LIBROS HISTORICOS - SEGUNDA DE REYES

2Reyes 1-2 Los últimos días de Elías 3-8 El profeta Eliseo (5: Naaman) 9-16 Relatos breves de los reyes de Judá en el sur y de Israel en el norte 17 La caída de Israel, deportación del pueblo a Asiría (722 a.C.) 8-23 LOS rey de Judá del 722 a.C. al 587 a.C. 24-25 El rey de Babilonia Nabucodonosor conquista Jerusalén, el pueblo es deportado a Babilonia (587 a.C.)


El profeta Elías y la muerte de Ocozías

EL CICLO DE ELISEO


elías y eliseo

Elías arrebatado al cielo

7 Cincuenta hombres de la comunidad de profetas fueron y se pararon enfrente, a una cierta distancia, mientras los dos estaban de pie a la orilla del Jordán. 8 Elías se quitó el manto, lo enrolló y golpeó las aguas. Estas se dividieron hacia uno y otro lado, y así pasaron los dos por el suelo seco. 9 Cuando cruzaban, Elías dijo a Eliseo: “Pide lo que quieres que haga por ti antes de que sea separado de tu lado”. Eliseo respondió: “¡Ah, si pudiera recibir las dos terceras partes de tu espíritu!”. 10 “¡No es nada fácil lo que pides!, dijo Elías; si me ves cuando yo sea separado de tu lado, lo obtendrás; de lo contrario, no será así”. 11 Y mientras iban conversando por el camino, un carro de fuego, con caballos también de fuego, los separó a uno del otro, y Elías subió al cielo en el torbellino. 12 Al ver esto, Eliseo gritó: “¡Padre mío! ¡Padre mío! ¡Carro de Israel y su caballería!”. Y cuando no lo vio más, tomó sus vestiduras y las rasgó en dos pedazos. 13Luego recogió el manto que se le había caído a Elías de encima, se volvió y se detuvo al borde del Jordán.

Eliseo sucede a Elías

14 Después, con el manto que se le había caído a Elías, golpeó las aguas, pero estas no se dividieron. Entonces dijo: “¿Dónde está el Señor, el Dios de Elías?”. El golpeó otra vez las aguas; estas se dividieron hacia uno y otro lado, y Eliseo cruzó. 15 El grupo de profetas de Jericó, que lo habían visto de enfrente, dijeron: “¡El espíritu de Elías se ha posado sobre Eliseo!”. En seguida fueron a su encuentro, se postraron hasta el suelo delante de él, 16 y le dijeron: “Hay aquí, entre tus servidores, cincuenta hombres valientes. Deja que vayan a buscar a tu señor; tal vez el espíritu del Señor se lo llevó y lo arrojó sobre alguna montaña o en algún valle”. Él replicó: “No envíen a nadie”. 17Pero ellos lo presionaron tanto, que terminó por decir: “¡Envíenlos de una vez!”. Así enviaron a cincuenta hombres, que lo buscaron durante tres días, pero no lo encontraron. 18 Cuando regresaron junto a Eliseo, que se había quedado en Jericó, él les dijo: “¿No les había dicho que no fueran?”.

Dos milagros de Eliseo

la guerra con moab

El reinado de Jorám en Israel (852-841)

La expedición de Jorámcontra Mesa, rey de Moab

El rey de Israel, el rey de Judá y el rey de Edóm bajaron hacia donde estaba Eliseo, 13pero este dijo al rey de Israel: “¿Qué tengo que ver yo contigo? Recurre a los profetas de tu padre y a los profetas de tu madre”. “De ninguna manera, dijo el rey de Israel, porque el Señor ha convocado a estos tres reyes para entregarlos en manos de Moab”.14 Eliseo respondió: “¡Por la vida del Señor de los ejércitos, a quien sirvo! Si no fuera por consideración a Josafat, rey de Judá, no te tendría en cuenta y ni siquiera te miraría.15 Pero ahora, tráiganme un músico”. Y mientras el músico pulsaba las cuerdas, la mano del Señor se posó sobre Eliseo, 16 y él dijo: “Así habla el Señor: Abran zanjas y más zanjas en esta quebrada, 17 porque así habla el Señor: Ustedes no verán viento ni verán lluvia, pero esta quebrada se llenará de agua, para que beban ustedes, su ganado y sus bestias de carga. 18 Y como esto es demasiado poco a los ojos del Señor, él entregará a Moab en manos de ustedes. 19 Derrotarán todas las plazas fuertes y todas las ciudades importantes; talarán los mejores árboles, cegarán todas las fuentes de agua y arruinarán todos los campos fértiles, cubriéndolos de piedras”. 20 En efecto, a la mañana siguiente, a la hora de la ofrenda, vino una correntada por el lado de Edóm y se inundó de agua toda la región.
24 Pero cuando llegaron al campamento de Israel, surgieron los israelitas y derrotaron a Moab, que huyó delante de ellos. Luego siguieron avanzando y derrotando a Moab: 25demolieron las ciudades y cada uno arrojó su piedra en los campos fértiles, hasta llenarlos de ellas; cegaron todas las fuentes de agua y talaron los mejores árboles. Al fin, cuando ya no quedó más que Quir Jaréset, los honderos la cercaron y la atacaron.26 El rey de Moab, al ver que la guerra estaba perdida para él, reunió a setecientos hombres armados de espada, para abrirse una brecha hacia el rey de Edóm; pero fracasó. 27 Entonces tomó a su hijo primogénito, el que debía reinar después de él, y lo ofreció en holocausto sobre la muralla. Y se desencadenó una ira tan grande contra Israel, que debieron retirarse de allí y volver a su país. 
algunos milagros de eliseo

El aceite de la viuda

4 1 La mujer de uno de la comunidad de profetas imploró a Eliseo, diciendo: “Tu servidor, mi marido, ha muerto, y tú sabes que era un hombre temeroso del Señor. Pero ahora ha venido un acreedor para llevarse a mis dos hijos como esclavos”. 2 Eliseo le dijo: “¿Qué puedo hacer por ti? Dime qué tienes en tu casa”. Ella le respondió: “Tu servidora no tiene en su casa nada más que un frasco de aceite”. 3 Eliseo le dijo: “Ve y pide prestados a todos tus vecinos unos recipientes vacíos; cuántos más sean, mejor. 4Luego entra y enciérrate con tus hijos; echa el aceite en todos esos recipientes, y cuando estén llenos, colócalos aparte”. 5 Ella se fue y se encerró con sus hijos; estos le presentaban los recipientes, y ella los iba llenando. 6 Cuando todos estuvieron llenos, ella dijo a su hijo: “Alcánzame otro recipiente”. Pero él respondió: “Ya no quedan más”. Entonces dejó de correr el aceite. 7 Ella fue a informar al hombre de Dios, y este le dijo: “Ve a vender el aceite y paga la deuda; después, tú y tus hijos podrán vivir con el resto”.

El hijo de la mujer de Sunám

11 Un día Eliseo llegó por allí, se retiró a la habitación de arriba y se acostó. 12 Después dijo a Guejazí, su servidor: “Llama a esa buena sunamita”. El servidor la llamó, y ella se presentó ante él. 13 Eliseo dijo entonces a Guejazí: “Dile: Realmente tú te has desvivido por nosotros; ¿qué se puede hacer por ti? ¿Necesitas una recomendación para el rey o el jefe del ejército?”. Ella respondió: “Me siento muy bien donde estoy, en medio de mi gente”. 14 Pero Eliseo insistió: “Entonces, ¿qué se puede hacer por ella?”. Guejazí respondió: “Lamentablemente, no tiene un hijo y su marido es viejo”. 15 “Llámala”, dijo Eliseo. Cuando la llamó, ella se quedó junto a la puerta, 16 y Eliseo le dijo: “El año próximo, para esta misma época, tendrás un hijo en tus brazos”. Ella exclamó: “No, señor, por favor; tú eres un hombre de Dios, no engañes a tu servidora”. 17 Pero la mujer concibió, y dio a luz un hijo al año siguiente, para esa misma época, como se lo había dicho Eliseo.
18 El niño creció. Y un día en que había ido a ver a su padre, que estaba con los segadores, 19 le dijo: “¡Ay, mi cabeza! ¡Ay, mi cabeza!”. El padre dijo al servidor: “Llévaselo a su madre”. 20 Él lo tomó y se lo llevó a su madre. El niño estuvo en la falda de su madre hasta el mediodía y luego murió. 21 Entonces ella subió, lo acostó en la cama del hombre de Dios, cerró la puerta y salió. 22 Después mandó llamar a su marido y le dijo: “Envíame, por favor, a uno de los servidores con un asna; voy corriendo a ver al hombre de Dios, y en seguida vuelvo”. 23 Él le preguntó: “¿Por qué vas a verlo hoy, si no es día de luna nueva ni sábado?”. Pero ella le dijo: “No te preocupes”. 24 Luego hizo ensillar el asna y dijo a su servidor: “Toma la rienda y camina. No me detengas por el camino, a no ser que yo te lo diga”. 25 Así partió y llegó adonde estaba el hombre de Dios, en el monte Carmelo.

El caldo envenenado

38 Eliseo volvió a Guilgal, cuando el hambre se hacía sentir en la región. Mientras la comunidad de profetas estaba sentada delante de él, dijo a su servidor: “Coloca sobre el fuego la olla grande y prepara un caldo para la comunidad de profetas”. 39 Uno de ellos salió al campo para recoger algunas hierbas. Encontró una especie de viña silvestre, de la que recogió los frutos salvajes hasta llenar su manto. Al volver, los cortó en pedazos y los echó a la olla del caldo, porque nadie sabía lo que eran. 40 Luego sirvieron la comida a los hombres, pero apenas probaron el caldo, se pusieron a gritar: “¡La muerte está en esa olla, hombre de Dios!”. Y no pudieron comer. 41 Eliseo dijo: “Traigan harina”. Él la arrojó en la olla y agregó: “Sírvele a esta gente, para que coman”. Y ya no había nada malo en la olla.

La multiplicación de los panes

La curación de Naamán

8 Cuando Eliseo, el hombre de Dios, oyó que el rey de Israel había rasgado sus vestiduras, mandó a decir al rey: “¿Por qué has rasgado tus vestiduras? Que él venga a mí y sabrá que hay un profeta en Israel”. 9 Naamán llegó entonces con sus caballos y su carruaje, y se detuvo a la puerta de la casa de Eliseo. 10 Eliseo mandó un mensajero para que le dijera: “Ve a bañarte siete veces en el Jordán; tu carne se restablecerá y quedarás limpio”. 11 Pero Naamán, muy irritado, se fue diciendo: “Yo me había imaginado que saldría él personalmente, se pondría de pie e invocaría el nombre del Señor, su Dios; luego pasaría su mano sobre la parte afectada y curaría al enfermo de la piel. 12 ¿Acaso los ríos de Damasco, el Abaná y el Parpar, no valen más que todas las aguas de Israel? ¿No podía yo bañarme en ellos y quedar limpio?”. Y dando media vuelta, se fue muy enojado. 13 Pero sus servidores se acercaron para decirle: “Padre, si el profeta te hubiera mandado una cosa extraordinaria ¿no la habrías hecho? ¡Cuánto más si él te dice simplemente: Báñate y quedarás limpio!”. 14 Entonces bajó y se sumergió siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del hombre de Dios; así su carne se volvió como la de un muchacho joven y quedó limpio.
15 Luego volvió con toda su comitiva adonde estaba el hombre de Dios. Al llegar, se presentó delante de él y le dijo: “Ahora reconozco que no hay Dios en toda la tierra, a no ser en Israel. Acepta, te lo ruego, un presente de tu servidor”. 16 Pero Eliseo replicó: “Por la vida del Señor, a quien sirvo, no aceptaré nada”. Naamán le insistió para que aceptara, pero él se negó. 17 Naamán dijo entonces: “De acuerdo; pero permite al menos que le den a tu servidor un poco de esta tierra, la carga de dos mulas, porque tu servidor no ofrecerá holocaustos ni sacrificios a otros dioses, fuera del Señor. 18 Y que el Señor perdone a tu servidor este gesto: cuando mi señor entra en el templo de Rimón para postrarse y se apoya en mi brazo, yo también me postro en el templo de Rimón. Así, cuando yo me postre en el templo de Rimón, que el Señor se digne perdonar este gesto a tu servidor”. 19 Eliseo le respondió: “Vete en paz”.

La codicia de Guejazí

Después que Naamán se alejó a una cierta distancia de Eliseo, 20 Guejazí, servidor de Eliseo, el hombre de Dios, pensó: “Mi señor se ha mostrado demasiado desprendido con ese arameo Naamán, al rehusar los presentes que había traído. Por la vida del Señor, voy a correr detrás de él a ver si le saco alguna cosa”. 21 Guejazí se lanzó detrás de Naamán, y cuando este vio que corría detrás de él, salió de su carruaje para ir a su encuentro y le dijo: “¿Pasa algo?”. 22 “No, respondió él; pero mi señor te manda decir: Hace apenas un momento vinieron a verme dos muchachos de la montaña de Efraím, de la comunidad de profetas. Te ruego que me des para ellos un talento de plata y dos mudas de ropa”. 23 Naamán dijo: “Toma más bien dos talentos”. Y le insistió hasta que metió en dos bolsas dos talentos de plata y dos mudas de ropa, que entregó a sus servidores para que los llevaran delante de Guejazí. 24 Al llegar a Ofel, Guejazí recogió todo y lo depositó en su casa. Luego despidió a los dos hombres, y ellos se fueron.

El hacha hundida en el río

6 1 La comunidad de profetas dijo a Eliseo: “La sala donde nos reunimos a escucharte es demasiado estrecha para nosotros. 2 Vayamos hasta el Jordán; allí tomaremos cada uno un poste y haremos una sala donde podremos sentarnos”. Él respondió: “Vayan”. 3Pero uno de ellos dijo: “Por favor, accede a venir con tus servidores”. “Iré”, respondió él, 4 y se fue con ellos. Cuando llegaron al Jordán, se pusieron a cortar los árboles. 5Pero a uno de ellos, al derribar un poste, se le cayó el hacha al agua. Entonces lanzó un grito, diciendo: “¡Ay, mi señor, el hacha era prestada!”. 6 El hombre de Dios dijo: “¿Dónde cayó?”. Él le mostró el lugar, y Eliseo partió un pedazo de madera; lo arrojó allí, y el hacha salió a flote. 7 Luego dijo: “Levántala”. El discípulo extendió la mano y la recogió.
las guerras arameas

El enceguecimientode las tropas de los arameos

Segundo sitio de Samaría:el hambre en la ciudad sitiada

26 Mientras el rey de Israel pasaba sobre la muralla, una mujer le gritó: “¡Socorro, majestad!”. 27 Él respondió: “¡No, que te socorra el Señor! ¿Con qué podría socorrerte yo? ¿Con los productos de la era o del lagar?”. 28 Luego añadió: “¿Qué te pasa?”. Ella respondió: “Esta mujer me dijo: Trae a tu hijo; lo comeremos hoy, y mañana comeremos el mío. 29 Entonces cocinamos a mi hijo y lo comimos. Al día siguiente, yo le dije: Trae a tu hijo para que lo comamos. Pero ella lo había escondido”. 30 Al oír las palabras de aquella mujer, el rey rasgó sus vestiduras; y como pasaba sobre el muro, la gente vio el cilicio que llevaba sobre su carne. 31 El rey dijo: “Que Dios me castigue si Eliseo, hijo de Safat, queda hoy con la cabeza sobre el cuello”.

Anuncio de la liberación de la ciudad

Fin del asedio de Samaría

3 Había cuatro hombres leprosos que se encontraban a la entrada de la Puerta y se decían unos a otros: “¿Por qué nos quedamos aquí a esperar la muerte? 4 Si nos decidimos a entrar en la ciudad, moriremos en ella, porque aprieta el hambre; si nos quedamos aquí, lo mismo moriremos. Por eso, vamos a pasarnos al campo de los arameos; si nos dejan con vida, viviremos; si nos matan, moriremos”. 5 A la hora del crepúsculo partieron hacia el campamento de los arameos. Pero cuando llegaron al extremo del campamento, vieron que allí no había nadie. 6 Porque el Señor había hecho oír en el campamento de los arameos un ruido de carros, un fragor de caballos y el estruendo de un gran ejército, de manera que se dijeron unos a otros: “Miren, el rey de Israel ha contratado como mercenarios a los reyes de los hititas y a los reyes de los musritas, para que avancen contra nosotros”. 7 Así, a la hora del crepúsculo, habían emprendido la huida, abandonando carpas, caballos y asnos, y el campamento tal como estaba; se habían dado a la fuga para salvar sus vidas.
12 El rey se levantó de noche y dijo a sus servidores: “Les voy a explicar lo que han urdido contra nosotros los arameos. Como ellos saben que estamos hambrientos, han salido del campamento y se han ocultado en el campo, diciendo: Van a salir de la ciudad; entonces los capturaremos vivos y entraremos en la ciudad”. 13 Uno de los oficiales pidió la palabra y dijo: “Tomemos cinco de los caballos que todavía quedan. A fin de cuentas, si se los deja en la ciudad, les sucederá lo mismo que a toda la multitud de Israel que ya ha perecido. Los enviaremos y veremos qué pasa”. 14 Tomaron dos carros con sus caballos, y el rey los envió a seguir los rastros del campamento arameo, diciendo: “Vayan a ver”. 15 Ellos siguieron las huellas hasta el Jordán, y vieron diseminados por todo el camino el material y la ropa que habían arrojado los arameos en su fuga precipitada. Después, los mensajeros volvieron para informar al rey.
16 El pueblo salió a saquear el campamento de los arameos, y se tuvo un balde de harina por un siclo, y dos baldes de cebada por el mismo precio, conforme a la palabra del Señor. 17 El rey había puesto a vigilar la Puerta al escudero en cuyo brazo se apoyaba. Pero el pueblo lo aplastó contra la Puerta, y él murió, conforme a lo que había dicho el hombre de Dios cuando el rey había bajado a encontrarse con él. 18 En efecto, cuando el hombre de Dios había dicho al rey: “Mañana, a esta misma hora, se venderá un balde de harina de la mejor calidad por un siclo, y dos baldes de cebada por el mismo precio, en la Puerta de Samaría”, 19 el escudero había replicado al hombre de Dios: “Aunque el Señor abriera ventanas en el cielo, ¿podría suceder una cosa así?”. Y Eliseo había dicho: “Verás esto con tus propios ojos, pero no lo comerás”. 20 Y esto fue lo que le sucedió: el pueblo lo aplastó contra la Puerta, y él murió.

La devolución de los bienes de la sunamita

La predicción de Eliseoacerca de Ben Hadad y Jazael

9 Jazael fue al encuentro de Eliseo llevando como presente cuarenta camellos cargados con lo mejor que había en Damasco. Al llegar, se presentó ante él y le dijo: “Tu hijo Ben Hadad, rey de Arám, me ha enviado a preguntarte: ¿Me restableceré de esta enfermedad?”. 10 Eliseo respondió: “Ve a decirle: ‘Sí, te restablecerás’; pero el Señor me ha hecho ver que morirá”. 11 Después fijó la mirada y permaneció así largo rato. Y el hombre de Dios lloró. 12 Jazael le preguntó: “¿Por qué llora mi señor?”. “Porque sé el mal que harás a los israelitas, respondió Eliseo; tú incendiarás sus plazas fuertes, matarás a sus jóvenes con la espada, estrellarás a sus niños y abrirás el vientre de sus mujeres embarazadas”. 13 Jazael replicó: “Tu servidor no es más que un perro. ¿Cómo va a hacer tales hazañas?”. Eliseo respondió: “El Señor me ha hecho ver que tú reinarás sobre Arám”.

El reinado de Jorám en Judá (848-841)

2 Crón. 21. 5-10, 20

El reinado de Ocozías en Judá (841)

2 Crón. 22. 1-6

LA REBELIÓN DE JEHÚ


Jehú ungido y proclamadorey de Israel

La rebelión de Jehú: el asesinato de Jorám, rey de Israel

21 Jorám ordenó: “¡Enganchen mi carro!”. Cuando lo engancharon, Jorám, rey de Israel, y Ocozías, rey de Judá, salieron cada uno en su carro al encuentro de Jehú. Lo encontraron en la parcela de Nabot de Izreel, 22 y apenas Jorám vio a Jehú, dijo: “¿Te va bien, Jehú?”. Este respondió: “¿Cómo me va a ir bien, mientras duren las prostituciones de tu madre Jezabel y sus innumerables brujerías?”. 23 Jorám volvió las riendas y huyó, diciendo a Ocozías: “¡Traición, Ocozías!”. 24 Pero Jehú, que había tendido su arco, hirió a Jorám en plena espalda; la flecha le atravesó el corazón, y él se desplomó en su carro. 25 Entonces Jehú dijo a Bidcar, su escudero: “Levántalo y arrójalo en la parcela del campo de Nabot el izreelita. Acuérdate que cuanto tú y yo cabalgábamos a la par, detrás de su padre Ajab, el Señor pronunció contra él esta sentencia:

El asesinato de Ocozías

2 Crón. 22. 7-9

La muerte de Jezabel

30 Jehú llegó a Izreel. Cuando se enteró Jezabel, se pintó los ojos, se arregló el cabello y se asomó por la ventana. 31 En el momento en que Jehú franqueaba la puerta de la ciudad, ella le dijo: “¿Cómo te va, Zimrí, asesino de su señor?”. 32 Jehú alzó la cabeza hacia la ventana y exclamó: “¿Quién está conmigo? ¿Quién?”. Dos o tres eunucos se inclinaron hacia él, 33 y él les dijo: “¡Tírenla abajo!”. Ellos la tiraron abajo, y su sangre salpicó la pared y a los caballos, que la pisotearon. 34 Jehú entró, comió y bebió, y luego dijo: “Encárguense de esta maldita y sepúltenla, porque al fin de cuentas es hija de rey”. 35 Pero cuando fueron a sepultarla, no encontraron más que el cráneo, los pies y las manos. 36 Volvieron a comunicárselo a Jehú, y él dijo: “Así se cumple la palabra que el Señor pronunció por medio de Elías, el tisbita. En la parcela de Izreel, los perros devorarán la carne de Jezabel; 37 y el cadáver de Jezabel será como estiércol sobre los campos, de manera que no se podrá decir: Es Jezabel”. 

Exterminio de las familias realesde Israel y de Judá

El encuentro de Jehú con Jonadab, hijo de Recab

Exterminio de todos los servidoresde Baal

El reinado de Jehú en Israel (841-814)

desde atalía hasta la muerte de eliseo

El crimen y el interregno de Atalía en Judá (841-835)

2 Crón. 22. 10-12

La conjuración contra Atalíay la entronización de Joás

2 Crón. 23. 1-11
4 El séptimo año, Iehoiadá mandó buscar a los centuriones de los carios y de la guardia, y los hizo comparecer ante él en la Casa del Señor. Hizo con ellos un pacto, comprometiéndolos bajo juramento, y les mostró al hijo del rey. 5 Luego les impartió esta orden: “Van a hacer lo siguiente: Un tercio de ustedes, el que entra de servicio el día sábado y custodia la casa del rey, 6 con el tercio que está apostado en la puerta del Sur y el tercio que está apostado en la puerta de la escolta, montarán guardia en la Casa para vigilar el acceso. 7 Los dos cuerpos formados por los que dejan el servicio el día sábado, montarán guardia en la Casa del Señor, junto al rey. 8 Ustedes se pondrán en círculo alrededor del rey, cada uno con las armas en la mano. Cualquiera que intente forzar las filas morirá. Permanezcan junto al rey dondequiera que vaya”.

La muerte de Atalía

2 Crón. 23. 12-21

El reinado de Joás en Judá (835-796)

2 Crón. 24. 1-2

La restauración del Templode Jerusalén

2 Crón. 24. 4-14
10 Luego el sacerdote Iehoiadá tomó un cofre, le hizo una abertura en la tapa, y lo colocó al lado del altar, a la derecha de quien entra en la Casa del Señor. Y los sacerdotes guardianes del umbral depositaban allí todo el dinero que se aportaba para la Casa del Señor. 11 Cuando veían que había mucho dinero en el cofre, el secretario del rey subía con el sumo sacerdote a recoger y contar el dinero que se encontraba en la Casa del Señor. 12 Después de haberlo contado, ponían el dinero en manos de los que dirigían las obras, de los supervisores de la Casa del Señor, y ellos lo empleaban para pagar a los carpinteros y constructores que trabajaban en la Casa del Señor, 13 a los albañiles y a los talladores de piedras, y también para comprar la madera y las piedras talladas con que se reparaba la Casa del Señor. Así se cubrían todos los gastos necesarios para reparar la Casa. 14 Sin embargo, con el dinero que se aportaba para la Casa del Señor no se hacían fuentes de plata, ni cuchillos, ni aspersorios, ni trompetas, ni objetos de oro o plata, 15 sino que se lo entregaba a los que dirigían las obras, y ellos lo empleaban para reparar la Casa del Señor. 16 Y no se pedía cuenta a los hombres que recibían el dinero para pagar a los obreros, porque obraban a conciencia.17 El dinero de los sacrificios de reparación y de los sacrificios por el pecado, no se lo destinaba a la Casa del Señor, sino que era para los sacerdotes.

La invasión arameay asesinato de Joás

2 Crón. 24. 23-27

El reinado de Joacaz en Israel (820-803)

3 La ira del Señor se encendió contra Israel, y lo entregó en manos de Jazael, rey de Arám, y de Ben Hadad, hijo de Jazael, todo aquel tiempo. 4 Joacaz aplacó al Señor, y el Señor lo escuchó, al ver cómo el rey de Arám oprimía a Israel. 5 Entonces el Señor dio a Israel un salvador, que lo liberó del dominio de Arám, y los israelitas vivieron tranquilos en sus carpas como antes. 6 Pero no se apartaron de los pecados con que Jeroboám había hecho pecar a Israel: persistieron en ellos, y aún el poste sagrado permaneció erigido en Samaría. 7 Por eso el Señor no le dejó a Joacaz más que un ejército de cincuenta jinetes, diez carros de guerra y mil hombres de a pie. Porque el rey de Arám había hecho perecer a los demás, y los había reducido a polvo que se pisotea.

El reinado de Joás en Israel (803-787)

Último anuncio y muerte de Eliseo

Victoria de Joás sobre los arameos


LOS REYES DE ISRAEL Y DE JUDÁHASTA LA CAÍDA DE SAMARÍA


El reinado de Amasías en Judá (811-782)

2 Crón. 25. 1-4

La victoria de Amasías sobre Edómy su derrota frente a Israel

2 Crón. 25. 11-12, 17-24

Fin del reinado de Amasías

2 Crón. 25. 25 - 26. 2

El reinado de Jeroboám II en Israel (787-747)

23 El año decimoquinto de Amasías, hijo de Joás, comenzó a reinar en Samaría Jeroboám, hijo de Joás, rey de Israel, y reinó cuarenta y un años. 24 Hizo lo que es malo a los ojos del Señor, y no se apartó de ninguno de los pecados con que Jeroboám, hijo de Nebat, había hecho pecar a Israel. 25 Él restableció las fronteras de Israel, desde la Entrada de Jamat hasta el mar de la Arabá, conforme a la palabra que había dicho el Señor, el Dios de Israel, por medio de su servidor el profeta Jonás, hijo de Amitai, que era de Gat Jéfer. 26 Porque el Señor había visto la amarga humillación de Israel, donde no había ni esclavo, ni hombre libre, ni nadie que socorriera a Israel. 27 El Señor no había decidido borrar el nombre de Israel debajo del cielo, y lo salvó por medio de Jeroboám, hijo de Joás.

El reinado de Azarías en Judá (781-740)

2 Crón. 26. 3-4, 19-23

El reinado de Zacarías en Israel (747)

El reinado de Salúm en Israel (746)

El reinado de Menajém en Israel (746-737)

El reinado de Pecajías en Israel (736-735)

El reinado de Pécaj en Israel (735-732)

El reinado de Jotám en Judá (740-735)

2 Crón. 27. 1-3, 7-9

El reinado de Ajaz en Judá (735-716)

2 Crón. 28. 1-4

La invasión siro-efraimita

Acuerdo de Ajazcon el rey de Asiria

El altar de Damasco y su réplica en Jerusalén

Fin del reinado de Ajaz

2 Crón. 28. 26-27

Oseas, último rey de Israel(732-724)

La caída de Samaría (722)

Reflexión sobre la ruina del reino del Norte

7 Esto sucedió porque los israelitas pecaron contra el Señor, su Dios, que los había hecho subir del país de Egipto, librándolos del poder del Faraón, rey de Egipto, y porque habían venerado a otros dioses. 8 Ellos imitaron las costumbres de las naciones que el Señor había desposeído delante de los israelitas, y las que habían introducido los reyes de Israel. 9 Los israelitas perpetraron contra el Señor, su Dios, acciones indebidas: se edificaron lugares altos en todas sus ciudades, tanto en las torres de guardia como en las plazas fuertes; 10 se erigieron piedras conmemorativas y postes sagrados sobre todas las colinas elevadas y bajo todo árbol frondoso; 11 allí, en los lugares altos, quemaron incienso como las naciones que el Señor había desterrado delante de ellos; cometieron malas acciones para provocar al Señor 12 y sirvieron a los ídolos, aunque el Señor les había dicho: “No harán nada de eso”.
13 El Señor había advertido solemnemente a Israel y a Judá por medio de todos los profetas y videntes, diciendo: “Vuelvan de su mala conducta y observen mis mandamientos y mis preceptos, conforme a toda la Ley que prescribí a sus padres y que transmití por medio de mis servidores los profetas”. 14 Pero ellos no escucharon, y se obstinaron como sus padres, que no creyeron en el Señor, su Dios. 15 Rechazaron sus preceptos y la alianza que el Señor había hecho con sus padres, sin tener en cuenta sus advertencias. Fueron detrás de ídolos vanos, volviéndose así vanos ellos mismos, por ir detrás de las naciones que los rodeaban, aunque el Señor les había prohibido obrar como ellas. 16 Abandonaron todos los mandamientos del Señor, su Dios, y se hicieron ídolos de metal fundido –¡dos terneros!– erigieron un poste sagrado, se postraron delante de todo el Ejército de los cielos y sirvieron a Baal. 17 Inmolaron a sus hijos y a sus hijas en el fuego, practicaron la adivinación y la magia, y se vendieron para hacer lo que el Señor reprueba, provocando su indignación. 18 El Señor se irritó tanto contra Israel, que lo arrojó lejos de su presencia. Sólo quedó la tribu de Judá. 19 Pero tampoco Judá observó los mandamientos del Señor, su Dios, sino que imitó las costumbres que había introducido Israel. 20 Y el Señor rechazó a toda la raza de Israel: los humilló y entregó en manos de salteadores, hasta que al fin los arrojó lejos de su presencia.

El origen de los samaritanos

24 El rey de Asiria hizo venir gente de Babilonia, de Cut, de Avá, de Jamat y de Sefarvaim, y la estableció en las ciudades de Samaría, en lugar de los israelitas. Ellos tomaron posesión de Samaría y ocuparon sus ciudades. 25 Pero cuando comenzaron a establecerse en ese lugar, no veneraban al Señor, y el Señor envió contra ellos leones, que hicieron una masacre. 26 Entonces dijeron al rey de Asiria: “La gente que has deportado y establecido en las ciudades de Samaría no conoce la manera de honrar al dios de ese país, y él les envió unos leones que los hicieron morir, porque ellos no conocían la manera de honrar al dios de ese país”. 27 El rey de Asiria impartió esta orden: “Manden allí a uno de los sacerdotes de Samaría que yo he deportado; que vaya a establecerse allí y les enseñe la manera de honrar al dios de ese país”. 28 Uno de los sacerdotes deportados de Samaría fue entonces a establecerse en Betel, y les enseñaba cómo se debía venerar al Dios de Israel.
34 Hasta el día de hoy, ellos practican los ritos antiguos: no temen al Señor ni practican los preceptos, los ritos, la Ley y los mandamientos que dictó el Señor a los hijos de Jacob, a quien dio el nombre de Israel. 35 El Señor, en efecto, había concluido con ellos una alianza y les había ordenado: “Ustedes no temerán a otros dioses ni se postrarán delante de ellos, no los servirán ni les ofrecerán sacrificios. 36 Sólo temerán al Señor, que los hizo salir de Egipto con gran poder y brazo extendido; se postrarán delante de él y le ofrecerán sacrificios. 37 Observarán los preceptos, los ritos, la Ley y los mandamientos que yo escribí para ustedes, practicándolos todos los días, pero no temerán a otros dioses. 38 No olvidarán la alianza que hice con ustedes, y no temerán a otros dioses. 39 Sólo temerán al Señor, su Dios, y él los librará de la mano de todos sus enemigos”. 40 Pero ellos no escucharon, sino que continuaron practicando los ritos antiguos.

LOS REYES DE JUDÁ HASTA LA CAÍDA DE JERUSALÉN


la invasión asiria y el profeta isaías

El reinado de Ezequías en Judá (716-687)

2 Crón. 29. 1-2

Evocación de la caída de Samaría

La invasión de Senaqueriby el tributo impuesto a Ezequías

2 Crón. 32. 1; Is. 36. 1

Amenazas de Senaqueribcontra Jerusalén

2 Crón. 32. 9-19; Is. 36. 2-22
19 El copero mayor les dijo: “Digan a Ezequías: Así habla el gran rey, el rey de Asiria: ¿Qué motivo tienes para estar tan confiado? 20 ¿Piensas que la estrategia y el valor para el combate son cuestión de palabras? ¿En quien confías para rebelarte contra mí?21 ¡Ah, sí! Tú confías en el apoyo de esa caña quebrada, en Egipto, que perfora y atraviesa la mano de todo el que se apoya en él. Eso es el Faraón, rey de Egipto, para todos los que confían en él. 22 Seguramente, tú me dirás: ‘Nosotros confiamos en el Señor, nuestro Dios’. Pero ¿no fue acaso Ezequías el que suprimió todos los lugares altos y los altares dedicados a él, diciendo a la gente de Judá y de Jerusalén: ‘Sólo delante de este altar, en Jerusalén, ustedes deberán postrarse’? 23 ¡Y bien! Haz una apuesta con mi señor, el rey de Asiria: ¡Yo te daré dos mil caballos, si puedes conseguir bastantes hombres para montarlos! 24 ¿Cómo harías retroceder a uno solo de los más insignificantes servidores de mi señor? ¡Pero tú confías en Egipto para tener carros de guerra y soldados! 25 ¿Acaso he venido a arrasar este país sin el consentimiento del Señor? Fue el Señor quien me dijo: ¡Sube contra ese país y arrásalo!”.
28 Entonces el copero mayor, puesto de pie, gritó bien fuerte en hebreo: “Escuchen la palabra del gran rey, el rey de Asiria: 29 Así habla el rey: Que Ezequías no los engañe, porque él no podrá librarlos de mi mano. 30 Y que Ezequías no los induzca a confiar en el Señor, diciendo: Seguramente el Señor nos librará, y esta ciudad no caerá en manos del rey de Asiria. 31 No le hagan caso a Ezequías, porque así habla el rey de Asiria: Hagan las paces conmigo y ríndanse. Así cada uno de ustedes comerá los frutos de su viña y de su higuera, y beberá el agua de su pozo, 32 hasta que venga yo y los lleve a un país como el de ustedes, un país de trigo y vino nuevo, un país de pan y viñedos, un país de olivares, de aceite fresco y de miel; así ustedes vivirán y no morirán. Pero no escuchen a Ezequías, porque él los seduce, diciendo: “El Señor nos librará”. 33 ¿Acaso los dioses de las naciones han librado a sus países de la mano del rey de Asiria? 34¿Dónde están los dioses de Jamat y de Arpad? ¿Dónde están los dioses de Sefarvaim, de Hená y de Ivá? ¿Dónde los dioses del país de Samaría? ¿Han librado de mi mano a Samaría? 35 Entre todos los dioses de esos países, ¿hubo alguno que librara de mi mano a su propio país, para que el Señor libre de mi mano a Jerusalén?”.

La intervención del profeta Isaías

Is. 37. 1-9a

Nuevas amenazas de Senaqueribcontra Jerusalén

Is. 37. 9b-20
14 Ezequías tomó la carta de la mano de los mensajeros y la leyó. Después subió a la Casa del Señor, la desplegó delante del Señor 15 y oró, diciendo: “Señor de los ejércitos, Dios de Israel, que tienes tu trono sobre los querubines: tú solo eres el Dios de todos los reinos de la tierra, tú has hecho el cielo y la tierra. 16 Inclina tu oído, Señor, y escucha; abre tus ojos, Señor, y mira. Escucha las palabras que Senaquerib ha mandado decir, para insultar al Dios viviente. 17 Es verdad, Señor, que los reyes de Asiria han arrasado todas las naciones y sus territorios. 18 Ellos han arrojado sus dioses al fuego, porque no son dioses, sino obra de las manos del hombre, nada más que madera y piedra. Por eso los hicieron desaparecer. 19 Pero ahora, Señor, Dios nuestro, ¡sálvanos de su mano, y que todos los reinos de la tierra reconozcan que tú solo, Señor, eres Dios!”.

Oráculo del Señor contra Senaquerib

Is. 37. 21-35

Retirada y muerte de Senaquerib

2 Crón. 32. 21-23; Is. 37. 36-38

Enfermedad y curación de Ezequías

2 Crón. 32. 24; Is. 38. 1-8

Los emisarios del rey de Babilonia

2 Crón. 32. 27-29; Is. 39. 2
12 En aquel tiempo, Merodac Baladán, hijo de Baladán, rey de Babilonia, envió una carta y un presente a Ezequías, al enterarse de que había estado enfermo. 13 Ezequías se alegró de esto, y mostró a los emisarios la sala del tesoro, la plata, el oro, los perfumes, el aceite precioso, su arsenal y todo lo que se encontraba en sus depósitos. De todo lo que había en su palacio y en sus dominios, no quedó nada que Ezequías no les hiciera ver. 14 Entonces el profeta Isaías se presentó al rey Ezequías y le preguntó: “¿Qué te ha dicho esa gente y de dónde ha venido?”. Ezequías respondió: “Vinieron de un país lejano, de Babilonia”. 15 Isaías preguntó: “¿Qué han visto en tu casa?”. “Han visto todo lo que hay en mi casa, respondió Ezequías. No hay nada en mis depósitos que no les haya mostrado”.

Fin del reinado de Ezequías

2 Crón. 32. 32-33
la impiedad de manasés y de amón

El reinado de Manasés en Judá (687-642)

2 Crón. 33. 1-10, 18-20

21 1 Manasés tenía doce años cuando comenzó a reinar, y reinó cincuenta y cinco años en Jerusalén. Su madre se llamaba Jefsibá. 2 Él hizo lo que es malo a los ojos del Señor, siguiendo las costumbres abominables de las naciones que el Señor había desposeído delante de los israelitas. 3 Reedificó los lugares altos que había hecho desaparecer su padre Ezequías; erigió altares a Baal, hizo un poste sagrado como lo había hecho Ajab, rey de Israel, y se postró delante de todo el Ejército de los cielos y lo sirvió. 4 Edificó altares en la Casa del Señor, de la que el Señor había dicho: “En Jerusalén pondré mi Nombre”. 5 Edificó altares a todo el Ejército de los cielos en los dos atrios de la Casa del Señor. 6 Inmoló a su hijo en el fuego, practicó la astrología y la magia, e instituyó nigromantes y adivinos. Persistió en hacer lo que es malo a los ojos del Señor, provocando su indignación. 7 La estatua de Aserá que había hecho, la instaló en la Casa de la que el Señor había dicho a David y a su hijo Salomón: “En esta Casa y en Jerusalén, que yo elegí entre todas las tribus de Israel, pondré mi Nombre para siempre.8 Ya no permitiré que Israel ande errante lejos del suelo que di a sus padres, con tal que se empeñen en practicar todo lo que les he mandado, conforme a toda la Ley que les prescribió mi servidor Moisés”. 9 Pero ellos no escucharon, y Manasés los extravió, de manera que obraron peor que las naciones que el Señor había exterminado delante de los israelitas.
10 Entonces el Señor habló por medio de sus servidores los profetas, en estos términos: 11 “Porque Manasés, rey de Judá, cometió estas abominaciones, porque superó en maldad a todo lo que habían hecho los amorreos antes que él, y también hizo pecar a Judá con sus ídolos, 12 por eso, así habla el Señor, el Dios de Israel: Yo haré venir sobre Jerusalén y Judá una desgracia tal, que le zumbarán los dos oídos al que oiga hablar de ella. 13 Tenderé sobre Jerusalén la cuerda de Samaría y el nivel de la casa de Ajab, y limpiaré a Jerusalén como se limpia un plato, y una vez limpio, se lo vuelve boca abajo. 14 Rechazaré al resto de mi herencia, los entregaré en manos de sus enemigos, y serán el botín y la presa de todos sus enemigos, 15 porque han hecho lo que es malo a mis ojos y no han cesado de provocar mi indignación, desde el día en que sus padres salieron de Egipto hasta el día de hoy”.

El reinado de Amón en Judá (642-640)

2 Crón. 33. 21-25
la reforma religiosa de josías

El reinado de Josías en Judá (640-609)

2 Crón. 34. 1-2

Descubrimiento del libro de la Leyen el Templo

2 Crón. 34. 8-18

La consulta a la profetisa Julda

2 Crón. 34. 19-28
14 El sacerdote Jilquías, Ajicám, Acbor, Safán y Asaías fueron a ver a la profetisa Julda, esposa de Salúm, hijo de Ticvá, hijo de Jarcás, el encargado del vestuario. Ella habitaba en Jerusalén, en el barrio nuevo. Y cuando terminaron de hablar, 15 les dijo: “Así habla el Señor, el Dios de Israel: Díganle al hombre que los ha enviado: 16 Así habla el Señor: Yo voy a traer una desgracia a este lugar y sobre sus habitantes, cumpliendo así todas las palabras del libro que ha leído el rey de Judá. 17 Porque me han abandonado y han quemado incienso a otros dioses, provocando mi indignación con toda la obra de sus manos, mi furor se ha encendido contra este lugar, y no se extinguirá. 18 Pero al rey de Judá que los envía a consultar al Señor, le dirán: Así habla el Señor, el Dios de Israel: En lo que respecta a las palabras que has escuchado... 19 Porque tu corazón se ha conmovido y te has humillado delante del Señor al oír lo que dije contra este lugar y contra sus habitantes, a saber, que se convertirán en una devastación y en una maldición; porque has rasgado tus vestiduras y has llorado delante de mí, también yo he escuchado –oráculo del Señor–. 20 Por eso, voy a reunirte con tus padres: serás sepultado en paz y tus ojos no verán nada de la desgracia que atraeré sobre este lugar”. Ellos llevaron la respuesta al rey. 

La lectura de la Ley y la renovación de la Alianza

2 Crón. 34. 29-32

La reforma del culto en Judá

2 Crón. 34. 3-5
4 El rey ordenó al sumo sacerdote Jilquías, a los sacerdotes de segundo orden y a los guardianes del umbral, que sacaran del Templo del Señor todos los objetos fabricados en honor de Baal, de Aserá y de todo el Ejército de los cielos; los quemó fuera de Jerusalén, en los baldíos del Cedrón, e hizo llevar sus cenizas a Betel. 5 Suprimió a los sacerdotes que habían establecido los reyes de Judá para quemar incienso en los lugares altos, en las ciudades de Judá y en los alrededores de Jerusalén, y a los que quemaban incienso a Baal, al sol, a la luna, a los signos del zodíaco y a todo el Ejército de los cielos. 6 Sacó del Templo del Señor el poste sagrado, y lo llevó fuera de Jerusalén, al torrente Cedrón; allí lo quemó hasta reducirlo a polvo, y arrojó el polvo a la fosa común. 7 Derribó las casas de las prostitutas sagradas que había en la Casa del Señor, y donde las mujeres tejían mantos para Aserá.
10 Además, profanó el Tófet del valle de Ben Hinnóm, para que nadie inmolara en el fuego a su hijo o a su hija, en honor de Moloc. 11 Suprimió los caballos que los reyes de Judá habían dedicado al sol, a la entrada de la Casa del Señor, hacia la habitación del eunuco Natán Mélec, en los anexos, y quemó el carro del sol. 12 El rey derribó los altares que estaban sobre las terrazas de la habitación alta de Ajaz, construidos por los reyes de Judá, y también los que había hecho Manasés en los dos atrios de la Casa del Señor; allí mismo los destrozó y arrojó el polvo en el torrente Cedrón. 13 El rey profanó los lugares altos que estaban frente a Jerusalén, al sur del monte de la Destrucción, y que Salomón, rey de Israel, había construido en honor de Astarté, el despreciable ídolo de los sidonios, en honor de Quemós, el despreciable ídolo de Moab, y en honor de Milcóm, el abominable ídolo de los amonitas. 14 También destrozó las piedras conmemorativas, cortó los postes sagrados y cubrió de huesos humanos el lugar ocupado por ellos.

La extensión de la reformaal antiguo territorio de Israel

2 Crón. 34. 6-7

La celebración de la Pascua

2 Crón. 35. 1, 18-19

Conclusión sobre la reforma religiosa

Trágico fin de Josías

2 Crón. 35. 20 - 36. 1

el fin del reino de judá


El reinado de Joacaz en Judá (609)

2 Crón. 36. 2-4

El reinado de Joaquím en Judá (609-598)

2 Crón. 36. 5

La campaña de Nabucodonosor

2 Crón. 36. 6-8

El reinado de Joaquín y la primera deportación de Judá (598-597)

2 Crón. 36. 9-10
10 En aquel tiempo, los servidores de Nabucodonosor, rey de Babilonia, subieron contra Jerusalén, y la ciudad quedó sitiada. 11 Nabucodonosor, rey de Babilonia, llegó a la ciudad mientras sus servidores la sitiaban, 12 y Joaquín, rey de Judá, se rindió al rey de Babilonia junto con su madre, sus servidores, sus príncipes y sus eunucos. El rey de Babilonia los tomó prisioneros en el año octavo de su reinado. 13 Luego retiró de allí todos los tesoros de la Casa del Señor y los tesoros de la casa del rey, y rompió todos los objetos que Salomón, rey de Judá, había hecho para la Casa del Señor, como lo había anunciado el Señor. 14 Deportó a todo Jerusalén, a todos los jefes y a toda la gente rica –diez mil deportados– además de todos los herreros y cerrajeros: sólo quedó la gente más pobre del país. 15 Deportó a Joaquín a Babilonia; y también llevó deportados de Jerusalén a Babilonia a la madre y a las mujeres del rey, a sus eunucos y a los grandes del país. 16 A todos los guerreros –en número de siete mil– a los herreros y cerrajeros –en número de mil– todos aptos para la guerra, el rey de Babilonia los llevó deportados a su país.

El reinado de Sedecías en Judá (597-587)

2 Crón. 36. 11-13; Jer. 52. 1-3

El asedio y la caída de Jerusalén

Jer. 39. 1-7; 52. 4-11
25 1 El noveno año del reinado de Sedecías, el día diez del décimo mes, Nabucodonosor, rey de Babilonia, llegó con todo su ejército contra Jeru-salén; acampó frente a la ciudad y la cercaron con una empalizada. 2 La ciudad estuvo bajo el asedio hasta el año undécimo del rey Sedecías. 3 En el cuarto mes, el día nueve del mes, mientras apretaba el hambre en la ciudad y no había más pan para la gente del país, 4se abrió una brecha en la ciudad. Entonces huyeron todos los hombres de guerra, saliendo de la ciudad durante la noche, por el camino de la Puerta entre las dos murallas, que está cerca del jardín del rey; y mientras los caldeos rodeaban la ciudad, ellos tomaron por el camino de la Arabá. 5 Las tropas de los caldeos persiguieron al rey, y lo alcanzaron en las estepas de Jericó, donde se desbandó todo su ejército. 6 Los caldeos capturaron al rey y lo hicieron subir hasta Riblá, ante el rey de Babilonia, y este dictó sentencia contra él. 7 Los hijos de Sedecías fueron degollados ante sus propios ojos. A Sedecías le sacó los ojos, lo ató con una doble cadena de bronce y lo llevó a Babilonia.

La ruina de Jerusalén y la segundadeportación a Babilonia (587)

2 Crón. 36. 17-21; Jer. 39. 8-10; 52. 12-22
13 Además, los caldeos hicieron pedazos las columnas de bronce de la Casa del Señor, las bases y el Mar de bronce que estaban en la Casa del Señor, y se llevaron el bronce a Babilonia. 14 Tomaron también las ollas, las palas, los cuchillos, las fuentes y todos los objetos de bronce que servían para el culto. 15 El comandante de la guardia tomó asimismo los pebeteros, los aspersorios y todos los objetos de oro y plata. 16 En cuanto a las dos columnas, al único Mar de bronce y a las bases que había hecho Salomón para la Casa del Señor, no se podía evaluar el peso de bronce de todos esos objetos. 17 La altura de una columna era de nueve metros; estaba rematada por un capitel de bronce, y la altura del capitel era de un metro y medio. Sobre el capitel, todo alrededor, había una moldura en forma de red y de granadas, todo de bronce. La segunda columna, con su red, era igual a la primera.

Las ejecuciones

Jer. 52. 24-30

Godolías, gobernador de Judá

Jer. 40. 7-9

El asesinato de Godolías

Jer. 41. 1-3

La liberación del rey Joaquín en Babilonia

Jer. 52. 31-34

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