LIBROS HISTORICOS - PRIMERA DE REYES

1Reyes 1-2 La muerte de David 3-11 Salomón rey de Israel 12-16 El reino dividido en dos partes (Israel en el norte, Judá en el sur) 17-22 El profeta Elia 18: Elia sobre el monte Carmelo



SALOMÓN, SUCESOR DE DAVID


Los últimos años del rey David

La sucesión al trono de David:las pretensiones de Adonías

La reacción de los partidariosde Salomón

15 Betsabé se presentó ante el rey en su habitación privada. El rey estaba muy viejo y Abisag, la sunamita, lo servía. 16 Betsabé se inclinó profundamente ante el rey, y este le preguntó: “¿Qué quieres?”. 17 Ella le dijo: “Mi señor, tú mismo has hecho a tu servidora este juramento, por el Señor, tu Dios: ‘Tu hijo Salomón reinará después de mí y se sentará en mi trono’. 18 Pero ahora Adonías se ha proclamado rey, sin que tú, mi señor el rey, lo sepas. 19 Él ha sacrificado una gran cantidad de bueyes, de terneros cebados y de corderos, y ha invitado a todos los hijos del rey, al sacerdote Ebiatar, y a Joab, el jefe del ejército. Pero no ha invitado a tu hijo Salomón. 20 Por eso, todo Israel tiene los ojos puestos en ti, para que le anuncies quién debe sentarse en el trono de mi señor el rey, después de él. 21 De lo contrario, cuando mi señor el rey se vaya a descansar con sus padres, yo y mi hijo Salomón correremos la suerte de los culpables”.
22 Todavía estaba hablando con el rey, cuando llegó el profeta Natán. 23 Le anunciaron al rey: “Está aquí el profeta Natán”. Él se presentó al rey y se postró delante de él con el rostro en tierra. 24 Luego dijo Natán: “Mi señor el rey, sin duda tú has dicho: ‘Adonías reinará después de mí y se sentará en mi trono’. 25 Porque hoy bajó a sacrificar una gran cantidad de bueyes, de terneros cebados y de corderos, e invitó a todos los hijos del rey, a los jefes del ejército y al sacerdote Ebiatar. Ahora están comiendo y bebiendo delante de él, y lo han aclamado: ¡Viva el rey Adonías! 26 Pero a mí, que soy tu servidor, al sacerdote Sadoc, a Benaías, hijo de Iehoiadá, y a tu servidor Salomón, no nos ha invitado. 27 Tal vez esta decisión provenga de mi señor el rey, sin que tú hayas querido hacer saber a tus servidores quién se sentaría en el trono de mi señor el rey, después de él”.

Designación de Salomóncomo sucesor de David

32 El rey David dijo: “Llámenme al sacerdote Sadoc, al profeta Natán y a Benaías, hijo de Iehoiadá”. Ellos se presentaron ante el rey, 33 y él les ordenó: “Tomen con ustedes a los servidores de su señor, monten a mi hijo Salomón en mi propia mula y háganlo bajar a Guijón. 34 Allí, el sacerdote Sadoc y el profeta Natán lo ungirán rey de Israel; ustedes sonarán la trompeta y lo aclamarán: ¡Viva el rey Salomón! 35 Luego volverán a subir detrás de él, y él vendrá a sentarse en mi trono y reinará en mi lugar: yo lo he constituido jefe de Israel y de Judá”. 36 Entonces Benaías, hijo de Iehoiadá, respondió al rey: “¡Amén! Así lo haga el Señor, el Dios de mi señor el rey. 37 Como el Señor estuvo con mi señor el rey, esté también con Salomón y engrandezca su trono más aún que el trono de mi señor el rey David”.

La unción real de Salomón

La reacción de Adonías y sus partidarios

41 Adonías y los invitados que estaban con él oyeron el ruido cuando terminaban de comer. Joab, por su parte, al oír el sonido de la trompeta, preguntó: “¿A qué se debe ese tumulto en la ciudad?”. 42 Todavía estaba hablando, cuando llegó Jonatán, el hijo del sacerdote Ebiatar. Adonías dijo: “Ven, tú eres un hombre de bien y seguro que traes buenas noticias”. 43 Pero Jonatán tomó la palabra y dijo a Adonías: “¡Al contrario! Nuestro señor, el rey David, ha proclamado rey a Salomón. 44 El rey envió con él al sacerdote Sadoc, al profeta Natán, a Benaías, hijo de Iehoiadá, a los quereteos y a los peleteos, y ellos lo hicieron montar en la mula del rey. 45 Luego el sacerdote Sadoc y el profeta Natán lo ungieron rey en Guijón. De allí todos volvieron a subir muy contentos, y la ciudad está alborotada. Ese es el ruido que ustedes han oído. 46 Además, Salomón se ha sentado en el trono real, 47 y también los servidores del rey fueron a felicitar a nuestro señor el rey David, diciendo: ‘Que tu Dios haga el nombre de Salomón más ilustre que el tuyo y engrandezca su trono más que el tuyo’. El rey, en su lecho, hizo un gesto de asentimiento, 48 y también pronunció estas palabras: ‘¡Bendito sea el Señor, el Dios de Israel, porque ha permitido hoy que un hombre de mi descendencia esté sentado en mi trono, y que lo vean mis ojos!’”.

Últimas recomendacionesde David a Salomón

5 Tú sabes, además, lo que me hizo Joab, hijo de Sarvia, lo que hizo a los dos jefes de los ejércitos de Israel, a Abner, hijo de Ner, y a Amasá, hijo de Iéter: como los mató, vengando en tiempo de paz la sangre derramada en la guerra; así manchó con sangre inocente mi cinturón y mis sandalias. 6 Obra conforme a tu sabiduría, y no dejes que sus cabellos blancos bajen en paz al Abismo. 7 En cambio, a los hijos de Barzilai, el galaadita, trátalos con bondad y cuéntalos entre tus comensales, porque así me trataron a mí cuando huía de tu hermano Absalón. 8 Tú tienes todavía cerca de ti a Simei, hijo de Guerá, el benjaminita de Bajurím; él me maldijo despiadadamente el día en que yo iba a Majanaim. Pero cuando bajó a recibirme en el Jordán, yo le juré por el Señor: No te haré morir por la espada. 9 Ahora no lo dejes sin castigo, porque eres un hombre sensato y sabes cómo deberás tratarlo para que sus cabellos blancos bajen ensangrentados al Abismo”.

La muerte de David

1 Crón. 29. 26-28

El pedido de Adonías y su muerte

19 Betsabé fue a presentarse al rey Salomón para hablarle de Adonías. El rey se levantó, fue a su encuentro y le hizo una inclinación. Luego se sentó en su trono, mandó poner un trono para la madre del rey, y ella se sentó a su derecha. 20 Entonces ella dijo: “Tengo que hacerte un pequeño pedido; no me lo niegues”. El rey respondió: “Pide, madre mía, porque no te lo voy a negar”. 21 Ella le dijo: “Que se dé a Abisag, la sunamita, como esposa a tu hermano Adonías”. 22 Pero el rey Salomón replicó a su madre, diciendo: “¿Por qué pides para Adonías a la sunamita Abisag? ¡Pide más bien para él la realeza, ya que es mi hermano mayor! ¡Sí, para él, para el sacerdote Ebiatar y para Joab, hijo de Sarvia!”. 23 Y el rey Salomón juró por el Señor, diciendo: “¡Que Dios me castigue si Adonías no ha pronunciado esta palabra a costa de su propia vida! 24 Y ahora, ¡por la vida del Señor, que me ha afianzado haciéndome sentar en el trono de mi padre David, y que me ha constituido una dinastía, conforme a lo que había dicho, juro que Adonías morirá hoy mismo!”. 25 En seguida el rey Salomón envió a Benaías, hijo de Iehoiadá, y este hirió de muerte a Adonías.

El destierro del sacerdote Ebiatar

La muerte de Joab

28 La noticia llegó a oídos de Joab, y como él se había puesto de parte de Adonías, aunque no de Absalón, fue a refugiarse en la Carpa del Señor y se agarró de los cuernos del altar. 29 Cuando informaron al rey Salomón: “Joab se ha refugiado en la Carpa del Señor y está al lado del altar”, Salomón mandó decir a Joab: “¿Qué motivo tienes para refugiarte junto al altar?”. Joab respondió: “Tuve miedo de ti y fui a refugiarme junto al Señor”. Entonces Salomón envió a Benaías, hijo de Iehoiadá, con esta orden: “Ve y mátalo”. 30 Benaías entró en la Carpa del Señor y dijo a Joab: “El rey ordena que salgas”. Pero él replicó: “No, moriré aquí”. Benaías llevó la respuesta al rey: “Joab ha dicho esto y me ha respondido así”. 31 Y el rey le dijo: “Procede conforme a lo que él ha dicho: mátalo y luego entiérralo. Así apartarás de mí y de la casa de mi padre la sangre inocente que ha derramado Joab. 32 El Señor hará recaer esa sangre sobre su cabeza, porque él mató a dos hombres más justos y mejores que él, y los hizo morir bajo la espada, sin que lo supiera mi padre David: a Abner, hijo de Ner, jefe del ejército de Israel, y a Amasá, hijo de Iéter, jefe del ejército de Judá. 33 Su sangre recaerá sobre la cabeza de Joab y sobre la cabeza de su descendencia para siempre; en cambio, para David, para su descendencia, para su casa y su trono, habrá paz perpetua de parte del Señor”. 34 Entonces Benaías, hijo de Iehoiadá, subió e hirió de muerte a Joab, y este fue sepultado en su casa, en el desierto. 35 En lugar de Joab, el rey puso al frente del ejército a Benaías, hijo de Iehoiadá. Y al sacerdote Sadoc lo puso en lugar de Ebiatar.

La desobediencia y la muerte de Semei

41 Cuando le avisaron a Salomón que Semei había ido de Jerusalén a Gat y que estaba de vuelta, 42 el rey mandó llamar a Semei y le dijo: “¿Acaso no te hice jurar por el Señor, advirtiéndote expresamente que apenas salieras y fueras a cualquier parte podrías estar seguro de que morirías sin remedio? Y tú me respondiste: Está bien, me doy por enterado. 43 ¿Por qué entonces no has cumplido el juramento del Señor y la orden que te di?”. 44 Y el rey siguió diciendo a Semei: “Tú sabes bien, y tu corazón lo reconoce, todo el daño que hiciste a mi padre David. El Señor hará recaer tu maldad sobre tu cabeza, 45 mientras que el rey Salomón será bendecido, y el trono de David será estable para siempre delante del Señor”. 46 Luego el rey dio una orden a Benaías, hijo de Iehoiadá, y este salió e hirió de muerte a Semei.

EL REINADO DE SALOMÓN


El matrimonio de Salomóncon la hija del Faraón

El sueño y la súplicade Salomón en Gabaón

2 Crón. 1. 3-13
5 En Gabaón, el Señor se apareció a Salomón en un sueño, durante la noche. Dios le dijo: “Pídeme lo que quieras”. 6 Salomón respondió: “Tú has tratado a tu servidor David, mi padre, con gran fidelidad, porque él caminó en tu presencia con lealtad, con justicia y rectitud de corazón; tú le has atestiguado esta gran fidelidad, dándole un hijo que hoy está sentado en su trono. 7 Y ahora, Señor, Dios mío, has hecho reinar a tu servidor en lugar de mi padre David, a mí, que soy apenas un muchacho y no sé valerme por mí mismo. 8 Tu servidor está en medio de tu pueblo, el que tú has elegido, un pueblo tan numeroso que no se puede contar ni calcular. 9 Concede entonces a tu servidor un corazón comprensivo, para juzgar a tu pueblo, para discernir entre el bien y el mal. De lo contrario, ¿quién sería capaz de juzgar a un pueblo tan grande como el tuyo?”.

La sabiduría de Salomón para juzgar

16 Una vez, dos prostitutas fueron a presentarse ante el rey. 17 Una de las mujeres le dijo: “¡Por favor, señor mío! Yo y esta mujer vivimos en la misma casa, y yo di a luz estando con ella en la casa. 18 Tres días después de mi parto, dio a luz también ella. Estábamos juntas; no había ningún extraño con nosotras en la casa, fuera de nosotras dos. 19 Pero una noche murió el hijo de esta mujer, porque ella se recostó encima de él.20 Entonces se levantó en medio de la noche, tomó de mi lado a mi hijo mientras tu servidora dormía, y lo acostó sobre su pecho; a su hijo muerto, en cambio, lo acostó en mi regazo. 21 A la mañana siguiente, me levanté para amamantar a mi hijo, y vi que estaba muerto. Pero cuando lo observé con mayor atención a la luz del día, advertí que no era mi hijo, el que yo había tenido”. 22 La otra mujer protestó: “¡No! ¡El que vive es mi hijo!”. Y así discutían en presencia del rey.
23 El rey dijo: “Esta mujer afirma: ‘Mi hijo es este, el que está vivo; el que está muerto es el tuyo’. Esta otra dice: ‘No, tu hijo es el muerto; el que está vivo es el mío’”. 24 Y en seguida añadió: “Tráiganme una espada”. Le presentaron la espada, 25 y el rey ordenó: “Partan en dos al niño vivo, y entreguen una mitad a una y otra mitad a la otra”. 26 Entonces la mujer cuyo hijo vivía se dirigió al rey, porque se le conmovieron las entrañas por su hijo, y exclamó: “¡Por favor, señor mío! ¡Denle a ella el niño vivo, no lo maten!”. La otra, en cambio, decía: “¡No será ni para mí ni para ti! ¡Que lo dividan!”. 27Pero el rey tomó la palabra y dijo: “Entréguenle el niño vivo a la primera mujer, no lo maten: ¡ella es su madre!”.

Los principales funcionariosde Salomón

Los prefectos de Salomón

La magnificencia de Salomón


La sabiduría y el renombre de Salomón

9 Dios concedió a Salomón una sabiduría y una inteligencia extremadamente grandes, y tanta amplitud de espíritu cuanta arena hay en las playas del mar. 10 La sabiduría de Salomón superaba la de todos los Orientales y toda la sabiduría de Egipto. 11 Él fue el más sabio de los hombres, más sabio que Etán, el ezrajita, más que Hemán, Calcol y Dardá, los hijos de Majol. Su renombre se extendía por todas las naciones vecinas. 12Pronunció tres mil máximas, y sus poemas fueron mil cinco. 13 Trató acerca de las plantas, tanto del cedro del Líbano como del hisopo que crece en los muros; también trató acerca de los cuadrúpedos, de los pájaros, de los reptiles y de los peces. 14 De todos los pueblos, y de parte de todos los reyes de la tierra que habían oído hablar de la sabiduría del rey Salomón, acudía gente para escuchar su sabiduría.

La alianza con el rey de Tiropara la construcción del templo

2 Crón. 2. 2-15
15 Jirám, rey de Tiro, envió una embajada a Salomón, porque se enteró de que lo habían ungido rey en lugar de su padre David, y él había sido siempre amigo de David.16 Entonces Salomón mandó a decir a Jirám: 17 “Tú sabes bien que mi padre David no pudo construir una Casa para el Nombre del Señor, su Dios, a causa de las guerras en que se vio envuelto, hasta que el Señor puso a todos sus enemigos bajo la planta de sus pies. 18 Pero ahora el Señor, mi Dios, me ha dado la paz en todas mis fronteras: ya no hay adversarios ni contratiempos. 19 Por eso he pensado edificar una Casa para el Nombre del Señor, mi Dios, conforme a lo que dijo el Señor a mi padre David: ‘Tu hijo, el que yo pondré sobre tu trono en lugar de ti, será el que construirá la Casa para mi Nombre’. 20 Ahora, ordena que corten para mí cedros en el Líbano; mis servidores trabajarán con los tuyos, y yo te entregaré como salario de tus servidores todo lo que tú digas. Porque sabes bien que no hay nadie que sepa cortar árboles como los sidonios”.

El reclutamiento de los trabajadores

2 Crón. 2. 1, 16-17

La construcción del Templo

2 Crón. 3. 1-9
6 1 Cuatrocientos ochenta años después que los israelitas salieron del país de Egipto, en el cuarto año del reinado de Salomón sobre Israel, en el mes de Ziv –que es el segundo mes– Salomón comenzó a construir la Casa del Señor. 2 La Casa que el rey Salomón construyó para el Señor tenía treinta metros de largo, veinte de ancho y quince de alto. 3 El vestíbulo, frente a la nave central del Templo, medía diez metros de largo, cubriendo todo el ancho de la Casa, y cinco metros de ancho, sobre el frente de la Casa.4 A la Casa le puso ventanas con marcos y enrejados. 5 Y adosado al muro de la Casa, edificó un anexo que rodeaba los muros de la Casa, alrededor de la nave central y del lugar santísimo, donde hizo los pisos laterales. 6 El piso bajo medía dos metros de ancho; el piso intermedio, dos metros y medio de ancho; el tercero, tres metros de ancho; porque había hecho unas cornisas alrededor de la Casa, para no empotrar las vigas en los muros de la Casa. 7 Cuando fue construida la Casa, se la edificó con piedras ya preparadas en la cantera; así no se oyó en la Casa ruido de martillos, ni de picos, ni de ninguna otra herramienta durante su construcción. 8 La entrada del piso lateral inferior estaba ubicada hacia el lado derecho de la Casa, y por una escalera caracol se subía al piso intermedio, y de este al tercero. 9 Cuando Salomón terminó de construir la Casa, la revistió de un artesonado con paneles y armadura de cedro. 10 El anexo lo construyó adosado a toda la Casa; tenía dos metros y medio de altura, y estaba unido a la Casa con maderas de cedro.
17 La Casa, es decir, la nave central delante del lugar santísimo, medía veinte metros.18 El cedro del interior de la Casa tenía bajorrelieves en forma de coloquíntidas y de pimpollos. Era todo de cedro y no se veían las piedras. 19 En el fondo de la Casa, en lo más interior, dispuso el lugar santísimo para poner allí el Arca de la Alianza del Señor. 20Delante del lugar santísimo –que tenía diez metros de largo, diez de ancho y diez de alto, y que Salomón había recubierto de oro puro– se encontraba el altar revestido de cedro. 21 Salomón recubrió de oro fino el interior de la Casa e hizo pasar cadenas de oro por delante del lugar santísimo, al que revistió de oro. 22 Toda la Casa la recubrió íntegramente de oro, y también recubrió de oro el altar para el lugar santísimo.

Los querubines del Templo

2 Crón. 3. 10-14

Las puertas y el patio del Templo

La fecha de la construcción del Templo

La construcción del palacio real

La ornamentación y el mobiliariodel Templo: Jirám el orfebre

Las columnas de bronce

2 Crón. 3. 15-17
15 Jirám modeló las dos columnas de bronce. La altura de una columna era de nueve metros y un hilo de seis metros medía su contorno. La segunda columna era idéntica a la primera. 16 Él hizo además dos capiteles para colocarlos arriba de las columnas; estos eran de bronce fundido. La altura del primer capitel era de dos metros y medio, y el segundo tenía la misma altura. 17 Hizo unas molduras en forma de red y frisos en forma de guirnaldas para los capiteles que estaban encima de las columnas: siete para el primer capitel y siete para el segundo. 18 Hizo también las granadas: puso dos hileras alrededor de una de las redes, para cubrir los capiteles que remataban las columnas, y lo mismo hizo para el segundo capitel. 19 Los capiteles que estaban encima de las columnas, en el vestíbulo del Templo, tenían una moldura en forma de azucena y medían dos metros. 20 En los capiteles superpuestos a las dos columnas, también en la parte superior, a lo largo del ensanchamiento que estaba más allá de la red, había doscientas granadas distribuidas en hileras circulares, sobre los dos capiteles.

El Mar de bronce

2 Crón. 4. 2-5
23 Él hizo además el Mar de metal fundido, que medía cinco metros de diámetro y tenía forma circular; su altura era de dos metros y medio, y una cuerda de quince metros medía su circunferencia. 24 Debajo del borde, todo alrededor, tenía una orla de coloquíntidas –diez frutos cada medio metro– que rodeaban todo el contorno del Mar; había dos hileras de frutos, fundidos con el Mar en una sola pieza. 25 El Mar estaba asentado sobre doce toros, tres vueltos hacia el norte, tres hacia el oeste, tres hacia el sur y tres hacia el este. El Mar se elevaba por encima de ellos, que estaban con sus partes traseras vueltas hacia el interior. 26 Su espesor medía un palmo, y su borde tenía forma de copa, semejante al cáliz de una azucena. Su capacidad era de unos setenta mil litros.

Los soportes moviblespara los recipientes de bronce

27 Él hizo también los soportes de bronce. Cada soporte tenía dos metros de largo, dos de ancho y uno y medio de alto. 28 Estaban hechos de la siguiente manera: tenían unos paneles encuadrados en un armazón; 29 sobre esos paneles había figuras de leones, de toros y de querubines, y lo mismo sobre el armazón. Tanto arriba como abajo de los leones y toros había unos adornos en bajorrelieve. 30 Cada soporte tenía cuatro ruedas de bronce, con ejes también de bronce, y refuerzos en sus cuatro patas. Estos refuerzos estaban fundidos debajo de los recipientes de agua, sobre el lado opuesto a los bajorrelieves. 31 La abertura para los recipientes estaba dentro de un círculo en forma de corona, que sobresalía medio metro; la abertura era redonda, hecha en forma de zócalo, y medía setenta y cinco centímetros. También el borde de la abertura estaba adornado con figuras esculpidas. Sus paneles eran cuadrados, no redondos. 32 Las cuatro ruedas estaban debajo de los paneles, y los ejes de las ruedas estaban unidos a los soportes. La altura de cada rueda era de setenta y cinco centímetros. 33 Las ruedas estaban hechas como una rueda de carro. Sus ejes, sus llantas, sus rayos y sus cubos eran todos de metal fundido. 34 Había cuatro refuerzos en los cuatro ángulos de cada soporte, formando un mismo cuerpo con él. 35 Arriba del soporte había una pieza circular, de veinticinco centímetros de alto, formando un solo cuerpo con las manijas y paneles del soporte. 36 Sobre las planchas, las manijas y los paneles, Jirám grabó querubines, leones y palmeras, dondequiera había un espacio libre, con bajorrelieves alrededor. 37 Fue así como él hizo los diez soportes: cada uno con el mismo metal, la misma dimensión y el mismo diseño.

Los otros utensilios del Santuario

2 Crón. 4. 11 – 5. 1
40 Jirám hizo también las ollas, las palas y los aspersorios. Así terminó todo el trabajo que debía hacer para el rey Salomón en la Casa del Señor: 41 las dos columnas, las dos esferas de los capiteles que remataban las columnas, las dos redes para cubrir las dos esferas de los capiteles que estaban encima de las columnas; 42 las cuatrocientas granadas para las dos redes, dos hileras de granadas para cada red, a fin de cubrir las dos esferas de los capiteles que estaban encima de las columnas; 43 los diez soportes y los diez recipientes sobre los soportes; 44 el Mar único y los doce toros que estaban debajo de él; 45 las ollas, las palas y los aspersorios. Todos esos objetos que hizo Jirám para el rey Salomón, en la Casa del Señor, eran de bronce bruñido. 46 Los fundió en la región del Jordán, sobre el suelo arcilloso, entre Sucot y Sartán. 47 A causa de su gran cantidad, no se pudo calcular el peso del bronce.

La Dedicación del Templo:el traslado del Arca

2 Crón. 5. 2-10
8 1 Entonces Salomón reunió junto a él en Jerusalén, a los ancianos de Israel, a todos los jefes de las tribus y a los príncipes de las casas paternas de los israelitas, para subir el Arca de la Alianza del Señor desde la Ciudad de David, o sea, desde Sión. 2 Todos los hombres de Israel se reunieron junto al rey Salomón en el mes de Etaním –el séptimo mes– durante la Fiesta. 3 Cuando llegaron todos los ancianos de Israel, los sacerdotes levantaron el Arca, 4 y subieron el Arca del Señor, con la Carpa del Encuentro y todos los objetos sagrados que había en la Carpa. Los que trasladaron todo eso fueron los sacerdotes y los levitas. 5 Mientras tanto, el rey Salomón y toda la comunidad de Israel reunida junto a él delante del Arca, sacrificaban carneros y toros, en tal cantidad que no se los podía contar ni calcular.

La Gloria del Señor en el Templo

2 Crón. 5. 11 – 6. 2

Alocución de Salomón al pueblo

2 Crón. 6. 3–11
14 Después el rey se volvió y bendijo a toda la asamblea de Israel, mientras esta permanecía de pie. 15 Él dijo: “Bendito sea el Señor, el Dios de Israel, que ha cumplido con su mano lo que su boca había anunciado a mi padre David, cuando le dijo: 16‘Desde el día en que hice salir de Egipto a mi pueblo Israel, no había elegido ninguna ciudad, entre todas las tribus de Israel, para que allí se edificara una Casa donde residiera mi Nombre, sino que elegí a David para que estuviera al frente de mi pueblo Israel’. 17 Mi padre David pensó edificar una Casa para el Nombre del Señor, el Dios de Israel. 18 Pero el Señor dijo a mi padre David: ‘Tú has pensado edificar una Casa para mi Nombre, y has hecho bien al pensar así. 19 Sin embargo, no serás tú el que edificará la Casa, sino un hijo nacido de tus entrañas: él construirá la Casa para mi Nombre’. 20 Y el Señor cumplió la palabra que había dicho: yo he sucedido a mi padre David, y me he sentado en el trono de Israel, como lo había dicho el Señor. Yo edifiqué la Casa para el Nombre del Señor, 21 y allí he asignado un lugar para el Arca, donde se encuentra la Alianza que el Señor concluyó con nuestros padres cuando los hizo salir del país de Egipto”.

La súplica de Salomón

2 Crón. 6. 12-40
46 Cuando pequen contra ti –porque no hay hombre que no peque– y tú, irritado contra ellos, los pongas a merced del enemigo, y sus vencedores los lleven cautivos a un país enemigo, próximo o lejano, 47 si en el país al que han sido deportados reflexionan y se convierten, si en el país de sus vencedores te suplican, diciendo: ‘¡Hemos pecado, somos culpables, hemos cometido el mal!’; 48 si en el país de los enemigos que los hayan deportado se vuelven hacia ti de todo corazón y con toda el alma, si te suplican en dirección al país que diste a sus padres, a la ciudad que tú has elegido y a la Casa que yo edifiqué para tu Nombre, 49 escucha tú desde el cielo, desde el lugar donde habitas, esa oración y esa súplica y hazles justicia: 50 perdona a tu pueblo los pecados que haya cometido contra ti y todas las rebeldías de las que se hizo culpable; concédeles que sus enemigos se compadezcan de ellos, 51 porque son tu pueblo y tu herencia, la que tú hiciste salir de Egipto, del horno de fuego.

La bendición de Salomón a la asamblea

54 Cuando Salomón terminó de dirigir al Señor toda esta oración y esta súplica, se levantó de delante del altar del Señor, donde estaba arrodillado con las manos extendidas hacia el cielo. 55 Y puesto de pie, bendijo en voz alta a toda la asamblea de Israel, diciendo: 56 “¡Bendito sea el Señor, que ha dado a su pueblo el descanso, conforme a todo lo que había dicho! No ha caído por tierra ninguna de las promesas que él hizo por medio de su servidor Moisés. 57 ¡Que el Señor, nuestro Dios, esté con nosotros como lo estuvo con nuestros padres, que no nos abandone ni nos rechace! 58¡Que incline nuestro corazón hacia él, para que vayamos por todos sus caminos y observemos sus mandamientos, sus preceptos y sus leyes, que él dio a nuestros padres! 59 Que estas súplicas que yo he pronunciado en presencia del Señor, nuestro Dios, estén presentes ante él día y noche, para que haga justicia a su servidor y a su pueblo Israel, según la necesidad de cada día. 60 Así sabrán todos los pueblos de la tierra que el Señor es Dios, y no hay otro; 61 y el corazón de ustedes pertenecerá íntegramente al Señor, nuestro Dios, para caminar según sus preceptos y observar sus mandamientos, como en el día de hoy”.

Los sacrificios de la Dedicación del Templo

2 Crón. 7. 4-10

Nueva aparición del Señor a Salomón

2 Crón. 7. 11-22
6 Pero si ustedes y sus hijos defeccionan, si no observan los mandamientos y preceptos que puse delante de ustedes, si van a servir a otros dioses y se postran delante de ellos, 7 entonces yo extirparé a Israel del suelo que le di, y apartaré lejos de mi presencia la Casa que consagré a mi Nombre. Así Israel será la burla y la irrisión de todos los pueblos. 8 Esta Casa se convertirá en un montón de ruinas, y todo el que pase junto a ella quedará pasmado y silbará de estupor. Y se preguntará: ‘¿Por qué el Señor ha tratado así a este país y a esta Casa?’. 9 Y le responderán: ‘Porque abandonaron al Señor, su Dios, que había hecho salir a sus padres del país de Egipto, y porque siguieron a otros dioses, se postraron ante ellos y los sirvieron: por eso el Señor atrajo sobre ellos esta calamidad’”.

Las ciudades cedidaspor Salomón a Jirám

2 Crón. 8. 1-2

El reclutamiento de trabajadorespara las construcciones de Salomón

2 Crón. 8. 4-13, 16
15 Esta fue la manera como Salomón reclutó trabajadores para construir la Casa del Señor, su propia casa, el Terraplén, el muro de Jerusalén, Jasor, Meguido, Guézer, 17b Bet Jorón de Abajo, 18 Baalat y Tamar de la estepa, en el país de Judá; 19 como asimismo los centros de aprovisionamiento que tenía Salomón, las ciudades para los carros de guerra y la caballería, y todas las demás construcciones que Salomón quiso levantar en Jerusalén, en el Líbano y en todo el país sometido a su dominio. 20 A los sobrevivientes de los amorreos, los hititas, los perizitas, los jivitas y los jebuseos, que no pertenecían a Israel 21 –es decir, a sus descendientes, que habían quedado después de ellos en el país, porque los israelitas no habían podido consagrarlos al exterminio total– Salomón les impuso trabajos forzados hasta el día de hoy. 22 Pero no sometió a esclavitud a ningún israelita, sino que a ellos los empleó como soldados, funcionarios, jefes, escuderos y comandantes de sus carros de guerra y su caballería. 23Los supervisores de los capataces puestos al frente de las obras de Salomón eran ciento cincuenta hombres, que dirigían al personal ocupado en los trabajos. 24 Una vez que la hija del Faraón pasó de la Ciudad de David a la casa que le había edificado Salomón, este levantó el Terraplén. 16 En cuanto a Guézer, el Faraón, rey de Egipto, la había atacado y conquistado, la había incendiado y matado a todos los cananeos que vivían en la ciudad, y luego se la había entregado como dote a su hija, la esposa de Salomón. 17a Y Salomón reconstruyó Guézer.

La flota de Salomón

2 Crón. 8. 17-18

La visita de la reina de Sabá

2 Crón. 9. 1-12
4 Cuando la reina de Sabá vio toda la sabiduría de Salomón, la casa que había construido, 5 los manjares de su mesa, los aposentos de sus servidores, el porte y las libreas de sus camareros, sus coperos y los holocaustos que ofrecía en la Casa del Señor, se quedó sin aliento 6 y dijo al rey: “¡Realmente era verdad lo que había oído decir en mi país acerca de ti y de tu sabiduría! 7 Yo no lo quería creer, sin venir antes a verlo con mis propios ojos. Pero ahora compruebo que no me habían contado ni siquiera la mitad: tu sabiduría y tus riquezas superan la fama que llegó a mis oídos. 8 ¡Felices tus mujeres, felices también estos servidores tuyos, que están constantemente delante de ti, escuchando tu sabiduría! 9 ¡Y bendito sea el Señor, tu Dios, que te ha mostrado su favor poniéndote sobre el trono de Israel! Sí, por su amor eterno a Israel, el Señor te estableció como rey para que ejercieras el derecho y la justicia”.

Las riquezas de Salomón

2 Crón. 9. 13-24

La caballería real

2 Crón. 1. 14-17; 9. 25-28

Las mujeres de Salomón y el culto tributado a sus dioses

El anuncio de la división del reino

Los enemigos externos de Salomón

14 El Señor le suscitó a Salomón un adversario: Hadad, el edomita, de la estirpe real de Edóm. 15 En efecto, después que David derrotó a Edóm, Joab, el general del ejército, al subir para enterrar a las víctimas, ultimó a todos los varones de Edóm. 16 Porque Joab se quedó allí seis meses, con todo Israel, hasta acabar con todos los varones de Edóm.17 Pero Hadad, que entonces era muy joven, logró huir con algunos edomitas servidores de su padre, para ir a Egipto. 18 Partieron de Madián y llegaron a Parán, donde se les agregaron algunos hombres de Parán. Luego entraron en Egipto y se presentaron ante el Faraón, rey de Egipto, que dio a Hadad una casa, le aseguró el sustento y le concedió tierras. 19 Hadad se ganó a tal punto el favor del Faraón, que este le dio por esposa a su cuñada, la hermana de Tajfenés, la reina madre. 20 La hermana de Tajfenés le dio un hijo, llamado Guenubat, al que Tajfenés crió en la casa del Faraón. Así Guenubat permaneció en la casa del Faraón, entre los hijos de este. 21Pero cuando Hadad se enteró en Egipto de que David se había ido a descansar con sus padres, y que también había muerto Joab, el general del ejército, dijo al Faraón: “Déjame ir a mi país”. 22 El Faraón le respondió: “¿Qué te falta junto a mí para que ahora trates de ir a tu país?”. “Nada, dijo él, pero déjame partir”. 25b Y este es el mal que hizo Hadad: aborreció a Israel y reinó sobre Edóm.

La profecía de Ajíasy la rebelión de Jeroboám

29 En cierta ocasión, Jeroboám salió de Jerusalén y lo encontró en el camino el profeta Ajías, de Silo; este iba cubierto con un manto nuevo, y los dos estaban solos en el campo. 30 Ajías tomó el manto que llevaba encima y lo desgarró en doce pedazos. 31Luego dijo a Jeroboám: “Toma para ti diez pedazos, porque así habla el Señor, el Dios de Israel: Yo voy a desgarrar el reino que Salomón tiene en su mano, y te daré las diez tribus. 32 Una sola tribu será para él, por consideración a mi servidor David y a Jerusalén, la ciudad que yo elegí entre todas las tribus de Israel. 33 Porque él me abandonó y se postró delante de Astarté, la diosa de los sidonios, delante de Quemós, el dios de Moab, y delante de Milcóm, el dios de los amonitas, y porque no siguió mis caminos haciendo lo que es recto a mis ojos y practicando mis preceptos y mis leyes como su padre David. 34 Pero no le quitaré el reino de su mano, sino que lo mantendré como jefe todos los días de su vida, por consideración a mi servidor David, a quien elegí y que observó mis mandamientos y preceptos; 35 quitaré el reino de manos de su hijo y te lo daré a ti. A ti te daré diez tribus 36 y a su hijo una sola, a fin de que mi servidor David tenga siempre una lámpara ante mí en Jerusalén, la ciudad que yo me elegí para poner mi Nombre en ella. 37 En cuanto a ti, yo te constituiré, tú reinarás conforme a tus deseos y serás rey de Israel. 38 Si obedeces en todo lo que yo te ordene y sigues mis caminos, si haces lo que es recto a mis ojos, observando mis preceptos y mis mandamientos, como lo hizo mi servidor David, yo estaré contigo y te edificaré una dinastía estable, como la edifiqué para David. Te entregaré a Israel 39 y humillaré a la estirpe de David a causa de esto, aunque no para siempre”.

Fin del reinado de Salomón

2 Crón. 9. 29-31

EL CISMA POLÍTICO Y RELIGIOSO


La asamblea de Siquém (933)
2 Crón. 10. 1-19

La división del reino

2 Crón. 11. 1-4

El culto cismático de Israel

El altar de Betelreprobado por un profeta

El hombre de Dios y el profeta de Betel

11 Había un viejo profeta que vivía en Betel. Sus hijos fueron a contarle todo lo que el hombre de Dios había hecho aquel día en Betel, y también le contaron a su padre las palabras que había dicho al rey. 12 Su padre les preguntó: “¿Por qué camino se fue?”. Los hijos le indicaron el camino que había tomado el hombre de Dios venido de Judá, 13y él les dijo: “Ensíllenme el asno”. Le ensillaron el asno y él se montó. 14 Luego se fue detrás del hombre de Dios y lo encontró sentado bajo el terebinto. “¿Eres tú el hombre de Dios que vino de Judá?”, le preguntó. “Así es”, respondió él. 15 Entonces el profeta le dijo: “Ven conmigo a casa a comer algo”. 16 Pero el otro replicó: “No puedo volver contigo ni acompañarte. No comeré pan ni beberé agua contigo en este lugar, 17porque esta es la orden que recibí del Señor: No comerás pan ni beberás agua cuando estés allí, ni regresarás por el camino que tomaste a la ida”. 18 El otro le dijo: “Yo también soy profeta como tú, y un ángel me dijo, por orden del Señor: Tráelo contigo a tu casa, para que coma pan y beba agua”. Pero en realidad le estaba mintiendo. 19 Así el hombre de Dios regresó con él, y comió y bebió en su casa.
23 Después que él comió y bebió, el profeta le ensilló el asno, 24 y el hombre de Dios emprendió el camino de regreso. Pero un león lo encontró en el camino y lo mató. Su cadáver quedó tendido en el camino, y el asno y el león permanecieron de pie al lado de él. 25 Unos hombres que pasaban por ahí vieron el cadáver tendido sobre el camino y al león parado junto a él, y fueron a dar la noticia a la ciudad donde vivía el viejo profeta.26 Cuando se enteró el profeta que lo había hecho volver atrás, dijo: “¡Es el hombre de Dios que se rebeló contra la orden del Señor! El Señor lo entregó al león, que lo destrozó y lo mató, según la palabra que le había dicho el Señor”. 27 Luego dijo a sus hijos: “Ensíllenme el asno”. Cuando se lo ensillaron, 28 él partió y encontró el cadáver tendido sobre el camino, mientras que el asno y el león estaban de pie junto al cadáver; el león no había devorado el cadáver ni había despedazado al asno. 29 El viejo profeta recogió el cadáver del hombre de Dios, lo cargó sobre el asno y lo llevó a la ciudad para hacer duelo por él y enterrarlo. 30 Puso el cadáver en su propia tumba, y le entonaron la lamentación: “¡Ay, hermano mío!”.

Las consecuencias de la apostasía de Jeroboám


LOS REINOS DE ISRAEL Y DE JUDÁ HASTA LOS TIEMPOS DE ELÍAS


Predicción de la ruina de Jeroboám

6 Apenas oyó el ruido de los pasos de la mujer, mientras ella entraba por la puerta, Ajías dijo: “Entra, mujer de Jeroboám. ¿Por qué te haces pasar por otra? Yo he sido enviado para hablarte duramente. 7 Ve y dile a Jeroboám: Así habla el Señor, el Dios de Israel: Yo te elevé de en medio del pueblo y te constituí jefe de mi pueblo Israel. 8Arranqué la realeza a la casa de David para dártela a ti. Pero tú no has sido como mi servidor David, que observó mis mandamientos y me siguió de todo corazón, haciendo únicamente lo que es recto a mis ojos. 9 Tú, en cambio, has obrado peor que todos tus predecesores; has ido a fabricarte otros dioses, ídolos de metal fundido, para provocar mi indignación, y me has arrojado a tus espaldas. 10 Por eso, yo voy a atraer la desgracia sobre la casa de Jeroboám: extirparé a la familia de Jeroboám todos los varones, esclavos o libres en Israel, y barreré hasta los últimos restos de su casa, como se barre el estiércol, bien a fondo. 11 Al de la familia de Jeroboám que muera en la ciudad, lo comerán los perros, y al que muera en descampado, lo comerán las aves del cielo, porque ha hablado el Señor. 12 En cuanto a ti, vete ahora mismo a tu casa: apenas pongas tus pies en la ciudad, el niño morirá. 13 Todo Israel se lamentará por él, y le darán sepultura: él es el único en la familia de Jeroboám que entrará en una tumba, porque sólo en él se ha encontrado algo bueno para el Señor, el Dios de Israel, en la casa de Jeroboám. 14 El Señor suscitará para Israel un rey que habrá de extirpar la casa de Jeroboám. 15 El Señor golpeará a Israel, y este se agitará como el junco en las aguas. Arrancará a Israel de este hermoso suelo que dio a sus padres, y los dispersará al otro lado del Río, porque erigieron sus postes sagrados, provocando así la indignación del Señor. 16 Él entregará a Israel por los pecados que cometió Jeroboám y por los que hizo cometer a Israel”.

El reinado de Roboám en Judá (933-916)

2 Crón. 12. 13

La invasión de Sisac, rey de Egipto

2 Crón. 12. 2-4, 9-11

Fin del reinado de Roboám

2 Crón. 12. 15-16

El reinado de Abiám en Judá (915-913)

2 Crón. 13. 1-2, 22-23

El reinado de Asá en Judá (912-871)y su reforma religiosa

2 Crón. 14. 1-4; 15. 16-18
9 El vigésimo año de Jeroboám, rey de Israel, comenzó a reinar Asá como rey de Judá.10 Él reinó cuarenta y un años en Jerusalén. Su abuela se llamaba Maacá, y era hija de Abisalón. 11 Asá hizo lo que es recto a los ojos del Señor, igual que su padre David. 12Expulsó del país a los que se dedicaban a la prostitución sagrada y retiró todos los ídolos fabricados por sus antepasados. 13 Incluso despojó del rango de reina madre a su abuela Maacá, por haber dedicado un horrendo fetiche a la diosa Aserá. Asá eliminó ese fetiche, quemándolo en el torrente Cedrón. 14 Sin embargo, no desaparecieron los lugares altos, aunque el corazón de Asá perteneció íntegramente al Señor durante toda su vida. 15 Él hizo llevar a la Casa del Señor las ofrendas consagradas por su padre y las que él mismo había consagrado: plata, oro y otros utensilios.

La guerra de Asá contra Basá, rey de Israel

2 Crón. 16. 1-6
16 Entre Asá y Basá, rey de Israel, hubo guerras continuas. 17 Basá, rey de Israel, subió contra Judá y fortificó Ramá, para cortarle las comunicaciones a Asá, rey de Judá.18 Entonces Asá recogió toda la plata y el oro que aún quedaban en los tesoros de la Casa del Señor y en los de la casa del rey, y se los confió a sus servidores, a los que envió luego a Ben Hadad, hijo de Tabrimón, hijo de Jezión, rey de Arám, que residía en Damasco, con el siguiente mensaje: 19 “Hay una alianza entre tú y yo, como la hubo entre mi padre y el tuyo. Aquí te envío como presente plata y oro. Rompe entonces tu alianza con Basá, rey de Israel, para que se retire de mi territorio”. 20 Ben Hadad le hizo caso y envió a los jefes de su ejército contra las ciudades de Israel. Atacó a Iyón, Dan, Abel Bet Maacá, toda la región de Quinéret y todo el territorio de Neftalí. 21 Cuando se enteró Basá, suspendió la fortificación de Ramá y regresó a Tirsá. 22 El rey Asá convocó luego a todos los habitantes de Judá, sin excepción, y se llevaron las piedras y la madera con que Basá estaba fortificando Ramá. Con ellas, el rey Asá fortificó Gueba de Benjamín y Mispá.

Fin del reinado de Asá

2 Crón. 16. 11-14

El reinado de Nadab en Israel (911-910)

25 Nadab, hijo de Jeroboám, comenzó a reinar sobre Israel el segundo año de Asá, rey de Judá, y reinó dos años sobre Israel. 26 Él hizo lo que es malo a los ojos del Señor; siguió el camino de su padre y persistió en el pecado con que este hizo pecar a Israel.27 Basá, hijo de Ajías, de la casa de Isacar, conspiró contra él y lo ultimó en Guibetón, que pertenecía a los filisteos, cuando Nadab y todo Israel la estaban sitiando. 28 Basá dio muerte a Nadab en el tercer año de Asá, rey de Judá, y se constituyó rey en lugar de él. 29 Apenas comenzó a reinar, masacró a toda la casa de Jeroboám, hasta exterminarla, sin dejar a nadie con vida, conforme a la palabra que había dicho el Señor por medio de su servidor Ajías de Silo. 30 Esto sucedió a causa de los pecados que Jeroboám cometió e hizo cometer a Israel, provocando así la indignación del Señor, el Dios de Israel.

El reinado de Basá  en Israel(910-887)


El reinado de Elá en Israel (887-886)

El reinado de Zimrí en Israel (886)

15 El vigésimo séptimo año de Asá, rey de Judá, comenzó a reinar Zimrí, y reinó siete días en Tirsá. Mientras tanto, el ejército estaba acampado contra Guibetón, que pertenecía a los filisteos. 16 Cuando el ejército acampado oyó decir: “Zimrí ha tramado una conspiración e incluso ha matado al rey”, ese mismo día, en el campamento, todo Israel proclamó rey de Israel a Omrí, el jefe del ejército. 17 Omrí y todo Israel con él subieron de Guibetón y sitiaron a Tirsá. 18 Cuando Zimrí vio que la ciudad era tomada, entró en el torreón del palacio real, prendió fuego al palacio y así murió. 19 Esto sucedió por el pecado que había cometido, haciendo lo que es malo a los ojos del Señor, siguiendo el camino de Jeroboám y persistiendo en el pecado que este había cometido al hacer pecar a Israel.

El reinado de Omrí en Israel (886-875)

El reinado de Ajab en Israel (875-853)

EL CICLO DE ELÍAS


El anuncio de la gran sequía

Elías y la viuda de Sarepta

10 Él partió y se fue a Sarepta. Al llegar a la entrada de la ciudad, vio a una viuda que estaba juntando leña. La llamó y le dijo: “Por favor, tráeme en un jarro un poco de agua para beber”. 11 Mientras ella lo iba a buscar, la llamó y le dijo: “Tráeme también en la mano un pedazo de pan”. 12 Pero ella respondió: “¡Por la vida del Señor, tu Dios! No tengo pan cocido, sino sólo un puñado de harina en el tarro y un poco de aceite en el frasco. Apenas recoja un manojo de leña, entraré a preparar un pan para mí y para mi hijo; lo comeremos, y luego moriremos”. 13 Elías le dijo: “No temas. Ve a hacer lo que has dicho, pero antes prepárame con eso una pequeña galleta y tráemela; para ti y para tu hijo lo harás después. 14 Porque así habla el Señor, el Dios de Israel:

La resurrección del hijo de la viuda

17 Después que sucedió esto, el hijo de la dueña de casa cayó enfermo, y su enfermedad se agravó tanto que no quedó en él aliento de vida. 18 Entonces la mujer dijo a Elías: “¿Qué tengo que ver yo contigo, hombre de Dios? ¡Has venido a mi casa para recordar mi culpa y hacer morir a mi hijo!”. 19 “Dame a tu hijo”, respondió Elías. Luego lo tomó del regazo de su madre, lo subió a la habitación alta donde se alojaba y lo acostó sobre su lecho. 20 E invocó al Señor, diciendo: “Señor, Dios mío, ¿también a esta viuda que me ha dado albergue la vas a afligir, haciendo morir a su hijo?”. 21Después se tendió tres veces sobre el niño, invocó al Señor y dijo: “¡Señor, Dios mío, que vuelva la vida a este niño!”. 22 El Señor escuchó el clamor de Elías: el aliento vital volvió al niño, y éste revivió. 23 Elías tomó al niño, lo bajó de la habitación alta de la casa y se lo entregó a su madre. Luego dijo: “Mira, tu hijo vive”. 24 La mujer dijo entonces a Elías: “Ahora sí reconozco que tú eres un hombre de Dios y que la palabra del Señor está verdaderamente en tu boca”. 

El encuentro de Elías con Abdías

7 Mientras Abdías iba por el camino, le salió al encuentro Elías. Apenas lo reconoció, cayó con el rostro en tierra y dijo: “¿Eres tú, Elías, mi señor?”. 8 “Soy yo, le respondió él. Ve a decirle a tu señor que Elías está aquí”. 9 Pero él replicó: “¿Qué pecado he cometido para que pongas a tu servidor en manos de Ajab y él me haga morir? 10 ¡Por la vida del Señor, tu Dios!, no hay nación ni reino adonde mi señor Ajab no te haya mandado buscar. Y cuando decían: No está aquí, él hacía jurar a ese reino y a esa nación que no te habían encontrado. 11 Y ahora tú dices: ‘Ve a decirle a tu señor que aquí está Elías’.12 Pero en cuanto yo me aparte de ti, el espíritu del Señor te llevará quién sabe adónde, y cuando vaya a avisarle a Ajab, él no te encontrará y me matará. Sin embargo, tu servidor teme al Señor desde su juventud. 13 ¿Acaso no te han contado lo que hice cuando Jezabel mataba a los profetas del Señor, cómo oculté a cien de ellos en dos cuevas, cincuenta en cada una, y los proveí de pan y agua? 14 Y ahora tú me dices: ‘Ve a decirle a tu señor que aquí está Elías’. ¡Seguro que me matará!”. 15 Pero Elías replicó: “¡Por la vida del Señor de los ejércitos, a quien yo sirvo! Hoy mismo me presentaré a él”.

El encuentro de Elías con Ajab

El juicio de Diosen el monte Carmelo

25 Elías dijo a los profetas de Baal: “Elíjanse un novillo y prepárenlo ustedes primero, ya que son los más numerosos; luego invoquen el nombre de su dios, pero no prendan fuego”. 26 Ellos tomaron el novillo que se les había dado, lo prepararon e invocaron el nombre de Baal desde la mañana hasta el mediodía, diciendo: “¡Respóndenos, Baal!”. Pero no se oyó ninguna voz ni nadie que respondiera. Mientras tanto, danzaban junto al altar que habían hecho. 27 Al mediodía, Elías empezó a burlarse de ellos, diciendo: “¡Griten bien fuerte, porque es un dios! Pero estará ocupado, o ausente, o se habrá ido de viaje. A lo mejor está dormido y se despierta”. 28 Ellos gritaron a voz en cuello y, según su costumbre, se hacían incisiones con cuchillos y punzones, hasta chorrear sangre. 29 Y una vez pasado el mediodía, se entregaron al delirio profético hasta la hora en que se ofrece la oblación. Pero no se oyó ninguna voz, ni hubo nadie que respondiera o prestara atención.
30 Entonces Elías dijo a todo el pueblo: “¡Acérquense a mí!”. Todo el pueblo se acercó a él, y él restauró el altar del Señor que había sido demolido: 31 tomó doce piedras, conforme al número de los hijos de Jacob, a quien el Señor había dirigido su palabra, diciéndole: “Te llamarás Israel”, 32 y con esas piedras erigió un altar al nombre del Señor. Alrededor del altar hizo una zanja, como un surco para dos medidas de semilla.33 Luego dispuso la leña, despedazó el novillo y lo colocó sobre la leña. 34 Después dijo: “Llenen de agua cuatro cántaros y derrámenla sobre el holocausto y sobre la leña”. Así lo hicieron. Él añadió: “Otra vez”. Lo hicieron por segunda vez, y él insistió: “Una vez más”. Lo hicieron por tercera vez. 35 El agua corrió alrededor del altar, y hasta la zanja se llenó de agua.

El fin de la sequía

41 Elías dijo a Ajab: “Sube a comer y a beber, porque ya se percibe el ruido de la lluvia”.42 Ajab subió a comer y a beber, mientras Elías subía a la cumbre del Carmelo. Allí se postró en tierra, con el rostro entre las rodillas. 43 Y dijo a su servidor: “Sube y mira hacia el mar”. Él subió, miró y dijo: “No hay nada”. Elías añadió: “Vuelve a hacerlo siete veces”. 44 La séptima vez, el servidor dijo: “Se eleva del mar una nube, pequeña como la palma de una mano”. Elías dijo: “Ve a decir a Ajab: Engancha el carro y baja, para que la lluvia no te lo impida”. 45 El cielo se oscureció cada vez más por las nubes y el viento, y empezó a llover copiosamente. Ajab subió a su carro y partió para Izreel. 46 La mano del Señor se posó sobre Elías; él se ató el cinturón y corrió delante de Ajab hasta la entrada de Izreel.

El viaje de Elías al monte Horeb

19 1 Ajab contó a Jezabel todo lo que había hecho Elías y cómo había pasado a todos los profetas al filo de la espada. 2 Jezabel envió entonces un mensajero a Elías para decirle: “Que los dioses me castiguen si mañana, a la misma hora, yo no hago con tu vida lo que tú hiciste con la de ellos”. 3 Él tuvo miedo, y partió en seguida para salvar su vida. Llegó a Berseba de Judá y dejó allí a su sirviente. 4 Luego caminó un día entero por el desierto, y al final se sentó bajo una retama. Entonces se deseó la muerte y exclamó: “¡Basta ya, Señor! ¡Quítame la vida, porque yo no valgo más que mis padres!”.5 Se acostó y se quedó dormido bajo la retama. Pero un ángel lo tocó y le dijo: “¡Levántate, come!”. 6 Él miró y vio que había a su cabecera una galleta cocida sobre piedras calientes y un jarro de agua. Comió, bebió y se acostó de nuevo. 7 Pero el Ángel del Señor volvió otra vez, lo tocó y le dijo: “¡Levántate, come, porque todavía te queda mucho por caminar!”. 8 Elías se levantó, comió y bebió, y fortalecido por ese alimento caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta la montaña de Dios, el Horeb.

El encuentro de Elías con Dios

9 Allí, entró en la gruta y pasó la noche. Entonces le fue dirigida la palabra del Señor. 10El Señor le dijo: “¿Qué haces aquí, Elías?”. Él respondió: “Me consumo de celo por el Señor, el Dios de los ejércitos, porque los israelitas abandonaron tu alianza, derribaron tus altares y mataron a tus profetas con la espada. He quedado yo solo y tratan de quitarme la vida”. 11 El Señor le dijo: “Sal y quédate de pie en la montaña, delante del Señor”. Y en ese momento el Señor pasaba. Sopló un viento huracanado que partía las montañas y resquebrajaba las rocas delante del Señor. Pero el Señor no estaba en el viento. Después del viento, hubo un terremoto. Pero el Señor no estaba en el terremoto. 12 Después del terremoto, se encendió un fuego. Pero el Señor no estaba en el fuego. Después del fuego, se oyó el rumor de una brisa suave. 13 Al oírla, Elías se cubrió el rostro con su manto, salió y se quedó de pie a la entrada de la gruta. Entonces le llegó una voz, que decía: “¿Qué haces aquí, Elías?”. 14 Él respondió: “Me consumo de celo por el Señor, el Dios de los ejércitos, porque los israelitas abandonaron tu alianza, derribaron tus altares y mataron a tus profetas con la espada. He quedado yo solo y tratan de quitarme la vida”. 15 El Señor le dijo: “Vuelve por el mismo camino, hacia el desierto de Damasco. Cuando llegues, ungirás a Jazael como rey de Arám. 16 A Jehú, hijo de Nimsí, lo ungirás rey de Israel, y a Eliseo, hijo de Safat, de Abel Mejolá, lo ungirás profeta en lugar de ti. 17 Al que escape de la espada de Jazael, lo hará morir Jehú; al que escape de la espada de Jehú, lo hará morir Eliseo. 18 Pero yo preservaré en Israel un resto de siete mil hombres: todas las rodillas que no se doblaron ante Baal y todas las bocas que no lo besaron”.

La vocación de Eliseo

Primera campaña de los arameos:el asedio de Samaría

20 1 Ben Hadad, rey de Arám, reunió todo su ejército, y acompañado de treinta y dos reyes, con caballería y carros de guerra, subió a combatir contra Samaría y la sitió. 2 En- tonces envió mensajeros a la ciudad, a Ajab, rey de Israel, 3 para decirle: “Así habla Ben Hadad: Tu plata y tu oro me pertenecen, y también me pertenecen tus mujeres y tus hermosos hijos”. 4 El rey de Israel respondió diciendo: “¡A tus órdenes, rey, mi señor! A ti pertenecemos yo y todos mis bienes”. 5 Pero los mensajeros regresaron y dijeron: “Así habla Ben Hadad: Mando a decirte que me entregues tu plata y tu oro, tus mujeres y tus hijos. 6 Así que mañana, a esta misma hora, te enviaré a mis servidores: ellos registrarán tu casa y las casas de tus súbditos; se apoderarán de todo lo que tú más quieres, y se lo llevarán”.
7 El rey convocó a los ancianos del país y les dijo: “¡Fíjense bien cómo ese hombre trata de arruinarme! Porque cuando me reclamó mis mujeres y mis hijos, mi plata y mi oro, yo no le negué nada”. 8 Todos los ancianos y todo el pueblo le dijeron: “¡No lo escuches! ¡No aceptes!”. 9 Entonces él replicó a los mensajeros de Ben Hadad: “Díganle al rey, mi señor: Haré todo lo que me mandaste la primera vez; pero esto otro no lo puedo hacer”. Los mensajeros se fueron y llevaron la respuesta. 10 Ben Hadad le mandó a decir: “Que los dioses me castiguen, si queda bastante polvo en Samaría para que cada uno de mis hombres recoja un puñado”. 11 Y el rey de Israel respondió: “Díganle: ¡No hay que cantar victoria antes de tiempo!”. 12 Apenas oyó esta palabra, Ben Hadad, que estaba bebiendo con los reyes en las tiendas de campaña, ordenó a sus servidores: “¡A sus puestos!”. Y ellos tomaron posiciones frente a la ciudad.

Intervención de un profetay victoria de Israel

Nuevos preparativos bélicos

Segunda campaña de los arameosy nueva victoria de los israelitas

Ben Hadad se refugió en la ciudad, huyendo de un lugar a otro. 31 Pero sus servidores le dijeron: “Mira, hemos oído decir que los reyes de la casa de Israel son misericordiosos. Pongámonos un sayal y atémonos cuerdas a la cabeza, y rindámonos al rey de Israel. Tal vez así te perdone la vida”. 32 Ellos se ciñeron un sayal y se ataron cuerdas a la cabeza; luego se presentaron al rey de Israel y le dijeron: “Tu servidor Ben Hadad ha dicho: Perdóname la vida”. Él respondió: “¿Vive todavía? ¡Es mi hermano!”. 33Los hombres vieron en esto un buen augurio, y se apresuraron a tomarle la palabra, diciendo: “¡Ben Hadad es tu hermano!”. El rey añadió: “Vayan a buscarlo”. Entonces salió Ben Hadad y él lo hizo subir a su propio carro. 34 Ben Hadad le dijo: “Restituiré las ciudades que mi padre le quitó al tuyo, y tú podrás instalar bazares en Damasco, como mi padre los había instalado en Samaría”. “Yo, por mi parte, replicó Ajab, mediante un pacto, te dejaré partir”. Ajab concluyó un pacto en favor de él, y lo dejó partir.

Reprobación proféticadel pacto de Ajab

37 El profeta encontró a otro hombre y le dijo: “¡Golpéame!”. El hombre lo golpeó y lo dejó maltrecho. 38 Luego el profeta fue a apostarse en el camino, a la espera del rey, cubriéndose los ojos con una venda para no ser reconocido. 39 Cuando el rey pasaba, le gritó: “Tu servidor avanzaba para entrar en batalla, y de pronto un soldado, abandonando las filas, me trajo un hombre y me dijo: ‘Vigila a este hombre. Si llega a faltar, responderás por él con tu vida, o bien pagarás un talento de plata’. 40 Pero mientras yo estaba ocupado, yendo de acá para allá, el hombre desapareció”. El rey le replicó: “¡Está clara tu sentencia! La has pronunciado tú mismo”. 41 Él se apresuró a quitarse la venda de los ojos, y el rey de Israel reconoció que era uno de los profetas.42 Entonces dijo al rey: “Así habla el Señor: Porque has dejado escapar al hombre que yo había consagrado al exterminio, tu vida responderá por su vida y tu pueblo por su pueblo”. 43 El rey de Israel se fue a su casa malhumorado y muy irritado, y entró en Samaría.

La viña de Nabot

La intervención profética de Elías

17 Entonces la palabra del Señor llegó a Elías, el tisbita, en estos términos: 18 “Baja al encuentro de Ajab, rey de Israel en Samaría. Ahora está en la viña de Nabot: ha bajado allí para tomar posesión de ella. 19 Tú le dirás: Así habla el Señor: ¡Has cometido un homicidio, y encima te apropias de lo ajeno! Por eso, así habla el Señor: En el mismo sitio donde los perros lamieron la sangre de Nabot, allí también lamerán tu sangre”. 20Ajab respondió a Elías: “¡Me has sorprendido, enemigo mío!”. “Sí, repuso Elías, te he sorprendido, porque te has prestado a hacer lo que es malo a los ojos del Señor. 21 Yo voy a atraer la desgracia sobre ti: barreré hasta tus últimos restos y extirparé a todos los varones de la familia de Ajab, esclavos o libres en Israel. 22 Dejaré tu casa como la de Jeroboám, hijo de Nebat, y como la de Basá, hijo de Ajías, porque has provocado mi indignación y has hecho pecar a Israel. 23 Y el Señor también ha hablado contra Jezabel, diciendo: Los perros devorarán la carne de Jezabel en la parcela de Izreel. 24 Al de la familia de Ajab que muera en la ciudad, se lo comerán los perros, y al que muera en despoblado, se lo comerán los pájaros del cielo”.

Preparativos para la campañacontra Ramot de Galaad

2 Crón. 18. 1-4

La intervención de los falsos profetas

2 Crón. 18. 5-11

La intervención del profeta Miqueas

2 Crón. 18. 12-27
18 El rey de Israel dijo a Josafat: “¿No te había dicho que este no me vaticina el bien, sino sólo desgracias?”. 19 Miqueas siguió diciendo: “Por eso, escucha la palabra del Señor: Yo vi al Señor sentado en su trono, y todo el Ejército de los cielos estaba de pie junto a él, a derecha e izquierda. 20 El Señor preguntó: ‘¿Quién seducirá a Ajab, para que suba y caiga en Ramot de Galaad?’. Ellos respondieron, uno de una manera y otro de otra. 21 Entonces se adelantó el espíritu y, puesto de pie delante del Señor, dijo: ‘Yo lo seduciré’. ‘¿Cómo?’, preguntó el Señor. 22 Él respondió: ‘Iré y seré un espíritu de mentira en la boca de todos sus profetas’. Entonces el Señor le dijo: ‘Tú lograrás seducirlo. Ve y obra así’. 23 Ahora, el Señor ha puesto un espíritu de mentira en la boca de todos estos profetas, porque él ha decretado tu ruina”.

Muerte de Ajab en Ramot de Galaad

2 Crón. 18. 28-34

El reinado de Josafat en Judá (870-846)

2 Crón. 20. 31 – 21. 1

El reinado de Ocozías en Israel (853-852)