a tus servidores. Porque si no sales, ¡juro por el Señor que esta noche no quedará nadie contigo! Y esa sí que será para ti una desgracia peor que todas las que has soportado desde tu juventud hasta ahora”. 9 Entonces el rey se levantó y fue a sentarse a la Puerta. Y cuando hicieron correr la noticia: “¡El rey está sentado a la Puerta!”, todo el pueblo acudió a presentarse ante el rey.

El retorno de David

El encuentro de David con Simei

El encuentro con Meribaal

25 También Meribaal, hijo de Saúl, bajó al encuentro del rey. No se había cuidado los pies, ni arreglado el bigote, ni hecho lavar la ropa, desde el día en que el rey partió de Jerusalén hasta que volvió sano y salvo. 26 Apenas llegó de Jerusalén para recibir al rey, este le dijo: “¿Por qué no has venido conmigo, Meribaal?”. 27 Él respondió: “¡Rey, mi señor, he sido traicionado por mi servidor! Porque yo había pensado: ‘Voy a ensillar el asno para montar en él e irme con el rey’, ya que estoy lisiado. 28 Pero él me calumnió ante mi señor, el rey. Sin embargo, tú eres como un ángel de Dios: trátame entonces como mejor te parezca. 29 Porque toda la casa de mi padre no merecía de parte de mi señor, el rey, nada más que la muerte. Y a pesar de todo, tú me has admitido entre tus comensales: ¿qué derecho tengo todavía de reclamar algo al rey?”.30 El rey le respondió: “¿Para qué vas a añadir nuevas razones? Ya lo he decidido: tú y Sibá se repartirán las tierras”. 31 Meribaal dijo al rey: “¡Que él se quede con todo, puesto que mi señor, el rey, ha vuelto a su casa sano y salvo!”.

El encuentro con Barzilai

32 Barzilai, el de Galaad, había bajado de Roglím y había pasado con el rey el Jordán, para despedirlo junto al río. 33 Barzilai era muy anciano, tenía ochenta años, y había abastecido de provisiones al rey durante su permanencia en Majanaim, porque era un hombre de muy buena posición. 34 El rey le dijo: “Sigue adelante conmigo, y yo me ocuparé de tu sustento en Jerusalén”. 35 Pero Barzilai respondió al rey: “¿Cuántos años más voy a tener de vida para que suba contigo a Jerusalén? 36 ¡Ya tengo ochenta años! No puedo distinguir lo bueno de lo malo, ni saborear lo que como o lo que bebo, ni oír la voz de los cantores y cantoras. ¿Por qué tu servidor va a ser una carga más para mi señor, el rey? 37 Tu servidor te acompañará un corto trecho más allá del Jordán. ¿Para qué me vas a conceder semejante recompensa? 38 Te ruego que me dejes volver, y así moriré en mi ciudad junto a la tumba de mi padre y de mi madre. Ahí tienes a tu servidor Quimhám: que él siga adelante con mi señor, el rey, y trátalo como mejor te parezca”.39 El rey dijo entonces: “Que Quimhám siga adelante conmigo; yo lo trataré como mejor te parezca y haré por ti todo lo que quieras pedirme”. 40 Todo el pueblo pasó el Jordán, y también pasó el rey. Luego el rey besó a Barzilai y lo bendijo, y él regresó a su casa.

Disensiones entre Israel y Judá

41 El rey avanzó hasta Guilgal, y Quimhám iba con él. Todo el pueblo de Judá acompañaba al rey, y también la mitad del pueblo de Israel. 42 Entonces todos los hombres de Israel se presentaron al rey y le dijeron: “¿Por qué te tienen acaparado nuestros hermanos, los hombres de Judá, y han sido ellos los que hicieron cruzar el Jordán al rey, a su familia y a todos los hombres que estaban con David?”. 43 Los hombres de Judá respondieron a los de Israel: “Es porque el rey está más cerca de nosotros. ¿Por qué se van a irritar a causa de esto? ¿Acaso hemos comido a costa del rey o él nos ha concedido algún privilegio?”. 44 Pero los hombres de Israel replicaron a los de Judá: “Nosotros tenemos sobre el rey, incluso sobre David, diez veces más derechos que ustedes. ¿Por qué nos han relegado? ¿No fuimos nosotros los primeros en proponer que volviera nuestro rey?”. A esto respondieron los hombres de Judá con palabras aún más duras.

La rebelión de Seba

Amasá asesinado por Joab

Fin de la rebelión de Seba

14 Seba recorrió todas las tribus de Israel hasta Abel Bet Maacá, y todos los del clan de Bicrí se reunieron y también lo siguieron . 15 Pero los otros fueron a sitiarlo en Abel Bet Maacá y levantaron contra la ciudad un terraplén que llegaba al antemuro. Como toda la tropa que estaba con Joab se puso a socavar el muro para hacerlo caer, 16 una mujer sagaz gritó desde la ciudad: “¡Escuchen, escuchen! Díganle por favor a Joab que se acerque aquí, para que yo le hable”. 17 Él se le acercó y la mujer le dijo: “¿Tú eres Joab?”. “Sí, soy yo”, respondió él. Ella continuó diciendo: “¡Escucha las palabras de tu servidora!”. Joab respondió: “Te escucho”. 18 Entonces la mujer habló en estos términos: “Antes se solía decir: ‘Que se consulte a los de Abel, y asunto concluido’. 19Nosotros somos de lo más pacífico y leal en Israel. ¡Y tú pretendes destruir una ciudad que es madre en Israel! ¿Por qué quieres aniquilar la herencia del Señor?”. 20 Pero Joab respondió: “¡Lejos de mí destruir y arruinar! 21 No se trata de eso; lo que pasa es que un hombre de la montaña de Efraím, llamado Seba, hijo de Bicrí, ha alzado su mano contra el rey David. Entréguenlo a él solo, y yo me retiraré de la ciudad”. La mujer dijo a Joab: “En seguida te arrojarán su cabeza por encima del muro”.

Los oficiales de la corte de David


APÉNDICES


La ejecución de sietedescendientes de Saúl

21 1 En tiempos de David, hubo hambre durante tres años consecutivos. David consultó al Señor, y el Señor le respondió: “Esto se debe a Saúl y a esa casa sanguinaria, porque él dio muerte a los gabaonitas”. 2 Enton-ces David convocó a los gabaonitas y les habló. Ellos no pertenecían a Israel, sino que eran un resto de los amorreos, con quienes los israelitas se habían comprometido mediante un juramento. Sin embargo, Saúl había intentado eliminarlos, en su celo por Israel y Judá. 3 David preguntó a los gabaonitas: “¿Qué puedo hacer por ustedes y con qué podré expiar, para que ustedes bendigan la herencia del Señor?”. 4 Los gabaonitas le dijeron: “No tenemos con Saúl y su familia ninguna queja por cuestiones de plata y oro, ni tenemos cuestiones con ningún otro hombre en Israel, para hacerlo morir”. David respondió: “Haré por ustedes lo que me pidan”. 5 Ellos dijeron al rey: “Aquel hombre trató de exterminarnos y proyectaba aniquilarnos, para que no subsistiéramos en todo el territorio de Israel. 6 Que nos entreguen a siete de sus descendientes y nosotros los colgaremos delante del Señor, en Gabaón, en la montaña del Señor”. “Yo se los entregaré”, respondió el rey.

David salvado por Abisai

Hazañas contra los filisteos

1 Crón. 20. 4-8

Salmo de David

Las últimas palabras de David

Los Guerreros de David

1 Crón. 11. 10-41
13 Tres de los Treinta bajaron juntos, durante el tiempo de la cosecha, y se unieron a David en la cueva de Adulám, mientras un destacamento de los filisteos acampaba en el valle de Refaím. 14 David se encontraba entonces en el refugio, y una guarnición filistea estaba en Belén. 15 David manifestó este deseo: “¡Quién me diera de beber agua del pozo que está junto a la Puerta de Belén!”. 16 Los Tres Valientes irrumpieron en el campamento filisteo, sacaron agua del pozo que está junto a la Puerta de Belén, la trajeron y se la presentaron a David. Pero él no quiso beberla y la derramó como libación al Señor, 17 diciendo: “¡Líbreme el Señor de hacer tal cosa! ¡Es la sangre de estos hombres, que han ido allí exponiendo su vida!”. Y no quiso beberla. Esto es lo que hicieron los Tres Valientes.
24 Asael, hermano de Joab, era uno de los Treinta, y además, Eljanán, hijo de Dodó, de Belén; 25 Samá, de Jarod; Elicá, de Jarod; 26 Jéles, de Bet Pélet; Irá, hijo de Iqués, de Técoa; 27 Abiezer, de Anatot; Sibecai, de Jusá; 28 Salmón, de Ajoj; Majrai, de Netofá; 29Jeleb, hijo de Baaná, de Netofá; Itai, hijo de Ribai, de Guibeá de los benjaminitas; 30Benaías, de Pireatón; Hidai, de los torrentes de Gaas; 31 Abí Albón, de Bet Haarabá; Azmávet, de Bajurím; 32 Eliajbá, de Saalbón; Iasen, de Gizón; Jonatán, 33 hijo de Samá, de Harar; Ajiám, hijo de Sarar, de Harar; 34 Elifélet, hijo de Ajasbai, de Bet Maacá; Eliám, hijo de Ajitófel, de Guiló; 35 Jesrai, de Carmel; Paarai, de Arab; 36 Igal, hijo de Natán, de Sobá; Baní, de Gad; 37 Sélec, el amonita; Najrai, de Beerot, escudero de Joab, hijo de Seruiá; 38 Irá, de Iatir; Gareb, de Iatir; 39 Urías, el hitita.

El censo de los israelitas

1 Crón. 21. 1-5

El castigo del Señory el arrepentimiento de David

1 Crón. 21. 7-17